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Ofrenda por la paz por MerrickLioncourt

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Se había encerrado en su cuarto apenas puso un pie en Gudiccea. Nadie había podido sacarlo de ese estado depresivo en el que se encontraba. Pandora le había llevado chocolates y le consiguió un disco de Michael Jackson que no le gusto. Shaka había intentado hablar con él y averiguar lo ocurrido pero ni Albiore había traspasado el mutismo del chico. Minos aposto por un juego de cartas que involucraba cierta cantidad de alcohol, el problema era que el juez tampoco estaba muy animado y termino volcándose en el consumo de aquella bebida mientras que Shun ni siquiera había probado su copa. El resultado claro, fue que Minos acabo inconsciente en el piso de la sala de juegos mientras que Shun salía silenciosamente y explicaba a Aiacos la situación.


Radamantis sí se había dado cuenta de la tristeza del jovencito, secretamente se alegraba, pero también estaba preocupado. Era notorio que Shun extrañaba a Hades, pues en varias ocasiones se había refugiado en la oficina de este para ocultarse del resto de los habitantes del Inframundo. El magnate había adivinado que era la ausencia del dios  lo que tenía a Shun triste, sin embargo, había algo  más, podía percibirlo, había dolor en Shun y si Shun sufría, mejor para el.


Shun estaba impaciente, Hades le había dicho que le esperara, pero también estaba Persefone. El joven personalmente había compartido con la diosa las sensaciones que Hades le producía. Incluso menciono estar enamorado del dios. Nada bueno podía resultar de esa plática. Se paseaba una y otra vez por su habitación. Aquel beso le había despertado sentimientos que no creía tener, los había percibido en Afrodita y otras personas mucho tiempo atrás, pero nunca los sintió en sus propias venas. Se sentía acorralado, no podía ir al Olimpo, seguramente Hades avisó que su Oráculo ya había cumplido su misión en aquel lugar y había vuelto al Inframundo. Además estaba su esposa, Deméter dijo que Hades mantenía segura a Perséfone, sin guerra de por medio, la diosa volvería a tomar su lugar como Reina del Inframundo; y entonces él ¿qué hacía con los sentimientos que tenía ahora? ¿Qué ocurriría cuando Perséfone regresará? Hades había dicho que había amado a su esposa, pero no dijo que ya no la amara.


Una tarde mientras se encontraba en la oficina de Hades, cavilando sobre su situación, un acceso a un pasaje se abrió en la pared, dejando pasar a Pandora. Por un momento vio cómo las piedras del muro se disolvían dejando ver unas escaleras de caracol que ascendían, aquel paso se cerró en cuanto la joven mujer cruzó el umbral y estuvo en la habitación dando la espalda al muchacho.


- ¡Oh, Shun! ¡Me asustaste! – La chica volteó sus ojos hacia el pasaje. – Ehm… ¿Me viste llegar?


Shun solo asintió.


- ¡Oh! – La joven se puso un poco más pálida de lo que era. Emitió un suave suspiro. – Por favor no menciones que estuve fuera, se supone que no debo salir mientras Hades este ausente.


El joven volvió a asentir. Pandora dejo salir el aire de golpe, esa situación le estaba cansando y preocupando. No sabía si aquel mutismo se debía a las heridas producidas o a algo más profundo y duradero. Pandora se acercó al muchacho y se sentó junto a él.


- Se que no tienes muchas ganas de hablar. – Shun le dio espacio a la joven para que se sentara, por un instante Pandora pensó que se marcharía. -  No te pido que me cuentes lo que pasó, pero si estas trise, lo mejor es contárselo a alguien ¿no crees? – Pandora acarició los cabellos de la frente del chico y su mejilla, al contacto Shun se estremeció, pero necesitaba consuelo, sin pensárselo mucho depósito su cabeza en el regazo de la mujer y comenzó a llorar.


A Pandora se le encogió el corazón. Shun lloraba con mucha desesperación, llamaba a Hades y solo repetía una palabra “Perdón”. Pandora hacía lo que podía, acariciaba los cabellos y espalda del muchacho y limpiaba sus lágrimas. No tenía palabras y de todas formas Shun no la iba a escuchar en el estado en el que se encontraba. Pandora sólo lo abrazo y besaba el costado de su cabeza. Después de un buen rato, el llanto de Shun comenzó a calmarse, hasta llegar a suspiros entrecortados.


- Shun. – El aludido se sujeto al pantalón que llevaba puesto la joven, claramente no quería separarse de ella. – Shun, cariño, Hades-sama regresara pronto, esto no puede durar para siempre, la decisión que deben tomar lleva su tiempo, pero al final el siempre regresa a casa. – Shun volteó su rostro para ocultarlo entre las piernas de la que consideraba su hermana. Pandora acarició la nuca y el cabello del muchacho. - ¡Oh, mi pequeño! – Shun se encogió un poco al escuchar el apelativo que uso Pandora, también extrañaba a su hermano, se sujeto más fuerte a las ropas de Pandora, el temblor de su cuerpo delato su llanto. Si tan solo Ikki estuviera ahí.


- ¿Señora Pandora? – Shaka había entreabierto la puerta.


- Aquí estoy, Shaka. – Vió al joven en su regazo. – Por favor, pasa.


Shaka entro encontrándose con una imagen desgarradora. Cerró la puerta apresurado y camino de prisa hasta la joven, tomó a Shun entre sus brazos, y este se prendió de su cuello y apoyo su rostro en el hombro del mayor. Shun le asía con mucha fuerza, necesitaba un soporte en ese momento.


- ¿Cuánto tiempo lleva así? – Pregunto Shaka en un susurro.


- No lo sé, ya lleva un buen rato. – Pandora se levantó y acaricio la espalda del muchacho. Shun hipo un poco, lo que hizo que Pandora lo abrazara por la espalda y depositara un beso entre los omoplatos. La respiración de Shun cambio un poco y se volvió entrecortada.


- Lo llevaré a su habitación. – Pandora asintió, mas cuando se soltó de Shun, este se sujeto con más fuerza al cuerpo de Shaka. – No, no, no, no te voy a dejar solo. – Shun no soltaba su agarre. – Necesitas refrescarte un poco y acostarte, te hará mal seguir llorando así. – Shun relajó su agarre y se separó un poco de su maestro. Shaka puso sus manos sobre el cuello y levanto el mentón de Shun usando sus pulgares. - ¿Puedes caminar? – Shun asintió. – Bien. Señora, con su permiso. – Pandora iba a corregir a Shaka pero se censuró.


- Adelante, Shaka.


Más tarde, Shun dormía en su habitación, Minos le acompañaba. Las pesadillas no habían dejado descansar a Shun desde que llegará, era una constante en sus ratos de descanso y solo Shaka y Alabiore podían darle consuelo en esos malos ratos. En ese momento Shun tenía una pesadilla y Minos no podía ni tocarlo, esa misma tarde se había decidido que Shun permanecería en Gudiccea. Podría estar más cómodo en Eliseo, pero no querían arriesgarse a empeorar las cosas.


- No… no… lo siento… no… yo… perdóneme… no… ¡por favor!


Minos entrelazo las manos y las presiono hasta que sus nudillos se pusieron en blanco. Su intranquilidad aumentaba con las pesadillas de Shun, solo lo podía observar, quería llamar a Pandora, o a sus maestros, pero estaban discutiendo la situación de Shun. Un cosmo suave, calmado y poderoso comenzó a sentirse en la recamara, era el cosmo de Hypnos. Shun comenzó a relajarse, su respiración se calmo y su rostro se relajó. Tal vez sería mejor enviarlo al Eliseo.


Al mismo tiempo en otra parte de Gudiccea, tres personas conversaban sobre el chico que yacía en las habitaciones de la parte superior.


- Sigue sin hablar. – Comentaba Pandora.


- Debemos darle tiempo, extraña a Hades eso es evidente. – Albiore estaba dispuesto a abogar por su alumno.


- Albiore, no es solo eso, hay algo más. Shun no nos quiere contar, algo lo asustó demasiado y prefiere guardar silencio. – Shaka siempre era la voz de la razón.


- La herida en su cuello, parecía una cuerda. – Pandora comenzó a cavilar tratando de atar cabos.


- ¿Sospechas de alguien? – El anterior santo de Virgo pregunto con curiosidad. Pandora permaneció en silencio unos segundos.


- Si no fue una cuerda, pudo ser una planta. – Pandora suspiró sonoramente. Los caballeros guardaron silencio. – Solo hay una diosa que controla la naturaleza, tal vez por eso Hades lo envió de regreso.


- Habla claro – La petición provino de un nervioso Shaka.


- Shun pudo, en su inocencia, entrar sin permiso en los dominios de otro dios. El dios en cuestión tiene el derecho de negar el paso a quien lo solicite. – Pandora lo pensó un momento. – Incluso pueden atacar a quien pase sin permiso.


 - ¿Qué dios pudo arriesgarse a la cólera de Hades? – Preguntó Albiore.


 - Uno que no tiene miedo de sus reacciones y que sin duda tiene un poder igual, uno tan antiguo como el propio señor del Inframundo.


 - Zeus no se atrevería. – Comentó distraído Albiore.


 - Eso es verdad, pero Zeus no es el único hermano de Hades. – Shaka se unía a las cavilaciones del otro.


 Seguían con sus desertaciones cuando sintieron el cosmo de Hypnos cercano a ellos, supieron que Shun tenía una pesadilla y el dios del sueño eterno había decidido confortarle.


 - Creo que es un error mantenerle aquí. – Sentenció Shaka.


 - Si lo enviamos al Eliseo resentirá más la ausencia de nuestro señor. – Apuntó Pandora. – Además, él no tiene la misma confianza con nosotros que con Hypnos y Thanatos. Hay que considerar que aún no controla sus poderes.


 Shaka contrajo las manos en puños, Albiore suspiró pesadamente.


 - Bien, no lo dejaremos solo entonces. Nos repartiremos horarios y nos turnaremos para cuidarlo cuando duerma.  – Shaka asintió a la propuesta de Albiore.


 - No es solo lo que ocurrió en el Olimpo lo que le afecta. – Los otros dos lanzaron una mirada inquisidora a Pandora, no entendían lo que quería decir. – Shun extraña a sus hermanos, y ahora más que antes le hacen mucha falta.


 Shaka se recosto en el respaldo del sillón que ocupaba, llevo una mano a su boca mientras la otra cruzaba su estomago. Albiore volvió a suspirar y se recargo en una de las estanterias que había por ahí.


 - No es la presencia de alguien de confianza, Albiore lo conoce desde hace mucho. Extraña el calor que el amor de sus hermanos le proporcionaba. Lo que halla ocurrido en el Olimpo lo afecto mucho, no ha querido desahogarse con nosotros. Shun esta buscando el afecto que solo su hermano mayor le puede proporcionar. – Pandora termino su explicación volteando la mirada a sus manos. Las lágrimas corrían por sus mejillas, Shun estaba sufriendo y no podían comunicarse con Hades. – Concuerdo con que hay que vigilarlo, es probable que intente ir a la superficie.


 Shaka y Albiore se tensaron, ir a la superficie era algo muy peligroso para Shun en ese momento.


 - Bien, entonces hay que repartir las horas de vigilancia.


 El trio siguió conversando un buen rato, haciendo planes para cuidar del jóven que ahora dormia placidamente sin ningún temor. Por lo menos hasta que fuera consciente una vez más y la mirada de aquella mujer apareciera en su mente dormida o despierta. La ansiedad estaba acabando poco a poco con la razón de Shun, pues este sabía que tarde o temprano pagaría su error de haber confesado sus sentimientos a la esposa de su interés amoroso. Y aunque hicieron cronogramas para todas y cada una de las actividades de Shun, no pudieron evitar lo que ocurriría dos días después.


 Por precaución habían mantenido a Shun alejado del despacho de Hades, pues en ese lugar se encontraba el portal que daba al castillo Heinstein. Sin embargo, Shun extrañaba tanto a Hades que se dio a la tarea de crear una distracción para llegar hasta ese lugar. No fue muy difícil, viendo que todos estaban realmente preocupados por el, conecto sus sentimientos con los de Lune quien estaba muy alegre y entusiasta por la aparición de una bella doncella en el tribunal. Así logro que le permitieran caminar solo por los pasillos, desde la primera vez se tomó su tiempo para llegar a su destino. Algunas veces se desviaba y terminaba siempre en el jardín posterior de Gudiccea.


 Esa tarde debía llegar a la biblioteca, pero se desvió al despacho del dios del Inframundo. Cómo siempre en la entrada había guardias, pero una mirada de Shun y quedaron encerrados en su propia consciencia, viendo una y otra vez sus pecados. Con un movimiento silencioso y rápido entro a la oficina. Previamente había dejado un cambio de ropa escondido en un rincón. Tomó el atado y un improvisado morral, se dirigía al pasaje cuando noto un abrigo colgado de un perchero. Era el abrigo de Hades. Tomó la prenda y terminó de cruzar la distancia hasta el pasaje, respiro profundo y adelanto la mano en la cual portaba la pulsera, sintió una superficie húmeda, como si atravesara una cascada. Dio un paso decidido y se encontró al pie de la escalera de caracol. El techo no era muy alto, avanzó por los escalones hasta llegar a un rellano, la escalera terminaba ahí. Eso desconcertó al chico, pero pronto se dio cuenta que había algo más en aquella habitación abovedada. En el centro de la misma había un manantial sin nacimiento, el agua permanecía tranquila, parecía más espejo que agua. Se acercó despacio, para inspeccionar más el espejo, algo en su mente le recordó que no tenía mucho tiempo.


 Toco la superficie con su mano y esta se sumergió en el líquido. Sintió que era succionado y retiró su mano, suspiro, hizo a un lado su miedo y metió suavemente su pie en la superficie. La extremidad comenzó a sumergirse lentamente, lo que le dio tiempo a adelantar el pie que había dejado atrás, dio un par de pasos hasta llegar al centro y sintió una vorágine absorberlo, cerró los ojos por reflejo, de pronto sintió que sus pies tocaron algo sólido. La desorientación que le provoco el remolino hizo que adelantara el torso y trastabillo, teniendo que poner sus manos adelante para suavizar la caída.


 Apenas si puso atención  a la habitación, subió corriendo una escalera de caracol y llegó a una puerta de madera que afortunadamente estaba cerrada por dentro con una traba y no tenía candado. Corrió la traba y salió a una sala con objetos acomodados para exhibición. Se le hizo extraño, se volvió para cerrar la puerta y vio como el espejo hacía ondas. Estaban a punto de descubrirlo, si tan solo pudiera cerrar la traba por dentro. Por puro reflejo colocó su mano izquierda en el lugar que ocupaba la traba del otro lado, sintió cómo el tubo de metal se deslizó y colocó en su lugar.


 Afianzo sus cosas y camino analizando rápidamente los lugares buscando una salida. Escucho ruidos y un zumbido comenzaba a lastimarle los oídos. Alguien estaba hablando muy cerca de él, parecía un grupo de personas. Si lo veían avisarían a Pandora, se ocultó en otra sala que parecía ser una bodega.


 - Nicht hier sein kann! – La voz rasposa lo asustó. – Hey! Nicht hier sein kann!


 La mirada confundida de Shun debió alertar al hombre que se dirigia a el.


 - Los visitantes no pueden entrar aquí.


 - Me perdí, busco los baños. – Shun contestó automaticamente. El hombre, ya mayor con el pelo cano suspiro enfadado.


 - Sigame.


 Shun siguió a aquel hombre por un corredor y le llevo hasta un salón grande y bien iluminada. Parecía la nave central de una catedrál antigua.


 - Baños. – Dijó señalando al frente. – Recorrido. – Casi gritó mientras señalaba unos carteles con flechas que colgaban cada determinado trecho. – Ayuda. – Señalo a una chica del lado contrario de la nave. Después de eso el hombre regresó por el camino recorrido, Shun agradecío esto pues las sensaciones que emitía esa persona le estaban dando dolores de cabeza. Tal vez no fue buena idea salir del Inframundo. Un pensamiento positivo se generó en su mente. Si salía del castillo y se alejaba lo suficiente, podría encender su cosmo para llamar a Ikki, entonces todo estaría bien. O eso creía.


 Entro a los baños cambiando su ropa negra por ropa con mayor variedad de colores. Se calzó unos jeans azules, una camisa roja y un sueter azul. Peino su cabello y se coloco unos tenis de gamuza. Había llevado otros objetos en el morral, cómo un cinto y un reloj. Después de terminar de vestirse salió a la sala grande, entonces sintió la presencia de un kyoto. No podía decir con exactitud quien era y lo más prudente era no averiguar o lo encontrarían. Entró en una sala que parecía un comedor y vió un enorme ropero, pensó en esconderse ahí, sin embargo las puertas estaban aseguradas. Recordó lo que había hecho anteriormente y probo si podía volver a hacerlo. Coloco su  mano sobre la chapa del armario, mentalmente dijo "abrir", escucho el click, sin pensarlo dos veces arrojó el atado al interior del armario y lo volvió a cerrar repitiendo su truco. Cruzó la estancia y entro a otra sala con varios sillones y mesas de té. Siguió su camino hasta que vió una ventana abierta, se colocó el abrigo y abrocho un botón, se impulsó, trepó por la pared y salto al vacío. No pensó que fuera tan alto, si tan sólo tuviera su cadena. Recordó las clases de filosofía y física: Todo es relativo, se relajo y se preparo para el impacto.


 Llego al suelo casi gracilmente y corrió internandose en el bosque. Si el juez lo había detectado sería muy difícil seguirle la pista ahora. Ahora que tenía tiempo noto que todo el lugar estaba nevado, levanto el cuello del abrigo para cubrirse, el olor a sándalo lleno su olfáto. Camino otro poco, hasta que dejó de ver las ventanas del castillo. Notó a la distancia un camino que iba del castillo a un pueblo cercano, tenía que llegar a esa carretera. Conforme avanzaba el zumbido le estaba molestando cada vez más, se hacía casi insoportable. Tenía que alejarse más de aquel lugar antes de elevar su cosmo.


 Un inminente dolor de cabeza le provoco mareo, causando que cayera sobre sus rodillas. Comenzaba a nevar y parecía que no iba a llegar más lejos. Tenía que llegar a la carretera, entonces una imagen cruzó por su mente.


 Adelante de el, tres hombres tenían a una mujer acorralada, le apuntaban con un rifle, reían. Uno de ellos entregó su arma a un compañero y comenzó a golpear a la mujer. Dejo a la chica sometida y comenzo a tocarla por encima de la ropa. Shun se sintió asqueado. El sujeto saco un cuchillo de caza y rompio los pantalones de la mujer por la entrepierna, comenzó a acariciarle sobre la ropa interior. Al contacto, la mujer reacciono e intento librarse del sujeto, quien la agarro por las muñecas, otro de los hombres se acerco con una cuerda con la que sujetaron los brazos de la chica y la amarraron a un árbol cercano. En todo el proceso el hombre no dejaba de acariciar las partes intimas de la joven y comenzaba a introducir sus dedos en ella. Con cada forcejeo, la ujer recibía un golpe.


 - No te pases, quiero escuchar su dulce voz gritando. – Shun escuchó la voz de aquel sujeto en su cabeza.


 Shun temblaba de ira, no podía hacer caso omiso. Escucho una voz en el viento y entendió que eran los gritos de aquella mujer. Sin pensarlo, dejó caer sus cosas y se lanzó sobre los sujetos. En un rápido movimiento dejó fuera de combate a dos de ellos. El que estaba tocando a la chica se levantó buscando al agresor.


 - ¡Ah! Con que un heroe. ¡Muestrate! – Shun salió detras de un árbol con mucha calma, mantenía los ojos cerrados. - ¡Hay! Un principito. – Las manos de Shun se crisparon. - ¿Qué harás? ¿Me acusaras de cazar en tu propiedad?


 Shun lo pensó por un momento. Ciertamente seguían en la propiedad Heinstein, pero el no era de la familia Heinstein.


 - Deja a la chica en paz. – El sujeto rió.


 - ¿O qué? Crees que me asustas porque venciste a ese par – Dijo señalando a los otros dos que estaban inconscientes. – No creo que seas tan valiente sin tu resortera. – Ahora fue Shun el que rio.


 - Deja a la chica, sal de esta propiedad. – El sujeto volvió a reir.


 - No tienes con que asustarme.


 - Yo no te voy a asustar. – El tipo lo vió con la pregunta dibujada en el rostro. – Tu lo harás.


 Shun vió directamente al hombre frente a el, una vortice similar al que sintió con Kitsune envolvío su mente, pero no cedío. Mantuvo la vista en aquel sujeto, vió incontables crimenes y una fascinación por cazar jovencitas en los bosques. Se movía de lugar, España, Francia, Estados Unidos. Alemania era su siguiente parada. Le mostro al sujeto sus actos y le hizo sufrir el mismo dolor que a sus victimas, una a una vio a todas las jovenes violadas, torturadas y asesinadas, hasta llegar a la chica que estaba en el suelo. El hombre cayó al suelo, aparentemente inconsciente. Shun se acercó a la chica y la solto del árbol.


 - ¿Estás bien?


 - Si, qué eres tú. – El miedo reflejado en los ojos de la chica lo descoloco.


 - Yo soy Shun. – Extendió la mano hacia la joven.


 - ¡Alejate de mi monstruo! – La joven se levanto y se fue trastabillando colina abajo rumbo a la carretera.


 Shun se quedó absorto, le habían llamado monstruo. Volteó a ver a los hombres tras de sí. La palidez del que había atacado a la mujer le alerto. Se acerco a el y antes de tocarlo lo supo. Había matado al sujeto. Todas las defensas de Shun se cayeron dejando entrar de golpe miles de emociones e imágenes que viajaban desde el castillo y la aldea cercana. Shun gritó, encendió su cosmo, el cosmo de otra persona hizo resonancia, pero antes de que pudiera identificarlo sintió un cambio en el ambiente, había más ruido, no hacía tanto frio y no había nieve bajo sus pies, estaba parado sobre una superficie de cantera, las imagenes y emociones seguían fluyendo. Volteo a su alrededor y vió que se encontraba frente a la fuente de Jupiter en Roma, retrocedío dos pasos, tropezo y cayó, pero en lugar de golpear los adoquines, cayó sobre una cama de pasto y flores, se encontraba en un paseo turístico de Grecia. Un grupo de turistas paso en un trenecito, el guía recitaba la explicación por un altavoz, el ruido volvió a marear al adivino, se hizo ovillo, retrocedío buscando apoyarse con la pared. Cuando sintió la pared tras de sí, se dió cuenta que se había apoyado en una ladera, volteo la vista al frente y se encontraba en un bosque muy diferente al de Alemania.


 El ruido se había ido, todo lo que percibia eran sonidos de la naturaleza. Comenzó a respirar a bocanadas, se tranquilizo un poco. Estaba en un lugar montañoso, ninguna ladera estaba nevada. Una fina lluvia comenzó a caer. Con dificultad, Shun se incorporo y comenzó a caminar buscando un refugió. Vió una entrada con columnas griegas y ahí se dirigió. Se trataba de una cueva a la que le habían construido una fachada. Ahí se podía refugiar de la lluvia. Había perdido su morral en el que tenía algo de comida y un poco de dinero que le había birlado a Pandora. La oscuridad de la cueva se hacía cada vez más profunda,  se acomodó en el piso, cubrió su cuerpo con el abrigo y busco quedarse dormido. El aroma a sándalo le reconfortaba, le recordó a Hades.


 Hasta entonces Shun pensó en lo que ocurrió en el carruaje. Se había obsesionado con la idea de que confesó sus sentimientos a la persona menos indicada que olvido la despedida de Hades. Recordó aquel beso. ¿Qué había sentido? Era su primer beso. El primer beso de toda su existencia. Quería regresar al Inframundo. Quería estar con Hades. Aquel beso le había dicho muchas cosas. Hades había dejado que viera en su interior. Tenía que regresar al Inframundo. La pregunta era cómo.


 Una luz iluminó su rostro obligandolo a apartar la mirada.


 - ¿Y tu eres? – La voz se le hacía vagamente familiar.


 - ¿Por qué debería decirtelo?


- ¡Oh!  Tienes carácter.


Shun percibió que se trataba de una mujer. La chica entro a la cueva y se sento frente al muchacho. La chica apunto la luz al piso del antro.


 - ¿Tienes comida? – Shun negó con un movimiento de cabeza. - ¿Tienes fuego? – Shun repitió el movimiento - ¿Estás acampando? – La misma respuesta - ¿Qué haces aquí? – El muchacho solo se encogío de hombros. La chica suspiro recostandos en en la pared de piedra. – Te importa si me quedo.


- No, en absoluto. – Shun veía detenidamente a la joven, buscaba su alma, la sentía y se le escapaba, no había algo que mostrar, solo un vaho frío. Una sensasión de vacío.


- ¿Cómo te llamas? – Pregunto Shun.


- ¿Qué, no duermes con desconocidas? – Otra vez ese tono que le parecía tan familiar.


- Si vamos a compartir refugio prefiero conocer a mi acompañante.  – La otra se rio tenuemente. La chica tomó la lampara y la dirigo a su espalda dejando que la luz la iluminara mostrandose por primera vez al chico.


- June.

Notas finales:

1. No tengo notas finales. Hay varias, pero explico después, por ahora quiero hacer shutdown a mi mente.


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