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Ofrenda por la paz por MerrickLioncourt

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Las pisadas resonaban en el suelo de mármol, nadie en aquel lugar había descansado desde mucho tiempo atrás. Shaka seguía caminando, lo había visto camino a Rodorio, regresó de inmediato a reportar el avistamiento, pues no podía acercarse más sin ser detectado por algún vigía o por la propia Athena. Golpeo los nudillos contra la puerta de madera, empujó suavemente y entro al salón de los curadores. Siguió de frente hasta encontrar el acceso que buscaba.

- ¿Será inevitable? – Preguntaba una voz al final de las escaleras.

 - No lo sé Minos, espero que algo se pueda hacer. – Shaka se quedó parado en el arco de entrada.

 - Señora Pandora – saludó inclinando la cabeza y poniendo las manos palma con palma frente a él. La aludida se levantó de su asiento y miró fijamente al recién llegado – Tengo noticias. – Los ojos de la mujer se abrieron por la sorpresa.

 - Habla, Shaka. – Shaka se incorporó.

 - Va camino a Rodorio, no puedo acercarme más sin ser detectado por Athena.

 - Athena está en el Olimpo. – Recordó Pandora.

 - Si, pero… hay un nuevo Patriarca en el santuario, él puede vigilar los alrededores en ausencia de la diosa, no puedo acercarme más. – Concluyó Shaka.

 - Entonces el Patriarca detectará a Shun. – Dedujó Minos

 - Improbable. Ni tú ni Aiacos pudieron detectarlo en el museo. – Dijo distraídamente la mujer. Minos suspiró.

 - ¿Qué haremos cuando Hades vuelva? – Preguntó el juez de la primera prisión estirando la espalda.

 - Debemos seguir buscando a discreción. – Dijo la mujer mientras servía té en una taza. Shaka frunció el ceño.

 - ¿Buscar a discreción? – Minos miró fijamente a Pandora, esta regresó la mirada al juez y dejó la taza sobre la mesa de centro antes de contestar.

 - La señora de la casa regresa a Gudiccea. Perséfone vendrá junto con nuestro señor Hades. – Eso no le gusto a Shaka.

 - ¿Cuándo regresa Hades?

 - Aún no sabemos. – Fue la respuesta que obtuvo Shaka.

 - Señora - llamó Shaka hincando una rodilla en el piso – deme permiso para ir al santuario y avisar de la situación, si Shun llega y lo confunden con un enemigo… - Pandora volteó a verlo y suspiro.

 - Ya estamos en eso Shaka.

 Habían caminado casi todo el día. A Shun comenzaban a dolerle los pies, June no le había dirigido la palabra desde aquella bofetada y prácticamente había negado su existencia. La chica ignoraba cualquier intento de conversación comenzando a hablar sola o a cantar. Shun estaba fastidiado, por lo que se sentó a un lado del camino, si aquella se iba a comportar como si anduviera sola, mejor él se alejaría. Tal vez si intentaba tele transportarse de nuevo eventualmente llegaría a las puertas del castillo Heinstein.

 Apenas se había sentado sobre una roca y buscaba concentrarse cuando June volvió.

 - ¿Vienes por las buenas? – Shun sonrió.

 - Lo mismo dijiste en el muelle.

 - ¡Oh, cierto! – Contestó la chica con aire distraído. – Pero esa vez no podía manipular tu mente. – Shun la miro inquisitivó. La joven volteó a verlo a los ojos, las imágenes de la destrucción de la Isla de Andrómeda cruzaron ante los ojos del muchacho. Shun cerró los ojos y bajo la cabeza. – Lo ves. – La chica le dio la espalda y comenzó a caminar de nuevo, se detuvo al escuchar la risa de Shun. - ¿Y a ti que te pasa? – Shun tomó el morral, lo abrió, se quitó el abrigo y el suéter y los guardó. Cerró el morral, lo tomó y se levantó para seguir caminando mientras cantaba una canción de Queen. June lo miraba anonadada.

 - No pretendas manipular algo que no conoces. – Shun dijo después de un rato caminando.

 Siguieron caminando un trecho después de la puesta del sol. Ya se encontraban a orillas del mar Adriático. Si seguían con ese ritmo, llegarían a Rodorio al día siguiente antes de medio día.

 - No has comido en todo el día. – Mencionó distraídamente June.

 - No lo necesito.

 - Pero… - La chica se detuvo – Todos necesitamos comer. – June lo volteó a ver con aire de tristeza. – Solo los muertos no comen.

 - No estoy muerto. – Shun se levantó para pasear por la ladera en la que habían acampado.

 - No quise ofenderte. – El chico volteó y le sonrió. June sacó sus víveres y cenó un poco del conejo que quedaba y algunas frutas asadas. Mientras comía observaba al chico frente a ella, su piel parecía brillar un poco y era más tersa que antes, aunque llevaban caminando dos días el tono de la dermis no se había alterado. El cabello, ahora corto, seguía sedoso y tenía un brillo especial y sus ojos, sus ojos reflejaban una sabiduría milenaria. Hypnos fue el que en sueños le dijo la identidad del chico, cuando despertó busco en aquel joven rastros de su amigo y notó que ahí seguía, pero no era el mismo chico que los había dejado meses atrás. Ahora era un adulto.

Una vez terminada su cena, la joven se acercó a él.

- ¿Por qué escapaste? – Shun la vió.

- Escapar, lo que se dice escapar, no. – Contestó dibujando líneas en la tierra con su mano. – Quería hablar con Ikki. – Dejó de trazar el dibujo y un fénix luminoso surgió de la tierra. La muchacha estaba maravillada. Vieron como el ave mitológica daba un par de aleteos y se disolvía en la brisa marina.

- ¿De qué quieres hablar con Ikki?

 - No creo que sea correcto decirte.

 - ¡Vamos! Somos amigos, Shun. – Shun sonrió.

 - ¿Quién era tu pretendiente? – Preguntó mientras dibujaba líneas rectas con una piedrita. June permaneció callada. – June – La chica volteó y en cuanto lo hizo, el muchacho atrapó sus labios en un beso. Shun tocó su mejilla y besó suavemente los labios de la muchacha. June correspondió el beso con ternura. Se separaron y juntaron sus frentes.

 - Shun no me hagas esto – Dijo la muchacha al borde de las lágrimas. – Te irás y yo… no.

 - Era lo que querías – Los ojos azules de la chica se posaron en los verdes de Shun. – Yo también quería ese beso. – June sonrió mientras apoyaba la frente en el hombro del otro. Shun tomó la cabeza de la chica y comenzó a acariciarla, pensando en las palabras que acababa de decir. Era cierto, deseaba besarla desde que la vio en la cueva y también la deseaba a ella. Había soñado muchas veces situaciones nada decentes con la chica y el olor que despedía solo lograba excitarle más. Bajo un poco más su mano y acarició el hombro de la muchacha, tenía tantas ganas de ella. June se levantó de golpe interrumpiendo las caricias y se alejó del campamento.

 En la soledad Shun comenzó a preguntarse qué pasaba con él. Tenía sentimientos profundos hacia Hades, le gustaba que el dios lo acariciara y ese beso, ese maldito beso, suspiró recordando los labios de su superior, inevitablemente los compar recordando los labios de su superior, inevitablemente los comparó con los labios que acababa de besar. Sintió que su corazón se partía, deseaba estar con Hades, pero Hades tenía esposa. June era su amiga de la infancia y vivía en la superficie. Shun suspiró recostándose en el suelo, realmente necesitaba el consejo de su hermano mayor.

 El cosmo de Athena se dejó sentir en el recinto. Ikki la esperaba.

 - Ikki – Dijo saludando al santo de Leo sin detener su caminar.  El santo dejó que pasara su señora y se levantó siguiéndola.

 - Shiryu y Kiki partieron rumbo a Jamil. Kiki volverá en cuanto los ancianos decidan a quien enviar a ayudarnos, Shiryu tardará un poco más. – Athena asintió y doblo por un corredor siguiendo con su apresurado caminar.

 - ¿June?

 - No se ha reportado, unos vigias la vieron en las colinas a unos pocos kilómetros de aquí. Viaja acompañada. – Athena apretó el báculo de Niké con su mano. Ambos jóvenes entraron en un salón pequeño, acogedor y privado. La joven diosa se detuvo, suspiro y se sentó en uno de los sillones. El Fénix cerró la puerta al entrar.

 - Artemisa tuvo una victoria parcial. – Ikki se sentó frente a ella. – Utilizara su templo, en una de las islas del Adriático. Zeus me permitió restablecer a los 88 caballeros como parte del trato entre dioses. A cambio, liberaré a Poseidón. Artemisa es ahora la diosa guardiana de la tierra. – Ikki meditó un momento las palabras de Palas.

 - El consejo quedó dividido – mencionó para sí el santo – eso quiere decir que alguien cambio de opinión ¿Quiénes te apoyaron? – La joven vio fijamente al muchacho.

 - Zeus, Hades, Afrodita, Hermes, Deméter y Hestia.

 - ¿Qué hizo que Deméter participara?

 - Hades. – Ikki se tensó al escuchar su nombre. – Hades liberó a Perséfone. Ella irá por voluntad al inframundo y permanecerá ahí por tiempo indefinido. – Ikki le miró curioso -  Deméter prometió mantener los ciclos de las estaciones.

 - Es una buena noticia. – Dijo Ikki sonriendo.

 - No, no lo es. – La sonrisa de Ikki se borró al ver el semblante de preocupación de la diosa. – Deméter acepto apoyarme a cambio de Shun. – La mirada de Ikki se ensombreció. – Hades se negó a tal petición y propuso liberar a Perséfone del pacto que la mantiene cautiva en el Inframundo. Deméter aceptó y Perséfone decidió pasar tiempo indefinido con su esposo.

 - Es decir que Deméter perdió. – Athena negó.

 - Perséfone pidió a Hades que Shun fuera su sirviente personal. – Hades ya le había confesado a Athena los sentimientos que el jovencito le despertaba, si Perséfone sospechaba algo, haría sufrir al joven. Ikki no sabía que era peor, si ser el sirviente de Hades o el de Perséfone. Paso las manos por su rostro tratando de espabilarse.

 - Por lo menos ganamos tiempo. – Athena sonrió y asintió. No terminó por contar  todo lo acontecido durante su estancia en el Olimpo. Se guardo para su persona la información recibida con respecto a Shun. - ¿Hades revivirá a los guerreros caídos? – Athena meditó un poco antes de contestar.

 - No fue algo que se haya discutido en el consejo, podría pedir opinión a un conocido, aunque ya se su respuesta. Para mí, sería mejor dejar los estar, una vida de batallas es más que suficiente, ¿no lo crees? – Ikki dibujó una sonrisa amarga

 - Y ahora haremos sufrir a una nueva generación de jóvenes. – Saori sonrío entristecida.

 - Sería bueno cambiar esa regla, nadie menor de 17 años debería pelear en una guerra santa. – Dijo Athena frunciendo la nariz de forma graciosa.

 - La cosa es, Athena, que no todos los maestros tratan a sus alumnos con humanidad. Mírame a mí. – Ambos sonreían con tristeza.

 - Me consuela pensar quienes serán los maestros de ésta nueva generación de guerreros – Sonrió palmoteando el hombro de su caballero, Athena se dirigió a sus aposentos y antes de ingresar al recinto volteó a ver al patriarca. – Ikki  otra cosa. – Dijo meditando sus palabras.

 - Dime, Athena.

 - Hay un sirviente de Hades por los alrededores, recuerda no agredirlo, si llegan a ver un intruso tráiganlo ante mi presencia de inmediato.

 - Así se hará. – Las palabras del santo salieron con ira contenida.

 Shun había ido a buscar a June, no le gustaba que se fuera de repente y menos si él era el causante de sus lágrimas. Había pensado bien las cosas, si estaba en lo correcto, si su lectura no se equivocaba, y no lo hacía, él era el pretendiente de June. Y si, la deseaba, pero después de meditarlo un poco, llegó a la conclusión de que era puro deseo carnal, si satisfacía ese deseo no quedaría nada. Encontró a la chica en el borde de una roca saliente sobre el mar.

 - Es peligroso que estés aquí. – Dijo sentándose junto a ella.

 - Es un buen lugar, me recuerda a nuestra casa. – Shun asintió con tristeza, la isla Andrómeda ya no existía.

 - ¿En qué piensas? – June volteó a ver a su antiguo compañero de armas – Si no quieres contarme yo…

 - ¿Lo harías? ¿En verdad irrumpirías en mi mente sin mi permiso? – Shun volteo a ver el mar bajo sus pies.

 - No me refería a eso. – Shun se levantó frustrado, las lágrimas comenzaban a fluir, su mejor amiga, la segunda persona en la que más confiaba lo creía tan vil. Siendo que él estaba gastando gran cantidad de energía bloqueando los pensamientos emanados de ella. June percibió que se había equivocado y se levantó tras el joven, pero apenas dio un paso y resbalo cayendo al vacío.

 No había caído mucho cuando algo muy fino se enredo en su muñeca, no era posible, Shun ya no podía. Lentamente el fino hilo comenzó a moverse izando a la chica con ella. Arriba, echado sobre la roca estaba Shun.

 - Deberías tener más cuidado – Le reprendió el joven.

 - Creí que ya no podías usar tus cadenas.

 - Error, ya no puedo usar las cadenas de la armadura de Andrómeda. Este fue un obsequio de Hefestos. – Ayudo a la chica a subir de nueva cuenta a la saliente y la llevo de vuelta al campamento.

 - Perdóname, yo sé tú no harías algo así, yo no sé que me pasó.

 - No hay nada que disculpar. – Dijo Shun irguiéndose y disfrutando de la luz de la luna, una luz muy brillante a su parecer. – Parece que Artemisa está contenta. – Dijo más para sí que para June. Shun volvió su rostro al cielo estrellado y cerró los ojos una leve brisa alborotó su cabello. June podía percibir un leve cosmo alrededor del joven, una energía que no le pertenecía a él, más bien parecía que alguien se comunicaba con él. Abrió los ojos lentamente, su mirada estaba entristecida. – Mañana llegaremos a Rodorio y yo buscaré volver al Hades.

 - ¡Shun, no! No tienes que regresar con él, ya estás libre, no tienes que regresar por una estúpida promesa, Athena ni siquiera quería ese trato. – Shun se acercó a ella, no estaba seguro de lo que iba a realizar, solo deseaba que saliera bien. El chico pasó su mano sobre los ojos del Camaleón, la joven cayó pesadamente al suelo, inconsciente. Acomodó a su acompañante en las mantas que le servían de lecho y la cubrió cuidadosamente. Antes de apagar el fuego, arrojó unos pequeños frutos.

 - Por Hades – Cortó su piel y dej su piel y dejó caer unas gotas de sangre al fuego. – El fuego rugió y se elevó, pero no podía llegar hasta él, Shun extendió su mano hasta meterla a las llamas, el fuego no le quemó. – Estoy en Rodorio, quiero ir a casa. – Dijo mientras gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas. Shun vio como una silueta dentro del fuego trataba de alcanzarlo. – Quiero volver a casa. – La figura se alejaba lentamente. – ¡Quiero volver contigo, Hades! – El fuego creció con furia iluminando todo el derredor del pequeño campamento, así cómo creció, así se apago.

 - Ejem… - La voz asustó al pequeño – Eres un tanto escurridizo. – A Shun se le iluminó la cara al ver a Hermes frente a él.

 - ¡Hermes! – El dios asintió.

 - Alguien te esperará en Rodorio, Hades tiene asuntos que atender pero espera verte pronto. Envía saludos y esto. – Extendió al joven una bota, el chico volteó a ver al dios. – Creo que es sidra del inframundo, el agua de aquí te hidrata, pero no es lo mismo ¿o sí? – Shun sonrió. – Me parece que antes pedías un consejo.

 - ¿Me escuchaste? – Preguntó sorprendido.

 - Levemente ¿puedo? – Hermes señalo el lugar dónde antes estuviera sentado con June. Shun asintió y ambos se dirigieron a aquel lugar. – Creo que no te decides entre tu amiga y cierto tío mío. – Shun sonrió. - ¿Algún cambio?

 - Lo que siento por June es… raro – Hermes enarcó una ceja. – Es mi mejor amiga y le confiaría casi cualquier secreto por más oscuro que fuera.

 - ¿Pero?

 - Cuando estoy con ella mi cuerpo reacciona de formas que no entiendo, es casi cómo cuando Hades me toca… - Shun se censuró y volteó a ver a Hermes.

 - Sé de eso. – Shun se sonrojó por completo.

 - A June la deseo, nada más.

 - ¿Y a mi tío?

 - Quiero ser todo para él, aunque nunca me corresponda igual, quiero ser parte importante de su vida. – El semblante del dios mensajero se obscureció.

 - Si sigues ese camino terminarás muy lastimado ¿es qué no has visto en tu propia vida? – Las lágrimas comenzaron a surcar el rostro del menor.

 - Lo sé, sé que no puedo tener ese tipo de contacto con nadie. Hasta ahora, nadie me había tocado – Hermes se sorprendió y puso más atención a las palabras del muchacho. – Se sintió bien, pero… sé que no irá más allá, no si quiere preservar mis poderes y yo… yo no conozco otra vida. Mis propios padres me mataron para preservar mi pureza. – Hermes no creía lo que escuchaba.

 - ¿Tus propios padres?

 - No siempre nací para servir a Athena. Una vez me secuestro una tribu enemiga, y antes de que me violaran mi padre prefirió matarme, luego se suicido.

 - ¡Oh! Lo siento.

 - Siempre es cruel cuando las cosas se vuelven realidad. – Hermes bajó la cabeza, avergonzado de sus palabras.

 - ¿Qué has visto?

 - El acuerdo de Athena me traerá problemas, hay muchas opciones, hay muchas intrigas, mi vida est problemas, hay muchas opciones, hay muchas intrigas, mi vida está en peligro. – Volteó a ver a Hermes. – Mi seguridad ya no depende de si amo a Hades o no, la suerte está echada. – Hermes se entristeció al ver los ojos acuosos del chico.

 - Si en algo puedo ayudar…

 - Cuando llegue el momento, busca a las parcas.

 - No entiendo.

 - Yo tampoco. – Shun sonrió. Ambos veían el movimiento de los astros, el medallón de Hermes brillo por un momento.

 - Debo irme. Descansa – Dijo revolviendo los cabellos del jovencito y desapareció en medio de una lluvia de brillantina.

 Eran casi las dos de la tarde, apenas entrando a Rodorio, Shun apoyó una rodilla sobre el suelo, había demasiadas emociones, y también había almas que no encontraban el camino al inframundo y comenzaban a aferrarse a él para que las purificara.

 - ¿Shun? – June se había acercado a él – Estamos cerca del santuario, si te quedas aquí ire a buscar quién te lleve.

 - June, yo no…

 - No, Shun, será un placer ayudarte. – June fue corriendo con rumbo al santuario de Athena, dejando a Shun al cuidado de un hombre que vendía leña.

 El sol estaba comenzando a afectar su visión, si Artemisa estaba alegre, Apolo estaba muy efusivo.

 - Ayer la luna brillaba mucho, hoy el sol brilla mucho – Decía el hombre entre corte y corte. – Espero que no traigan tragedias a la tierra. – El  hombre tomó una canasta llena de leña y la llevó al interior de la vivienda. Shun volteó a una concurrida calle y vio ahí parado a Aiacos. Caminó lo más rápido que pudo hasta encontrarse con él. El juez se adelantó recibiéndolo en sus brazos mientras extendía una capa negra que cubría a Shun de la luz del sol.

 - Es bueno que viajara entre árboles, así Apolo no le vio y no sufrió su brillo. – Shun asentía, comenzaba a sentirse mejor, recordó la bota que Hades le había enviado y bebió de la sidra. Aiacos sonrió - ¿Mejor? – Shun volvió a asentir. – Vamos antes de que su amiga vuelva. – Decía el juez al tiempo que pasaba su brazo por las axilas de Shun para ayudarlo a caminar.

 Apenas recuperado el aliento, Shun realizó la pregunta que estaba en su mente.

 - ¿Por qué me tratas de usted? – Aiacos suspiró.

 - Es… - Se detuvo ante la mirada severa de Shun – Eres  un oráculo, en términos prácticos tu rango es superior al mío.

 - Puedes tratarme de tú.

 - Aquí, si. En el inframundo es otra historia, además…

 - Perséfone volvió. – Aiacos asintió y vio al muchacho con tristeza. A Shun le extraño su actitud hasta que de su mente una visión emergió.

 - ¡No!... – Se soltó del agarre del juez y retrocedió un par de pasos, Aiacos se acercó a él nuevamente. – Dime que no lo hizo, dime que no es cierto. – Aiacos no comprendía, la mirada asustada del chico le había sorprendido, el juez suspiró.

 - No sé a qué te refieres. Vamos, se hace tarde. – Shun caminó tras el juez hasta llegar a lo alto de una colina.

 - ¿Estás enamorado de Minos? – Aiacos volteó a verlo sorprendido. – Permites que te trate mal y aún cuando te sientes mal vas y lo buscas. – El juez escondió sus ojos para evitar que el joven viera las lágrimas.

 - Debo terminar un encargo de mi señor Hades, espere aquí. No tardan en venir por usted. – Sin más el juez abandonó a Shun en medio del bosque. El oráculo suspiró mientras veía a Aiacos alejarse por el sendero rumbo al pueblo, no sintió que alguien más llegaba por su espalda hasta que le abrazaban cruzando unas manos sobre su pecho.

 - Nunca, nunca, bajes la guardia. Más ahora, más cuando estás tan lejos de mí y sin más protección que tus propias fuerzas. – La voz de Hades, esa voz que hacía tres días no escuchaba. Se volvió de golpe y escondió su rostro entre las ropas de aquel dios mientras se llenaba del aroma. Sándalo.

 - Te extrañe. – Hades abrazaba posesivo al adivino, un momento de paz, un momento antes de que todo se derrumbara. Sin pensarlo mucho separó al joven de su cuerpo y lo besó con urgencia y con ternura, para luego separarse bruscamente.

 - ¡Te dije que me esperaras! – Lo sacudió por los brazos, la reacción sorprendió a Shun. - ¡Te dije que volvería contigo! – Las lágrimas no tardaron en aparecer - ¡Te dije que tuvieras cuidado de donde andabas! – Hades comenzaba a lastimarlo con el agarre y Shun se removía inquieto y asustado entre los brazos del dios. - ¡Te dije que no salieras del palacio! – Shun soltó un grito de dolor, de verdad el otro le estaba lastimando físicamente y con sus palabras. El mayor le soltó de improviso, mientras cerraba los ojos y sujetaba uno de sus brazos. Pasado un rato, el dios volvió a acercarse al menor – Nunca, en el resto de tu vida, bajes la guardia. – El carruaje de Plutón se posaba suavemente en la cresta de la colina. Hades tomó en brazos al chico y lo subió al carruaje. Pensó que una vez más viajaría solo hasta que el mayor entró a la cabina y cerró la puerta tras él – Si  quieres ver a tus hermanos sólo dilo y haremos arreglos – Shun asintió sorbiendo los mocos que fluían igual que las lágrimas. Hades lo volteó a ver, volvió a sujetar su brazo y suspiro – No quise lastimarte, eres demasiado valioso para mí. – Shun lo volteó a ver con los ojos anegados de lágrimas.

 - ¿Ella volvió? – Hades asintió, Shun se removió en el asiento. – No fue mi intensión, yo no sabía que era ella, me hubiera quemado los labios antes de hablar con ella… - Las palabras salían frenéticas de los labios de Shun, Hades se acerco a él y le ofreció su pecho como refugió. Shun se lanzó a sus brazos, mientras Hades le acariciaba la espalda tratando de consolarlo. Shun sintió que traspasaban la barrera del mundo de los vivos y ese sólo hecho hizo que su cuerpo reaccionara diferente. Se calmó un poco y volvió la vista a Hades. -  ¿Me ofreciste como sirviente?

– Hades negó vehementemente.

- Nunca, no habría hecho semejante cosa. – Shun bajo la mirada y el dios suspiró – Fue ella quien te eligió como sirviente. – Shun se dejó caer en la butaca del carromato, mientras los caballos aterrizaban frente a las puertas de Gudiccea. – Espero tengas tu historia lista. – Dijo antes de tomar la puerta y abrirla para salir al exterior. Shun alcanzó a escuchar una voz entonada y alegre, una voz refrescante y tintineante.

- Mi amor, bienvenido a casa.

- Solo me fui unas horas.

- Para mí siempre serán milenios. – El dios se inclinó sobre la diosa para darle un beso, justo en el momento en que Shun emergía del carro. Hasta ese momento, no había sido consciente del cansancio, tal vez era algo más, pero todo comenzó a darle vueltas, mil imágenes emergían en su mente y la estampa de Hades besando a Perséfone flotaba delante de todas.

- ¡Shun!  - Pandora se había adelantado a todos, quitándose su capa y cubriendo al chico que yacía en el frio piso de mármol. – Minos, llama a Shaka y Albiore, por favor. – El juez se tensó e hizo lo que le pedían. Perséfone jalaba a su esposo rumbo a Gudiccea, mientras Pandora acomodaba la capa que cubría al chico y le despojaba de las prendas inapropiadas. Ahí sola, llorando sobre un inconsciente Shun, Pandora se dio cuenta de que su niño iba a sufrir y ella necesitaría ser fuerte para apoyar al que ya consideraba su hermano.

Notas finales:

1. Por fin salió... disfruten =).


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