Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ofrenda por la paz por MerrickLioncourt

[Reviews - 164]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Una vez más se encontraba en los tribunales, está vez se había negado a revisar el expediente del acusado, y en esta ocasión vestía de manera sobria. Un pantalón de vestir sin pinzas, cinturón con hebilla de plata, suéter de cuello alto y un saco, todo en negro. Perséfone le miraba maravillada, no quería al joven cerca de Hades y ahora que lo veía afuera de la sala de justicia sentía una profunda envidia. Ella era hermosa, pero Shun también era muy bello y despertaba en todos, incluso en ella, sentimientos de protección y ternura. Su blanca piel contrastaba con el negro del traje, además su dermis parecía emitir un ligero brillo, cómo si se tratara de una estrella en medio de la noche. El joven estaba recargado en un pilar, con los ojos cerrados. Shaka se acercó a él y le preguntó algo, Shun negó con un movimiento de cabeza y se dejó caer por el pilar hasta quedar en cuclillas. Lune, a su lado, notó la acción del chico y se arrodilló junto a él. La diosa no comprendía, aún, porqué Minos y Lune prodigaban a aquel chico tanto que caían en el mimo.


Era el primer juicio en el que ella estaría presente y debían apurarse, pues después Hades comparecería ante las autoridades Alemanas para testificar en el asesinato ocurrido en los alrededores del castillo Heinstein. La primera campanilla sonó, Shun suspiró y talló sus ojos, descansó su cabeza contra el pilar y se concentró en lo que le correspondía. Unos minutos más tarde sonó la segunda campanilla. Lune tocó el brazo del chico, Shun suspiró y tomó la mano del espectro para ponerse en pie. Lune, Shaka y Shun entraron al salón. Perséfone les miraba con curiosidad. Shun sabía que junto con ellos, del extremo opuesto entraban los kyoto. Una campanada más y Hades ingresaba a la sala. Shun suspiró pesadamente al escuchar el cierre del a puerta de ébano tras el trono del dios. La última campana resonó y las cadenas del acusado se escucharon por el pasillo. Shun cerró los ojos y se concentró en su propia alma. Alguien caminaba junto al acusado, Shun buscó la mirada de Lune. El espectro le sonrió con calma lo que tranquilizo al chico.


El acusado ocupo el centro del recinto, Shun se recargó sobre sus rodillas. Contrario a Kitsune, el alma que era juzgada no era un alma oscura. El alma estaba encogida, aunque Shun no había abierto su mente, podía sentir verdadero arrepentimiento proveniente del humano frente a él, y definitivamente, frente a él había un humano y no un demonio.


Lune leyó los cargos, pero Shun no escuchaba, se acomodó en su asiento y recargo la espalda para quedar viendo fijamente al alma frente a él. Con un suspiro bajo sus defensas mentales y creó una conexión mental con el acusado. Lune se ubicó junto a Shun e identifico los síntomas del trance. Esta vez estaban preparados, si algo salía mal, Shaka se encargaría de dejar a Shun fuera de combate. Shun escrutaba las acciones pasadas el hombre, averiguo su nombre y la única imagen que se repetía era la del hombre llorando sobre el cadáver de una mujer mientras sostenía su mano y pedía perdón. Shun cortó el enlace y volteó a ver a Lune, el espectro negó, Shun sonrió para luego voltear a ver a Shaka.


- ¿Seguro? – Pregunto a su alumno.


- No. – Shun se acomodó mejor y se quitó el saco revelando una banda blanca rodeando su brazo derecho.


- Hades me va a matar y me revivirá para repetir el proceso. – Decía Lune pasando saliva.


Shun ya no lo escuchaba, sus ojos estaban en blanco y respiraba entrecortadamente. El hombre había asesinado a varias mujeres, en su último asesinato resulto que había matado a la hija que abandono siendo pequeña, al enterarse, el sujeto se suicido. Doble pecado, el alma estaba llena de arrepentimiento, pedía perdón a sus víctimas y había dejado una nota pidiendo perdón a los padres de las muchachas, también explicaba que los entendía y que había decidido hacer justicia para todos. Las jóvenes aparecieron entonces y todas sonreían, el hombre no pertenecía al tartáro, pero debía pasar por el purgatorio antes de su renacimiento. Con mucho esfuerzo, Shun volteó a ver a Shaka, el hombre entendió y arrancó de un jalón la banda. Shun se desvanecío en el asiento, estaba recuperando la respiración cuando la voz de Perséfone resonó en el recinto.


- No pensaste que una mujer te haría ver tu suerte, verdad. – La diosa blandía una guadaña corta y se acercaba al acusado. Usando la hoja del arma levantó el mentón del pobre hombre que temblaba de miedo. Shun sintió algo frio recorrer su mentón, se tensó. – Veremos si tu corazón es digno de purificarse. – La diosa hundió la hoja en el pecho del hombre.


- ¡No!  ¡Agg! – Hades se puso en pie al el grito ahogado de Shun, mientras Perséfone detenía el avance de su hoja pero no la retiró – Maestro… - Shun se sujetaba el pecho mientras trataba de incorporarse, las palabras apenas salían – Señor Hades… - El sujeto veía la hoja en su pecho, pero no entendía, apenas sentía un cosquilleo. – Shaka… detenla – Lune y Shaka palidecieron, Shun apenas cortaba la conexión espiritual con el sujeto cuando Perséfone procedió a ejecutar su castigo. El rubio sujeto las manos de su alumno.


- Respira, Shun, respira… cierra los ojos y retirate. – Shun negó levemente. – Puedes hacerlo, vamos. – Shun volvió a negar.


- La guadaña de Perséfone hiere el espíritu, mientras no la retire Shun no podrá cerrar la conexión – Explicó Lune apresuradamente antes de ponerse en pie.


- Mi señor, el castigo durante el juicio no es necesario, el alma de este hombre ya sufre suficientes tribulaciones. – Perséfone retiró su arma indignada.


- ¿Pero qué es esto? Cuestionas mi autoridad, Lune – La diosa estaba molesta, Lune volteó a ver a sus acompañantes, Shaka sostenía a un inconsciente Shun en sus brazos.


- No, mi Señora Perséfone, es solo que… - Una voz temblorosa interrumpió al espectro.


- El me habló, me dijo que estaría bien, que no podría hablar con su Señor – Volteó a ver el lugar dónde sentía la presencia de Hades. – Pero que todo estaría bien, que ellas me perdonaron ¿Quién perdona a un monstruo? No merezco la misericordia de nadie, ni siquiera la de ese chico, ni la de usted – escupió la palabra viendo a Perséfone – Y ciertamente no la de él. – Señalo al lugar de Hades, bajó la vista al piso y sus cadenas. – Adelante, siga con su castigo, mujer o no, merezco ser despedazado por la bestia que tiene afuera. – Hades dirigía su vista al balcón que debía ocupar Lune. Suspiró antes de hablar.


- Tu suerte aún no está decidida, he escuchado suficiente…


- ¡Hades! – Reclamaba la diosa.


-¡Ya fue suficiente! – El dios suspiró para tranquilizarse. – Llévenlo a la primera prisión, permanecerá ahí hasta que su suerte sea decidida. – Una campana de cristal resonó, y casi inmediatamente la puerta de ébano resonó indicando que el dios del inframundo había abandonado el recinto. Unos minutos después resonó una campana de hierro, al sonido la puerta del balcón que ocupaban Lune, Shaka y Shun se abrió. Sin decir palabra Hades arrebató a Shun de los brazos de Shaka  y salió cargando al joven.


Shun se revolvió al sentir el cambio de luz.


- Me gustaría saber que paso ahí dentro. – Mencionó en voz baja mientras se dirigía a su despacho. Shun comenzaba a volver en sí.


- No recuerdo. – Un espectro abría la puerta del privado y Hades ingresaba con Shun aún en brazos.


- No mientas. – Decía mientras acostaba a Shun en un diván y se sentaba junto a él. Shun abría lentamente los ojos.


- Su alma no está perdida…


- No fue mi pregunta. – Interrumpió el dios.


- Perséfone lo iba a torturar.


- Es su derecho. – Shun se levantó de repente.


- Es claro entonces que no me necesitas. – Decía al ponerse en pie, pero no llegó muy lejos antes de que sus piernas no pudieran sostenerle. Hades alcanzó a frenar la caída de su niño.


- Serás tonto. – Hades acomodó al chico acunándolo en su pecho. – Tu opinión es muy valiosa para mí. – Shun cerró los ojos aspirando el aroma a Sándalo que fluía desde la chaqueta del mayor.


- Use una banda blanca bajo el saco. – Hades suspiró.


- Ya se me hacia raro que te saque de ahí tan descobijado. – Shun sonrió.


- No castigues a Lune. – Hades se inclinó y beso los cabellos del chico.


- No lo haré, pero la próxima vez dime tus planes. – Shun levantó el rostro lentamente.


- Es un trato. – El joven adelantó su mano derecha para acariciar el rostro del dios y delinear la mandíbula del mayor.- ¿Por qué no puedo tenerte para mí? – Hades deseo tener ahí mismo a Shun, sus ojos verdes revelaban una devoción que nadie, ni Perséfone misma le había profesado, tal vez, Mente, pero la ninfa no tenía la inocencia reflejada en la mirada. Hades besó a Shun intentando reflejar la misma devoción que sus ojos le dedicaban a él. Hades dejo los labios del menor para besar su frente.


- Tengo que salir, Pandora irá conmigo. Descansa, no abandones el palacio, si Perséfone te llama escúchala, no puede hacerte daño, sabré si lo hace. – Hades acariciaba el rostro del muchacho. Shun se incorporó para sujetarse al cuello del dios.


- Me gustaría que algún día me tocaras como lo hiciste antes. – Dijo susurrando en el oído del dios. Hades sujeto con fuerza al muchacho y sonreía. Besó la sien del chico y se separó de él. Vio de nuevo en los ojos del más joven y descubrió que a pesar de las palabras atrevidas en las pupilas no brillaba malicia alguna, pero si un leve sonrojo adornaba las mejillas y pómulos de Shun. Hades sonrió abiertamente.


- Quiero que ese día… - El sonido de la puerta al abrir interrumpió al dios. Hades sujetó suavemente al chico pegándolo a su pecho.


- Era mi derecho, Hades. – Los ojos de Shun reflejaban su sorpresa y el miedo. El dios cubrió sus labios con su mano libre.


- Cambiaron un poco las cosas por aquí, no se supondría que participaras en el juicio de hoy. – La diosa azotó la puerta al cerrarla.


- Y tu pequeño juguete si puede. Es tu muñequito Hades, ni siquiera es un Oráculo real ¿Cuántas veces ha estado en tu cama ya? – Shun se levantó quedando sentado en el piso del despacho.


- Ninguna. – Dijo viendo la ventana frente a él – Gracias, Hades. Ya me siento mejor, iré con Lune a reportar mis visiones. – Hades ayudó al joven a incorporarse. Perséfone lo veía con sorpresa.


- ¿Qué hacías con mi esposo? – Preguntó cerrándole el paso al chico.


- Reportando sus visiones. – Respondió el dios. – Gracias, Shun, ve con Lune y descansa. Tienes mi permiso para pasar el día en Eliseo. – Shun se volvió un tanto sorprendido. – No te aseguro que Hipnos te deje regresar al final del día.  – Shun sonrió.


- Gracias – Susurró al mayor para luego dirigirse a Perséfone. – Señora Perséfone, lamento haber interrumpido su trabajo, pero de nada hubiera servido, era a mí al que estaba torturando. – El color se le fue de las mejillas a la diosa, quien volteó a ver al dios. Hades solo asintió e hizo un ademán con la mano para restar importancia al asunto. El chico hizo una reverencia y salió del despacho.


- ¿Era cierto, entonces?


 - Cada palabra, cariño. Shun controla a la perfección sus habilidades y hoy dio muestra de ello. – Hades tomó un abrigo del perchero y se lo calzó. – Dile a Pandora que la espero allá arriba, no quiero atrasar más este asunto. – Hades cruzó el portal y Perséfone salió de la habitación. No le había gustado la forma en que encontró a su esposo y al muchachito ese.


Shun había ido directo con Lune para contarle lo ocurrido, el espectro simplemente sonrió y le aseguró a Shun que Perséfone tendría su oportunidad de torturar al pobre hombre cuando Hades regresara, tal vez fuera su único castigo antes de cruzar el Lete y renacer.


- Hades dijo que podía ir al Eliseo. – Comentó Shun distraídamente.


- No lo sé, estás muy pálido. – Shun rió.


- Exacto, no quiero pasar la semana allá. – Lune rió abiertamente.


- ¿Shun? – Ambos voltearon al escuchar la voz de Perséfone. – ¿Podrías acompañarme? – Shun volteó a ver a Lune, el espectro se encogío de hombros.


- Claro, señora. – Shun se levantó para seguir a la diosa.


Caminaron por los pasillos de Guddiccea y subieron un piso por arriba de los aposentos de Shun pero por el lado contrario, Shun no había ido por ese lado del castillo. Había una terraza y desde ahí tenía vista de una cascada, la vista de la caída del agua despertaba recuerdos en la mente del adivino.


- Es raro que Athena ceda a un Oráculo. – Shun volvió al presente al escuchar a la diosa.


- Ella no lo sabía, al parecer mi estrella guardiana sellaba mis poderes. – Perséfone suspiro.


- Toma mi mano. – Shun dudo un momento. – A partir de aquí no puedes ir por tus propios medios, además eres mi acompañante – Shun suspiró y tomó la mano de la diosa. Antes de que se diera cuenta estaban en una amplia recepción circular. Había una terraza de un lado, desde ahí se escuchaba el reverberar de la cascada. – Ven. – Perséfone entro en una puerta a su derecha, y Shun le siguió.


Estaban en una recamara exquisitamente decorada, era la habitación de una dama y eso se notaba en los detalles y la decoración. El olor a flores recién contadas llenaba los sentidos de Shun.


- Ponte cómodo, ya vuelvo. – La diosa entro a su vestidor, a Shun eso comenzaba a parecerle sospechoso.


- No creo que Hades esté muy de acuerdo en que visite sus habitaciones. – Perséfone se asomó por la puerta sonriendo.


- No estoy por contarle. – La diosa volvió a perderse dentro del vestidor – Siéntate si quieres, hay un diván junto a la ventana, Hades dijo que necesitabas descansar. – Shun ubico el mueble y se recostó sobre él, apenas su cabeza se acomodó entre los cojines, sus ojos se cerraron. Despertó al sentir el roce seductor de unos labios sobre los suyos.


- Hades. – Dijo en medio de su ensoñación.


- Vaya, es cierto que deseas a mi esposo. – Shun abrió los ojos con sorpresa.


- Lo siento mi señora. – Dijo levantándose del diván y casi cayendo con la mesa de centro junto al mueble. Perséfone permaneció sentada en el diván, había cambiado su vestido de seda negro por una bata traslucida de organza que dejaba ver sus pechos y los pezones que los decoraban, para hacer las cosas peores no llevaba nada en la parte inferior del cuerpo dejando ver su ingle en la abertura de la bata. Shun se quedó sin aliento ante la vista del bien formado cuerpo de la diosa.


- Así que las mujeres también te provocan. – La diosa se levantó y acariciaba los pectorales del joven para luego bajar y tocar los genitales del chico sobre el pantalón. Shun se apartó de la diosa y se dirigió a la puerta, la risa de la mujer llegó a sus oídos, Shun la vio confundido – No puedes salir de aquí, es mi habitación y aunque puedas llegar al pasillo, no puedes salir de este piso. – Una luz se encendió en la mente del joven y se dirigió a la puerta una vez más, a medio camino se sintió la poderosa presencia de Hades. – ¡Ah! Estar aquí es un delito que se castiga con la muerte. – La diosa sonreía maliciosamente – Además aquí me tienes, a tu entera disposición. – Dijo al tiempo que se recostaba en el diván dejando al descubierto sus pechos e ingle. Shun suspiró y se dirigió a la puerta nuevamente, al darse la vuelta la diosa estaba frente a él – De aquí no te vas hasta que yo lo diga. – Perséfone empujó a Shun al vestidor y lo encerró dentro.


Shun estaba asustado, Hades lo entendería estaba seguro de eso, iba a salir del lugar hasta que escuchó la voz del dios cuando entraba a la habitación. Y a Perséfone coqueteando con él, Shun se sentó protegiendo sus oídos, no había caso, los sentimientos emanados de la habitación de al lado comenzaban a afectarle, un ruido le hizo levantar la mirada, la puerta se había desplazado unos centímetros, con lo cual podía ver el espejo frente a la cama de la diosa.


La imagen en la superficie golpeo su corazón hasta casi despedazarlo. Hades estaba sobre la diosa besando sus labios mientras una extraviada mano acariciaba uno de los pechos. El dios dejo la boca de la diosa para lamer y chupar el pezón que antes acariciará, la diosa dejó escapar un sonoro gemido, al tiempo que Hades bajaba besando su delgado abdomen y subía de nuevo para atender el pezón opuesto. Shun desvió la mirada y cubrió su boca con las manos para acallar el grito de dolor emocional que pugnaba por salir. Se alejo gateando de la puerta y fue a un rincón a esconderse, sin embargo las imágenes y los sonidos seguían llegando de la habitación principal. Un pensamiento se gestaba en su mente, Hades era un dios lujurioso, y él no podría darle eso que ahora disfrutaba con Perséfone.


En su mente veía a la perfección cómo la pareja de dioses se acoplaba en la danza erótica de la unión carnal. De nada servía levantar sus defensas, se había encogido en su rincón hasta abrazar sus piernas y sollozaba, deseaba ser él el que estuviera en los brazos de Hades, realmente deseaba ser tocado así por las suaves manos del mayor.


Ya había pasado un rato sin escuchar ruidos, la oleada de imágenes había terminado. Con cautela gateo a la puerta del vestidor y salió lentamente del lugar. En el lecho estaban acostados los dos dioses, Hades dormía y Perséfone estaba acurrucada en los brazos del dios. Shun se detuvo a admirarlos un momento y derramaba silenciosas lágrimas, había visto y escuchado suficiente. Bajo la vista, suspiró y se dirigía al corredor cuando la mano de Perséfone se posó sobre su hombro y le dio vuelta.


- Espero que entiendas, tú no puedes darle a Hades lo que merece, eres un Oráculo y para colmo un hombre. No puedes tener este contacto íntimo y no puedes darle un heredero ¿por qué te elegiría a ti sobre mí? – Extrañamente la diosa hablaba con ternura.


- Tiene razón, yo no podría ser tocado así, nunca nadie me ha tocado cómo él lo hace con usted. – Shun bajó la mirada para ocultar su tristeza y tragó saliva, Perséfone sonreía con satisfacción y suficiencia. – Pero eso no evita que sienta lo que siento por él. Nunca podrá tocarme, si lo hace perderé mis poderes. Y aunque me toque, nunca le daré un heredero. Pero de cualquier manera, nunca, ni con mi corazón destrozado en mil pedazos dejaré de amar a Hades. – Los ojos inocentes reflejaban determinación. La mirada de Perséfone se transformó en una que reflejaba puro odio.


- ¡Disolveré tu corazón en el veneno de la Hidra entonces! ¡No quedará ni una sola fibra que amé a Hades! – Shun no se amilanó


- No puede tocarme.


- Es la ventaja de tener aliados poderosos, cariño. – Perséfone levantó una mano e instintivamente Shun alzó su cosmo, una energía que no había sentido en algún tiempo. Hades despertó al sentir el choque de las energías, su cosmo hizo temblar la habitación, lanzó un ataque al intruso, pero antes de tocarlo, Shun desapareció dejando tras de sí un rastro de vapor rosa-negro e hilos de plata que se entrelazaban.


Hades se heló, reconoció la energía en cuanto el joven desapareció, percibió que el joven no estaba herido, pero tanto él como Perséfone estaban pasmados. Ella por el despliegue de poder que acababa de presenciar, él por el rastro de cosmo que el chico había dejado tras de sí, un rastro muy parecido al de otro dios. Hades pasó saliva.


- ¿Cómo llegó aquí? – Preguntó enojado a su mujer.


- De la misma forma en que se fue. – Contestó una asustada Perséfone.


- ¡Mentirosa! – Hades se había movido con muchísima rapidez, estando en un parpadeo sujetando el cuello de la diosa.


- No sé lo que buscaba, intentó atacarme, amor, digo la verdad, el… - Hades aventó a la diosa quien golpeo la puerta al otro lado del corredor abriéndola por la fuerza del golpe. Hades alcanzó a la diosa aprisionando su cuello contra el piso, cortando la respiración de Perséfone.


- Escúchame, maldita, con Mente hiciste lo que te dio la gana pero a él no le vas a tocar un pelo, si algo le llega a pasar y tú estás involucrada yo mismo te encerraré en el Tártaro. – Perséfone estiró el cuello y beso los labios de Hades, el dios apartó el rostro y escupió a un lado.


- No te arriesgarías a la ira de mis padres, no lastimarías a tu hermanito, ¿o si cariño? – Hades deformó su rostro en un gesto de ira, Perséfone río – Te doy mi palabra, yo no lastimare a tu juguetito. – Perséfone rio mientras desaparecía dejando un rastro de hojas afiladas y botones de flor. Hades quedó recostado sobre el piso y golpeo las baldosas con furia, desprendiendo algunas de su lugar.


Shun aparecía justo a metros de distancia de Tanatos quién se encontraba tocando la lira. Al dios le sorprendió el rastro que dejó el chico al aparecer frente a él, la sorpresa fue sustituida por el miedo y la preocupación cuando Shun cayó pesadamente al suelo. El dios lo levantó con cuidado y le llamaba por su nombre pero el muchacho no reaccionaba.


- ¡Shun! ¡Shun! Despierta pequeño, reacciona. – Una flecha pasó siseando por arriba del hombro del dios de la muerte pacífica. El dios esquivo el proyectil y presintió uno más dirigiéndose hacia el chico en su regazo. Levantó defensas para protegerse a él y al joven. - ¡Shun! Abre los ojos, necesito tu ayuda aquí. – Shun no reaccionaba, Tanatos comenzaba a sumirse en la desesperación cuando un ataque diferente se dirigía al par.


El gemelo intentó teletransportarse pero una energía se lo impedía. Se recuperó del intento fallido de escape y sintió que algo jalaba el cuerpo del joven. Instintivamente pegó más a Shun a su cuerpo. Tantatos elevó su cosmo pidiendo ayuda a Hipnos, al hacerlo, tuvo que aguantar dos flechas que se clavaban en sus brazos. Las heridas hicieron que soltara a Shun, elevó la energía de su escudo pero con un segundo de diferencia, aquella energía que jalaba al chico se lo arrebató de los brazos. Shun desapareció desvaneciéndose en medio del aire. Al momento todos los ataques cesaron y un tembloroso Hipnos aparecía sujetando a su hermano herido.


- ¿Dónde estabas, Hipnos? – Preguntaba con voz temblorosa el otro.


- No podía transportarme aquí, invariablemente regresaba a mi templo. – Explicaba el dios mientras revisaba sus heridas – ¿Shun? 


- Se lo llevaron. – A Tanatos le costaba mantenerse consciente.


- Eso no es bueno. – Un furibundo y medio desnudo Hades se presentó ante los dioses gemelos. A la visión de los hijos de Nix, la furia de su señor se hizo evidente. Hipnos bajó la mirada, no podía responder a las preguntas de su señor.


- ¡Esto fue un acto de guerra! – Rugió al tiempo que su cosmo hacia temblar Eliseo y todo el inframundo. - ¿Escuchaste, Zeus? – Un trueno resonó en los pacíficos jardines. Zeus apareció apenas la luz del rayo disminuyó.


- ¡Los encontraremos, a él y sus agresores! – Le aseguró el regente del Olimpo.


- ¿A cuenta de qué? – Soltó el dios acercándose a su hermano.


- Shun es tú Oráculo, y está bajo la protección de Nix, quién se lo llevó no sabe eso. No temen tu furia. Pero yo sí temo la furia de ella y sus hijos. – Lanzó una mirada aprehensiva a los gemelos. – Te ayudaré a buscarlo. – Hades cerró sus puños con fuerza.


- Si alguno de tus hijos está involucrado, no me detendré.


- Yo mismo te los entregaré. – Dijo mientras veía cómo el dios del inframundo desaparecía en medio de una nube negra. Los hijos de Nix también se habían retirado. Zeus suspiró, el poder que había sentido antes le era familiar, demasiado familiar y temía la relación que Shun podría tener con Nix.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).