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Ofrenda por la paz por MerrickLioncourt

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Notas del capitulo:

Olvidense de lo que saben o creen saber del cielo. Está es mi versión del cielo tomando algunos aspectos de la tradición judeo-cristiana (y algo de los vengadores)

El lugar era magnífico. Esa era la palabra que mejor podía describir lo que sus ojos veían. Todo en rededor estaba cubierto por árboles de diferentes especies, sentía que las conocía todas aunque había visto antes menos de un tercio de todas ellas. Se escuchaba el correr del agua, seguramente había un río y cascadas en algún lugar cercano. No se veía ni una sola construcción aparte de la fortaleza en la que se encontraba. Le parecía que aquella fortificación estaba construida en una montaña, pero no era la más alta de aquél lugar, a lo lejos podía ver algunos picos nevados y frente a él se extendía un terreno lleno de cerros, montañas, cañadas y valles. Sobre una planicie, a lo lejos, brillaba la superficie de un lago.


 


Era la primera vez que le dejaban deambular solo por el lugar. Aniel y Janiel hacían un buen trabajo cuidándolo, Azrael lo visitaba con bastante frecuencia, pero no lo dejaban que recorriera el lugar. Decían que aún necesitaba recuperarse. Si bien era cierto que aún no podía hablar, su cuerpo ya le pedía moverse, se cansaba mucho de estar sentado o acostado, las piernas se le empezaban a acalambrarse, recordaba una situación similar, pero no ubicaba cuándo o en dónde había estado.


 


Suspiro al tiempo que se acercaba a la gran puerta de cristal y la deslizaba sin ninguna dificultad. Un poco temeroso salió a la terraza que estaba frente a ese enorme ventanal que ocupaba casi toda la pared. Ya había estado ahí antes, siempre acompañado, ahora solo y a su propio ritmo, resolvió dedicarse a saborear los detalles de la construcción. El enorme ventanal por el que había salido decoraba una sala muy grande con sillones y mesas esparcidos. Hasta ese momento, siempre había visto aquel lugar solo, no le parecía algo triste pero le hacía sentirse recluido. La decoración del salón era sencilla, parecía un gran pub inglés con paneles de madera oscura, alfombra gris que era suave al tacto. Las mesas, al igual que todo lo que estaba hecho de madera en aquel lugar, parecían talladas en una sola pieza de madera oscura. El lugar entero olía a maderas, roble, pino y ébano eran las más distinguibles, pero había otros aromas que no sabía nombrar bien.


 


Afuera, el ventanal estaba flanqueado por dos hermosas escaleras que llevaban a una segunda planta. Las escaleras desembocaban en un largo pasillo con hermosos arcos de piedra. Los arcos no tenían ningún otro adorno más que el color de la piedra con la que estaban hechos. Sabía que siguiendo ese pasillo podía llegar tanto a su habitación cómo a las habitaciones de Azrael, aunque a estas últimas no podía entrar ya que se encontraban en una edificación secundaria y al parecer se necesitaba un permiso especial o algún poder que él no poseía. Por arriba de los arcos había un nivel más, al que no había podido llegar porque no podía ir más allá de la terraza y el piso en el que habitaba debido a la silla de ruedas. Pero desde que Rafael le dijera que podía caminar sin excederse tenía el propósito de recorrer cada rincón que le fuera posible. También sabía, por lo que había visto desde su ventana y las escaleras tras el salón, que había por lo menos otros dos niveles por debajo de la terraza.


 


Un viento sopló repentinamente alborotando sus cabellos y meciendo las copas de los árboles, algunos pájaros levantaron el vuelo, mientras que otros trinaban de sorpresa al sentir sus ramitas o nidos sacudirse con el movimiento invasor. Shun cerró los ojos un momento para dejar sentir la frescura de esa brisa sobre su rostro. Aún estaba triste, pero no sabía por qué. Tenía miedo a estar solo y la idea de encontrarse con alguien que no conociera lo contrariaba. Hasta ese momento no había pasado más que unos pocos minutos fuera de su habitación, pero le gustaba estar en esa terraza, sentía la vibración del mundo a su alrededor y podía percibir muchas cosas bellas y hermosas desde ahí. Lentamente abrió los ojos y uno de sus temores se hizo realidad.


 


Ahí a pocos metros de distancia se encontraba una mujer joven, al principio creyó que se trataba de Aniel, pero se dio cuenta que el porte era diferente así como el cabello y la ropa. Aniel llevaba siempre una túnica sencilla de algodón. La chica a poca distancia llevaba un hermoso vestido entallado con mangas acampanadas y una falda en línea A. La tela era de color azul plateado sin ningún adorno o bordado, pero la cintura estaba adornada con un cinto de cuero. El cabello ondulado le llegaba bajo las caderas y el tono castaño dorado brillaba con la luz de aquel lugar. Aunque le asustaba estar con extraños, al ver a esa chica una gran paz llenó su corazón y sonrió de manera ausente mientras la observaba.


 


- ¡Hola! – La voz de la joven llegó hasta sus oídos y fue cómo si mil campanitas de cristal tocaran una melodía armónica. – No te había visto por aquí ¿de dónde vienes? – Shun se sonrojó levemente y sonrío, pero ningún sonido salió de su boca.  La joven simplemente sonrió. -¡Ah! ¡Tú eres el invitado especial! – Shun no supo que contestar ante esa declaración. – No te preocupes, no muerdo, o por lo menos no mucho. – La joven volvió sus ojos al bosque frente a la terraza, Shun se acercó tímidamente a la chica y se detuvo a unos pocos pasos. - ¿Te gusta nadar? – Shun en un principio no supo que pensar, sus ojos se fijaron en la chica que no había volteado a verlo cuando hizo la pregunta. – Creo que podemos ir a las pozas, no están lejos y te hará bien caminar. – La chica volteó cuando dijo lo último y sonrió. Shun volteó a ver los arcos y luego a la joven, no podía producir ningún sonido así que con la mano señaló tímidamente hacia las ventanas del segundo piso visible, luego no supo cómo hacer saber a la joven que Rafael no le permitía alejarse de la terraza aún. Cerró los ojos visiblemente desesperado, respiro un poco y pensó en el ángel de la curación y luego en la chica frente a él, un pensamiento se formó “mira mi mente”. – No te preocupes, Rafael entenderá y de ser necesario le diré que te secuestre. – Shun abrió los ojos lentamente para mirar inquisitivo a la chica. – Hay muchas cosas que puedes hacer pero aún no te das cuenta. – La sonrisa de la joven lo tranquilizo y le sonrió de vuelta. La sonrisa del muchacho era triste, no era completamente una sonrisa y la chica lo pudo notar. – Ven, sígueme. – Se acercó a Shun y le tomó del brazo para guiarlo a un costado de la terraza y luego por unas escaleras.


 


Shun al principio se tensó por el contacto, pero poco a poco se fue relajando, podía sentir que no estaba en ningún peligro y el camino por el que iban le ayudaba a sentirse mejor. Las escaleras que iban recorriendo estaban hechas de piedra y en algunas uniones sobresalían algunas plantitas. Recorrer las escaleras era fácil, pues eran anchas y no muy inclinadas. En algunas partes del camino, pequeños arcos se alzaban sobre sus cabezas, era notorio que habían sido construidos para evitar que los árboles y otras plantas obstruyeran el camino, pero respetaron el espacio de aquella flora ya que se había formado un espectacular túnel con las ramas de algunos árboles. La chica a su lado le había estado contando algo, pero se dio cuenta que no le había puesto atención, así que se concentró en las palabras que le decían.


 


- … Las escaleras del lado este fueron construidas hace poco, pero no hay mucho que ver por allá, a menos que sepas volar. – La joven le sonrió y Shun se sonrojó avergonzado por no poner atención antes, sin embargo el ruido del agua lo distrajo una vez más, sin ser consciente, se soltó del brazo de la chica y terminó de recorrer el trecho que faltaba hasta llegar junto a un rio. Frente a él, se formaba una espectacular poza de agua cristalina y clara. Podía ver las piedras en el fondo de la piscina que se formaba debido a una gran roca que separaba esa parte del cauce principal del rio. - ¿Quieres nadar? – Una vez más no supo que contestar. - ¡Vamos! verás que el agua te revitaliza. – Shun no decía o hacia algo. – Me gusta estar en el agua, es casi cómo volar, aunque si te quedas dormido mientras vuelas… la gravedad sigue existiendo. – Dijo señalando una pequeña cicatriz en su frente. – En el agua puedes dejarte llevar por la corriente. – Shun sonrió, le gustaba lo que decía, pero tenía un poco de miedo.  Volteó para ver a la joven pero se puso rojo cómo un tomate al verla completamente desnuda. – También puedes ver si quieres. – Dijo con una risa y se arrojó al agua salpicando a Shun en el proceso. El anterior caballero de Athena estaba pasmado, en primera porque estaba muy empapado, en segunda porque la chica parecía no tener pudor y a él le daba vergüenza que lo vieran desnudo, a menos que fuera Azrael, pero eso ya era otra cosa. – ¡Ups! – Dijo la joven con una sonrisa cuando asomó la cabeza por sobre la superficie del agua. – El agua fue a ti. – Shun estaba indignadísimo, la sonrisa de la chica le decía que lo había hecho a propósito, pero no podía protestar, la voz simplemente no le salía. La joven sonrió una vez más y se sumergió en el agua, con gran habilidad salto al cauce del rio y buceó rio arriba. Shun no lo podía creer, lo había dejado solo, solo y empapado, estaba tratando de tranquilizarse, pues no tenía caso sentirse cómo se sentía si ni siquiera un gruñido de exasperación podía emitir. Apenas regulaba su respiración cuando sintió que lo empujaban por detrás con gran fuerza, no pudo ni meter las manos, simplemente sintió como su cuerpo se zambullía en la fresca agua. La chica tenía razón, el agua era fresca y sentía cómo si cada poro de su piel despertara después de un largo rato, pero no se permitió disfrutar esa sensación por mucho tiempo, comenzó a bracear a la superficie y logro asirse a las salientes de la roca para emerger en la orilla de la pileta.


 


- ¿Qué rayos te pasa? ¿Yo qué te hice? – La chica sonrió y le sacó la lengua. Shun había pensado que la joven era un ángel, pero era diferente a Azrael, le parecía de un semblante serio igual al de su padre, pero su comportamiento había sido por demás infantil.


 


- ¿Te quieres desquitar, chilpayate? – Shun no entendió, pero sintió que lo estaban haciendo menos, y sintió que herían su orgullo.


 


Los ojos de la chica brillaron momentáneamente, el joven ya estaba algo molesto y se lanzó al agua para alcanzar la otra orilla en dónde la chica permanecía, pero la ropa se le hacía pesada y no avanzó mucho antes de que la joven saltará al lado contrario de la pileta. Shun llegó a la orilla junto a las escaleras y vio a la joven  del otro lado bailoteando sobre la roca y haciéndole muecas. Un gruñido de frustración dejó los labios del caballero mientras se aupaba para salir del agua, no podía ser un ángel, no podía ser un ser grácil y cuasi perfecto cómo Shun se imaginaba a todos los ángeles, aunque viendo bien el cuerpo de la chica, si era perfecta. El anteriormente caballero sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. La joven sonrió, pero Shun no la vió pues acababa de salir del agua y se estaba desnudando.


 


- ¡Qué lento eres! – La chica sacudía su cabellera y le quitaba el exceso de agua mientras esperaba que Shun terminara de quitarse la ropa. – Pareces niña en su primera cita. – Shun enrojeció del coraje, no podía ser que esa joven, a quién nunca había conocido le estuviera insultando así.


 


- Creí que eras un ángel, pero más pareces un monigote. – La joven se mordió el labio para ocultar una sonrisa.


 


- ¡Huy que miedo, el chilpayate se puso agresivo! – Si las miradas mataran… no habrían sido suficientes con ella, pero si habría quedado algo aturdida. Shun terminó de quitarse los pantalones de tela que llevaba puestos y veía a la joven estudiando sus movimientos. – Si quieres pelear, primero alcánzame. – Dijo ladeando la cabeza, dejando caer su largo cabello sobre su hombro, le mostró la lengua a Shun y acto seguido giró sobre su eje y se lanzó a la corriente del rio.


 


Shun chistó de frustración, no podía dejar que esa chica le siguiera diciendo chilpayate, no le gustaba aunque ni siquiera sabía lo que significaba la palabra. Pero además, le gustaba zambullirse en el agua, se sentía muy bien estar en esa agua cristalina, aunque en ese momento fuera más su orgullo herido el que lo hacía ir tras la chica. Sin siquiera pensar en otra cosa, retrocedió un par de pasos, tomó impulsó y salto hacía la roca que formaba la pileta, una vez ahí volvió a tomar impulso y salto para zambullirse limpiamente en el agua, nado suavemente dejándose llevar por la corriente y casi alcanzó a la joven quién giró para esquivar la mano de Shun que pretendía cerrarse sobre su tobillo.


 


La chica hizo un movimiento con los brazos para frenar su avance en el agua y salió a la superficie, Shun hizo lo propió.


 


- ¡Deja de llamarme chilpayate! – La joven volvió a soreír.


 


- Chil-pa-ya-te. – La chica abrió exageradamente los ojos y le sacó la lengua antes de sumergirse, Shun la iba a seguir pero vio a la joven salir despedida de entre el agua y surcar  el aire a pocos centímetros de la superficie del agua.


 


Shun volvió a gruñir, se dejó llevar por la corriente rio abajo pero la chica se alejaba cada vez más, sin proponérselo pensó en “arriba” y se elevó encima del agua, podía tocar la superficie del agua con su mano, un sentimiento de alegría inundó su corazón, lo que fuere que estaba haciendo, lo estaba haciendo bien. Shun sonrío y poco a poco esa alegría fue llenando todo su pecho hasta que no pudo contenerse más y soltó un alarido de felicidad al tiempo que su cuerpo giraba en el aire. La joven vio pasar al anterior caballero y su rostro se llenó con una sonrisa, volteó a ver si alguien la veía y después de comprobar que estaba sola, se puso a bailotear cómo loca por la felicidad que sentía. Suspiró, tenía que alcanzar a Shun antes de que se hiciera daño o peor, se diera cuenta que estaba yendo en contra de las leyes de la física.


 


Shun se dejó caer suavemente en una poza, se sumergió completamente para refrescar su rostro, eso había estado fantástico, no tenía idea que podía hacer eso, aunque seguía sintiendo que algo similar ya le había ocurrido antes. Dio un par de vueltas en el agua antes de salir a la superficie y sentarse en las rocas que bordeaban la poza.


 


- ¡Ah, ya se cansó el chilpayate! – Shun rodó los ojos, se había olvidado por completo de la joven que ahora se encontraba sentada  sobre una piedra frente a él con las rodillas flexionadas en flor de loto y las manos cubriendo su intimidad, haciendo un ligero puchero con los labios.


 


- ¡No me digas así! – Reclamó el caballero, la chica simplemente sonrió.


 


- Te propongo un trato, si me llegas a tocar, te dejo de decir chilpayate. – Shun no sabía si creerle o no. – No puedo mentir. – El joven suspiró.


 


- ¿Lo prometes? – La chica asintió.


 


- Arañas, serpientes y lagartijas, cumpliré mi promesa o me moriré, bien muerta. – Dijo la chica con una mano en el pecho y haciendo bizcos. La cara de Shun expresaba su sorpresa y desconcierto por el gesto.


 


- Bien, entonces…


 


- Yo corro tú me alcanzas y asunto resuelto. – Dijo la joven encogiéndose de hombros. Shun asintió. - ¡Ya! – La joven se lanzó al cauce del rio y se alejó dejándose llevar por la corriente. El caballero suspiro y se lanzó tras de ella.


 


Casi la había alcanzado cuando la chica se elevó por los aires, Shun se elevó también, se emparejó con ella pero no podía tocarla, la chica descendía unos pocos centímetros cada vez que las manos de Shun se acercaban a su cuerpo, Shun pensó en usar eso a su favor, ambos iban a la misma velocidad por lo que consideraba poco probable que la joven lo dejara atrás, así que comenzó a acercarse haciendo que la chica se acercara cada vez más al agua. La joven al sentir la cercanía de Shun se dio la vuelta en el aire quedando boca arriba, le volvió a hacer un gesto con la lengua al otro y se dejó caer en el agua, Shun vió con sorpresa que la chica se quedaba atrás en el cauce del rio mientras que el avanzaba, controlo su cuerpo lo mejor que pudo y regresó al punto dónde la joven había caído al agua, justo vio que la chica se alejaba de aquel lugar flotando hacía la orilla y por sobre la copa de los árboles. Shun contuvo el aliento, una cosa era flotar sobre el agua otra muy distinta sobre los árboles y potencialmente sobre el suelo firme, suspiró, se olvidó de lo que sabía (o creía saber) y salió disparado a perseguir a la joven. Por unos instantes Shun se dedicó a disfrutar la sensación de flotar en el cielo, abría los brazos para sentir el aire pasar, estaba totalmente dedicado al momento cuándo sintió que lo empujaban levemente por la espalda, se giró sobre su costado y vio a la chica a pocos centímetros de él. Shun sonrió y reanudo la persecución, por varios minutos intentó alcanzar a la joven sin conseguirlo, pero para ese punto al caballero ya se le habían olvidado los insultos y la promesa y simplemente disfrutaba del aire rozando su cuerpo desnudo, de las gotas de agua que lo salpicaban y de la sensación de felicidad de estar haciendo algo maravilloso que pensaba que nunca podría hacer. Volvía a gritar de felicidad, ya no sentía la pesadez del miedo ni la sombra que lo amenazaba a cada paso, se habían quedado atrás en algún lugar entre el rio y el bosque. Shun hacía piruetas, se dejaba caer en picada, giraba sobre su eje y tocaba la superficie del agua con sus dedos. Ya hacía rato que la chica se encontraba en medio del lago, flotando viendo hacia el cielo y escuchando los gritos de felicidad de aquel joven.


 


Tres figuras observaban todo desde la torre de la fortaleza, Azrael estaba que no se la creía y tenía los ojos perdidos en la lejanía viendo cómo su hijo hacía mil piruetas en los cielos, era algo increíble, algo que muchos tardaban cientos de años en conseguir su hijo lo había hecho en horas.


 


- Pareciera que no es la primera vez que lo hace. – Decía Miguel bastante sorprendido, Azrael no tenía palabras, Luciel permanecía en silencio, el plan de los gemelos menores estaba funcionando, aunque esos dos se estaban arriesgando mucho. – ¡Relájate! – Miguel golpeó amistosamente el hombro del mayor. – Ninguno de los dos se va a romper. – Luciel suspiró, sus hermanos lo sacaban de quicio a veces, pero no podía negar que los pequeños tenían razón. Movió la cabeza de lado a lado mientras mordía la yema de sus dedos.


 


- Hasta ahora todo va bien, me preocupa cuando se enfrente a la oscuridad. – Miguel suspiró.


 


- Por una vez en tu existencia podrías dejar de preocuparte por cosas que aún no pasan y simplemente reconocer lo que ocurre en este momento. – Luciel volvió el rosto para ver a su reflejo, suspiró al ver los ojos marcados por las ojeras.


 


- No. – Respondió acariciando las mejillas del menor y presionando levemente su nariz. – Estaré en mi habitación. – Sin esperar respuesta desapareció del lugar.


 


- ¿Azrael? – El mencionado seguía con la vista perdida en el horizonte.


 


- ¿No se puede enfermar, o sí? – Miguel sonrió.


 


- Técnicamente no, pero si puede terminar exhausto, se sentirá mal por unos días. – Miguel sonrió ante el suspiro de alivio de Azrael.


 


- ¿Qué pasará cuándo se enfrente a la oscuridad? – Pregunto ansioso.


 


- Eso depende de él. – Ambos seres seguían viendo al horizonte, la luz había disminuido un poco anunciando la noche. – Si me disculpas. – Azrael asintió y Miguel desapareció dejando al ángel de la muerte solo en la torre.


 


Shun levitó un poco sobre el agua y se dejó caer para zambullirse en el lago moviendo un poco el cuerpo de la joven. La chica no se movió hasta que sintió una mano cerrarse sobre su muñeca.


 


- ¡Te atrapé! – Shun sonrió a la joven mientras esta se incorporaba dejando su cuerpo sumergido en el agua.


 


- Y cumpliré mi promesa. – Sonrió de vuelta al chico al tiempo que tomaba su mano. – Vamos, ya es tarde y estamos lejos de la fortaleza. – Shun asintió y soltó a la joven.


 


- Volveremos volando. – La chica sonrió.


 


- No, toma mí mano. – Shun lo hizo y pronto ambos estuvieron flotando sobre el agua. – Tomaremos el camino rápido, pero iremos con calma. – Shun se sonrojó al ver el cuerpo desnudo de la joven ella simplemente sonrió. – Haz lo mismo que yo. – Despacio, ambos comenzaron a caminar y el chico no lo podía creer.


 


- ¡Estamos…!


 


- No lo digas, en el momento en que lo digas dejarás de creerlo y ya no podrás hacerlo. – Shun medio rio y asintió.


 


Caminaron sobre el agua del lago hasta llegar a la desembocadura del rio. Ahí dejaron el agua para caminar sobre un camino, cual siguieron hasta llegar a la poza en la que todo había comenzado. Algunas estrellas comenzaron a brillar en el firmamento y algo comenzó a inquietar a Shun.


 


- ¿Hay animales aquí? - La chica sonrió.


 


- Si, pero no nos harán daño. – Otra pregunta rondaba su mente, de hecho muchas otras preguntas, pero había una que salió de sus labios antes que las demás.


 


- ¿Qué lugar es este? – La joven sonrio.


 


- Eso lo tienes que descubrir tú solito. – Shun se quedó de una pieza, pero no preguntó más, el tono de la chica era definitivo.


 


Continuaron caminando hasta que llegaron al pie de las escaleras por las que había bajado. Shun no volvió a hacer preguntas y la joven seguía con la vista fija en algún punto frente al camino. Al llegar junto a la poza Janiel los esperaba con ropa seca, le extendió una bata a la chica y a Shun le entregó un pantalón y una camisa ligera. Shun sonrió y se calzó las prendas. Iba a subir por las escaleras pero su vista se nublo, dejó de ver las estrellas en el cielo que le parecieron que se iban alejando. A pesar del desmayo Shun no se golpeó en el suelo ni cayó al agua. Azrael los estaba esperando junto a las escaleras y apenas vio a Shun tambalearse un poco se tele transportó a su lado para sujetarlo antes de que golpeara el suelo. Azrael acarició levemente los cabellos de la frente mientras los acomodaba para despejar la frente del chico y depositar un suave beso sobre ella.


 


La chica se acercó y se arrodillo junto al ángel.


 


- Perdón, debí llamarte. – Azrael le sonrió.


 


- Descuida. – Dijo viendo a la joven junto a él. – Está más tranquilo, puedo sentirlo. – La chica sonrió. -  Alguien te buscaba en el salón, pero primero ponte algo decente quieres, no todos son tan liberales. – La joven rio y alboroto un poco los cabellos de Azrael y se dispuso a irse.


 


- Sabes antes eras menos cascarrabias. – Azrael rodó los ojos antes de volver la vista a la muchacha. – Supongo que eso cambiara un poco ahora que ésta aquí. – Dijo lo último con una sonrisa y señalando con la mirada al chico en brazos de Azrael. El ángel de la muerte sonrió mientras veía cómo la joven subía las escaleras sin prisas.


 


El ángel de la muerte cerró los ojos y acercó a Shun a su pecho. En un instante se encontraban en una torre en los límites entre los dos reinos, uno más antiguo que el otro. Azrael podía cruzar a ese reino si lo quisiera y a veces lo había hecho, excepto por un corto periodo de tiempo en el que se vio impedido a cruzar las fronteras por la gestación de Láquesis. La hilandera estaba en el cuarto de aquella torre presionando sus manos para liberar los nervios. Hacía muchos años que no veía a su hijo, no había ido a la fiesta que organizaron para recibir a Perséfone porque no quería arruinar todo, pero ahora, ahora ya podría verlo, después de tantos años, y lo vería a él y no solo su alma, al fin volvería a tener a su hijo entre sus brazos.


 


El ángel se acercó a una pequeña cama que había en el lugar y depósito la preciosa carga que llevaba en brazos, se alejó del lecho e hizo lugar para que Láquesis se acercara. La hilandera se acercó a la orilla de la cama y se arrodilló junto a esta pero no atinaba a tocar a Shun, las lágrimas corrían por sus mejillas y Azrael se acercó junto a ella.


 


- No pasa nada, está dormido. – Dijo mientras acariciaba el cabello de la diosa y le besaba la cabeza. – Tuvo un día muy ajetreado. – Láquesis sonrió con timidez y acercó la mano para acariciar la frente del muchacho. Shun suspiró al sentir el contacto, pero en lugar de alejarse, volvió el rostro hacia la hilandera quién con un poco más de confianza acarició las mejillas y el cabello de su hijo.


 


- Ya había perdido la esperanza. – Azrael la rodeó con sus brazos, la diosa derramaba silenciosas lágrimas mientras con una mano acariciaba el cabello del joven y con la otra sujetaba a su esposo. - ¿Puedo…? – Láquesis veía con mucha ternura al chico en la cama. - ¿Puedo abrazarlo? – Preguntó por fin al ángel junto a ella. Azrael sonrió y beso su mejilla.


 


- Claro que sí. – Laquesis soltó al ángel y esté hizo lo propio, la diosa se acercó al lecho, se sentó en el borde y lentamente levantó el cuerpo de Shun para acercarlo a su pecho, por primera vez en cientos de años, volvía a acariciar a su hijo, besaba los pómulos del joven y comenzó a cantar una canción en griego, la misma canción que cantaba cuando llevaba en su vientre a ese muchacho y la misma que pocas veces le había cantado en la cuna. Azrael se sentó junto a ellos y acariciaba la espalda de la hilandera mientras que la escuchaba cantar. Láquesis termino la canción y se mecía suavemente.


 


- ¿Mamá? – La voz tomó por sorpresa a ambos, Azrael lo había escuchado gritar de emoción esa tarde pero no había escuchado que pronunciara palabra. Láquesis se congeló ella nunca lo había escuchado hablar, nunca había escuchado su voz y menos lo había escuchado nombrarla de esa manera. Azrael besó la sien de Láquesis y volvió la vista al muchacho entre ambos.


 


- ¡Hola, hijo! – Dijo apenas conteniendo la emoción, Shun sonrió e intentó llevar una mano al rostro de Azrael pero apenas podía moverse. Azrael en cambio tomó los dedos que se movían con dificultad y los llevó a su rostro para besarlos y dejar que le acariciaran. – Te dejó con mamá un rato. – Shun sonrió y dirigió la vista a la diosa del destino. Láquesis tomó la mano de su hijo y la llevó a su rostro. Como lo dijo, Azrael salió de la habitación y dejo a los seres que amaba solos.


 


- ¿Mamá? – Volvió a preguntar el muchacho, Láquesis acarició el cabello de Shun y besó su frente.


 


- Si mi niño, soy tu mamá. – Shun sonrió y apoyó la cabeza en el hombro de la diosa. – Todo va a estar bien mi muchacho. – Estuvieron un rato así hasta  que Azrael volvió a la habitación. Láquesis sabía lo que eso significaba y le dolía en el alma.


 


- Tenemos que irnos. – Shun volvió la vista al ángel.


 


- ¡No, por favor! ¡Quiero estar con ella! – Azrael suspiró.


 


- Hijo, en este momento este lugar no es seguro para ti. Daría muchas cosas a cambio de que estuvieras con tu madre, pero por ahora no se puede. – Shun se acurrucó más entre los brazos de la diosa.


 


- Te amo desde que supe de tu existencia. – Dijo y depósito un beso en la frente de Shun. – Desafortunadamente tu padre tiene razón, por ahora no estás seguro conmigo y aunque mi corazón duela prefiero que estés con él. – Shun suspiro oliendo el aroma de  su madre, era un olor muy particular, olía a lana recién hilada y a hierro fundido, olía a la frescura de la noche, tenía  un leve rastro de sándalo y tierra mojada. El muchacho sonrió.


 


- ¿Te volveré a ver?


 


- Claro que sí, nos volveremos a ver. – Láquesis levantó el rostro de su hijo para encontrarse con unos ojos iguales a los suyos, pero con un leve tono azul. Shun sonrió al ver por fin el rostro de su madre, y sabía que era su madre, algo en lo profundo de su ser lo sabía, ese rostro lo había visto hacía mucho tiempo, y no sabía que lo extrañaba tanto hasta ahora que la veía y sentía su calor. Extrañaba esa sensación, y los brazos de su madre. – Por lo pronto tengo algo para ti.  – Se levantó dejando a Shun recostado en la cama. De un baúl sacó un morral hecho de cuero y a Shun se le hizo vagamente familiar, algunas imágenes comenzaron a llegar a su mente.


 


- ¿Qué? – Preguntó asombrado Azrael.


 


- A mí no me mires, yo no tuve nada que ver con eso. – El ángel suspiró y Shun emitió un grito de sorpresa.


 


- Eso me lo regaló Hefestos. – Dijo sin contenerse, comenzaba a recordar y con un gran esfuerzo, se sentó en la cama, Azrael suspiró al ver el movimiento de su hijo. – Fui a… la superficie… a buscar… a Ikki… - Shun sujetó su cabeza, eran demasiados recuerdos de una sola vez. Azrael se acercó al joven y lo abrazó acercándolo a su pecho.


 


- Luego nos cuentas, puede que sea una historia por demás interesante pero ahora no es el momento. – Shun suspiró y se dejó hacer, el dolor de cabeza iba desapareciendo. Láquesis se acercó a los dos.


 


- Aquí ésta todo lo que pueda necesitar. – Dijo extendiendo el morral a Azrael quién pasó el morral sobre su cabeza para colgarlo sobre su hombro izquierdo. – También, tengo esto. – Láquesis le entregó la caja con la cadena finamente tejida. Shun soltó un silbido de impresión. – Hefestos dijo que lo podrías ocupar. – Azrael suspiro, y guardo el estuche en los bolsillos de su abrigo. El ángel se puso de pie una vez más, Shun se recargo en la cabecera de la cama para quedar sentado. Azrael se acercó a Láquesis y la besó en los labios, el caballero presente se revolvió incómodo en la cama y encontró que sus manos eran bastante interesantes, notó que en su mano derecha portaba una pulsera, ya la había notado antes pero juraba que hasta esa tarde la pulsera tenía una sola gema consistente con un rubí, ahora tenía además una turquesa. Una mano alboroto sus cabellos. – Se un buen chico, no des problemas y haz caso en todo lo que te digan, todos ellos son tu familia también y no te van a lastimar. ¿Entendido? – Shun asintió y cerró los ojos al recibir un beso en la frente y dos más en sus mejillas. – De tus tíos, tías y abuela. – Shun sonrió y comenzó un suspiró que terminó en bostezo, había cerrado fuertemente los ojos mientras bostezaba y comenzó a tallarlos, Azrael se acercó a Shun y pasó una mano sobre su cabeza casi en el acto el joven se quedó dormido.


 


- Desearía quedarme junto a ti toda la eternidad, Láquesis. – La hilandera sonrió, mientras el ángel acariciaba el rostro de la mujer con su mano libre.


 


- Aún si tu padre lo permitiera, tus hermanos me resentirían. – Azrael sonrió y volteó a ver al muchacho que dormía en sus brazos.


 


- No me importan ellos y si no los he abandonado es porque eso significaba abandonar a Shun. – Láquesis sonrió. – Yo ya tomé mi decisión, pero estaré ahí hasta que Shun tome la suya. – La hilandera se acercó al ángel y lo beso nuevamente en los labios. Al separse, Azrael se levantó con Shun en brazos, Láquesis acarició la frente del joven y beso su frente una última vez. Con una sonrisa, el ángel desapareció del lugar dejando sola a la Moira.


 


Shun despertó con una sonrisa en el rostro, había tenido un sueño magnífico, se estiró en la cama y de un salto se puso de pie. Aún llevaba ropa ligera de algodón y abrió el clóset para sacar ropa y vestirse mejor. Se sorprendió al encontrar un conjunto de túnica y pantaón azul marino con bordados en hilo de plata y una capa hecha con el mismo material que el conjunto. También vio las sandalias y en una caja de cristal estaba la tiara hecha con lo que parecía ser hilo. Además de eso había tres pantalones de gabardina en tonos claros y uno en negro, otros dos pantalones de tela ligera en blanco y camisetas y casacas en colores claros y negros. También había un abrigo en azul marino y uno en color hueso junto con dos chamarras de pana. Junto al armario estaban las sandalias, unas botas estilo militar en negro, unos zapatos que cubrían todo su pie y botas de montañismo. También notó que el armario era más amplio de lo que recordaba y vio que adentro estaba acomodada una armadura ligera hecha con cuero café y junto a esta se encontraba una espada corta y dos dagas.


 


- ¡Vaya! – Fue lo que atinó a decir al ver las armas y la armadura, sonrió levemente y decidió ponerse algo ligero así que tomó un pantalón de gabardina en color crema y una playera blanca y las dejo en la cama, regresó al armario y de los cajones sacó ropa interior limpia y una toalla. Tomo las cosas y se dirigió a los baños.


 


Estaba vagando por los pasillos de aquella fortaleza cuando frente a él se materializo un ser que parecía ser un niño pequeño con alas. Shun no reprimió su curiosidad y empujó un dedo contra el vientre del pequeño ser.


 


- ¡Hey! -  Shun se sorprendió por la reacción de aquella criatura.


 


- ¡Lo siento! – Dijo levantando las manos y esquivando un golpe del ángel miniaturizado. -  Es la primera vez que veo algo cómo tú. – Dijo bajando la cabeza y sonrojado. El ser suspiró.


 


- Soy un querubín, no me confundas con un serafín… Nunca… - Shun vio la mira severa de la criatura y sintió un escalofrío recorrer su espalda. – Nunca… - La mirada se hizo más intensa haciendo que Shun retrocediera un poco. – Nunca. – El querubín se encontraba a escasos centímetros de la cara de Shun, este solo atino a asentir aprehensivamente. – Bien. – Dijo con una sonrisa amable y tierna, Shun sentía que no había en el universo cosa más escalofriante que ver esa sonrisa después de aquella mirada. – Por las escaleras del fondo llegarás al primer piso de la fortaleza, sigue el pasillo que va de la puerta principal al fondo. Antes de llegar a los cuartos del primer piso verás un gran ventanal a tu izquierda, por ahí llegarás a un jardín. Si sigues el camino azul… no el amarillo, no sigas el amarillo… nunca. – Shun volvió a ver la mirada severa en esa cara de niño – Nunca… nunca. – Shun asintió y pasó saliva. – Bien. – El querubín se enderezó un poco y siguió con sus indicaciones. – Si sigues el camino azul, llegarás a una reja, usa la llave para entrar, ahí te encontrarás con alguien. ¿Entendido? – Shun asintió. El ser también asintió y se dio media vuelta pero la voz de Shun hizo que se volviera.


 


- Oiga, señor se… querubín. – Shun juntó las palmas frente a su pecho pidiendo disculpas al ser cuyos ojos habían brillado amenazadoramente por un segundo.


 


- ¿Qué quieres? – El ser estaba algo molesto, solo algo. Después de todo lo habían sacado de su muy cómoda habitación para enviarlo a entregar el mensaje. Shun se mordió los labios con nervios, estaba positivamente seguro que no había cosa más terrorífica en el universo.


 


- ¿Y la llave? – Shun esperaba una retalia  por reclamo, pero en lugar de eso, el querubín abrió una bolsita y saco de ella un papel doblado, el mini-ángel leyó lo escrito en el papel y sus ojos se abrieron con sorpresa, doblo el papel y buscó con desesperación en su bolsita. En ese punto Shun apretó los labios, había pasado de ser la cosa más terrorífica a ser el ser más tierno, simpático y gracioso del universo. El pequeño ser empezó a desesperarse y bajó hasta el suelo dejando su bolsita en el piso y comenzando a sacar cosas que impresionaban a Shun. - ¿Necesita ayuda? – Preguntó lo más neutral que pudo, pero el querubín volteó para dedicarle otra de esas miradas severas. Shun sonrió y levantó las manos a forma de rendición. Por fin después de casi vaciar su bolsa y dejar regado por el piso papeles, paquetes, ositos de peluche, chocolates y hasta espadas, el querubín saco una cadena de la cual colgaba una Hamsa y se la entregó a Shun. - ¿Necesita ayuda con sus cosas? – Preguntó una vez más al recibir la cadena con el dije. El querubín suspiró al tiempo que veía todo lo que había sacado de su morralito.


 


- ¡Gracias! Pero no, yo arreglo esto, por favor no lo mencione nun...


- Nunca, nunca, nunca. – Dijo Shun mientras le sonreía al querubín, el ser sonrió con calma, para luego cambiar por un semblante severo y mover su mano indicándole a Shun que se fuera. El anterior caballero pasó saliva y se fue dejando al otro acomodando el desorden que había armado.


 


Shun había seguido las indicaciones al pie de la letra, en ese momento estaba algo incómodo, nunca había ido al primer piso y desde que puso un pie en el saloncillo dónde terminaban las escaleras vio a un grupo numeroso de ángeles, algunos vestían ropa cómoda de algodón, otros más llevaban puesto un traje de tres piezas o trajes militares de gala y unos pocos llevaban armaduras ligeras. Había visto a pocas personas desde que había llegado y ver de golpe al grupo de más o menos 30 seres lo había contrariado y el temor a estar con extraños se hizo presente. Lo que más le incómodo fue el hecho de que todos callaron y voltearon a verlo en cuanto su presencia fue reconocida por un par de ángeles que jugaban ajedrez junto a una ventana. Y aunque todos los que estaban en el saloncillo le sonrieron, Shun se sentía extraño.  Había salido del saloncito para encontrarse en el pasillo que desembocaba de un lado en una puerta enorme de madera que era flanqueada por dos columnas sólidas de hierro y  rodeado por grandes vitrales que mostraban un gran árbol, de hecho parecía que la puerta era el fuerte tronco del árbol mientras que la copa estaba elegantemente representada en los vitrales.


 


- La puerta principal – Había musitado para sí y camino al lado contrario.


 


Casi había llegado a una puerta de cristal al lado izquierdo del pasillo cuándo un ángel, el más alto y más hermoso que había visto hasta ese momento emergió de aquella puerta, no cruzaron palabras, el ser se alejó de Shun sin hacer ningún gesto o hablar con él. Shun salió apresuradamente del lugar sin hacer ningún gesto al ángel, le daba algo de miedo, era imponente pero su rostro era amable no sabía que pensar de ese contraste en una sola persona.


 


Ahora Shun se encontraba en un hermoso jardín rodeado de setos perfectamente recortados, el jardín era enorme y sus ojos no alcanzaban a ver dónde terminaba. Volvió la vista hacia dónde debía estar la fortaleza. Ahí estaba, con 5 plantas, pero se veía pequeña en comparación con la construcción en dónde se encontraban las habitaciones de los ángeles. Ese gran edificio en forma de cubo se alzaba un poco más arriba que la fortaleza y se veían los 5 pisos sobre el nivel del suelo. Shun podía ver las ventanas de ese edificio que daban precisamente al jardín donde se encontraba. No sabía qué hacía ahí, estaba en apariencia solo hasta que escuchó una voz detrás de él.


 


- Este jardín es uno de los secretos mejor guardados de mi padre. – Shun no sabía si sentirse halagado, o no, después de todo las ventanas del edificio tenían vista al jardín. – Lo que quiere decir que todos saben de su existencia, incluso los que nunca han estado en este reino. – La chica dejó una pequeña regadera en el piso y tomó un paño para limpiar las hojas de una planta. Shun la veía anonadado. Era la misma joven del día anterior, ahora llevaba bermudas cargo, con una blusa de algodón de manga larga y botas de trabajo. Además su cabello estaba recogido en una trenza francesa finamente tejida. – Hay una verdad absoluta aquí. – Shun la miró confundido. – Si quieres guardar un secreto de un ángel, esconde ese secreto a plena vista. – Shun seguía sin entender. – A todos les gusta un secreto, pero si se lo cuentas a medio mundo ya no es secreto y a la gente no le interesan las cosas que no son secretas. Además si ocultas algo o mientes, todos aquí se darán cuenta. Todos los secretos están escondidos a plena luz, todos los saben, y todos los olvidan, si todos lo saben no puede ser importante ¿o sí? – Shun comenzaba a entender. – Lo mismo pasa cuando te gusta alguien, si te esfuerzas demasiado por que no se note tu atracción, se notará que escondes algo, pero si dejas ver tu atracción tarde o temprano la gente pensará que solo admiras mucho a esa otra persona. Por eso, si realmente quieres a alguien, no se lo digas, lo mantendrás intrigado. – La chica se había acercado a Shun y le entregó un trapito de hilos finos. - ¿Me ayudas a cuidar las plantas? – Shun estaba aún más confundido.


 


- Sí, claro. – No se le había ocurrido que más decir y comenzó a imitar a la joven. Encontró que esa tarea era en verdad gratificante. Cada vez que limpiaba las plantas de hojas secas o las rociaba con agua sentía cómo se desprendía una esencia diferente de cada ejemplar, nunca pensó que las plantas fueran agradecidas o que mostraran sentimientos. Una vez que terminaron de arreglar las plantas en las jardineras que bordeaban el jardín, la joven le alcanzó una cesta y un artefacto para remover fruta.


 


- Hay que quitar los frutos maduros antes de que se pudran. – Le explicaba la joven. – Espero que te gusten las tartas de manzana, porque hay mucha y comeremos manzanas hasta el cansancio. – Shun sonrió mientras observaba cómo la joven retiraba hábilmente las manzanas de la parte más alta de los árboles, eso extraño a Shun.


 


- ¿No sería más fácil si volaras hasta allá? – La joven sonrió.


 


- Si, lo sería, pero entonces ya no sería tan gratificante ¿o sí? – Shun pensó por un momento mientras veía la vara en sus manos, había experimentado el volar, pero mientras se impulsaba por los aires no podía dejar de pensar en el lugar en el que se encontraba, en esquivar a los pájaros, las ramas de los árboles y sobre todo en no pensar en lo que estaba haciendo, porque lo que había estado haciendo era sencillamente imposible. Fácilmente podría hacerlo, volar a las ramas más altas y tomar la fruta. – Inténtalo con este árbol, y luego vuelas con aquél, dijo señalando el árbol junto al que estaban parados. – Shun suspiró y asintió.


 


Después de limpiar el primer árbol, siguió al segundo, pero usando la vara. Había entendido el punto, mientras trabajaba en la recolección de la fruta su mente vagó a los recuerdos que había recuperado la noche anterior, y se centró en una persona, Ikki. Durante todo el rato que estuvo trabajando con los árboles recordó todo lo que podía recordar de su hermano terrenal, desde que eran pequeños hasta que participaron en múltiples batallas. Le entristecía pensar en todo lo que había vivido, pero el trabajo que estaba realizando lo mantenía meditando sobre las consecuencias de aquellos actos y lo feliz que había sido aunque fuera por breves momentos. Siguió trabajando y recordando. Para cuándo la chica lo volvió a llamar, ya había recordado buena parte de su vida y estaba muy en paz con todo. Tomaron un pequeño refrigerio que consistió en dulce de leche con naranja y un licor que Shun nunca había probado y se le hacía delicioso. Después de eso sacaron las canastas que habían llenado por la puerta de reja y volvieron al interior para seguir trabajando en el jardín.


 


- Pensé que los ángeles no comían. – La chica sonrió.


 


- Si comemos, y bebemos y a veces dormimos. – Sonrió la chica. – También lloramos, nos enojamos y nos lastimamos. – Shun se detuvo un momento.


 


- ¿Sangran?  - La joven asintió. Shun no sabía que pensar.


 


- Y no te quiero contar lo que le pasa al que derrama sangre divina. – Dijo la muchacha rodando los ojos. – Rafael fue a la tierra en una ocasión, lo golpearon y lo violaron, los pobres tipos no supieron que los golpeo hasta que se vieron encadenados en una roca. – Shun tenía los ojos abiertos cómo platos. – Claro que eso fue en otra época, mis hermanos crecieron, padre aprendió muchas lecciones también. – Decía la joven mientras cortaba algunas flores que crecían en una de las jardineras más grandes. – Ahora tampoco se quedan atrás, pero consideran el todo antes que una acción. – Shun no entendió. - ¿Puedes cortar las Lily que están por allá? – Shun volteó a ver las flores y asintió. – Sólo las amarillas y las blancas, y no cortes las que tienen botones. – Shun volvió a asentir y se arrodilló para cortar las flores.


 


Poco tiempo después escuchó el sonido del agua al caer sobre la tierra y vió a la chica con una manguera regando las flores. Shun sonrió, aquello era algo bien mundano y no se imaginaba que un ángel pudiera realizar esas actividades de una forma tan natural, se preguntaba si la chica no podía hacer llover o convocar la lluvia en lugar de regar de aquella forma las plantas. En eso estaba cuando sintió el chorro de agua mojarlo de pies a cabeza. Volteó a ver a la chica que sostenía la manguera y volvía accionar el grifo para volverlo a mojar. Shun saltó tratando de esquivar el chorro de agua pero no lo logro y acabo con el frente de su ropa empapado.


 


- Refrescante ¿no? – La mirada de Shun era molestía pura, la chica rio por lo bajo al verlo así.


 


- ¡No vuelvas a hacer eso! – La joven rio con más ganas.


 


- ¡Hay ternura, el chincual se enojó! – Shun estaba rojo de ira pensaba que ya habían pasado eso pero la joven volvía a burlarse de él. Esta vez un gruñido de frustración se escuchó en el lugar. – La joven rio y dejó caer la manguera para salir corriendo dejando a Shun un tanto contrariado. El caballero no iba a permitir que lo trataran así, para él el chincual era otro… aunque no  sabía lo que significaba la palabra esa.


 


Shun persiguió a la chica por un buen rato hasta que llegaron junto a una de las muchas fuentes del lugar. El caballero había perdido de vista al ángel, hasta que sintió que era golpeado en la espalda y el frio del agua recorría desde sus omoplatos hasta su trasero. Se dio la vuelta justo cuando tres esferas de agua se estrellaron contra su cabeza, su hombro izquierdo y su costado derecho, la risa de la chica lo sacó más de quicio, eso no se quedaba así, no señor. Tomó un cubo que estaba junto a la fuente y lo llenó con agua que arrojó a la chica. La joven se salvó por poco y contraatacó dirigiendo un par de esferas de agua hacia Shun, que las recibió de llenó en la cabeza y el pecho, la chica, haciendo gala de santa paciencia, formó las esferas de agua frente a ella y las dirigió directo al chico. Shun por puro instinto adelantó una de sus manos, lo que hizo que las esferas de agua regresaran a su origen y se estrellaran contra el cuerpo de la joven que nada pudo hacer para esquivarlas. Ahora era el turno de Shun para reír. Siguieron persiguiéndose y lanzándose agua entre ellos, en algún punto Shun logró crear un remolino de agua y lanzarlo contra la chica que lo medio esquivo. La diversión se iba intensificando y con ella las habilidades de Shun para crear remolinos y esferas de agua que salían disparadas hacia la joven. Con tanta diversión, Shun creo un remolino usando toda el agua de una de las fuentes, la columna de agua se dirigía hacia su adversario, hasta que en medio del patio apareció una alta figura de cabellos castaño oscuro.


 


- ¡Anath! – Shun perdió la concentración y la columna de agua cayó de lleno sobre aquella figura, los ojos del caballero de Andrómeda casi se salen de sus orbitas al ver que había empapado a su médico, Rafael, quién en ese momento vestía un traje de gala con abrigo. Shun se llevó las manos a la boca para ahogar el grito de sorpresa, mientras que la joven apretaba firmemente los labios y caminaba hacia atrás sin dar la espalda al recién llegado. - ¡El jardín! – Exclamó con voz ahogada, mientras sus ojos recorrían el desastre que habían armado aquellos dos. – Aquí no es patio de juegos jovencita, deberías saber mejor. – La chica seguía apretando los labios. La mirada furibunda del ángel se dirigió a Shun. – Y tú... – Shun por quién sabe que reflejo olvidado de la infancia levanto su mano derecha y señalo a la joven que se encontraba del otro lado de la fuente, la mirada de reproche lo traspasó pero el caballero no se inmutó. – Los dos. – Dijo levantando la voz. – Vengan conmigo ¡Ahora!


La joven pasó saliva y Shun bajó la cabeza en señal de rendición, ambos caminaron, sin más remedio tras el ángel que los guiaba con rumbo desconocido para Shun, pero que al ver el rostro de la chica se preocupo. Suspiró, estaba en problemas. ¿Qué tendría que decir Azrael al respecto?

Notas finales:

1. Chilpayate. Voz Nahuatl que se le da al niño que se carga en el rebozo. Más o menos de entre uno y tres años.

2. "Arañas, serpientes y lagartijas, cumpliré mi promesa o me moriré, bien muerta" Es el juramento que dicen los niños en la película de Robin Hood de Disney.

3. En la biblia, dicen que Pedro se cayó al agua en cuanto noto que estaba haciendo algo imposible. Si quieres hacer lo imposible, distrae a tu mente de lo que estas haciendo, de lo contrario diras "esto es imposible" y catapúm... ya no lo podrás hacer.

4. En teoría los ángeles se pueden teletransportar (viajan a la velocidad del pensamiento) y pueden volar. Para esta historia, los ángeles utilizan esos medios de transporte (y otros) para desplazarse según el lugar a dónde tienen que ir.

5. Se supone que los Serafines y los Querubines están más cerca de Dios que los ángeles y los arcángeles quiénes estan más cerca del hombre. Pero por el tamaño, a mi se me hace más utilitario usarlos cómo mensajeros. Favor de no confundir unos con los otros y viceversa, son criaturas muy temperamentales.

6. Hamsa o Mano de Fátima. Es un amuleto religioso presente en varias religiones. Judía, Hindú y Musulmana. Para los cristianos la manita es de hecho un simbolo satánico.

7. ¡Manzanas de a montones en el jardín! En la segunda parte se explicará más al respecto.

8. Por tiempo no ubiqué la historia de Rafael en la tierra. Pero al pobre Rafael le va cómo en feria. El ángel anduvo un rato en la tierra y se encontró con unos viajeros a quiénes acompañó por buena parte del camino. Sin embargo los malandros lo golpearon, asaltaron y violaron y lo dejaron tirado al lado del camino de dónde lo recogió un viejito. El anciano cuido de Rafael y el ángel a cambio curó al anciano de su ceguera. Cuándo Dios Padre se entero... chamuzco a los vándalos =S

9. Chincual. Rosadura de bebé. Niño travieso. (Dios con esta niña)

10. Bien, primera actualización arriba. Ahora... No he terminado el capítulo de Escultura de Hielo T_T. Tengo trabajo atrasado y tendré que terminar primero mis pendientes antes de subir el capítulo que sigue de los otros dos fanfics.


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