Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ofrenda por la paz por MerrickLioncourt

[Reviews - 164]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este capítulo ocurre después de la plática entre Hera y Perséfone y antes de la transformación de la tierra por parte de Artemisa.

Sus pasos apenas se escuchaban en los pasillos de mármol negro. Había llegado al inframundo después de dejar a Baco al cuidado de Deméter. Aunque había seguridad en su mirada, la postura de sus hombros reflejaba el nerviosismo que llenaba su ser. Hera le había aconsejado regresar y mimar a Hades, ahora no estaba tan segura, necesitaría un poco de ayuda de los jueces del inframundo y sabía dónde encontrarles.


Siguió caminando por aquel pasillo adornado con grandes ventanales flanqueados por arcos, la vista daba a la cascada que unía al Olimpo con el Hades, juntando los cauces de los ríos Mnemosine y Lete antes de formar la laguna Estigia. Se estremeció al ver un islote que antes no estaba ahí. El inframundo estaba cambiando y no le gustaba el rumbo de aquellos cambios que sólo significaban a un nuevo dios o regente. Siguió caminando, tratando de olvidar su nerviosismo, se detuvo frente a una gran puerta de olmo con tallados que representaban el ciclo después de la muerte, desde el cruce del rio Aqueronte hasta la eventual llegada a los Campos Elíseos. Suspiro pesadamente antes de empujar las hojas de madera de la puerta para ingresar al salón.


Una tenue luz iluminaba el recinto, dejando ver un par de sillones, una mesa con 6 sillas alrededor, un diván junto a las ventanas y una pequeña sala con 4 sillas altas alrededor de una pequeña mesa de té. Los tres sujetos en la habitación volvieron la vista a la diosa, al instante, uno de ellos posó su rodilla izquierda en el piso y bajó la cabeza en señal de sumisión. Los otros dos se miraron brevemente antes de inclinar el cuerpo en una media reverencia, reconocían a alguien de mayor rango, pero no le garantizaban sus servicios. Perséfone suspiró, ya habría tiempo de arreglar ese comportamiento.


- ¡Queridos míos! – Dijo terminando de entrar al salón mientras la puerta se cerraba tras de ella. – Los he extrañado tanto. – Dijo con una media sonrisa al tiempo que se acercaba y acariciaba el rostro de Aiacos. – En especial a ti. – Dijo soltando la mejilla del segundo juez para tomar el rostro de Minos y besar sus ojos y sus labios. – Mi fiel amigo. – Minos no levantó la mirada y con un movimiento suave pero firme retiro las manos de la diosa de su rostro.


- Mis disculpas, mi lady. – Perséfone frunció el ceño al escuchar tales palabras y ver el rechazo del juez. – Mi fidelidad es con mi señor. – Dijo inclinándose un poco más.


- Así que tu tarea es ablandar a sus conquistas para que las pueda llevar al lecho. – Le espetó la diosa al juez. Minos sonrió de lado, nunca dejaría que Hades o la propia Perséfone le hicieran daño a Shun, muy por el contrario, aunque era el confidente de Perséfone, a ella nunca la defendería de la ira del dios.


- ¡Mi Reyna! – Exclamó Radamanthys inclinando la cabeza y tomando la mano derecha de la diosa, aún sin levantarse. – Es para mí una gran alegría verla de vuelta en su hogar. – La hija de Deméter sonrió con satisfacción. Radamanthys sería un buen aliado, tal vez mucho mejor que Minos.


- Levántate, amigo mío. – Susurró la diosa apretando la mano del juez. El tercer juez obedeció. Los otros jueces intercambiaron miradas, era claro que Radamanthys estaría de zalamero con Perséfone, le convenía tener de aliada a la esposa del dios del inframundo, a menos que aquella se enterara del amorío del juez con Hades.


- ¿En qué podemos ayudarle? – Radamanthys no esperó a los otros para realizar su pregunta, su posición de líder de los jueces se lo permitía, además se trataba de la esposa de su señor. La diosa sonrió complacida.


- Necesito saber dónde se encuentra Hades. – Enunció la diosa a los tres jueces. Radamanthys sonrió.


- Mi señora, el señor Hades viajó a los dominios de Nix, no sabemos cuándo volverá. – Perséfone cerró los ojos para controlar su ira, lentamente levantó sus párpados y dibujo una sonrisa en el rostro.


- Lo esperaré en la suite. – Los tres jueces se inclinaron levemente cuando la diosa se encaminó a la puerta. – Minos, es tan tierno de tu parte. – El juez no entendía las palabras. – Preparar a los donceles para Hades, siempre tuviste talento para ganarte a los jóvenes que Hades seleccionaba para compartir su cama, dime ¿es tan refinado cómo yo? ¿Batallaste mucho para convencerlo de comer los frutos del inframundo? – Minos suspiró, entendió por dónde iba la diosa y escondía un leve tremor de sólo pensar que acabaría con la confianza que el menor había depositado en el juez. Perséfone sonrió, nadie la traicionaba, ni Hades ni Minos.


No pasó mucho tiempo antes de que Hades se presentara en sus habitaciones, había sentido la presencia de la diosa en aquel lugar sagrado y no le gusto aquella presencia. Las cortinas de la habitación se agitaron con las vibraciones del aire generadas por el dios al aparecer en medio de su habitación. Perséfone se encontraba acostada en el diván frente a la ventana, el mismo en el que había recostado a Shun. Su cuerpo estaba cubierto por un vestido griego que se ceñía bajo el busto y caía pegándose a su cintura y caderas. La costura hacía resaltar los pechos redondos y suaves. Su cabello iba suelto y perfectamente cepillado. Todo su arreglo estaba pensado para gritar “inocente” aunque no lo fuera.


- ¿Qué haces aquí? – Espetó el dios apenas la vió.


- ¡Amor mío! – Dijo dirigiéndose al mayor. – Supe del secuestro del chico. – Hades capturó las manos de la diosa antes que estas se colgaran de su cuello, sin ninguna reacción, la diosa se escapó del agarre del dios y apareció un par de pasos alejada del otro. – Es una pena, ¿Has sabido algo? – Hades suspiró haciendo acopio de autocontrol.


- ¿Estás involucrada en esto? – Perséfone puso la mejor cara de indignación que pudo.


- Amado mío, reconozco que yo traje al muchacho hasta aquí, quería mostrarle el amor que nos tenemos y que entre ustedes no es posible. – Hades apretó la mandíbula al escuchar las palabras de la mujer, la diosa se acercó manteniendo una distancia prudente y dibujando una mueca de arrepentimiento. – Hades, si quieres a ese niño cómo tu diversión, lo aceptaré, pero se sincero, no puedes prometerle amor cuando es un chico que no puede darte herederos, tú mismo no puedes engendrar herederos. – La diosa se acercó cautelosamente al dios y tomo con suavidad su rostro. – ¿Cuántas veces lo hemos intentado sin éxito? – Hades no rehuyó el contacto cómo antes, sus ojos se perdieron en la lejanía. Sabía que Perséfone tenía un hijo de su relación con Zeus, pero nunca desde su matrimonio, ella había quedado encinta. – De verdad quieres tomar cómo concubino a un ser con el cual nunca podrás tener descendencia. – El tono burlón lo trajo de vuelta a la realidad, de un solo movimiento arrojó a la diosa contra la puerta tras de él. Perséfone no se amilanó, utilizando sus propios poderes abrió la puerta y aterrizó en medio del pasillo mostrando contrariedad en el rostro. – Hades, yo te amo, quiero evitarte más sufrimiento, el chico no es bueno para ti, es un simple juguete, pero no será nunca mi reemplazo. – El dios se enderezó en toda su estatura, Perséfone tenía razón, Shun nunca la reemplazaría, una sonrisa se dibujo en sus labios.


- Si lo encuentro y lo tomo por consorte, ¿no te opondrás? – Perséfone sonrió


- ¿Por qué habría de hacerlo? El muchacho no representa ninguna amenaza para mí. – Hades levantó el rostro, era claro que su esposa no sabía con qué rama de la familia del Olimpo se estaba metiendo, pero era suficiente para él. Una sonrisa se dibujó en su rostro, pero fue por breves segundos, el inframundo vibró desde sus cimientos, Hades salió de la habitación para ver lo que ocurría desde el balcón. Perséfone le siguió, aquello no era posible. A lo lejos vieron cómo cientos de miles de almas eran arrojadas por los túneles hacia la ribera del Aqueronte. Era más de lo que los bancos podían soportar, muchas de aquellas almas fueron arrojadas a las aguas del rio sin que se pudiera hacer algo al respecto. Frente a la pareja de dioses llegó un muy apurado Hermes.


- Mensaje de Hypnos y Thanatos mi señor. – Dijo extendiendo la carta sellada. – Hades, esto está mal, hasta a mí se me dificultó llegar aquí, debía entregar esto antes de que llegaran. – Hades volvió sus ojos a las almas.


- ¿Qué ocurrió? – Preguntó mientras veía cómo un haz de luz recorría la pared este que rodeaba el rio de las penas.


- Artemisa tomando control de la tierra. – Perséfone abrió los ojos denotando su sorpresa, esa niña tonta, ahora causaría un desbalance entre vivos y muertos. Hades frunció los labios antes de dirigirse al salón del trono, pero antes de desvanecerse, un nuevo tremor se hizo sentir, la cascada de Mnemosine se partió Este en dos, revelando un islote mayor y lo que parecía ser una torre. Hades sonrío, un nuevo dios despertaba y el lugar de su templo era más que perfecto.


- ¿Qué es eso? – Preguntó una muy confundida Perséfone.


- Cambios necesarios. – Fue la simple respuesta del dios del inframundo antes de desaparecer para atender asuntos más urgentes. Debía enseñar una lección a Artemisa, ya estaba cansado de tantas penurias en la tierra y no iba a tolerar que un dios causara tantos destrozos una vez más.

Notas finales:

Ok, aquí ya cierro un par de nudos, ahora vamos a ver cómo lidia Shun con los sucesos que le ocurrieron.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).