Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Atardeceres por J_Wings

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! Bueno aquí está otra cosita que escribí, un tanto cursi y raro pero bueh, estaba de ese humor >.<

Va dedicado a Arisa, ¡Aquí está el final feliz que te prometí! xD

Espero les guste ;D

    Te vi pasar tantas veces por allí, perdido en los mares de la imaginación que te brindaban los libros. Sentado bajo la sombra de aquél árbol, ese que se mecía con pereza al soplar el viento.

    Te vi sonreír tan abstraído como estabas y quise que esa sonrisa fuese para mí. Que yo, y no un personaje ficticio, fuese la causa de tu alegría, sin llegar a hacer nada realmente más que observarte como el obseso que soy.

    Las horas pasaban con gran rapidez, el cielo dejó de ser de un color azul intenso a ser pintado con suaves pinceladas naranjas y rosadas, que anunciaban el marchar del día y el eterno llegar de la noche.

    Tus ojos violetas se posaron por primera vez en tu alrededor para luego posarse en mí, en un mudo desafío.

    Seguí sentado aquí, tan cerca y a la vez tan lejos, sin moverme un ápice como el puto cobarde que era.

    Soltaste un suspiro cansado y te marchaste de aquel parque sin mirar atrás, sin importar que hayas olvidado el libro en la banca, aunque, luego, imaginarás que lo guardaré por ti.

    Me levanté sacudiendo mis desgastados pantalones, era hora de preparar la cena.

 

    Aquí estamos, nuevamente sentados a sólo unos pasos de distancia. Tú, perdido en otro de tus inacabables libros, fingiendo que no te estoy mirando y, sobretodo, que no respondes de vez en cuando a esas miradas. Pero hay algo diferente, esta vez no estás solo.

    Un chico rubio te acompaña, riendo de algún chiste que tal vez le contaste mientras pasea su mano entre sus relucientes cabellos dorados y la valentía me abandona al verte sonreírle. Olvido el libro oculto en mi mochila y las palabras que ensayé durante toda la noche, esas que de seguro no te iba a decir igualmente, después de todo lo espontáneo resulta mejor, ¿No crees? Tal vez no.

    Tu risa volvió a inundar el lugar, esa que jamás había escuchado pero ahora me tiene hechizado y a la vez molesto. ¿Es que todo de ti me tiene que gustar? Al parecer sí, y resulta odioso. Tus ojos se posaron en mí nuevamente y tu amigo siguió tu mirada hasta dar  conmigo, y ríen nuevamente.

    ¿Qué es tan gracioso? Pensándolo bien esta situación lo es, de una manera un tanto retorcida y perversa. Y sintiendo que sobro tomé la mochila y me marché por el mismo camino de siempre, notando que por primera vez que aún es temprano. Bien, hoy preparé algo rico y no las sobras de hace días.

 

    Vaya, otra vez aquí. Qué sorpresa. Pero ahora me encuentro solo, porque tú aún no has llegado y no sé si quiero que lo hagas. Pierdo mi mirada en los niños que juegan en la fuente, como si fuese una piscina y en las ancianas que cuchichean en la esquina, alimentando a las palomas.

    Un chico castaño pasó a mi lado, guiñándome uno de sus azulados ojos y sonriendo en plan seductor cosa que ignoré, aunque sin captar el obvio rechazo y contra todo pronostico se sentó a mi lado.

    -Hola- Su voz era musical y agradable.

    -Ey- contesté sin mirarlo, no tenía ganas de ser sociable.

    -¿Qué hace un chico como tú en un lugar como este?-  Sonreí al escuchar tal cosa.

    -¿Es lo único que tienes?-

    -Nop, aún hay más. ¿Qué tal, “Por qué tan bonito y solito”?

    -Egg, esa es mala.- Reí, era agradable.

    -Al menos te hice sonreír.

    -Gracias, supongo que lo necesitaba.

    -Bueno, muñeco, yo me marcho ya. Ya hice lo que tenía que hacer.

    -¿A qué te refieres?-

    -Nada.- Sin más se marchó, con una secreta y maliciosa sonrisa bailando en sus labios.

    Te vi de nuevo, sentado en la banca de siempre. Con un libro nuevo en tus manos y tu mirada fija en sus líneas, pero algo estaba mal. No sonreías, al contrario, parecías enojado y sin ningún motivo aparente. Frunciste más profundamente el entrecejo y me miraste con molestia.

     Me levanté sintiendo mis piernas entumecidas y me acerqué a ti sintiendo mi corazón latir a un ritmo demoledor. Levantaste tu mirada al sentir mi presencia y me miraste con curiosidad, pero sin abandonar la clara señal de enojo.

    Saqué el libro que días atrás habías dejado, sonriendo un tanto cohibido por tu mirada. Lo tomaste entre tus manos y tan rápido que no pude siquiera imaginarlo plantaste un beso en mis labios, enojado.

    -Te tardaste- Hiciste un mohín. Sonrojándote un tanto.

    -Lo siento.- No sé por qué me disculpaba. Tal vez por haber dejado que este juego durara tanto, o tal vez porque así lo quise.

    Sonreíste con felicidad y tiraste el libro al banco, sin importar lo viejo y delicado que era y nos sumergiste en un urgente beso. Para luego decir:

    - ¿Qué hay para cenar?

    Reí por lo absurdo de la situación y al notar que no era el único acosador aquí.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).