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Notas del fanfic:

Es solo un fic que se me había ocurrido con una pareja que nunca he utilizado pero creo que quedó bien, lo dejo a su criterio.

Notas del capitulo:

Es una pareja nueva para mí pero quería intentarlo.

 

 

Los días en el Santuario eran gratos, para los caballeros sobre todo pues pese a sus responsabilidades se encontraban más libres de poder hacer las cosas que les gustaban y las que les correspondían hacer, aparte también tenían la posibilidad de formar nuevas amistades. Gracias a eso les era sencillo el encontrar su nuevo sitio en el Santuario y en ese mundo que los acogía, cimentar su nueva existencia e incluso formar un vínculo especial con un compañero, más que una amistad. No estaba nada mal esa posibilidad, después de todo nunca fueron modestos en cuanto a mostrar sus gustos y lo que querían de la vida.

Algunos de los caballeros del Santuario simplemente retomaron las relaciones que sostenían desde antes de las batallas mientras que otros no tardaron en declarar sus sentimientos, ya habían vivido el perder a ese hombre al que amaban sin que supiera lo que sentían y no estaban dispuestos a vivirlo otra vez.

Sin embargo Afrodita de Piscis en un principio estuvo mucho más interesado en tratar de reconectarse consigo mismo y su papel de caballero de su diosa que en buscar a alguien en su vida. Para el de Suecia resultaba importante eso, saber en que sitio estaba y lo que quería de la vida, no dejó de fomentar una camaradería e incluso amistad con los demás pero no quería otra cosa por el momento. Así que sus primeros tiempos fueron bastante tranquilos pero cuando vio a su alrededor y notó esa cara de felicidad en algunos se sintió diferente.

Esa mañana en el Coliseo estuvieron entrenando, tenían horarios delimitados para permitirle entrenar a los aprendices, los de bronce, los de plata y por supuesto los dorados, así era más sencillo. Como fuera durante el entrenamiento Afrodita estuvo de pareja con Camus, no estaba mal, los dos tenían técnicas para atacar diversas y distintas lo cual los hacía mantenerse atentos a su oponente. Cuando terminaron varios se quedaron hablando un poco más y lo primero que sucedía era que las parejitas se buscaban.

—     ¿Estás bien Camus?

—    Estoy bien Shura, solo fue entrenamiento.

Un instante más y se daban un beso.

—    Avisen que harán eso—decía bromeando Afrodita—Si quisiera mi jugo más dulce estaría bien—comentaba eso bebiendo de su mezcla especial.

—    No te molestes Afrodita—decía Camus—Es que no pudimos estar juntos casi todo el fin de semana.

—    Tenía que cuidar de Milo, Mu no estaba y se lo prometí—se defendía el de Capricornio.

—    Está bien, soy magnánimo, los disculparé—decía sonriendo el de Piscis.

Los otros dos se miraban con ternura y el de la mirada celeste sabía que era momento de retirarse, nunca demostraban nada y cuando lo hacían la discreción brillaba por su ausencia. Además no eran los únicos que estaban en lo que llamaba con humor La Hora del Arrumaco, o sea cuando las parejitas tenían unos instantes para estar juntas antes de seguir con sus obligaciones.

Veía a Shura y a Camus con sus besos y las miraditas cómplices, Milo y Mu que se contaban algo en secreto y se reían por ello, Saga y Aioros que estaban uno en los brazos del otro hablando de algo, Shaka que parecía niño sentado en las piernas de Aldebarán, Aioria y Death Mask quienes se molestaban mutuamente aunque en su mundo eso era coquetear o algo parecido. Suspiró y terminó por irse, no le gustaba quedarse en lo que definía como El Arca de Noé.

Mientras subía las escaleras para alcanzar su templo se decía a si mismo que le daba gusto por sus compañeros, habían encontrado a alguien en sus vidas que los hacía sonreír y que pensaba en ellos, estaban felices y le daba gusto que fuera de esa manera, por ellos, estaba muy bien eso de  tener a alguien en sus vidas, alguien especial que completaba sus vidas…aunque algunas de las parejas aún lo sorprendían, pero no importaba eso sino que estaban contentos con sus nuevas vidas.

¿Él podría tener algo así? Iba a medio camino cuando se hizo esa pregunta. No era que él no hubiera tenido pretendientes, desde antes de las batallas los tuvo y al regresar a la vida también pero no se comprometía, antes porque no era de ese tipo de persona y ahora porque no conocía alguien que le interesara de esa manera pero viendo a sus compañeros no podía sino decirse cuanto le agradaría tener a alguien así en su vida. Como Shura que cocinaba para Camus o Milo que hacía reír siempre a Mu, como Saga que trataba con tanta ternura a Aioros o Shaka que parecía no poder separarse de Aldebarán, incluso como Death Mask con sus celos pero que lograba sobrepasarlos para estar con Aioria.

Quizás no estuviera tan mal lo de buscar a alguien en su vida, alguien que completara su existencia y fuera feliz a su lado.

—    Tal vez solo es cuestión de buscarlo—se dijo a si mismo.

Llegó a su templo listo para darse un baño y seguir con sus deberes, definitivamente no estaba mal lo de ver que tenía el mundo para ofrecerle en la forma de un compañero.

Pero al final lo dejó pasar pues se dio prisa en cumplir con sus tareas.

 

**********

 

En los día siguientes Afrodita de Piscis casi no pasó una sola noche en su templo, eso debido a que cuando uno de los caballeros de plata le hizo una invitación aceptó y después se corrió la voz de que estaba aceptando salir y las invitaciones le llovieron, lo cual no era de extrañarse cuando su fama del caballero más hermoso seguía en auge.

Las citas no estaban mal pero el caballero de Piscis tuvo que convencerse que ninguno de los hombres con los que salió le interesaba para algo más que para conocido y en el mejor de los casos para amigo. No era que hubiera algo malo con ellos, simplemente no se sentía dispuesto a llegar a algo más con ninguno.

Terminaba por regresar a su templo y seguir con las mismas actividades de siempre.

Una mañana se dispuso a trabajar en su jardín, no era uno de sus días de entrenamiento así que aprovechaba el tiempo en atender lo que fuera necesario para que su templo y sus rosas estuvieran bien. Como fuera se mantuvo inclinado ante la tierra dejando que sus manos trabajaran laboriosamente, nada quedaba fuera de su supervisión y sus rosas se mostraban elegantes, removía su tierra, limpiaba el suelo, quitaba las hojas marchitas y las bañaba con agua fresca y cristalina.

Dedicó varias horas a esa labor pues su jardín no era pequeño pero quedó satisfecho con el resultado, así que al terminar fue a su cocina para beber algo y tomarse unos momentos de descanso.

—    Jugo de vida—se decía sirviendo un vaso de su mezcla de frutas de la nevera.

Se sentó a la mesa y como olvidada se encontró una revista que no había leído, era del tipo miscelánea, con varias secciones que permitían tener diversos intereses, pasaba por moda y cocina, además de muebles y jardinería, que era el motivo para que la comprara. Como fuera hasta el final, en la última página, contaba con una breve sección de horóscopos, a pesar de todo él no era muy afecto a ese tipo de cosas pero lo leyó, nada en especial a su gusto ni que le pareciera muy verídico pero algo llamó su atención.

“Piscis: Los nativos son joviales y logran sobrepasar grandes dificultades como si fueran insignificantes. Deben confiar y aprender a aceptar y seguir los consejos de los demás, solamente así desarrollarán plenamente las tendencias piscianas con los impulsos agregados. El nativo no se deja atar con facilidad y tiene la tendencia a criticar aunque sin prejuicios. Es difícil de enfurecer pero también difícil de apaciguar y muchas veces se conforma con una noble venganza; sus pasiones son fuertes y algo cambiantes.“

Por alguna razón no terminaba de parecerle muy halagador lo que decían de su personalidad, aunque no dejó de leer el resto.

“Es compatible en el amor con Cáncer, Virgo y Escorpión. Con los de su mismo signo son armoniosos pero difíciles de hacer sobresalir las cualidades del otro. Con Libra es compatible pues es muy inclinado a medir las limitaciones de Piscis.”

No era aficionado a ese tipo de cosas pero como si se tratara de un juego personal sonrió pensando en las opciones.

—    Claro, cualquiera de los tres es buena opción—se decía.

Lo pensaba, Death Mask, tan solo necesitaba lograr que dejara de mirar a Aioria con adoración, que se volviera más abierto y dejara de ser tan celoso; Shaka, pues no era tan complicado, solo que se sacara de la mente  al de Tauro, que viviera con mayor alegría y menos seriedad, por supuesto, que fuera menos lindo pues juntos sería bastante difícil mantener su título del más hermoso; quedaba Milo ¿Qué podía ser más fácil? Solo que no amara como amaba a Mu para que lo dejara por él, escapar de la furia del de Aries y sobrevivir a Shion por lastimar a su pupilo. Sencillo en verdad.

Terminó por reírse solamente, estaba contento por sus compañeros que habían encontrado a alguien especial en sus vidas, de verdad. Dejó la revista a un lado y cuando ya se estaba bañando recordó que quedaba un signo más en la lista.

Libra.

Tenía que pensarlo. Libra. Eso se traducía en un caballero de lo más particular aún entre todos ellos que eran caballeros

—     ¿Libra?—se preguntaba.

Sinceramente no era a alguien que hubiera contemplado alguna vez siquiera ni creía que alguien más lo hiciera en el Santuario, no porque fuera desagradable ni nada parecido pero tratándose de él todos los demás se sentían como un poco atemorizados pues imponía un profundo respeto, solo Shion como su patriarca se le igualaba en ese aspecto.

—     ¿Dohko?—se preguntaba terminando con la ducha.

Al final mientras se secaba solo se rió abiertamente y lo dejó pasar, tenía asuntos que atender.

 

**********

 

A la mañana siguiente Afrodita de Piscis continuaba con su día como si nada, no tenía nada más fuera de lo esperado por atender, se dispuso a terminar de trabajar con su jardín pues esa mañana tampoco le tocaba entrenar. Había encontrado un tipo de tierra negra altamente mineral y esperaba que ayudara a sus rosas de regiones más desérticas aunque no era sencillo trabajar con ella, se sentía pesada y no se acomodaba con sus guantes, así que terminó por sacárselos y hundió sus dedos en el saco para trabajar, ya no serían un arma pero deseaba que se vieran bien y estuvieran cómodas.

Además se había puesto algo de ropa que estaba por descartar ya que estaba desgastada y dañada.

—    Así estás bien—decía acomodando los rosales en su sitio—Ahora te sentirás como en casa.

Trabajando en su labor tan concentrado todo ese asunto de una pareja quedaba de lado y no le importaba demasiado, incluso lo que había leído el día anterior ya ni siquiera lo recordaba.

—    Terminé por fin—decía estirándose.

Sin darse cuenta por el cansancio se pasó el dorso de la mano por el rostro y justo en ese instante alguien tuvo que pasar por su templo.

—    Hola Afrodita.

Volteó y ahí estaba él, Dohko de Libra en persona, avanzaba impecable como siempre y muy formal.

El asunto fue que mientras caminaba hacia él el caballero de la séptima casa estaba siendo iluminado por los rayos del sol, por unos instantes parecía brillar, con sus cabellos rojizos reflejando el brillo del astro rey y su profunda mirada verde casi destellante en su varonil rostro.

—     ¿Te interrumpo Afrodita?

—    No, ya termine lo que estaba haciendo—respondió el sueco.

—    Sigues en tu jardín.

—    Me gusta tener algo en que ocuparme.

—    Que bien que lo hagas.

—     ¿Vas con Shion?

—    El patriarca me hizo llamar.

El de Libra sin duda era muy formal hasta ese momento, pues pese a ser amigo del patriarca no lo llamaba por su nombre sino en ocasiones señaladas, una manera de mantener cierto margen de respeto mientras que el de la última casa no tenía inconvenientes en llamarlo por su nombre.

—    No te vi en el entrenamiento pasado Dohko—comentaba el de Piscis.

—    Tuve algunos asuntos que atender.

Mientras el de Libra le daba un breve recuento de lo ocurrido el de cabellera celeste en realidad no escuchaba demasiado, más bien se limitaba a observar pero tuvo que decir algo cuando el otro caballero se dispuso a seguir adelante.

—    No te quito más tiempo Afrodita, tengo que irme.

—    Está bien.

—    Nos vemos.

Con esas casuales palabras siguió adelante mientras que la mirada celeste no lo perdía de vista ¿Siempre había caminado de esa manera? Nunca se había fijado como se le entallaba la camisa ni la manera en que los pantalones apenas parecían contenerlo. Sus hombros se alineaban con sus caderas provocando un ritmo masculino y atrayente ¿Cómo era que nunca se había fijado en nada de eso antes? Parecía imposible no haberse dado cuenta pese a todo el tiempo que llevaban como compañeros.

Al final logró moverse, no podía seguir babeando cual adolescente por un hombre que ya ni estaba ahí.

Entró a sus habitaciones para limpiarse un poco, al menos creía que solo se trataba de sus manos por trabajar con la tierra pero en ese instante tuvo que levantar la vista mientras el agua y la espuma del jabón corrían por sus dedos. Estando ante el espejo su aspecto no resultaba muy halagador. Tenía una línea larga de tierra justo por la mejilla y la nariz. Para una vez que charlaba con el de la séptima casa y tenía que dar semejante cuadro de si mismo ante el de ojos verdes.

—    Pero tenía que ser—se reprochaba limpiándose—Naturalmente tenía que encontrarme con ropa vieja y la cara sucia.

Suspiró, no podía hacer nada más, si de verdad era compatible con Dohko de Libra ese no hubiera sido un buen inicio.

 

**********

 

Esa misma tarde Afrodita necesitaba atender algunos de sus asuntos fuera del Santuario, era como reabastecerse, solo se trataba de hacer sus compras, así que fue a las tiendas que necesitaba, no compraba sus comestibles y demás artículos en una de las grandes cadenas sino en sitios un tanto selectos.

—    Café, pan integral, jalea, moras, agua mineral, queso, parece que es todo.

Siempre compraba los comestibles al final y ya tenía el resto, así que se puso en camino de vuelta sin inconvenientes, no mayores pero siempre lo de subir tantas escaleras era un poco cansado dijeran lo que dijeran los demás.

Pasó por los primeros seis templos sin inconvenientes pero en el séptimo se detuvo y se dio un respiro.

—    Deberíamos tener ascensores.

—    Eso solo sería útil si fuera un edificio—escuchó que le decían.

Volteó y se encontró con el caballero de Libra que se mostraba amable con él.

—    Hola Dohko—dijo con un tono algo balbuceante.

Se dijo para sus adentros si no podía ser más tonto pero el otro no pareció darse cuenta.

—    Hola Afrodita—lo saludó el de ojos verdes con amabilidad—Veo que hiciste tus compras.

—    Tenía que ocuparme en algo—dijo de la misma manera.

En serio ¿Qué le estaba pasando?

—    ¿Necesitas un breve descanso?—le preguntaba el de ojos verdes.

—    No me caería mal.

—    Preparé té ¿Te gustaría acompañarme con una taza?

—    No traje una taza.

El de cabellos rojizos lo miró desconcertado para después comprender.

—    Era una broma, comprendo.

La verdad era que lo dijo en serio.

De todas maneras acompañó al de la séptima casa al interior de su templo, el caballero de China lo ayudó amablemente con sus bolsas y lo llevó a su estancia.

Era un sitio bien acomodado y dispuesto pero sobre todo amplio, le gustaba mantener una decoración al estilo de oriente y dominaban los tonos verde agua, todo armonizaba perfectamente en su sitio.

—    Toma asiento por favor—le dijo Dohko—Traeré el té en un instante.

—    Te espero.

Lo vio salir y miraba un poco más tratando de adivinar como comportarse, debía relajarse pero por alguna razón se sentía algo inquieto, respiró con profundidad y aguardó jugueteando con sus dedos.

—    Espero que te guste—decía el de mirada verde regresando a su lado.

—    Gracias.

Lo vio servir el té en una especie de taza, por la forma y los decorados adivinó que se trataba de un juego de servicio originario de su tierra, tomó lo que le daban y le dio un sorbo.

—    No está mal—decía saboreándolo.

—    Es té—decía el de Libra.

—     ¿De qué?

—    No, me refiero a que es planta de té, una infusión de té—se explicaba el de cabellos rojizos—La gente le dice té a cualquier infusión pero la planta de té es específica.

—    Ah.

No se le ocurría decir otra cosa.

Por unos instantes no se dijeron nada, pero el de mirada celeste continuó pues no podían estar en silencio, al menos el no podía.

—    Se ve muy bien tu templo Dohko, es…muy ordenado.

—    Me agrada contar con pocas cosas, es más sencillo limpiar y no necesito de demasiado—le explicaba el de mirada verde.

No estaba mal para iniciar una conversación y lograron entrar a otro tema.

—    Me agrada ver que para todos ha sido posible adaptarnos a esta nueva vida—comentaba el guardián del templo—Llegué a temer que resultara más complicado.

—    No fue sencillo al principio pero tomando en cuenta la alternativa creo que todos estábamos dispuestos a encajar.

—    Si lo vemos así tienes mucha razón.

Definitivamente el de la séptima casa era muy amable con él, para ese momento no solo era el té sino también unos sabrosos panecillos de arroz de los que habían dado cuenta.

—    Me agrada estar en el Santuario Dohko, poder convivir con los demás y estar juntos, tener esta oportunidad ¿A ti te da gusto?

—    Me agrada en verdad Afrodita, viví más de doscientos años y ahora puedo tener una vida como la de todos los demás.

—     ¿La de los demás?

—    Bueno, como la de los otros caballeros, me parece una buena vida ahora que puedo vivirla.

—    Tienes razón, es una buena vida.

Sonrieron con amabilidad, al de mirada celeste le parecía que era la primera vez que lo veía sonreír así o al menos por vez primera estaba notándolo, como sus ojos bajaban suavemente y su mentón se marcaba, incluso se le hacía un hoyuelo en la mejilla derecha y se notaba que era sincero cuando lo hacía.

—    Tu jardín es hermoso Afrodita—comentaba como si nada el de Libra—Espero que disfrutes trabajar en él.

—    Me agrada bastante.

Pero inevitablemente recordaba como lo había visto la ocasión anterior.

—    Yo también trabajo con mis plantas, me gustan, me ayudan a pensar y a relajarme.

—    No sabía que tenías plantas Dohko.

—    En realidad son plantas medicinales ¿Te gustaría conocerlas?

—    Claro.

De inmediato se preguntó si no había puesto demasiado entusiasmo en su respuesta pero ya no podía hacer nada al respecto y siguió al de cabellos rojizos.

Lo guió por su templo y era más de lo que el de mirada celeste esperaba, se trataba de una especie de invernadero que contaba con diversas especies en color y tamaño además de su aroma.

—    Es impresionante—decía con sinceridad.

El de cabellos rojizos le habló de las diferentes plantas que tenía y para que servían, el de mirada celeste lo escuchaba con atención pues le interesaba y además era una manera de estar cerca del  de Libra. Aunque finalmente llegó el momento de separarse.

—    Tengo que irme a mi templo—decía el de Piscis.

—    Espero que descansaras.

—    Lo hice, gracias por el té y los panecillos.

—    De nada.

Lo acompañó hasta la entrada y se despidió con gentileza pero en el camino el de Suecia iba pensando en que tal vez…quizás…no es tan descabellado que…bueno… ¿Por qué no? Es decir, podía ser.

Dohko y él eran compatibles.

 

**********

 

Esa noche Afrodita no dejaba de darle vueltas al asunto de Dohko, trataba de relajarse en la comodidad de su templo pero no le estaba resultando sencillo. Cenó de manera ligera, solo un poco de fruta con queso cottage y bebió un té de flores.

—    Es una infusión—se recordaba a si mismo.

Cada día se aprendía algo nuevo y estando al lado del venido de China eso era muy sencillo, ese hombre sabía muchas cosas.

Como fuera se refrescó el rostro con agua, se cepilló los dientes y se cambió de ropa para dormir, usaba un pijama de pantaloncillos y camiseta, pero ya debajo de las sábanas de algodón egipcio se dejaba arrastrar por sus pensamientos sobre lo que podría ser si intentaba algo, lo que fuera, con el caballero de la séptima casa.

Ese era un tema que podía resultar delicado ya que no se trataba de cualquier caballero del Santuario.

—    Dohko es un gran caballero—se decía.

Sin duda lo era, se trataba nada más y nada menos que de uno de los sobrevivientes de la guerra santa anterior, magnífico combatiente y portador de la armadura de Libra, la única que contaba con armas debido a una decisión de su propia diosa, además era uno de los doce caballeros dorados que servían a la diosa Atenea, en conjunto no se podía decir que estaba tan lejos de él en ese aspecto pero había muchos otros que tomar en cuenta, pues no solo era un caballero dorado.

—    Todos lo respetan—continuaba el de Piscis.

No era una mentira, entre todos los caballeros nadie se hubiera atrevido a decir algo en contra del de Libra, ni las lenguas más viperinas (que las había en el Santuario) se atreverían a juzgar al caballero de la séptima casa o a hablar mal de él. Respetado por su sitio como uno de los dorados contaba con el respeto del patriarca, de los demás dorados, de los de plata y los de bronce, si eso no bastaba de la mismísima Saori. Nadie en el Santuario dudaba de su palabra y buen juicio además de su templanza, si Dohko hablaba los demás callaban para escucharlo, si emitía un juicio sobre cualquier tema se acataba su opinión.

—    Es inteligente, moderado, de buen juicio—seguía con su análisis el de la última casa.

Definitivamente eran virtudes que todos le achacaban y hasta ese momento nadie podía decir que no fuera cierto, para un hombre que había vivido tanto y que dio tales muestras de devoción a su labor la lealtad era además algo que no se le negaba. Si se requería de consejo resultaba la mayor autoridad y si bien había caballeros que se consideraban más poderosos hasta ellos mostraban su deferencia por el de Libra. Saga, Shura y Camus nunca se atrevieron a decirle que eran más poderosos, aún Shaka que era el más cercano a los dioses no se jactaba de ser mejor que él, por el contrario, todos se medían por debajo del de cabellos rojizos por más cosmos poderoso que tuvieran.

Aún con todo eso Dohko era una persona gentil, amable, sencilla, nunca se daba sus aires de superioridad por encima de otros, por el contrario, estaba dispuesto a ayudar y a apoyar a sus compañeros y a los demás, además sabía escuchar y respetaba las opiniones de los demás, era en resumen un caballero.

—    Y no es desagradable—tenía que admitir el de Suecia—Es más bien agradable…muy agradable.

Porque no estaba ciego, tenía ojos en la cara y los usaba. El de Libra contaba con un excelente porte, tenía esos bellos ojos verdes, resultaba varonil, fuerte, muy masculino, de rasgos firmes y sin duda se daba su lugar en todo sitio. Era apuesto. Bastante. Al menos para el de cabellos celestes llenaba con creces el tipo de hombre que le resultaba atractivo en todos los sentidos.

Justo en ese momento se decidió, valía la pena, más que eso, así que se aventuraría en una nueva labor. Sonriendo se dijo lo que haría deslizándose por el sueño: Buscaría una relación con el formal, inteligente, respetado y apuesto Dohko de Libra.

 

**********

 

A la mañana siguiente Afrodita se levantó de bastante buen humor, en su cabeza seguía haciéndose planes sobre la manera de acercarse desde ese instante al de la séptima casa, pensaba en lo que resultaría mejor: Ser directo o algo misterioso, buscar conversar o invitarlo abiertamente, quizás encontrar un punto con terceros en la escena para que no resultara demasiado complicado. Todos los proyectos tenían sus pros y sus contras, tal vez necesitaba tantear un poco el terreno antes de decidirse por cualquier acción.

De todas maneras se alistó para verlo pues estaba en claro que tenía que buscarlo y no dejar las cosas al azar, por ello se tomó un largo rato en elegir como se vería antes de salir de su templo. Ropa sencilla y cómoda que estilizara su figura, su cabello caía cuidadosamente por sus hombros y su espalda, se contempló en el espejo de pie en su habitación. Se veía muy natural.

—    Estoy listo—se dijo sonriendo.

Con su seguridad reafirmada dirigió sus pasos hacia Libra, el plan era concreto. Buscaría a Dohko en su templo y le sugeriría buscar a algunos compañeros para ir a desayunar juntos. Deberían ser Mu y Shaka porque sabía de antemano que tenían planes y rechazarían la invitación pero ellos dos podrían ir de todas maneras y así podría comprobar en que terreno se encontraba y dejarle saber al otro sutilmente su interés. Era un hombre de otra época, no creía que un avance directo fuera lo mejor con él.

Entre sus pensamientos y resoluciones quedó a la entrada de Libra, sonriendo entró pero las cosas no salieron del todo como las esperaba.

—     ¿Dohko? Buenos días, soy yo, Afrodita.

Pero solo estaba el silencio, tuvo que cruzar el templo sin estar seguro de lo que sucedía.

—     ¿Dohko?

—    Afrodita—escuchó que lo llamaban.

El de la séptima casa estaba en la entrada de su templo y parecía dispuesto a marcharse.

—     ¿Dónde vas?—preguntó sin más el de Piscis.

—    Buenos días Afrodita—lo saludó antes que nada—Deseaba dar una vuelta por los alrededores.

—    Oh.

—     ¿Necesitas algo?

—    No—decía algo decepcionado pero se le ocurrió otra idea— ¿Puedo acompañarte en tu paseo?

De todas maneras la idea era estar a solas con él así que no estaba tan mal.

—    No sabía que eras de los que daba recorridos por el Santuario—comentaba el de Libra.

—    No está mal probar.

—    Si lo deseas puedes venir conmigo.

—    Muy bien, entonces ¿Vamos?

Sin más se pusieron en camino pero las cosas no resultaron del todo como las esperaba el de la última casa.

Para empezar Dohko no iba por los sitios más transitados del Santuario sino que buscaba los más solitarios y hasta un poco inhóspitos, el de Piscis no tenía ni idea que existieran algunos de los lugares que conoció ese día. Aparte de eso fue cansado y largo, el de los ojos verdes resultaba un magnífico senderista mientras que él distaba de serlo. Por si no bastara el caballero de la balanza no fue particularmente conversador durante el trayecto, parecía más interesado en lo que fuera que estaba pensando que en su compañero que entre avanzar a su mismo paso y escalar las pendientes no estaba para hacer plática de ninguna naturaleza, a lo más hubiera sido para quejarse y no creía que eso le fuera a ayudar en sus proyectos de conquista.

Al final pudieron regresar pero Afrodita se sentía golpeado por el sol (de verdad, era como se sentía) y tenía sed, mucha sed, juraba que su lengua se pegaba a su paladar.

—    Estas salidas me ayudan a relajarme y a pensar—fue todo lo que comentó el de Libra.

—    Que bueno—logró responder el de Piscis—Creo que debo ir a mi templo Dohko.

—    Nos vemos después Afrodita.

—    Si.

Apenas si supo como logró regresar a la doceava casa, lo que si hizo fue ir directamente a la nevera y beber simplemente de su empaque un paquete de jugo de naranja hasta dejarlo vacío. Respiró profundo y se sintió un poco mejor. Al final se dijo que no había logrado avance alguno y estaba cansado.

 

**********

 

Aunque algo como eso no iba a desanimarlo, era Afrodita de Piscis, un pequeño tropiezo no lo desalentaría, lo vio como un leve contratiempo solamente, tendría que cuidarse de las situaciones en las que podía acercarse a Dohko, nada más, que estuvieran un poco más en control para él y sin duda todo saldría mejor.

Fue así que en los días siguientes se mostró sutilmente cerca del de Libra, a veces pasaba como si nada y lograba que cruzaran unas cuantas palabras pero eso no resultaba exactamente un triunfo cuando el de la séptima casa charlaba con los demás también. El de cabellos rojizos era innegablemente amable pero lo era con todo el mundo, no solo con Afrodita y el sueco lo sabía bien.

De todas maneras se dispuso a seguir intentándolo y por ello ideó un plan más.

Estaban entrenando una mañana en el Coliseo, los demás dorados estaban presentes y como lo hacían regularmente empezaron a quedar en parejas. El de cabellos celestes logró maniobrar un poco y consiguió lo que esperaba.

—     ¿Qué te parece Dohko? Seremos compañeros en el entrenamiento.

—    Muy bien Afrodita—le dijo amablemente el de mirada verde.

Los demás se disponían a dar inicio a su entrenamiento mientras el de Piscis pensaba que era tan buen medio como cualquiera para estar cerca del de mirada verde pero el problema fue que el caballero de la última casa nunca había puesto demasiada atención al del séptimo templo en los entrenamientos.

Dohko entendía que estaban en una nueva época de paz pero creía firmemente que el entrenamiento constante les permitía estar en buenas condiciones en caso de ser necesario, además daba disciplina y fomentaba el compañerismo, en otras palabras se lo tomaba bastante en serio.

Y el de Piscis lo iba a descubrir de primera mano.

—     ¿Listo?—preguntaba el de ojos verdes mirándolo intensamente.

—    Claro—decía sonriente el de cabellos celestes.

Apenas estuvo en guardia vio al de Libra lanzarse contra él, logró repeler el primer ataque pero al segundo siguiente se encontraba a sus espaldas y lo golpeó, pudo mantener el equilibrio pero le pareció que una lluvia de golpes caía contra él de todas direcciones. No supo cómo o porqué pero un ataque que creyó vendría por la derecha lo golpeó por la izquierda y terminó tendido en medio del Coliseo.

—     ¿Estás bien Afrodita?—escuchó que le preguntaban pero de manera muy lejana.

Logró abrir los ojos pero todo se movía alrededor aún, consiguió enfocar su mirada y se dio cuenta que Dohko y sus compañeros estaban alrededor mirándolo con preocupación.

—     ¿Qué pasó?—preguntaba adolorido el sueco.

—    Lo lamento Afrodita—se disculpaba el de la séptima casa—No quise golpearte de esta manera.

—    Está bien Dohko, creo que me distraje.

Lo ayudó a levantarse lentamente, no se veía algo grave pero se había llevado una buena sacudida.

—     ¿De verdad te sientes bien?—le preguntaba Camus.

—    Si.

—     ¿Quieres que te llevemos a tu templo?—le preguntó Shura.

—    No hace falta.

—    Yo lo llevaré—intervino Dohko—Sigan con el entrenamiento.

Ante eso el de Piscis ya no dijo nada, se limitó a dejarse guiar por el de Libra que tuvo cuidado al apoyarlo contra él para caminar hasta alcanzar el último templo.

Lo llevó al interior y lo acompañó a su sala para que quedara sentado en un sillón.

—    Lamento esto Afrodita.

—    No fue nada Dohko.

El de Libra lo ayudó a limpiarse y lo revisó con cuidado, era verdad que como caballeros podían con mucho más que eso pero no era menos preocupante el que alguno pudiera lastimarse.

—     ¿Te gustaría desayunar algo Afrodita?

—     ¿Desayunar?

—    Si, yo lo prepararía, es lo menos que puedo hacer después de lo que ocurrió.

—    Gracias.

Lo vio ir hacia la cocina, no estaba mal, una sacudida a cambio de estar en privado en su templo y ver al de Libra ocupado solo en él.

 

**********

 

No estuvo nada mal, al menos para el del ultimo templo fue una buena mañana pese a estar algo adolorido, aparte de eso todo marchó mucho mejor de lo que hubiera esperado. Para empezar Dohko estuvo a su lado toda la mañana y además le preparó un excelente desayuno que disfrutó bastante.

—    Siéntate con cuidado—le decía el de Libra ayudándolo.

—    No fue tan grave Dohko, estoy bien.

—    Al menos déjame atenderte, es lo menos que puedo hacer.

—    Si quieres—respondió sonriendo.

Le había preparado café y leche, al combinarlos le dio un delicioso aroma, aparte de eso estaba la fruta con miel y queso, pan tostado y jalea a un lado, un plato con una omelet y jugo de frutas.

—    Es mucho más de lo que acostumbro Dohko.

—    Perdona, supuse que eras solo de fruta pero algo un poco más sustancioso no te vendrá mal para recuperarte.

—     ¿Tú crees?

—    Si pudiera te prepararía un sumo de ave con verduras, eso es lo mejor.

Pero vio la expresión del de la última casa.

—    Sabe bien Afrodita, te lo aseguro. Yo lo tomaba cuando entrenaba, es energético.

—     ¿Te refieres a cuando buscabas tu armadura?

—    Si.

Lo vio servirle primero y solo después él tomó una taza, aunque únicamente de café.

—    Me he preguntado como fue eso—decía el de Piscis mordiendo una tostada con jalea de arándanos y queso— ¿El Santuario era muy diferente entonces?

—    Bueno, no era exactamente igual pero no ha cambiado mucho Afrodita. Creo que más bien ha cambiado la gente que ha vivido aquí, de todas maneras yo estaba en Cinco Picos, no es mucho lo que sabía de manera cotidiana.

—    Nunca he ido ahí ¿Es un buen sitio?

—    Es muy tranquilo y rodeado de naturaleza, si te agradan ese tipo de paisajes te gustaría sin duda.

—    Tal vez debería ir—comentó como si nada esperando ver su reacción.

—    Si lo deseas algún día podrías acompañarme.

—    Lo tendré en cuenta—decía el de mirada celeste sonriendo—A veces  pienso que debió ser difícil Dohko, estar ahí vigilando el sello de Hades todo el tiempo.

—    Me daba tiempo para pensar.

Siguieron hablando con calma, para el de Libra fue una novedad que alguien deseara hablar de sus días en Cinco Picos pero lo disfrutó, extrañamente Afrodita lo escuchó sin ningún interés en especial, simplemente disfruto de saber más de él y se le olvidó que buscaba algo más con él, solo deseaba conocerlo un poco mejor. Y le agradaba hacerlo.

—    Creo que debo irme—le decía Dohko—Ya es casi medio día.

—    Lamento haberte entretenido tanto tiempo.

—    Está bien Afrodita, descansa, te hará bien.

—    Lo haré.

Aún así acompañó al de Libra hasta la entrada de su templo para despedirlo.

—    Nos vemos después Afrodita.

—    Hasta luego Dohko y gracias por el desayuno.

—    No es nada.

Lo vio alejarse sin perderlo de vista, suspiró, sin darse cuenta siquiera sonreía, nunca hubiera creído que el de la séptima casa fuera tan ameno y gran conversador, pero le agradó estar con él durante ese tiempo.  Además había llegado a una resolución escuchando al de Libra. Por lo que notaba el caballero era más bien una persona solitaria y se decidió a que era como una misión en su vida ayudar al de mirada verde a no llevar más una existencia tan solitaria.

Eso coincidió con una novedad para todos los del Santuario: Saori iría de visita y con ella estarían los caballeros de bronce.

 

**********

 

La llegada de Saori al Santuario fue un momento de interesantes reacciones en todos. La muchacha de los cabellos morados iba acompañada de los jóvenes de bronce, de casi todos, pues el Fénix según su costumbre se había ido por su cuenta.

Como fuera, la mayoría solo se concentraba en que su diosa estaba ahí pero para Afrodita fue también una nueva perspectiva del caballero de Libra. En realidad él solo sabía algo de los lazos que lo unían con el caballero de bronce del Dragón, el joven Shiryu.

Sabía como los demás que el joven de largos cabellos negros era el discípulo del guardián del séptimo templo, pero hasta ese momento pudo contemplar la abierta y sincera relación que ambos sostenían. El joven Shiryu era muy respetuoso con el caballero y el de Libra se mostraba atento y afectuoso a lo que tuviera que ver con él. Parecían estar contentos por poder verse después de un tiempo de su última visita y eso lo hizo pensar en algo más.

Ya que Dohko era tan cercano a su discípulo podría ganar puntos ante el de Libra si se llevaba bien con el del Dragón.

—    Hola Shiryu—lo saludaba con una gran sonrisa.

—    Caballero de Piscis—decía formalmente el de cabellos negros.

—     ¿No necesitas nada?

—    Me encuentro bien, gracias,

—    Si necesitas algo no dudes en pedirlo, será un placer para mí poder ayudarte.

—    Muchas gracias.

—    O si solo deseas hablar también puedes hacerlo, puedes contar conmigo para todo, no solo como caballero.

—    Lo tendré en mente.

El de Piscis se fue pero Shiryu no terminaba de comprender porque le decía todas esas cosas.

Aún así Dohko no parecía compartir con el de Piscis nada más allá de una saludable amistad, con el paso de los días ciertamente era atento con el del último templo pero trataba igual a los demás. Pendiente como estaba de la visita de Saori incluso había dejado de prestarle cierta atención a sus compañeros.

La visita de Saori no iba a ser larga, solo de unos días, así que al término de los mismos se sabía que se marcharían de nuevo a Japón, obviamente los de bronce partirían también pero para el caballero de Piscis solo representaba una oportunidad.

—    Están invitados a una fiesta en mi templo—le decía a los demás caballeros.

—     ¿Por qué quieres hacer una fiesta?—le preguntaba Milo.

—    Porque será de despedida para la señorita Saori y los de bronce—les explicaba.

—    Tal vez Shion se encargue de esto—comentaba Mu.

—    Las reuniones de Shion, con todo respeto, son aburridas.

En eso le daban la razón así que no tardaron en aceptar.

—    Están confirmados los invitados—decía Afrodita arreglando su templo—Está listo lo que vamos a comer, la bebida, los aperitivos, todos los desechables, servilletas, música…creo que no dejé nada de lado.

Era bastante trabajo pero se sentía animado, se decía a si mismo que hasta ese momento había sido muy sutil con Dohko, era momento de pasar a un movimiento directo y abierto que no permitiera interpretaciones, solo lo que debía ser. Así era, la fiesta era un mero pretexto para tener al de Libra cerca, se mostraría divertido, sonriente, lo convencería de estar unos momentos a solas y después…

—    No te me escaparás Dohko de Libra—se decía convencido y sonriente.

No veía porqué no resultarían las cosas como las planeaba, hasta ese momento no había querido utilizar algunas de sus habilidades pero ya no sería así, definitivamente el de los ojos verdes y cabellos rojizos no iba a eludirlo más.

Solo quedaba aguardar porque la fiesta diera inicio.

 

**********

 

Como los habían invitado y sabían que sus fiestas eran excelentes los caballeros no dejaron de presentarse en el último templo del Santuario, además el motivo se prestaba a que quisieran estar juntos, los jóvenes de bronce se marcharían y eso les permitía verse un poco más, conversar y convivir de manera no tan rígida. Además los jóvenes que iban con Saori se sintieron cómodos por tantas atenciones y no dejaban de disfrutar de la reunión.

Afrodita se mostraba como un muy buen anfitrión procurando que se sintieran bienvenidos, que no les faltara nada, que se divirtieran y mantenía pequeñas conversaciones aquí y allá para que se animaran los demás a convivir y disfrutar de la reunión, lo cual lograba con bastante éxito. Además  el caballero de Piscis parecía muy dispuesto esa noche a sostener su título de El Caballero más Hermoso, elegantemente vestido con un suéter de vicuña y pantalones hechos a la medida lucía juvenil, su rostro resplandecía con una sonrisa, casi parecía que su cabello brillaba, se veía muy bien y lo sabía, estaba completamente seguro de su apariencia.

Claro que todo eso se debía a que esperaba que alguien en especial se diera cuenta de ello.

—     ¿Te diviertes Dohko?—le preguntó sonriéndole.

—    Si, gracias por invitarme Afrodita.

—    Es un placer.

—    Fue muy amable de tu parte organizar una fiesta para los demás, creo que están contentos de que pensaran en ellos.

Los dos dirigieron sus miradas donde estaban los de bronce. Los cuatro muchachos hablaban animadamente de algo y a momentos compartían con los dorados, no estaba nada mal la reunión.

—    Que bueno que pudieron venir—comentaba Afrodita—Debes estar contento de poder ver a Shiryu.

—    Me da gusto poder verlo, es verdad, es un buen muchacho.

—    Tuvo un buen maestro.

—    Solo pude guiarlo un poco, el resto lo hizo él.

—    No seas modesto, todos en el Santuario sabemos quien es el respetable caballero de Libra.

El de mirada verde lo observó como si no estuviera seguro sobre lo que terminaba de decirle ¿Era en serio o era una broma? El de la última casa se dio cuenta pues de inmediato intentó enmendarlo.

—    Lo dije con la mejor intención Dohko, créeme.

—    Lo sé.

En ese momento empezaba una melodía lenta, no fueron pocos los que se miraron a los ojos y se tomaron de las manos, algunos hasta bailaron…y todo en parejas, pasando por Shura y Camus hasta los de bronce pues Hyoga y Shun bailaban mientras Shiryu y Seiya se miraban con ternura abrazándose.

Al mirar alrededor el caballero de Piscis suspiró y se quedó un poco desalentado.

—     ¿Qué sucede Afrodita?

—    Esto se convirtió en el Arca de Noé—respondió el de cabellos celestes.

—     ¿Por qué lo llamas el Arca de Noé?—preguntaba Dohko.

—    Porque todos están en parejas.

El de cabellos rojizos tuvo con una mirada para saber que era verdad, todos los invitados estaban en parejas de pronto, solo ellos dos podrían decir que no aunque estaban juntos pues no tenían una relación, de todas maneras el de la séptima casa se decidió a decirle algo a su compañero.

—    No es tan malo Afrodita.

—     ¿Eh?

—    Podrías estar solo, eso si sería triste.

—    Pues…

—    Vamos a bailar—dijo extendiéndole la mano.

Pero el de cabellera celeste parecía no decidirse a nada, lo miraba a momentos pero bajaba la mirada como con timidez y no podía hablar, sin embargo el de mirada verde fue más decidido y tomó su mano con suavidad para llevarlo durante una breve danza. No era especial ni particular pero el de la última casa se sintió entre sus brazos, sabiendo que era capaz de sostenerlo y hacerlo sentirse bien por ello, aunque no terminaba de relajarse pero lo disfrutó bastante.

Desafortunadamente la pieza llegó a su final y el de Libra se separó.

—    Dohko…

—    Parece que ya se van—decía el otro.

Con suavidad se apartó de él para dirigirse a los de bronce que comentaban algo sobre que ya era tarde y debían partir temprano, lo sintió alejarse y supo que necesitaba de algo más antes de permitirle marcharse.

 

*********

 

Decidido a actuar pues tal vez no hubiera más posibilidades el de la última casa estaba preparado para algo más. Observaba como algunos de los invitados empezaban a retirarse, ya era un poco tarde, aún así con sus ojos celestes solo se ocupaba de que el caballero de Libra siguiera ahí.

Fue cuando el de la séptima casa se le acercó para despedirse que supo que necesitaba moverse y hacer lo suyo.

—    Muchas gracias por invitarme Afrodita.

—    De nada Dohko, que bueno que vinieras.

—    Nos vemos mañana.

Apenas daba un paso cuando el de cabellera celeste le habló de nuevo.

—    Antes de irte podrías ayudarme con algo, por favor.

—    Claro.

—    Es en mi habitación.

Sin más se pusieron en camino y entraron, Afrodita caminaba aparentemente como siempre pero en realidad contoneaba un poco más sus caderas y pasó una mano por su cabello como si fuera algo casual pero obligaba a que le prestaran atención a su rostro y a su sonrisa.

—     ¿Cómo has estado Dohko?

—    Bien—respondió el otro sin estar seguro del porqué le preguntaba eso.

—     ¿Te dio gusto ver a Shiryu aunque se vaya mañana?

—    Por supuesto pero ya habíamos hablado de esto.

—    Tienes razón, que cabeza la mía.

Diciendo eso hizo suavemente su cabeza hacia atrás riéndose pero sin perderlo de vista.

—    Es como si te preguntara que si disfrutaste de la fiesta—continuó el del doceavo templo.

—     ¿Qué es lo que necesitas que haga Afrodita?—terminó por preguntar el de Libra.

—    No es tan importante ahora que lo pienso—dijo acercándose a él sin dejar de mirarlo a los ojos— ¿Has visto mi nuevo dije?

Preguntándole al mismo tiempo se bajaba el cuello de su suéter para dejarlo ver la pequeña pieza de oro sobre su nívea piel, era el símbolo de su signo, al mismo tiempo que sonreía bajaba suavemente sus párpados, casi como si dijera “Que travieso soy ¿Verdad?”. Sin embargo el de cabello rojizos no parecía responder a ello como esperaba, no lo miraba con interés ni nada similar, solo aguardaba a saber en qué podía ayudarlo.

—    Dohko—le dijo suavemente tocándolo con la mano en su pecho.

Si con eso no entendía en verdad nada lo haría comprender.

—    Creo que ya debo irme Afrodita.

Dio un paso hacia atrás y se fue.

El de Piscis se quedó ahí, de pie, sin terminar de creer lo que había sucedido, había hecho todo para hacerle saber al de Libra que le interesaba y no consiguió nada ¿Cómo había ocurrido eso? La fiesta se terminó.

El de Piscis no se durmió por lo que quedaba de noche, estaba desanimado con lo ocurrido y prefirió ponerse a limpiar su templo, era mejor tener las manos ocupadas que acostarse y no descansar. Trataba de descifrar que había estado mal, nunca le había fallado su mirada intensa y su sonrisa suave, acercarse y mostrarse disponible ¿Qué fue distinto?

Entre levantar desechables y embolsarlos para la basura quedó a su alcance algo que ni siquiera tuvo el tiempo de revisar antes por estar tan ocupado con lo de la fiesta. Se trataba de la revista que consultaba para la jardinería, recordó que así había empezado todo, por uno de sus artículos.

Se sentó un segundo y con desgano Afrodita leyó la revista y se quedó con la boca abierta: Había una fe de erratas.

“En la sección Horóscopos anterior se escribió en el signo de Piscis Con Libra es compatible pero se debió a un fallo en la transcripción, debía decir Con Libra no es compatible…”

Ni siquiera terminó de leer la breve disculpa, no le interesaba ¿Todo lo que había pasado era por un error en una revista? Casi se rió pero no lo hizo, se sintió como un estúpido, un completo estúpido.

—    Si, ya parece que Dohko iba a fijarse en mí, justamente en mí—se dijo con incredulidad cubriéndose los ojos con las manos.

Al final solo se levantó dispuesto a seguir limpiando, no iba a descansar y prefería descargar toda su frustración en algo positivo como limpiar, si, su templo iba a quedar como quirófano de hospital de lo limpio que lo dejaría.

Era un tonto y quedó en ridículo.

Estaba limpiando el piso de mármol, por tercera vez, todo lo demás ya estaba limpio y amanecía pero no quería descansar, se negaba a quedarse quieto porque sabía que su mente se llenaría de algo que no pensaba encarar en esos instantes.

—    Dohko…

Sin embargo el amanecer le tenía una sorpresa más.

 

**********

 

Algo cansado y decepcionado Afrodita parecía finalmente no poder seguir limpiando más, quisiera o no tenía que quedarse quieto por unos instantes, tal vez lo mejor era darse un baño y tratar de descansar un poco. Se dirigía a su habitación cuando escuchó su voz.

—    Afrodita.

Dio vuelta, era él.

—    Dohko—dijo sorprendido.

—    Perdona por venir así pero esperaba que pudiéramos hablar.

—     ¿De qué?—preguntó sin mirarlo.

—    Quería darte las gracias por lo que hiciste por los de bronce, les gustó mucho.

—    No fue nada.

—    Me dio gusto ver a Shiryu.

—    Ya me habías dicho eso.

—    Si, lo sé.

Vinieron unos instantes de silencio pero el de mirada verde notaba claramente que el sueco se mostraba decaído.

—    Creo que no manejé bien las cosas Afrodita—reconocía el del séptimo templo.

—    No importa Dohko.

El de Libra respiró con profundidad, era necesario que hablara.

—    No quiero perder más tiempo—decía el de cabellos rojizos—Me gustas, me gustas mucho Afrodita de Piscis.

El de mirada celeste lo miró de frente con cara de sorpresa y el otro continuó.

—    Solo es que no terminaba de creer que buscaras algo más conmigo Afrodita, no pensaba en que pudiera ser alguien que te interesara de esa manera.

—     ¿De verdad?—preguntaba sonriendo el de cabellos celestes.

—    Si.

El de mirada celeste no esperó para ir hacia él, se estrecharon por los brazos pero antes de poder hacer algo más el de Libra pasó su dedo por la punta de la nariz del de Piscis. El de Suecia hizo bizcos y el de mirada verde se rió.

—    Tenías una pequeña mancha—le explicaba el de cabello rojizo.

—    Ya cállate.

Un instante más y se estaban besando, definitivamente no deseaban perder el tiempo.

Así fue como dio inicio la relación entre ambos caballeros.

Con los días las cosas fueron mejor entre los dos, los demás del Santuario supieron que salían juntos y que se veían como más que amigos, nadie lo criticaba, parecía que les hacía bien tenerse mutuamente en sus vidas. Afrodita se mostraba contento con lo que sucedía pues Dohko era un hombre por completo y él más feliz no podía estar. O casi.

Casi porque Dohko hasta ese momento se mantenía en el terreno de lo “apropiado”, no había intimidad física ya que el de Libra guardaba sus opiniones.

—    Debemos tomarnos el tiempo para pensarlo, es un asunto serio.

El de cabellera celeste estuvo de acuerdo en esperar…pero se impacientaba.

No era que ansiara el sexo por si mismo sino que le gustaba su compañero y bastante, a veces cuando estaba cerca ansiaba que hicieran algo más pero el de la séptima casa solo le tomaba la mano o lo besaba, nada más. Seguía actuando como en otra época.

Una noche el de Libra esperaba a Afrodita en su templo, lo había invitado a cenar y le garantizó una comida especial, ante lo cual el otro acudió sin inconvenientes.

—    Que bueno que ya llegaste—lo recibió el guardián del templo.

—    Es una cena y gratis—decía sonriendo el de la última casa.

Al sentarse a la mesa de tipo oriental (más baja, estaban sentados sobre cojines) el de mirada celeste se convenció que era una excelente cena, no estaba del todo acostumbrado a la comida ni a la forma de comerla pero le agradó bastante. Se dio cuenta antes que nada que lo sirvió todo al mismo tiempo, como si fuera un buffet, veía los tazones ante él y el aroma resultaba invitante. No tardó en saber que era cada uno de los platillos: Arroz frito, cerdo agridulce, tazones con mostaza, vinagre, salsas de soya y de castañas, pescado frito, espinacas fritas rodeadas de costillitas y sopa de pepino.

Comieron con gusto  aunque le llamó la atención ver a su compañero utilizando un tenedor.

—     ¿Por qué no usas los palillos?—quiso saber el de Suecia.

—    Porque quiero que veas lo bien que sé utilizar el tenedor.

El sueco se rió, no todos entenderían el sentido del humor del de Libra pero a él lo hacía reír.

Solo faltaba el postre pues el de mirada verde pensaba en ello, aunque no se trataba de comida exactamente.

 

**********

 

La cena había sido buena, pese a la variedad de platillos las porciones pequeñas de cada uno ayudaban a que no se sintiera pesado el comerlos, aparte de eso el de la séptima casa combinó la comida con la bebida.

—    Es Shao Shing*—explicaba Dohko sirviéndole un poco más.

Tenía un sabor similar al del vino blanco seco pero estaba bien.

—     ¿Te gustó?—preguntaba el de Libra mirándolo.

—    Estuvo delicioso—respondía sonriendo el de Piscis.

—    Espero que te guste el postre.

—    Siempre hay espacio para el postre.

El de cabellos rojizos le presentó una ensalada o al menos eso parecía.

—    Es una montaña helada de pétalos—le explicó el de mirada verde—Se come de manera especial.

—     ¿Cómo?

—    Así.

Aparte de la ensalada había colocado sobre la mesa tazones pequeños con azúcar que se veía diferente en cada uno, el de la mirada verde tomaba los pétalos con suavidad entre sus dedos, los revolcaba en un poco de azúcar y los llevaba a los labios del de celeste mirada, el azúcar sabía a frutas y a licor, era una mezcla interesante y debido a la manera en que la estaba probando resultaba muy sensual.

—    Afrodita—lo llamaba suavemente.

El de ojos celestes se daba cuenta que toda la velada lo había observado, lo miraba con afecto, con cariño, pero había algo más, esos ojos verdes lo seguían, lo acechaban, quedaban quietos sobre él, se sintió ruborizado sin poderlo evitar.

Una vez que se terminaron la ensalada el de Piscis se sentía extraño, como si estuviera ebrio pero no había bebido tanto, aún así sus mejillas estaban sonrosadas y algo en su interior parecía florecer en sus entrañas.

—     ¿Te gustaría quedarte?—le preguntó finalmente.

Le había sujetado la mano con suavidad acariciándola con uno de sus dedos mientras el resto la sujetaba de forma firme y varonil.

—    Dohko.

No se reconocía al hablar siquiera, su voz se escuchaba delgada, tímida, inocente. Un instante más y ya el de cabellos rojizos estaba a su lado besándolo con ternura en los labios, como si buscara tranquilizarlo y no se sintió capaz de resistirse a nada de lo que el otro hombre le pidiera.

Sintió que lo levantaba entre sus brazos como si fuera una pluma, se sentía flotar, le llegaba el aroma del de cabellos rojizos, masculino y único, notaba la calidez de su cuerpo a través de la ropa.

—    Quédate conmigo Afrodita—le dijo besando su cabello.

Un instante más y se sintió sobre la cama, era tan suave, sábanas de seda, lo adivinó al pasar una de sus manos sobre la tela. Su compañero se acercó a él, de cierta manera le parecía que se veía pequeño, dulce y sensual, no ignoraba que el sueco contaba con un pasado pero no le interesaba, era pasado solamente, además en ese instante parecía inocente a la par de sensual, con esa manera de moverse tan delicada sobre las sábanas, dejándose guiar por su deseo y su necesidad.

En la mente del de cabellos rojizos solo se imponía una idea.

—    Quiero complacerte Afrodita—le susurró al oído.

Pero el otro no se sentía capaz de hablar siquiera así que se quedó en su sitio.

 

**********

 

La respiración de Afrodita se agitaba conforme sentía la manera en que lo acariciaba el de la séptima casa, como si buscara reconocer todo su cuerpo por encima de la ropa, lo sintió pasar los dedos por su cuello haciendo que levantara la barbilla para disfrutar de un beso sutil, superficial, sin apartarse, hasta que se hizo más intenso y tuvo que abrir sus labios a una intensa lengua que sin inhibiciones traspasó el sitio y no tardó en explorarlo y juguetear buscando que fuera más abierto en sus deseos.

Lo consiguió sin problemas, el de Piscis pasó sus brazos por la espalda del de Libra para estrecharlo, continuaron con los besos por unos momentos pero el de la séptima casa tenía otros planes. Lo sujetó por los brazos haciendo que lo soltara, su compañero solo sentía que se apartaba de él, lo observó con sus ojos celestes un poco ansiosos y pudo observar como se quitaba la ropa, asegurándose de que lo viera. No fue un espectáculo común, hasta ese momento el sueco siempre lo había visto con ropa pero el de cabellos rojizos definitivamente ganaba bastante sin ella. Al de cabellera celeste solo le quedó tragar saliva, sentía la boca seca de pronto viéndolo quedar únicamente en ropa interior y acercándose a él con la mirada profunda y clavada en sus ojos.

—    Solo relájate—le dijo con suavidad acariciando su rostro y sonriéndole.

A su lado en la cama comenzó a desvestirlo, le abrió con suavidad la camisa, lentamente, despacio, tomándose su tiempo para ir besando cada zona de su piel que quedaba al descubierto, una vez que estaba abierta se inclinó para besarle el pecho, acariciando sutilmente el pectoral izquierdo para después lamerlo provocando que diera un par de gemidos. Con su dedo índice dio inicio a un jugueteo alrededor de su pezón y lo presionó al final haciéndolo endurecer, volvió a besarlo y a lamerlo, disfrutando de los ahogados gemidos que daba el de Suecia. Dohko notaba claramente como se estremecía y con lentitud guiaba su otra mano por su delgado cuerpo hasta llegar a sus pantalones, logró desabrocharlos pero no los quitó, primero se dedicó a acariciarlo sobre su ropa interior, disfrutando de cómo el otro joven lo disfrutaba a su vez.

El caballero de Libra tuvo que apartarse para realizar una tarea que ambos necesitaban. Sus varoniles y decididas manos fueron por las piernas de Afrodita para deslizar sus pantalones hasta sus tobillos y dejarlos a un lado, de igual manera pero con mayor lentitud descartó la ropa interior, todo sin dejar de mirarse, sin duda estaban de acuerdo cuando ambos sonreían. Se notaba claramente la excitación del de cabellos celestes.

—    Dohko—logró llamarlo con voz entrecortada.

—    Seré gentil—le dijo con seguridad.

El de mirada verde le sonrió como una promesa y sujetó entre sus dedos su miembro que se levantaba con satisfacción, lo masajeaba suavemente, lo veía cerrar los ojos y estremecerse por la sensación, gemir revolviéndose sobre las sábanas, sin duda contaba con su consentimiento para seguir. Sin perder el tiempo fue hacia la camisa que aún utilizaba el de Piscis y la retiró por completo, de inmediato fue hacia su propia ropa interior que desapareció y continuó con un beso apasionado y dulce en los labios. Sin aguardar volvió a su pecho acariciando los pectorales, lamió ambos y los besó con deseo, estimulando los pezones y dejándolos duros y sensibles, haciéndolo gemir de manera más intensa.

Afrodita no podía sino disfrutarlo, no estaba tan acostumbrado a ser atendido pero le gustaba, más cuando era con tanta solicitud, sentía como bajaba por su abdomen hasta llegar al vientre y lo besaba y acariciaba haciéndolo temblar para alcanzar su entrepierna y sin más darle un beso en la punta de su miembro y después acariciarlo con la punta de la lengua. El de Libra formaba una O con los labios y colocó la punta del erguido sexo de su compañero entre ellos para mover la cabeza en círculos diminutos, sus labios se colocaban alrededor ajustándose al tronco recorriéndolo por un flanco y después por el otro.

Retomaba la punta suavemente entre sus labios y daba unos giros rápidos, lo besaba tiernamente y tiraba hacia atrás la delicada piel que cubría el resto, permitía que el glande se deslizara completamente en su boca y presionaba el tronco firmemente entre sus labios, sostenía la presión unos instantes y lo soltaba para volver a hacerlo. Formaba de nuevo un círculo con sus labios y lo besaba a todo lo largo de su longitud, succionando y besando al mismo tiempo, mientras lo besaba permitía que su lengua aleteara por todo el sexo terminando por el extremo, daba de golpecitos en el glande con su lengua y se permitía llevarlo a su interior hasta donde podía, y era casi todo, sin dejar de presionar y succionar.

Sintiéndose a punto de terminar Afrodita estaba dispuesto a dejar que su simiente lo abandonara pero en vez de eso sintió la presión de unos varoniles dedos en la base de su miembro impidiéndole liberarse, como si buscara asegurarse su compañero decidió utilizar algo más: una cinta de seda. Con habilidad la ató firmemente aunque sin lastimar alrededor de la base del sexo del de Piscis, dejándolo excitado y necesitado.

—    Aún no—escuchó.

Dohko separó suavemente las bien torneadas piernas del de la última casa, descendió por su cuerpo alcanzando lo que buscaba, la zona prometida, el sensible y delicado punto que iba a complacer. Con su lengua no esperó para tocarlo, acariciarlo, uno de sus dedos furtivamente lo acariciaba y dibujaba círculos estimulándolo y haciéndolo temblar, en círculos y de arriba hacia abajo no dejaba de estimularlo para que fuera más sencillo continuar. Los gemidos de Afrodita eran más seguidos, se arqueaba sobre su espalda, lentamente su compañero se detuvo.

Dejando que apareciera el de Libra utilizaba un tubo de lubricante que se aplicó generosamente en dos de sus dedos para llevarlos a la masculina entrada, la acariciaba con las yemas, jugueteaba alrededor acariciando el perineo, asía las redondas nalgas juntándolas y separándolas lentamente, permitía que su lengua acariciara por breves periodos hasta que se abría paso suavemente. Formaba círculos lentamente con sus labios y succionaba con delicadeza, afirmaba sus labios en la entrada y la besaba profundamente para después lamer de manera larga y firme, endurecía su lengua y jugaba con ella en la entrada intentando llegar lo más profundo que pudiera.

Con cuidado pero determinado el de Libra guió su dedo medio al interior, al principio le permitió masajear el perineo y los bordes del varonil pasaje relajando y excitando a su pareja, pero luego se introdujo de manera muy suave, presionando poco a poco para que se acostumbrara a la nueva sensación, lo dejó quieto y suavemente lo movió, solo buscaba relajar a su compañero quien se mostraba muy dispuesto gimiendo y separando sus muslos voluntariamente. Un poco más y fueron dos dígitos los que se refugiaron en ese cálido interior explorando y dilatándolo, moviéndose con calma para alistarlo por completo, buscando el sitio que deseaba revelarle a su compañero de Piscis.

Lo encontró, el suave y sensible punto estaba a su alcance, lo supo más que nada por la respuesta de Afrodita quien dio un gemido y su voz se hizo más aguda hasta que no se escuchaba nada pero se movía sobre su espalda y acariciaba su pecho con necesidad, masajeaba su sexo y parecía suplicar por sentirlo de nuevo, así que el de mirada verde con dedicación se puso a masajear la zona de manera suave con la mirada brillante por lo que podía contemplar.

—     ¿Te gusta?—preguntaba con voz aterciopelada.

—    Si…si…si…si…—gemía abiertamente.

Los espasmos estaban presentes, el masculino túnel se contraía alrededor de esos dedos, ambos sentían un calor abrazador, definitivamente estaban listos, tenían que continuar.

Dohko retiró sus dedos besando efusivamente al de cabellos celestes y estrechándolo con fuerza dejándolo sentir su cuerpo y su necesidad entre sus piernas. Afrodita estaba más que ansioso por continuar, su cuerpo se sentía arder y le costaba trabajo respirar, deseaba que él lo supiera.

—    Ven, tigre mío—le susurró entre besos.

Sin embargo el de Libra deseaba que fuera de una manera en especial, que resultara placentero para los dos y recurrió a su saber para ello. Sentándose en posición de Flor de Loto, entrecruzando sus piernas, se colocó sobre las sábanas contra la cabecera y contó con un muy dispuesto Afrodita quien se dejaba guiar apenas sin dejar de besarse, así que no le costó trabajo lograr que se sentara sobre él y lo envolviera con sus piernas alrededor de su cintura. Por unos instantes pudieron contemplarse frente a frente, sus rostros resplandecientes por la espera, las miradas destellando de deseo y necesidad, sus cuerpos brillantes por el sudor, el calor de su piel, las respiraciones agitadas, era una situación muy cariñosa y sensual pues podían seguir besándose y abrazándose en diversa intensidad, el contacto físico era casi completo.

Tuvieron que maniobrar un poco para conseguir que el turgente sexo de Dohko traspasara la intimidad de Afrodita, lo hizo lentamente para permitirle a su compañero acostumbrarse y disfrutarlo, poco a poco iba adueñándose del lugar, separando las tiernas paredes que lo recibían, tocando los sitios que ya estaban estimulados y alcanzando los aún más profundos y que liberaban espasmos de sensualidad y placer en el de mirada celeste, no quedaba mucha libertad de movimiento pero no se quejaban cuando podían abrazarse y besarse con tanta desenvoltura.

Fue el de Libra quien empezó a moverse, lo hacía despacio, dejando sentir cada movimiento de sus caderas mientras estrechaba con deseo al de Piscis entre sus brazos, mientras que el de la última casa pasaba sus brazos por el cuello de su amante y gemía abiertamente buscando que llegara a lo más profundo en su interior y lo complaciera hasta lo último. Vinieron sutiles movimientos, embestidas cortas y veloces, a momentos largas y sensuales, se requería de fortaleza y flexibilidad pero aparentemente los dos tenían bastante, así que no hubo problemas en acoplarse.

Afrodita se empezó a sentir extraño, como si le faltara el aire, una especie de vértigo lo envolvía, sentía como Dohko llegaba hasta lo más íntimo en él, que era capaz de estimular su centro de placer, recordaba que gemía y después…después…todo resultó intenso, demasiado intenso aún para él.

Calidez profunda que hacía erupción, calor intenso que incendiaba, luz cegadora, éxtasis…ola tras ola de sensaciones parecían chocar en su interior, Afrodita no podía definir nada de lo que sentía, había algo en su mente de cómo se movían sus caderas, de ser besado intensamente, al mismo tiempo sentía los efectos de esas atenciones en oleadas de placer en cada rincón de su ser y con mayor intensidad.

—    Dohko…Dohko…

El de Libra se movía con increíble velocidad y fuerza, estrechaba al sueco contra él, el de mirada celeste se sentía temblar, la fuerza de ese hombre lo atrapaba sin que tuviera escape alguno, atrapándolo como si fuera una fiebre a la que no sobreviviría. Vinieron unos instantes de pánico, el no poder controlarse y no ser dueño de si mismo, quería hablar pero no podía, solo era capaz de vivir en base a esa sensación que crecía y crecía como una enredadera envolviéndolo todo a su paso. El de mirada celeste gemía con abandono, su cabellera era lo único que se agitaba como un péndulo, sentía que su amante era completamente dueño de él y no podía hacer nada más que someterse al acelerado asalto de estimulación y emoción.

—    Más…más…más…

No podía jurar quien había dicho esas palabras, el de Libra o él, no podía siquiera decir si era posible morir de placer, porque era como se sentía, como si estuviera muriendo y sin embargo era glorioso.

Una varonil y hábil mano logró desatar a su cautivo sexo para que se irguiera como lo deseaba, todos sus sentidos respondían a la misma necesidad, el final estaba ahí, presentándose con devastadora rapidez. Quizás fue porque se olvidó de respirar, solo fue capturado por el intenso clímax que lo liberó por completo sintiendo la simiente de su compañero en su interior vibrando de placer sin control alguno de su propio cuerpo.

—    Te amo—se escuchó débilmente.

¿Quién lo dijo? No importaba, era la verdad.

El orgasmo lo dejó sin palabras y sin aliento, solo era un ser lleno de sensaciones absolutas que tardaron en abandonarlo, podrían haber sido unos instantes pero para él fueron el paraíso, el estallar de sus cosmos volviéndose uno de una manera que jamás había sentido.

Aunque no solo ellos dos lo sintieron, también lo hicieron los otros diez caballeros dorados que hasta se despertaron sin saber que estaba sucediendo.

 

**********

 

Cuando pudo dar cuenta de algo Afrodita se encontró con que estaba entre los brazos de Dohko, sus músculos estaban temblando, el silencio completo los rodeaba y el aire nocturno acariciaba sus cuerpos tibios.

—    Esto fue…fue…—intentaba decir el sueco pero le costaba trabajo hablar.

—    Lo fue—le respondió su compañero—Después de más de doscientos años no recordaba que fuera tan bueno.

—     ¿En serio? ¿Más de doscientos años?

—    Tenía que vigilar…no tenía tiempo para nada más.

—    Tanto tiempo—comentaba pensándolo un poco aturdido aún el de Piscis—Después de tanto fue como desflorar a un virgen.

—    Supongo que eso es…cierto.

Si hubieran tenido fuerzas para ello hubieran reído con fuerza pero no terminaban de recuperarse, aún parecía que las cosas se movían y que diminutas luces danzaban alrededor.

Eso no evitó que Afrodita abrazara a su compañero con fuerza cuando se recostaron bajo las sábanas, envolviéndolos en un sitio que consideraban solo de ellos brindándoles calidez y confort. Felices de estar donde estaban.

Estando medio dormido el de la última casa se rendía al cansancio cuando escuchó a Dohko hablarle.

—    Hay tanto que deseo compartir contigo Afrodita, quisiera pensar que tal vez exista un futuro para los dos.

—     ¿Tal vez?—preguntaba sin moverse—No lo creo, estoy seguro Dohko…

—    Eres maravilloso.

—    Que bueno que lo notaste.

—    Quisiera saber algo.

—     ¿Qué?

—    Me he preguntado porqué te fijaste en mí.

—    Pues…pensé…—decía adormilado—que seríamos compatibles.

—     ¿De verdad?—preguntaba un poco sorprendido el de Libra— ¿Por qué?

—    Solo lo supe.

—    Pero…

—    Eso es lo importante.

—    Si, tienes razón, es lo más importante.

Se abrazaron con cariño para seguir juntos por el resto de la noche, hasta el día siguiente no tendrían que lidiar con compañeros que desearan saber como habían logrado que sus cosmos estallaran de esa manera y por lo que estaban haciendo, como fuera las horas siguientes las pasaron unidos y mucho tiempo más después de eso seguirían así, completándose uno al otro, siendo felices por ello.

Definitivamente queriéndose no importaba que los astros dijeran que no eran uno para el otro, su amor era lo que les permitía ser compatibles.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

*El Shao Shing es un vino amarillo de arroz.

La semana que entra si nada sucede que lo impida pues aún no decido que fic subir, puesde ser algo de Aioros o de Shun o algo de Shaka con Aioros pero lo pensaré.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 

 

 


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