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Cosas de adolescentes por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Hola :P Después de mucho sin actualizar... aquí les traigo el capítulo 10! no es que pasen muchas cosas, pero intentaré apurar los siguientes para llegar rápidamente al fin de semana, que es donde se me ocurre todo :P. Espero igualmente que lo disfruten ^^

    Abrió la puerta de su casa y tiró de mala manera su mochila contra la pared de la habitación. Por alguna razón odiaba que Camus pensase en Shaka aunque fuera por unas milésimas de segundo. Recordaba perfectamente lo que le había pasado con el rubio durante el verano y a comienzos de curso, antes de conocer a Camus y antes de enamorarse de él.
    

    Apartó esos pensamientos de la mente, pues quería olvidar todo lo que estuviera relacionado con Shaka, pero ahora que Camus parecía estar empezando a interesarse por él, o eso al menos creía, le resultaba frustrante.
    

    Pensar en la profesora homófoba tampoco lo tranquilizó, pero le hizo soltar una carcajada que se oyó por toda su casa. Por suerte, sus padres trabajaban y no podrían verle en ninguno de sus estados de locura.
    

    Se puso el pijama y fue a la cocina para comer. Cuando acabó se lavó los dientes y se fue a su habitación, tumbándose en la cama bruscamente con el mp3 a todo volumen sonando en sus oídos.
    

    No sabría decir exactamente cuántas canciones se reprodujeron cuando tocaron el timbre del portal. Se levantó algo molesto y respondió al telefonillo:

—Soy yo, amor —le dijo Camus.
    

    Milo no respondió, simplemente le abrió el portal y dejó la puerta de su casa entrabierta. Apagó su mp3 y se fue de nuevo a la habitación sacando sus libros de la mochila y dejándolos sobre la mesa. Se sentó en la silla con las piernas cruzadas y aguardó a que Camus apareciese.

—Te he estado esperando —le dijo girando la silla y frotando las manos cuando su novio entró en la habitación.

—Lo sé —contestó Camus simplemente a la vez que se acercaba a él, dejaba la mochila a un lado y se sentaba en sus piernas, abrazándolo y besándolo fieramente.

—Empecemos con Inglés —dijo Milo cuando se dieron tregua para respirar.

    Camus cogió una silla y se sentó a su lado, sacó sus libros y su estuche y abrió por la página que les habían mandado de deberes.

Relative pronouns, esto es muy fácil. Sólo tienes que rodear el que es —le dijo señalándole el primer ejercicio.

—Ah, sí, esto sé hacerlo —dijo Milo muy concentrado.

—¿Y los demás?

—También.

—¿Te parece que pasemos a matemáticas que es donde tienes más problemas? —Le preguntó al ver que respondía a todos los ejercicios correctamente.

—Como quieras —dijo cerrando el libro.
    

    Milo se agachó para coger el libro de matemáticas, dejarlo sobre la mesa y abrir por la página correspondiente.

—¿Qué te ocurre, Milo? —Le preguntó Camus mientras pasaba las páginas.

—¿A qué te refieres? —Dijo sin mirarle.

—Estás como ausente, ¿te pasa algo?

—No es nada.

—Puedes contármelo —le dijo apoyando una mano sobre su hombro.

—Estoy bien, de verdad, solo me duele un poco el estómago—mintió.

—Si quieres lo dejamos para otro día.

—No, no. Continuemos.

—Como quieras, amor —asintió volviendo la mirada a las páginas del libro de Milo.
    

    Pasaron dos horas más hasta que terminaron todas las tareas y hasta que Camus le hubo explicado todo lo que no entendía de cada asignatura. Este tenía que reconocer que le costaba trabajo ir todas las tardes a casa de Milo para darle clase, pero la recompensa que venía de ello merecía la pena.

—Espero que no se me olvide todo —dijo Milo mientras guardaba las cosas en su mochila.

—También lo espero yo. Me tienes muerto —dijo frotándose la frente con una mano.

—¿Recuerdas lo que te dije la semana pasada sobre el partido de fútbol?

—¿El que me dijiste que ibais a jugar tú, Shura, Aioria y Saga?

—Exacto —asintió—. Pues lo han cancelado...

—¿Qué? ¿Por qué? —Preguntó incorporándose más.

—Cosas de los profesores, supongo. Les dará envidia que juguemos mejor que ellos —rio.

—Bueno, eso de que jugáis tan bien... —se burló.

—Es Aioria, que desestabiliza el equipo.

—Sí, claro, jaja.

—Yo meto muchos goles —le dijo acercándose a él.

—Ni al arcoiris —siguió riendo Camus.

—Pero a ti te meto muchos —estalló en carcajadas.
    

    Camus se levantó de la silla bruscamente y le dio una bofetada en la mejilla, pero este siguió riéndose más todavía.

—No seas cerdo —sonrió dándole la espalda al peliazul.
    

    Salió de su habitación dejando a Milo que terminase con su ataque de risa, y se dirigió hasta el salón y se sentó en el cómodo sofá que había comprado el padre de su novio. Cuando Milo apareció por la puerta aún tenía una sonrisa tonta en los labios, y no pudo evitar sonreír también. Después de todo la broma no había sido tan terrible como otras veces.
    

    Milo se acercó hasta el sofá y se sentó a su lado, dejando de reír completamente. Le pasó una mano por los hombros e hizo que Camus apoyase la cabeza sobre su pecho. Se quedaron un rato así, ambos con los ojos cerrados, sin atreverse a romper aquel silencio tan romántico entre ellos. Fue Milo el que habló el primero:

—Siento haberme puesto así por lo de Shaka. No tuvo sentido —se disculpó.

—No pasa nada, Milo. Ya te dije que al único al que quiero es a ti —giró la cabeza y le dio un suave beso en los labios.

—Igualmente lo siento. Oh, ¿te apetece bailar? —Le preguntó sonriendo.

—¿Bailar? —Preguntó extrañado.

—Sí, mi padre encontró ayer un tocadiscos de cuando era joven y estuvo bailando toda la tarde con mi madre. Tiene música... interesante.

—¿Sabes ponerlo?

—Se puede improvisar.
    

    Milo se levantó del sofá y salió del salón, volviendo al rato con el tocadiscos en sus brazos. Lo posó con extremo cuidado en la mesa y, sin saber exactamente cómo, lo puso a funcionar dejando el disco que ya estaba puesto.
    

    La música empezó a sonar. Era una melodía suave para bailar en parejas. Milo le tendió la mano a Camus como todo un caballero y este se la cogió. Lo abrazó con fuerza y empezaron a dar torpes vueltas intentando adaptarse al baile. Poco después ambos se mecían tranquilamente con los ojos cerrados, cada uno en los brazos del otro, con la música sonando tras de ellos.
    

    Después de un rato así, la música dejó de sonar y Milo se dirigió hasta el tocadiscos para ver si podía hacer que empezara desde el principio, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que decidió volver a guardarlo donde estaba.

—¿Te apetece algo para merendar? —Le preguntó cuando volvió a entrar al salón.

—Un café, si no te importa —contestó Camus.

—Perfecto, ahora te lo traigo.
    

    Camus dio una vuelta por toda la sala, y apartó las cortinas de la ventana para mirar a través. La gente iba y venía de cualquier parte por las calles, y un niño pequeño lloraba en la acera de enfrente porque su hermana le había quitado el juguete.

—Aquí está —dijo Milo al cabo de un rato entrando con una bandeja con dos tazas humeantes de café y dos galletas para cada uno.

—Estás hecho todo un cheff hoy —le premió Camus con una sonrisa.

Merci, mon amour —contestó este haciendo que la sonrisa de Camus se agrandara aún más.

—Aún has de mejorar la pronunciación —dijo sentándose en el sofá y dejando que Milo posase la bandeja sobre la mesa.

—¿A que te quito el café? —rio.

—¿Estás seguro de que no pasa nada entre Shura y Mu? —Quiso asegurarse después de dar un sorbo.

—Yo me lavo las manos —contestó este.
    

    Cuando acabaron de charlar y de tomar el café que Milo había preparado, Camus se fue despidiendo de él. Ya era un poco tarde para estar en su casa y su madre se preocuparía si no iba apareciendo.

—Nos vemos mañana en clase. Y practica los problemas que te dije —le avisó mientras cogía su abrigo del perchero.

—Que síiii. Tú no te preocupes, déjalo en mis manos.

—Eres tú precisamente el que me preocupa —dijo suspirando.

—¡Oye! —se quejó este.
    

    Camus se rio y se acercó a él para darle un beso de despedida que acabó en un beso más apasionado mientras Milo lo agarraba de la cintura.

—Hasta mañana, amor —se despidió Camus.

—Hasta mañana —se despidió a su vez Milo guiñándole un ojo.
    

    Llegó a su casa justo cuando empezaba a llover fuertemente. Su madre le preguntó qué tal le había ido dándole clases a Milo y su padre había ido al taller por un problema del coche. Se fue directo hasta su habitación y encendió el ordenador. Tenía que hablar con Afrodita y con Mu. Mientras el aparato se encendía, pensó también en que tenía que abrirle conversación a Shaka para preguntarle qué le había pasado.
    

    Nada más iniciar sesión en el msn apareció la ventana de Milo hablándole.

Eres como un escorpión dice: 

—te acabas de ir y ya te echo de menos!

El paso del tiempo by Camus dice:

—Jaja, yo también te echo de menos

    

    Buscó entre la lista de sus contactos a Mu, pero no lo vio conectado. Después buscó a Afrodita que parecía estar siempre disponible y le saludó:

El paso del tiempo by Camus dice:

—¡Hola!

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—hola Camus

El paso del tiempo by Camus dice:

—Tienes que explicarme varias cosas

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—cuáles?

El paso del tiempo by Camus dice:

—No te hagas el desentendido, ¿Death Mask? ¿En serio?

    

    Cambió de pestaña cuando vio que Milo le hablaba de nuevo.

Eres como un escorpión dice:

—tenemos q comprarle algo a shura!

—que su cumple es pasado mañana!

El paso del tiempo by Camus dice:

—¿No será mejor esperar al viernes? ¿No había dicho que lo celebraría este sábado?

Eres como un escorpión dice:

—en ese caso tenemos q pensar q regalarle

    

    Volvió a abrir la ventana de Afrodita.

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—Angelo es guapo, pero que lo mire no significa que me guste

El paso del tiempo by Camus dice:

—No, no lo significa, pero que te quedes paralizado y ausente del mundo mientras lo miras sí lo significa.

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—no lo sé... no se lo digas a nadie

El paso del tiempo by Camus dice:

—¿El qué no sabes?

—Tranquilo, no se lo diré a nadie :D

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—que no sé si me gusta de verdad

—qué tal tú con Milo?

El paso del tiempo by Camus dice:

—Perfectamente, aunque no le agrada nada la idea de que hable con Shaka...

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—normal!

El paso del tiempo by Camus dice:

—¿Por qué es normal?

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—verás...

—bueno, da igual, ya te lo contaré en persona, que ahora tengo que irme

El paso del tiempo by Camus dice:

—OK. Hasta luego.

Las rosas son rojas... la sangre también dice:

—chao

    

    Volvió hacia la ventana de Milo que no dejaba de sonar mientras le enviaba mensaje tras mensaje.

Eres como un escorpión dice:

—podriamos regalarle un peluche

—seguro q le gusta jajajajaja

—o mejor todavia

—no le regalamos nada

—q ya tiene suficiente con lo q me gasto yo en el insti

El paso del tiempo by Camus dice:

—No seas malo. Ya pensaré yo algo para regalarle y cuando lo tenga te aviso, ¿vale?

Eres como un escorpión dice:

—vale

—pero q se algo gracioso

El paso del tiempo by Camus dice:

—De eso te encargas tú, XD.

Eres como un escorpión dice:

—ya puede temblar jaja

    

    En ese momento el msn le anunció que Shaka acababa de iniciar sesión, y dudó un poco en si preguntarle lo que le iba a preguntar o dejar que pasara. La curiosidad pudo con él, o eso pensó el, que se trataba de la curiosidad, pues lo cierto es que echaba de menos hablar con él, y también echaba de menos aquel momento la noche del sábado, en el que habían estado atechados el uno apoyado en el otro. Intentó quitar esos pensamientos de su cabeza, aunque le resultaba bastante difícil.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Hola Shaka

—¿Estás bien? Hoy te he visto un poco bajo en la cafetería

    

    Aguardó su respuesta mientras pensaba en qué haría Milo si se enteraba de que estaba hablando con él. También se preguntó qué era eso que atormentaba a su novio y que tenía que ver con aquel rubio. Él creía que no se conocían, y al parecer tenían bastante en común, o al menos, habían tenido algo en común en el pasado.

Si no puede convencerlos, confúndalos. Dice:

—Hola Camus.

—Sí...

—Es que ingresaron a mi hermana pequeña ayer en el hospital, y cuando fui a verla se la veía débil.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Oh, vaya, lo siento mucho, de verdad.

    

    Aquella noticia había caído como agua vacía sobre su cabeza. Había pensado en la posibilidad de que hubiese suspendido un examen, o que hubiese sacado una nota baja, o cualquier otra cosa menos aquella.

Si no puede convencerlos, confúndalos. Dice:

—No pasa nada. Hablé con el médico y dijo que no es nada grave, que la semana que viene seguramente esté de vuelta en casa. Pero hablando con ella se la notaba decaída y muy triste.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Es normal, ¿cuántos años tiene?

Si no puede convencerlos, confúndalos. Dice:

—Ocho.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Debe de estar muy asustada

Si no puede convencerlos, confúndalos. Dice:

—Lo está.

—Espero que se recupere antes de lo previsto.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Seguro que sí :)
 
    

    No sabía exactamente qué decirle después de saber que su hermana estaba en el hospital, así que se levantó de la mesa y se echó en su cama unos minutos. Volvió al ordenador y abrió la conversación con Milo que le acababa de decir algo.

Eres como un escorpión dice:

—me voy a ir ya que me estoy encontrando mal

El paso del tiempo by Camus dice:

—Vale cariño, espero que te recuperes :D

Eres como un escorpión dice:

—lo hare :)

El paso del tiempo by Camus dice:

—Te quiero (L)

Eres como un escorpión dice:

—y yo (L)

    

    Volvió a abrir la conversación con el rubio.

Si no puede convencerlos, confúndalos. Dice:

—Bueno, yo me iré yendo ya a cenar.

—Nos vemos mañana. Buenas noches.

El paso del tiempo by Camus dice:

—Buenas noches, Shaka.

    

    Como todos con los que había estado hablando le habían dejado solo en el msn cerró él también y se fue a cenar con sus padres, que hacía un rato le habían avisado que la cena estaría lista en unos minutos.


    

    Oyó que su móvil sonaba mientras se estaba duchando, pero no pudo salir a cogerlo. Apuró el baño todo lo que pudo y entró en su habitación con una toalla en la cabeza y el pijama puesto. Miró a ver quién le había llamado y se sorprendió y ruborizó a la vez al comprobar que había sido Shura. Le dio a rellamada y aguardó a que contestase.

—¡Hola Mu! —Lo saludó.

—Hola Shura. Antes me habías llamado, ¿no?

—Sí. Es que intenté llamar a los demás pero no me lo cogieron. Mañana no voy a ir a clase y necesito que alguien me traiga a casa los deberes. Y aparte avisar de que el sábado celebraré mi cumpleaños en La madriguera, como este fin de semana.

—Está bien, mañana se lo diré a los demás —asintió.

—Gracias. Por cierto, ¿qué tal? —Le preguntó.

—Bien, ¿y tú?

—Algo cansado pero bueno.

—¿Por qué no vas a ir mañana?

—Porque tengo una revisión del equipo. No, no se les ocurrió una hora mejor para hacerlo —rio—. Y yo que pensaba que no podía haber gente más tonta que Aioria... —rio más todavía.

—Qué cruel eres, jaja.

—Bueno, ¡gracias! Nos vemos pasado mañana, espero que no me tiréis mucho de las orejas, ¡que odio que me las toquen!

—Está bien, jaja, pero no te prometo nada. Chao Shura, que vaya bien.

—Chao, Mu.


    

    Aioria tuvo un escalofrío mientras veía la televisión con su hermano, y este lo miró extrañado.

—¿Qué te pica?

—Me ha dado un escalofrío, eso es todo —se quejó.

—¿Sabes? Eso es que alguien está hablando mal de ti en alguna parte —se rio.

—Ja, ja, muy gracioso.

Notas finales:

Muchas gracias por leer y espero que les haya gustado! :D

No prometo actualizar pronto, pero se hará lo que se pueda, jeje ^^


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