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Cosas de adolescentes por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

¡Capítulo 20! Que lo disfruten

Camus se echó a los brazos de Milo cuando este salió del vestuario. Le dio mil besos en las mejillas sin dejar de decirle lo bien que había jugado y lo brutos que eran los de segundo curso, además de injustos. Tampoco pudo contenerse al mencionar lo bien que le quedaban los pantalones de fútbol y el culo que le hacían.


―Sí, la verdad es que ni yo me esperaba jugar tan bien… ―dijo, irguiéndose con orgullo―. Eso merece una recompensa, ¿no crees? ―preguntó con picardía, y le dio una palmada en el trasero.


―Creo que mereces más que una recompensa ―contestó, guiñándole un ojo―. Pero es una lástima que estés tan cansado y que no tengamos libres nuestras casas…


Milo puso cara de conejito triste y se separó de él cuando Mu y Afrodita se reunieron con ellos. Le felicitaron por el partido y el sueco dijo unos cuantos improperios relacionados con la actuación del árbitro.


―No seáis tan duros ―dijo el griego―. Es un viejo, yo creo que ni veía por dónde le iba la pelota… ―todos se rieron, pero la risa del peliazul se apagó cuando vio aparecer a Shaka por detrás de sus amigos, directo hacia él―: ¿Qué quieres? ―inquirió, borde.


―Felicidades por el partido ―respondió, ignorando el tono de su exnovio―. Habéis jugado todos muy bien ―levantó una mano con la intención de estrechársela, pero Milo ni se movió.


Shaka se alejó sin obtener respuesta y se fue con Kanon, que salía también del vesuario.


―No hace falta ser tan desagradable ―dijo Camus, intentando no sonar muy recriminatorio.


―¡Mirad! Ahí viene el goleador ―exclamó Afrodita, justo antes de que el griego pudiera responder a su novio.


Aioria, Shura y Saga se acercaron a ellos más animados. Las duchas les habían sentado de lujo y ya se les había pasado el disgusto del partido.


―Después de todo, solo es un estúpido partido entre dos cursos… ―decía Shura―. El importante de verdad es el que tendré que jugar este sábado. ―Cuando llegó junto a Mu, este le felicitó por sus dos goles y le dio las gracias con torpeza. El tibetano estaba demasiado guapo aquel día.


―Bueno chicos, si nos disculpáis ―dijo Milo, tras un rato de estar hablando entre ellos―. Camus me ha dicho que tiene un regalo que hacerme…


El francés se acercó a sus labios, posó las manos sobre la cintura de Milo y le besó apasionadamente.


―¡Ah! Ahora que me acuerdo ―dijo Afrodita, antes de que se fueran―. No sé si ya lo comentaron en vuestra clase, pero a nosotros ―continuó, refiriéndose a él y a Saga― nos han dicho que la semana que viene nos llevarán de excursión unos días, por Biología.


―¡¿Cómo que unos días?! ―exclamó Aioria, radiante de pronto. Saga asintió:


―Es verdad, me había olvidado. Dijo la profe que quería llevarnos unos días a las montañas para enseñarnos la vegetación que estamos estudiando. Que tienen allí un laboratorio expecializado o no sé qué.


―¿Cuándo tenemos Biología? ―preguntó Mu, impaciente porque la profesora se lo anunciara a ellos también.


―Mañana ―respondió Shura―. Oh dios, me encantan las excursiones.


―Y lo mejor de todo ―añadió Saga―: es que no tendremos que pagar nada.


―¡¿Cómo?! ―exclamaron sus amigos a la vez.


―Al parecer es la primera vez que van a hacer este viaje en el instituto y nos cubren todos los gastos ―explicó Afrodita.


―¿Y tendremos tiempo libre? ―quiso saber Aioria, cada vez más emocionado, pero los chicos se encogieron de hombros.


―Ni idea ―respondió Saga―. Bueno, tengo que irme. Si mañana os dice algo más sobre ello ya nos lo diréis.


Se dio media vuelta y se fue a reunirse con su hermano, que continuaba hablando con Shaka. Camus miró las espaldas del rubio y un escalofrío recorrió su columna vertebral. Se despidió de sus amigos junto con Milo y salieron del terreno de la mano y parando cada poco para besarse con deseo.


Llegaron hasta el portal del francés mucho rato más tarde, cuando ya el sol se había escondido por el horizonte. Allí, bajo uno de los árboles que decoraban la calle, Milo comenzó a morder el cuello de su novio y a besarlo con impaciencia.


―Con un poco de suerte ―dijo el francés entre gemidos―, tendrán habitaciones individuales allí arriba… ah…


―¿No quieres estudiar las plantas?


―Sí, pero también tu cuerpo. No lo conozco todo lo que querría, oh…


―Pues tendré que enseñártelo…


Una anciana pasó por delante de ellos y se separaron enseguida. Se miraron a los ojos con una sonrisa pilla y Camus se despidió de él.


―Hablamos por msn ―dijo, y le dio un pellizco en la mejilla.


Cuando subió a su habitación, se desvistió rápidamente y se puso el pijama. No sabía muy bien qué hacer. El partido había durado hasta tarde y casi era la hora de cenar, sino ya. Sus padres estaban en el salón viendo una película. Decidió ir encendiendo el ordenador por ver si la gente se iba conectando y hablar con más tranquilidad. El corazón se le aceleró cuando vio que Shaka le había hablado:


 


Si no puede vencerlos, confúndalos dice:


-Hola, Camus


-No quiero meterte en problemas con tu novio, pero de verdad quería felicitarle por el partido.


 


Se quedó un rato mirando el chat sin saber qué contestar. De pronto, recordó el beso apasionado que se habían dado en aquel banco hacía días y en lo mucho que le dolía el corazón cada vez que lo recordaba.


No. No podía seguir hablando con él si quería continuar su relación con Milo. Pero los ojos azules de Shaka eran demasiado atrayentes, como agujeros negros de los que ya no puedes escapar una vez ya has caído en ellos.


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-No se lo tengas en cuenta, es un cabezota.


 


Si no puede vencerlos, confúndalos dice:


-Eso lo sé muy bien, por desgracia.


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-Oye…


-Deberíamos olvidar lo que pasó el sábado


 


Si no puede vencerlos, confúndalos dice:


-¿A qué te refieres con olvidar?


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-A dejarlo atrás, no sé


-No puede volver a repetirse…


 


Si no puede convencerlos, confúndalos dice:


-Yo no puedo olvidar algo que hice con mucho gusto


 


Camus pensó que el corazón se le iba a salir del pecho. Escuchó el sonidito de inicio de sesión y casi se cayó de la silla del susto. Era Afrodita, y nada más conectarse empezó a hablar con él.


 


Las rosas son rojas. La sangre también dice:


-¿De verdad habéis hablado tú y Milo?


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-Sí, ¿por qué?


 


Las rosas son rojas. La sangre también dice:


-Pues porque no pienso seguir encubriendo las miraditas que le echas a Shaka


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-Dita, ya te lo he dicho: hemos hecho las paces


 


Las rosas son rojas. La sangre también dice:


-Más te vale


 


Volvió al chat de Shaka pensando una respuesta.


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-No hay otra opción


 


Si no puede vencerlos, confúndalos dice:


-¿Por qué no podemos ser amigos?


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-Sí podemos…


-Pero…


 


Si no puede vencerlos, confúndalos dice:


-Yo no le guardo rencores


 


El paso del tiempo by Camus dice:


-Cada persona es un mundo…


 


De pronto, las ganas de hablar con alguien se esfumaron y cerró la sesión en todas las redes sociales. Si Milo quería hablar con él, ya le llamaría. Se tumbó en la cama hasta que sus padres lo llamaron para cenar y fue con unos morros que le llegaban hasta el suelo.


***


Shuar y Mu fueron juntos a casa, ya que vivían a dos calles de distancia. Estuvieron hablando largo rato sobre el partido, sobre las jugadas del español y sobre la repentina excursión que no les habían anunciado todavía.


―Supongo que se les ocurrió hace poco y por eso no nos dijeron nada aún ―aventuró Mu.


―Por suerte la semana que viene no tengo fútbol ―sonrió Shura―, que si no ya me podía ir despidiendo de ella.


Se despidieron en el portal del moreno. Esta vez ninguno de los dos sobrepasó la línea amistosa, aunque por dentro se morían por intentar darse el primer beso. Pero el día había sido muy largo y Shura había manifestado que estaba muerto de cansancio.


Subió a casa y se sentó al borde de su cama, pensando en qué podría hacer, pero los minutos pasaban y él seguía ahí, pensando. Pensando en Mu, en realidad. En sus ojos, en su pelo lila tan largo y bien cuidado, en su voz y en su inocencia. ¿Sentiría lo mismo que él? Habían estado bailando en su cumpleaños, tan juntos que podía casi escuchar sus latidos. ¿Se hubieran besado si la camarera no hubiera tropezado con ellos?


Suspiró. Quizá el alcohol le había hecho ver cosas que no se correspondían con la realidad. Quizá todo fuera producto de su imaginación y Mu nunca había tenido la intención de besarle.


Aun así, cuando al día siguiente despertó después de soñar con ese tan ansiado beso, quiso pensar que no estaba tan equivocado como había creído la noche anterior.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!


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