Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cosas de adolescentes por AndromedaShunL

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Aquí les dejo el capítulo número 22! ¡Espero que lo disfruten! :3

Milo le preguntó por enésima vez cómo se hacían las ecuaciones de Matemáticas. Detestaba con toda su alma esa asignatura, pero tenía que aprobar como fuera. Los labios de Camus siempre eran una distracción, por supuesto, pero intentaba mantenerse sereno hasta terminar los deberes.

―Solo tienes que despejar la «x». Mira, hago yo este apartado y tú el siguiente, ¿te parece?

El griego asintió con un resoplido. Llevaban por lo menos dos horas ya y su novio no le permitía hacer descansos. Observó atentamente cómo resolvía el ejercicio y luego Camus le pasó la libreta. Por suerte, el siguiente era más fácil y consiguió hacerlo a la primera.

―¿Ves cómo no era tan difícil? Venga, voy al baño, mientras tanto haz tú el siguiente.

Milo dijo que sí con la cabeza y se puso delante de la hoja en blanco, mirándola sin saber cómo empezar. Garabateó algunos pasos sin saber muy bien qué hacía y, milagrosamente, logró llegar a una solución. Cuando Camus volvió, ya había empezado con el próximo problema.

―¡Vaya! Pues lo hiciste bien ―exclamó, y le dio un beso en la mejilla.

―Es que tú me enseñas bien ―sonrió, y lo atrajo hacia sí, sentándolo encima de él en la silla.

Besó los labios del francés con lentitud, saboreando cada rincón de su boca mientras las manos se deslizaban ágiles por su espalda. Camus no se quejó. Él también estaba cansado y necesitaba una distracción. Sin embargo, al cabo de un rato, cuando ya notaba los dedos escurridizos dirigiéndose hacia su bragueta, se apartó de él.

―Todavía no hemos terminado ―le recordó―. Si da tiempo, cuando acabemos nos repasamos mutuamente.

Milo asintió a regañadientes, besándolo una última vez, más larga que las anteriores. Se resistía a dejar que se levantara de sus piernas, pero tenía razón. Ya le daría lo que deseaba cuando hubieran hecho todos los deberes.

***

La espalda de Camus era blanca como la nieve y fría como el hielo. Milo estaba sobre ella, con las manos en la cintura de su novio, regalándole unos impulsos eléctricos mientras ambos susurraban sus nombres. Aún les quedaba un buen rato hasta que llegaran los padres del griego y queríana provecharlo hasta el último minuto.

―No pares ―le pidió Camus, respirando con dificultad.

―No lo tenía pensado, ah.

Milo le dio la vuelta y se inclinó sobre él para besarle con pasión, enredando las lenguas y mordiéndose los labios. Entonces, cogió las piernas del francés y las levantó, llevando las rodillas hacia el rostro de su novio. Volvió a penetrarlo lentamente y, poco a poco, continuó con el trabajo sin dejar ni por un momento de besarle.

El griego aumentó la intensidad y cerró los ojos. Camus echaba la cabeza hacia atrás, jadeante, y agarraba las sábanas con fuerza. Su novio terminó con un gemido que le hizo sonreír y llevarse una mano a la boca. Unos minutos después, tenía a Milo entre sus piernas brindándole el placer que merecía.

***

―Pero ¿por qué estás tan borde? ―le preguntó Shura, que acababa de coger una de las bolsas de ropa que se acababa de comprar su amigo.

Afrodita no podía fingir que no estaba molesto, pero el español no tenía la culpa de nada. Tampoco quería confiarle sus inquietudes y agrandar el problema. Cuantas menos personas estuvieran involucradas, mejor.

―¿Es por Camus?

―Sí, pero no pienso decir nada más ―suspiró.

―Oh, vamos, tan grave no será.

―Eso quiero creer.

Caminaron por el centro comercial e hicieron una parada para tomar un refresco. Allí dentro la calefacción estaba demasiado fuerte y de tanto ir y venir de las tiendas se encontraban exhaustos.

―¿Y cómo te va a ti con Mu? ―preguntó de pronto, poniéndolo nervioso.

―Yo… esto… bueno…

―No me digas que todavía no habéis hablado.

―¡¿Tenemos que hablar?!

―¡Shura!

Afrodita se echó en su asiento ladeando la cabeza con una sonrisa. Desde luego, tenía unos amigos la mar de despistados.

―Dame tiempo ―le pidió―. Yo no tengo el poder de enrollarme con un tío el mismo día en que lo conozco ―contraatacó, poniéndolo rojo a él esta vez.

―Fue solo un impulso ―se defendió, bebiendo del vaso.

―Pero pasó. Death Mask… ¡nunca lo hubiera imaginado! ¡Si no pegáis ni con cola!

―Eso no es asunto tuyo. Además, yo no quiero nada con él.

―Ah, ¿no? Pues ayer me dijo por msn

―¿Qué te dijo? ―preguntó, más ansioso de lo que pretendía.

―¿No era que no te importaba? ―dijo, pícaro.

―Si alguien habla de mí, sí me importa.

―Pues me dijo que le gustaría volver a verte, que le caíste bien.

―¿Nada más?

―Nada más.

El sueco enarcó una ceja, pero se contuvo de hacerle más preguntas. Angelo no le llamaba tanto la atención como el resto creía… No, claro que no. Era un macarrilla engreído que pensaba que podía embaucarlo fácilmente. No, nada de eso.

Terminaron los refrescos y pasaron por una última tienda de ropa. Afrodita encontró una camiseta negra con motivos espaciales y obligó a su amigo a probársela. Le quedaba tan bien que no pudo decir que no y se la llevó. Salieron de allí con unas cuantas bolsas, todas del sueco, salvo la camiseta de Shura. El español todavía no era capaz de entender cómo podía soportar aquel ritmo frenético de compras, pero le reconfortaba mantener la mente ocupada, centrada en sobrevivir al centro comercial.

***

Metió la camiseta en la lavadora como solía hacer su madre cuando compraba ropa nueva. La mujer no había vuelto todavía de trabajar y Shura no sabía qué hacer. Se puso un café con mucha leche y encendió el ordenador. Casi le dio un vuelco el corazón al ver que, nada más conectarse a msn, Mu le hablaba:

 

Mu, simplemente dice:

-¡Hola, Shura!

-He estado buscando información para el trabajo de literatura y he visto que en tu país hay un montón de escritores interesantes

-¿Qué te parece si lo hacemos sobre el Romanticismo?

 

Al leer la última palabra, el corazón del moreno comenzó a latur con frenesí, pero pronto consiguió serenarse.

 

*$hura q t importa* dice:

-me parece genial

-creo q mi madre tiene libros de sobra

-podria pedirselos

 

Mu, simplemente dice:

-¿Sobre el Romanticismo español?

 

*$hura q t importa* dice:

-ella lee muxa novela romantica

 

Mu, simplemente dice:

-Jajajaja

-Pero no es lo mismo!

 

El nerviosismo de Shura aumentaba por momentos. Se sentía extremadamente estúpido y pensó que lo mejor sería cambiar de tema o no aportar nuevas ideas para el trabajo de literatura.

 

*$hura q t importa* dice:

-podemos ir mañana a la biblio a ver q hay

 

Mu, simplemente dice:

-Estupendo!

-Durante el recreo?

 

*$hura q t importa* dice:

-si

- :)

 

Mu, simplemente dice:

-¿Qué tal con Dita?

-Quería ir pero al final no pude

 

Shura le contó la expedición que habían hecho por todo el centro comercial, obteniendo varias risas como única respuesta. Hablar con el tibetano era siempre refrescante aunque, al cerrar el chat, siempre le quedaba un pequeño vacío en el pecho, ahí donde se refugiaban todos los sentimientos del español.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, ¡espero que les haya gustado y comenten sus opinione! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).