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Cosas de adolescentes por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Hola! Aquí les dejo el capítulo número 6 de esta historia :3 Les pido disculpas por haber tardado tanto en actualizar, os juro que se debe puramente al agobio de Segundo de Bachiller, jaja.

 

Espero que disfruten leyendo :3

   Sonó el despertador a las diez en la habitación de Shaka, y este se apresuró a apagarlo rápidamente. Era un sonido que desde siempre había odiado, como la mayoría de los mortales.

   Se levantó despacio de la cama a la vez que estiraba los brazos y las piernas y daba un bostezo de león. Subió la persiana y los rayos del sol casi le dejan ciego. Se cubrió los ojos con una mano y salió de su habitación para ir a desayunar con sus padres y su hermana.

   -Hola, hijo.- Lo saludó su madre acariciándole el pelo y la mejilla suavemente.

   Su padre lo saludó desde la mesa y su hermana, que acababa de bajar las escaleras para reunirse allí también, lo abrazó todo lo fuerte que le permitieron sus ocho años y Shaka la cogió en brazos y le dio un beso en la frente. La posó de nuevo en el suelo y se sentaron a la mesa cogidos de la mano. Después los acompañó su madre con el desayuno: tostadas recién hechas con mermelada, cafés y colacao para Shie, la más pequeña, y un plato con trozos de manzana.

   Empezaron a desayunar tranquilamente y a hablar del tiempo, cómo les iban las clases, el trabajo...

   -En el examen de Historia saqué un 9,5.- Contestó Shaka cuando su padre le preguntó por las notas.

   -¡Pues yo la semana que viene voy de excursión! -Le dijo Shie con una sonrisa de oreja a oreja, haciendo que el rubio sonriese también.

   Los dos eran muy parecidos, a pesar de ser Shaka el único rubio de la familia, sobre todo en el intenso azul de los ojos.

   Cuando este acabó de desayunar pidió permiso para retirarse, ya que había quedado con un amigo para ir a la biblioteca y a una cafetería a divertirse y comer. Su madre se lo concedió y este le dio un beso en la mejilla seguido de un gracias.

   Subió las escaleras dirección al baño para ducharse y lavarse los dientes. Mientras el agua le bajaba por todo el cuerpo no pudo evitar pensar en Camus. Se sentía extraño, como si un leve soplido de amor estuviera llamando a su puerta y él la estuviera abriendo lentamente. Era una sensación agradable, sin embargo.

   Cuando acabó la ducha estaba todo rojo por haberse imaginado saliendo con el francés. Cogió una toalla y se secó el cuerpo, luego cogió otra para secarse el pelo. Se lavó los dientes, se cubrió con la toalla más grande y fue a su habitación para vestirse. Se puso ropa interior de Calvin Klain, unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca con un jersey de color morado encima y unas vans.

   Cogió su cartera y caminó hasta la puerta, pero se le olvidó hacer la cama. Con una maldición se volvió para colocarla. Cuando por fin lo tuvo todo hecho bajó las escaleras para despdirse.

   -¿A dónde vas? -Le preguntó su hermanita con ojos brillantes.

   -Voy con un amigo.- La cogió en brazos y le dio un beso en la mejilla.

   -No quiero que te vayas.- Le dijo al borde de las lágrimas.

   -No te preocupes, mañana pasaremos el día juntos, ¿de acuerdo? -Le prometió con una sonrisa.

   -Vale.- Contestó sintiendo los cálidos labios de su hermano besándola de nuevo.

   Shaka la bajó con cuidado, cogió las llaves de su casa y el abrigo y salió al pequeño jardín en dirección al centro, donde vivá su amigo.

 

   -Caaaamuuuus, despieeeeertaaaaa.- Lo llamó Milo con los labios casi rozando la oreja del francés.

   Este se movió y abrió los ojos despacio. Se los frotó con las manos y lo miró, incorporándose.

   -¿Qué hora es? -Preguntó.

   -Aún son las once pero es que no podía dormir más, lo siento.- Se disculpó el peliazul, poniendo un dedo en la boca.

   -No pasa nada.- Le sonrió Camus y lo besó, quitándole el dedo de los labios.

   Milo se posicionó encima suyo y le siguió el beso muy pasionalmente, mientras el francés lo agarraba de la cintura. Sonó el teléfono de la casa y Milo fue a contestar, de mal humor.

   -¿Si? -Preguntó.

   -¿Milo? Soy mami- respondió ella al otro lado del teléfono-. Llamo para decirte...

   Camus escuchaba sentado en la cama del peliazul, aunque lo único que oía era ''sí, mami''. Sonrió sin poder evitarlo. Por alguna razón le parecía una escena muy conmovedora. Oyó a Milo despedirse de su madre y volver a la habitación con él.

   -Era mi madre.- Le anunció.

   -No me había dado cuenta.- Le dedicó una sonrisa burlona.

   Milo lo fulminó con la mirada, sonrojado, pero terminó por reirse él también.

   -¿A qué hora habíamos quedado? -Le preguntó el peliazul.

   -A las siete en el insti.

   -Cierto. Voy a desayunar algo. ¿Quieres...?

   -No, gracias amor. No tengo hambre.- Le hizo un gesto de negación con la mano.

   Milo lo miró, un poco triste, sin saber por qué, y fue a la cocina para prepararse el desayuno.

 

   -Pues eso, Kanon, estoy algo confuso. Y pensé que solo te lo podría contar a ti, ya sabes...

   Kanon, el hermano gemelo de Saga, era el mejor amigo de Shaka desde hacía mucho tiempo, y solo él conocía la verdadera personalidad del rubio.

   Caminaban por la calle dirección a la biblioteca, Kanon mirando hacia adelante, preocupado, y Shaka sin levantar la mirada del suelo.

   -Ya, ya sé. Es complicado, tienes razón. ¿Probarás a ver qué pasa? -Preguntó el peliazul.

   -Sí. No... no lo sé. ¿Y si no le gusto?

   -¿Cómo vas a ser con él? -Quiso saber.

   -Tampoco lo sé...- Contestó el rubio con un hilo de voz.

   Kanon se llevó una mano a la cabeza, en gesto pensativo. Shaka le había contado que se estaba enamorando de Camus sin saber por qué, ya que apenas lo conocía.

   -A ver, deja que lo entienda: a ti te gusta ese pero está saliendo con Milo y no sé qué, no sé qué más, ¿no?

   Shaka lo miró y sonrió. En el fondo sabía que Kanon le había entendido y estaba preocupado por él.

   Unos minutos después llegaron a la biblioteca y Kanon tuvo que retener a su amigo del brazo porque se pasaba de largo.

   -Shaka, ¿estás bien? -Le preguntó.

   -¿Eh? Sí, sí, no te preocupes.

   Entraron en el edificio en silencio. Fueron hasta la sección de libros de Cultura Clásica, seleccionaron algunos y se sentaron en una mesa vacía para echarles un vistazo.

   -Este libro solo pone Mitología.- Comentó Kanon.

   -Cógelo. Una parte del trabajo va sobre ello.- Dijo mientras leía el índice de un libro bastante pesado.

   -¿Estás bien, Shaka? -Insistió.

   -Que síii, de verdaaad.- Le respondió algo molesto, mientras continuaba la búsqueda.

   -¿Sabes? Creo que te vendría bien un poco de fiesta.- Dijo Kanon con una sonrisa maliciosa.

   -¿A qué te refieres?- Preguntó Shaka arqueando una ceja.

   -Tú y yo vamos a salir hoy a divertirnos por los pubs y las discotecas.- Dijo sin dejar de sonreir de aquella manera tan inquietante.

   -¿Qué? Ni hablar. Ya sabes que a mí esas cosas no me gustan.- Se negó.

   -No lo sabrás hasta que lo pruebes.

   -¿Qué pasa si me niego?

   -No lo harás.- Dijo muy convencido.

   -¿Cómo estás tan seguro?

   -Porque sé que en el fondo lo estás deseando.- Sonrió.

 

   Milo no era de preocuparse mucho por las cosas, pero ese tema lo tenía más que nervioso, y lo peor de todo es que no podía evitar ponerse así.

   Se había echado en el sofá a lo largo mientras Camus se daba una ducha en su baño. Ni siquiera había encendido el móvil.

   -Ya estoy, amor.- Lo interrumpió Camus, tapado únicamente con una toalla en la cintura.

   Antes de que le diese tiempo a responder nada, el francés se le subió encima y se inclinó para besarlo locamente. Milo lo agarró con una mano de la cintura y se dedicó a pasarle la otra por todo el cuerpo. Pero para sorpresa de Camus, se detuvo de pronto.

   -¿Qué ocurre? -Le preguntó.

   -Nada, solo que... -lo miró intensamente a los ojos-. ¿Puedo hablar contigo?

 

   Se había sentado a ver la televisión, pero la apagó porque no echaban nada interesante. Había estado pensando desde que se hubo levantado en una manera de quedarse a solas con Shura, aunque fuese para hablar. Le encantaba estar en su compañía.

   -Vamos al cine,  Mu.- Le anunciaron sus padres mientras cogían las llaves que estaban encima de la mesa.

   El pelilia asintió con la cabeza y siguió pensando en sus cosas hasta que su hermano se sentó con él en el sofá.

   -Hola, hermanito. Te noto algo distante últimamente. ¿Estás bien? -Le preguntó Shion.

   Su hermano tenía el cabello tan largo como Mu, pero de un color verde. El resto de su aspecto era prácticamente igual, solo los diferenciaba el pelo y la edad.

   -Sí, bueno, solo estoy pensando.- Contestó.

   -Ya sabes dónde encontrarme si necesitas ayuda. En fin, he quedado con Dokho, ya nos veremos mañana.- Le guiñó un ojo y se levantó para irse.

   Mu tenía la sospecha de que aquellos dos estaban saliendo juntos, pero no se atrevía a preguntarle nada al respecto a su hermano. Ya tenía suficiente con sus problemas.

   Estaba muerto de sueño ya que no había dormido apenas nada aquella noche, y sin darse cuenta se echó en el sofá cual largo era y se quedó dormido.

 

   Sonó el teléfono móvil desde la habitación mientras dormía, y su cerebro convirtió la musiquita en el sonido de fondo de su sueño. Cuando se dio cuenta que era el tono de llamada se levantó rápidamente del sofá y corrió hasta su cuarto, pero nada más cogerlo dejó de sonar.

   Miró la hora en el aparato y casi le da un ataque: pasaban diez minutos de las siete, la hora a la que habían quedado todos. Después miró a ver quién le había llamado y casi le da un ataque más potente. Le dio a rellamada y esperó a que Shura contestara.

   -¿Mu? ¿Dónde estás, alma de dios? -Se rio el español al otro lado de la línea.

   -Ehh...- No sabía qué responder.

   -¡Pasa el porro! -Se oyó decir a Aioria.

   -¡Calla, idiota! Es Mu.- Se molestó Shura.

   -Hola Muuuuu.- Dijo Milo con tono burlón.

   -En fin. Mu, estamos yendo a un nuevo pub que está en... emh... no me acuerdo de la calle. Se llama La Madriguera, ¿lo conoces?

   -No.- Contestó.

   -¿Quieres que vaya a buscarte?

   -Oh, el príncipe va a buscar a su princesa, jaja.- Se oyó de nuevo la voz de Aioria.

   -Como quieras, Shura.- Respondió poniéndose muy rojo. Por suerte no había nadie cerca que lo notase.

   -Estaré allí en unos diez minutos.- Y colgó.

   Mu se quedó con el teléfono en la oreja durante unos segundos antes de reaccionar. Se apresuró a coger ropa de su armario y calzado y se metió rápidamente en la ducha. Apenas esperó a que el agua calentase y se lavó lo más veloz que pudo, usando, sin darse cuenta, su champú de frutas como gel.

   Cuando salió de la ducha aún le quedaban unos minutos para vestirse. Fue a su habitación y se quitó la toalla de la cintura y la del pelo, quedándose copletamente desnudo. Pero antes de que pudiera llegar a coger su ropa interior, llamaron al timbre de su casa.

   Se le tensó todo el cuerpo y fue a contestar el pinganillo, sin nada que lo cubriese.

   -¿Si? -Preguntó a través del aparato.

   Pum, pum. Se oyeron los golpes en la puerta e incoscientemente Mu la abrió.

   Shura se encontraba al otro lado, y cuando le iba a saludar se percató de que su amigo lo recibía completamente desnudo y con agua cayendo de su pelo por todo el cuerpo.

   Mu ahogó un grito de vergüenza y le cerró la puerta en sus narices. Shura se quedó perplejo y todo rojo. Cuando se recuperó de aquello, volvió a llamar al timbre.

   Esta vez Mu lo recibió ya con los pantalones y el calzado puestos, aunque sin nada en la parte superior. No lucía tanto músculo como los demás, pero aún así su cuerpo resultaría excitante.

   -Pasa, y perdón por lo de antes.- Dijo mientras aceptaba su invitación y entraba en su casa.

   -Espérame en mi habitación, al fondo a la derecha- le señaló-. Yo voy a peinarme.

   -Vale.- Asintió Shura.

   Se sentó en la cama de su amigo y miró a su alrededor, curioso: lo único que tenía en ese cuarto era una estantería llena de libros, una mesa con un ordenador e impresora, una silla giratoria, dos armarios y un zapatero...

   Cuando Mu volvió cogió una camiseta interior blanca y una camiseta verde que había sobre la cama a un lado de Shura, y se las puso.

   -¿Qué puedo ponerme encima? -Le preguntó, sobresaltando al español.

   -Una sudadera misma, ¿no? -Propuso Shura sin saber qué contestar.

   Mu lo miró y asintió.

   -Vale.- Dijo mientras sacaba del armario una sudadera de color gris con líneas y círulos blancos.

   -¿Nos vamos? -Preguntó Shura.

   -Vamos.- Contestó mientras cogía sus llaves.

 

   El ambiente en La Madriguera era enorme. Había gente por todas partes, bebiendo, bailando, ligando, en los baños haciendo a saber qué...

   Camus y Afrodita se habían sentado en una mesa aparte esperando a que los demás volvieran con la bebida y hablaban de sus cosas.

   -¿Qué dijiste que te preguntó Milo? -Quiso saber el sueco.

   -Quería hablar conmigo.- Contestó simplemente.

   -¿De qué? -Insistió.

   -Ayer estuve hablando con Shaka y...

   -¡¿Con Shaka?!- Afrodita se quedó perplejo.

   -Sí, con Shaka. Pues el caso es que le mentí diciendo que en realidad hablaba con mi prima...

   Le fue contando todo lo que había hablado con el rubio por el msn y por la noche con Milo.

   -¿Y de qué te habló hoy? -Parecía muy curioso y sorprendido.

   Camus empezó a contarle todo mientras recordaba.

 

   -¿Puedo hablar contigo? -Le había preguntado Milo, haciendo que se pusiera nervioso.

   -Claro.- Había respondido él.

   -¿Sigues queriendo estar conmigo?

   Camus se había quedado atónito ante aquella pregunta.

   -¡Claro que quiero estar contigo, Milo! -Había exclamado con completa seguridad.

   -¿Y Shaka? -Había preguntado el peliazul, preocupado.

   -¿Cómo que Shaka? ¡Solo hablaba con él, Milo! No tienes que preocuparte por cada uno que quiera ser mi amigo.- Le había contestado, y le había besado posteriormente en una mejilla.

   -Pero...

   -Nada de peros. ¿Acaso crees que preferiría otro cuerpo que no fuera el tuyo? -Le había guiñado un ojo y sonreído pícaramente.

   -Camus...- Lo había llamado, serio.

   El francés había comenzado a besarle el cuello y a quitarle la ropa.

   -Tú lo has querido- había sonreído Milo maliciosamente-. Pero esta vez seré yo el que te dé lo tuyo.- Había dicho mientras lo tumbaba boca abajo y se ponía encima de él, dominante.

 

   -Un método muy eficaz para convencerlo, pero no hace falta que me cuentes lo que vino después.- Dijo Afrodita, que lo había estado escuchando atentamente, bebiendo agua de su vaso.

   -¡Dita! -Exclamó Camus dándole un ligero codazo, y ambos se echaron a reir.

   -Me alegro de que esté solucionado.- Le sonrió.

   -Gracias, yo también espero que esté todo en orden.- Dijo, y se entristeció un poco.

   -Venga, no te preocupes. Sabes que estoy aquí para lo que sea. Menos cosas sexuales.- Añadió después de una pausa.

   -Gracías Dita. Tú sí que eres un amigo.

   En ese momento aparecieron Milo y Aioria cargados con vasos con calimocho y vasos vacíos de chupitos. Los dejaron sobre la mesa y se sentaron con ellos.

   -¿Y Saga? -preguntó Camus mientras Milo lo sentaba en sus piernas, juguetón- ¿Me vas a tener encima tuyo toda la noche? -Le preguntó al peliazul.

   -Ya sabes que me gusta tenerte siempre encima.- Contestó, estrechándolo entre sus brazos y besándole el cuello.

   -En fin. Saga viene ahora, que ha ido al baño. ¿Cuándo demonios aparecerán Shura y Mu? -Quiso saber Aioria.

   -Aquí estamos, quejica.- Dijo el español empujándolo para hacerse un hueco.

   -Hola, chicos.- Los saludó Mu mientras se quitaba la sudadera y se sentaba al lado de Shura.

   -¡Mu! -exclamó Milo desde debajo de Camus- ¿Cómo es que no llegaste?

   -Bueno, ehm... digamos que se me fue la hora.- Contestó.

   -En fin, ¿a qué jugamos?- Preguntó Aioria impaciente.

   Saga apareció por allí y cogió una silla de otra mesa para unirse al grupo, colocándola al lado de Camus y Milo.

   -Hola Mu- lo saludó-. ¿Os podéis creer que tuve que esperar a que un pavo terminara de tocarse? -Se indignó.

   -¿Pero qué...? Jajaja.- Se rio Shura, y luego lo siguieron los demás.

   -¿Y la tía? -Preguntó Milo y volvió a su trabajo en la boca de Camus.

   -Su mano, jajajaja.- Estalló Saga.

   -¿Un Yo nunca? -Preguntó Camus, liberándose del salido de su captor.

   -Empiezas.- Dijo Aioria, más animado.

   -Yo no juego.- Anunció Afrodita.

   -¡Oh, vamos, Dita! .- Exclamó Milo.

   -¡Solo es un juego! -Lo siguió Shura.

   -Que no.- Dijo tajante.

   -Venga, no pasa nada. Empieza, Camus.

   -Yo nunca... he sido griego.- Dijo.

   -¡Eh! ¡Eso no vale! -Se quejaron Saga y Milo mientras llenaban su vaso de chupito y bebían.

   -Maldito francés.- Se quejaba también Aioria.

   -Te toca, Mu.- Dijo Camus victorioso.

   -Yo nunca... he llevado el pelo corto. Ahora.- Especificó.

   -¡Eh! -Se quejó Shura esta vez.

   -Parece que estáis todos en contra mía.- Dijo un Aioria indignado.

 

   Aún eran las ocho y media, pero siendo invierno parecía de noche cerrada. Shaka estaba algo turbado ya que solo había salido de fiesta en contadas ocasiones.

   -¿Entramos aquí? -Le preguntó Kanon.

   -No sé,. Respondió mientras leía el nombre del lugar, no muy convencido. El clan de la cerveza. Discoteca y pub.

   -Venga, que seguro que hay alguien que conozco y así te lo presento.- Le animó.

   -Está bien...- Se dejó vencer.

Notas finales:

Espero que les haya gustado y dejen comentarios si quieren. jeje. Intentaré actualizar cada fin de semana, pero no prometo nada :D Muchas gracias por leer!!


PD: para los que no tengan claro cómo se juega al Yo Nunca-> Consiste en, de uno en uno, ir diciendo cosas que has o no has hecho. Por ejemplo Yo nunca comí pizza. Si comiste pizza alguna vez, tienes que beber (en este caso, te echas bebida en el vaso de chupito y lo bebes). Si el que lo dijo también lo hizo, también bebe.


Espero que ahora lo tengan más claro :D


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