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Cosas de adolescentes por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Este es el capítulo 7 de Cosas de Adolescentes, espero que lo disfruten tanto como lo disfruté yo escribiendo!!! :D

   La música que se oía dentro de La Madriguera no era muy buena, pero los estragos de la bebida y el entretenimiento apenas les dejaba margen para pararse a escucharla.

   El Yo nunca se había convertido en un juego casi sexual en su totalidad. En vez de decir cosas más o menos normales se decían cosas como Yo nunca me he tocado, entre las más suaves.

   -Yo nunca me he emborrachado -dijo Mu, que no se atrevía a unirse a los salidos de sus amigos.

   Todos bebieron menos él y Afrodita que no jugaba. En vez de eso, estaba en una esquina de la mesa al margen y ausente, únicamente con un vaso de agua en su lado, el cual apenas había tocado.

    -Mmmm... -pensó Shura-. Yo nunca he practicado sexo oral -dijo con malicia mientras él mismo bebía de su vaso de chupito.

    -Shura... Jajaja -empezó a reirse Saga y le siguió Aioria, sin poder aguantarse.

    -¡¿Qué?! -Exclamó indignado.

    -No les hagas caso, si han bebido todos -se incorporó Afrodita sin moverse apenas unos centímetros.

    El español miró a todos y vio que su amigo tenía razón: Camus y Milo bebían sin mucho interés y volvían a su propio juego de lenguas. Aioria bebía ahora junto con Saga disimuladamente. El único que no bebía, como se había imaginado, era Mu. Sonrió y luego estalló en carcajadas dándoles codazo a los dos griegos.

   -Bueno, me toca -anunció Aioria cuando dejó de forcejear con Shura.

   -No te pases de listo, gato -se rio Saga, el cual tenía las mejillas ya coloradas.

   -Yo nunca... me he sentido atraído sexualmente por alguien de esta mesa -miró exageradamente a Camus y a Milo para que dejasen lo suyo y se incorporasen más al juego.

   Estos lo hicieron y con gesto de molestia por haberles interrumpido le pidieron que les llenase sus vasos.

   -Si jugamos jugamos -reía Aioria mientras echaba la bebida.

   Mu cogió su vaso y se lo llenó también, y Shura lo imitó. Bebieron el alcohol de un trago y volvieron a posar el vaso en la mesa.

   -¿Pero qué...? -Empezó Saga.

   -Tú te callas -le mandó Shura con mirada fulminante.

   Mu se quedó seco en el sitio cuando se dio cuenta de que él también había bebido. ¿Acaso le gustaba alguien de los presentes? ¿Quién podría ser? ¿Podría ser él? Se ruborizó más de lo que ya lo estaba y no dijo nada, esperando que no le preguntasen al respecto.

   -Te toca, Saga -le dijo Aioria ansioso por seguir con el juego.

   -Yo nunca me he dado placer -esta última palabra la pronunció con marcado tono de burla- mientras pensaba en alguien de esta mesa. Continuo lo que Aioria comenzó -empezó a reirse de nuevo.

   Los únicos en beber fueron Milo, Camus y Shura. ¡¿Shura?! Mu pensaba que se le iba a salir el corazón del pecho solo con imaginarlo. ¿Y si era él quien le atraía? ¿Podría ser que su amigo hubiera pensado en él mientras...?

   -Mu- Afrodita lo llamó en un susurro y le hizo un gesto para que acercara su oreja a él-. ¿Puedo hablar contigo un momento fuera? -Le preguntó con el mismo tono de voz.

   -Claro- le respondió-. Espera a que acabemos el juego.

   Estaba interesado en saber lo que podría pasar ahí. Afrodita solo asintió levemente con la cabeza.

   -Milo, te toca -saga le dio un codazo interrumpiendo otro de sus cien mil besos con Camus.

   -Paso -anunció.

   -¡Oh, vamos! ¡No seas soso! -Le recriminó Aioria con tono de fastidio.

   -No me apetece jugar más. Voy un rato afuera -dijo mientras quitaba cuidadosamente de encima de sus piernas a Camus, cogía su abrigo y salía torpemente de allí, chocando varias veces contra las mesas, las sillas y más personas que había por allí bailando, entrando y saliendo.

   -Mejor voy con él -dijo Camus mientras se levantaba, cogía también su abrigo y se encaminaba hacia la salida con unas pocas menos de dificultades que su novio.

   -Entonces, ¿no vamos a jugar más? -Preguntó Aioria indignado.

   -Vamos, no te pongas así. Tampoco nos quedaba mucho más que decir -le animó Saga dándole una palmadita en la espalda que casi le tira al suelo.

   Mu miró a Afrodita y le preguntó por lo bajo si seguía queriendo hablar con él a solas.

   -Sí. ¿Vamos mejor a la entrada trasera?

   -Como quieras, Dita -dijo mientras se levantaba.

   -¡¿Vosotros también os vais?! -Preguntó Aioria llevándose las manos a la cabeza.

   -Volvemos ahora -le avisó Mu sonriendo.

 

 

    -¿Qué te parece el ambiente? -Le preguntó Kanon con una sonrisa.

    Había borrachos por todas partes que tropezaban hasta con sus propios pies. A veces alguno se subía encima de una mesa y se ponía a cantar, y sus amigos le aplaudían. Otros intentaban desesperadamente que una chica aceptase su invitación para llevarla a la cama, pero lo máximo que recibían era una bofetada. Aunque le hacía gracia que luego esas mismas chicas se quejaran de que los hombres solo las querían para lo mismo cuando ellas iban vestidas, en pleno invierno, con faldas más cortas que minifaldas y escotes que por poco más les dejarían sus senos al descubierto.

   -¿Qué qué me parece? ¿En serio me lo preguntas? -Arqueó una ceja como si fuera evidente lo que pensaba de aquel lugar.

   -Estupendo, ¿verdad? -Dijo sin hacer mucho caso al comentario del rubio. Había bebido muchas copas y no se encontraba en muy buenas condiciones para pensar con claridad.

   Shaka negó con la cabeza para sí mismo y miró alrededor suyo. El clan de la cerveza seguía teniendo el mismo ambiente y los mismos borrachos. Ese lugar le ponía enfermo de verdad.

   -Kanon, ¿podemos irnos de aquí? -Le preguntó mientras veía cómo otro desesperado se arrodillaba ante una chica de pelo teñido de rojo.

   -¡Pero si es la mejor parte! -Refunfuñó este.

   -Pues entonces no sé cómo será la peor -suspiró-. En fin, yo no quiero estar más aquí. Si no vienes me iré solo.

   -Vale, vale, está bien -se apresuró-. Conozco otro pub que está muy bien. ¿Te atreves a probar suerte? -Le puso la cara más tierna de la que fue capaz para intentar convencerle.

   -No sé, Kanon, no me apetece salir más... -intentó desviar la mirada del peliazul. A su amigo nunca le había servido de utilidad mirarle a él de esa forma, pero extrañamente acabó por ablandarse-. Está bien. Pero luego me voy a casa -asintió de mal humor mientras se levantaba.

   -¡Bien! -Exclamó Kanon dando un salto con el que casi cae al suelo.

 

 

   -Vaya, está empezando a llover, y yo sin paraguas -se quejó Camus alzando la palma de la mano.

   -Bah, qué más da que llueva. A mi me gusta -dijo Milo mientras volvía a besarle.

   El ambiente en La madriguera estaba bien, pero llevaban allí dentro tanto tiempo que no querían más que salir a tomar un poco el aire.

   -¿Te gustaría pasar de nuevo la noche en mi casa?- Le preguntó el peliazul con tono pervertido casi rozando su oreja.

   -Me encantaría- le sonrió con la misma malicia.

   Se volvieron a besar apasionadamente hasta que sonó el móvil de Milo en el bolsillo de su pantalón.

   -Dejaré que suene- dijo sin interrumpir el beso.

   -Cógelo, anda-dijo Camus mientras le apartaba con un empujón, riéndose.

   -¿Quién es? -Preguntó de mala gana por el teléfono.

   -¿Milo? ¿Dónde estás? -Casi gritó la voz de su madre al otro lado.

   -¡¿Mami?! -Exclamó asombrado y algo asustado.

   -Volvimos a casa hace una hora, ¿por qué no estás?

   -¿Pero no ibáis a pasar el fin de semana fuera? -Preguntó, atónito.

   -Te dije que ese era el de la semana que viene. Vuelve a casa inmediatamente- le contestó de mal humor.

   -Pero... ¿no puedo quedarme?

   -De eso nada. ¿Sabes el desastre que tienes montado en tu habitación? Quiero que en un cuarto de hora estés aquí recogiéndolo.

   -Pero...

   -Nada de peros, un cuarto de hora he dicho -su tono no aceptaba excusas.

   -Está bien... -oyó que le decía algo más que no entendió y colgó.

   -¿Quieres que te acompañe a casa? -Le preguntó Camus un poco desilusionado.

   -No, da igual. Aún no es muy tarde, no quiero arruinarte la noche.

   -A mí no me importa.

   Milo se acercó a él y le rodeó la cintura con los brazos. Acercó su rostro al de él y le volvió a besar, más tierno que apasionadamente.

   -Diviértete -Le pidió con una sonrisa.

 

 

   -¿Qué querías decirme, Dita?

   -¿Quién te gusta? -Le preguntó a Mu yendo al grano.

   -¿Qué? -Se puso todo rojo.

   -Vamos, dímelo. Sabes que yo me entero de todo aunque no lo parezca. Podría ayudarte si quieres -le guiñó un ojo con elegancia.

   -Em... yo... -no sabía qué decir. Pensó en decirle que nadie, pero era evidente que lo tenía acorralado en un callejón sin salida.

   -Vamos, no se lo diré a nadie. Sabes que soy hombre de palabra -le animó.

   -Shura -dijo girando la cabeza bruscamente y crubiéndose la cara con el cabello.

   -¿Shura? Vaya, yo había pensado más bien en Aioria -dijo llevándose una mano a la barbilla.

   -Bueno, ¿y qué? -dijo algo irritado.

   -A Shura también le gusta alguien. Si quieres podría intentar ayudarte a ver quién es.

   -Yo...

   -Puedo llamarlo para preguntarle -dicho esto se volvió para entrar de nuevo en el pub.

   -¡No! -Exclamó Mu agarrándolo del jersey. Afrodita apartó su brazo para liberarse del contacto. Le molestaba bastante ese tipo de acciones -.Perdón. Quería decir, que no quiero saberlo... se lo preguntaré yo -dijo no muy decidido.

   -Como quieras -entró en el pub seguido de Mu y se sentaron de nuevo en la mesa con los demás.

   En ese momento todos se volvieron para mirar a Camus extrañado, pues regresaba sin Milo a su lado.

   -¿Dónde dejaste al bicho? -Preguntó Aioria a duras penas.

   -¿Dónde dejaste tu inteligencia? -Se la devolvió el francés.

   -¿Se ha ido? -Preguntó Mu.

   -Sí, su madre lo llamó y le dijo que volviese a casa impulsado con un cohete.

   -¿Pero no estaban fuera? -Preguntó Afrodita con interés.

   -Sí, bueno, al parecer ya volvieron -concluyó y se sentó a la mesa.

   -Pobrecillo, ahora no tendrás con quién ignorarnos -continuó Aioria, pero nadie le prestó atención-. ¿Pedimos más?

   -¡¿Más?! ¡Pero si apenas te tienes en pie! -Le reprochó Saga.

   -¡No digas tonterías! -se levantó para hacer una demostración y Shura se apresuró a sujetarlo por la espalda antes de que se cayese -. ¿Veis? ¡Puedo de sobra! -no se había percatado de que el español le estaba ayudando.

   -Sí, sí, lo que tú digas -Se rio Camus.

   -Suéltalo, Shura -le pidió Saga estallando en carcajadas.

   -No seáis malos -dijo Mu, sonriendo.

   -¿Tienes quién te acompañe a casa, Aioria? -Le preguntó Afrodita.

   -¡Voy solo! -gritó.

   -¡Calla! Casi me dejas sordo -exclamó Shura sin dejar de sostenerle.

   -¿Alguien tiene el número de su hermano? -Preguntó Afrodita.

   -Yo lo tengo -Se apresuró a decir Shura.

   -Llámalo para que venga a recogerle.

   -Vale, pero que alguien le sostenga por mí...

   Mu se levantó y ambos intercambiaron el cuerpo de Aioria. Hubiera sido más fácil volver a sentarlo en la silla, pero este no se dejaba.

   -¿Si? ¿Shura? -Preguntó una voz tras la línea.

   -Sí, Aioros, soy yo. Verás, es que tenemos un problema con un sujeto alcoholizado y nos preguntábamos si podrías llevarlo a casa.

   -¿Aioria? -Empezó a reirse -. Claro, ahora voy con el coche, que yo también me iba a casa ya. ¿Dónde estáis?

   -En La madriguera. ¿Sabes dónde queda?

   -Sí, fui varias veces. No estoy muy lejos, solo tardaré unos minutos y estaré allí. Hasta ahora.

   -Hasta ahora, Aioros.

 

 

   La lluvia ahora empezaba a caer con más fuerza y eso le impedía correr todo lo rápido que podía para no resbalarse. Seguro que si llegaba a casa aunque fuera solo un minuto tarde su madre lo regañaría. Siempre pensaba que ella debería ser como su padre, que nunca le reprochaba nada a no ser que fuese realmente necesario.

   Cuando llegó estaba completamente mojado y jadeando. Abrió el portal maldiciendo a las llaves por ponerse del revés y entró. Subió por el ascensor y abrió la puerta de su casa.

   -¿Milo? -Lo llamó su madre-. Casi llegas tarde.

   -¿Que casi llego tarde? ¡He venido corriendo bajo la lluvia desde el otro extremo de Atenas y me dices que casi llego tarde!

   -No me vengas con excusas y ponte a ordenar tu cuarto ahora mismo.

   -Hola, hijo -le saludó su padre como si allí no estuviese pasando nada.

   -Hola, papi -dijo mientras entraba a su habitación con un suspiro.

 

 

   -Hermano, ¡estás hecho un desastre! -Le recriminó Aioros mientras se acercaba a la mesa donde estaban sentados.

   -¡Estoy perfectamente, malditasea! -Gritó Aioria.

   -Estás perfecto para alcohólicos anónimos, sí, jajaja -se empezó a reir Shura, y Saga lo siguió.

   -Tienes suerte de que mamá y papá no estén en casa, que si no... Bueno, me llevo a este sujeto, espero que les sea divertida la fiesta -les dijo a todos guiñándoles un ojo y llevándose a Aioria que se resistía entre sus brazos.

   -Vamos perdiendo gente por momentos -hizo notar Saga.

   -Ya ves -dijo Afrodita, sin mucho interés, bebiendo un trago de agua de su vaso.

   -¡Oh! ¡Esta canción me encanta! -Exclamó a Shura sorprendiéndoles a todos.

   -No está mal -dijo Saga.

   -Ve a bailar a la pista -le sugirió Camus.

   -¿Yo solo? ¡Sí, hombre! Voy a bailar solo una balada.

   -A mí no me mires, que tengo pareja -se defendió el francés alzando los brazos para dar más énfasis.

   -Y a mí menos -dijo Afrodita.

   -¿Mu? -lo llamó Shura, sobresaltándolo.

   -¿Eh? ¿Qué?

   -¿Me concederías el honor de este baile? Estos dos son unos sosos, y ni loco se lo pediría a Saga.

   -¡Eh! -Se quejó el nombrado.

   -Bueno... como quieras, pero bailo fatal -aceptó Mu.

   -Tranquilo, nadie baila peor que él, jajaja -se la devolvió Saga, provocando la risa en todos los demás.

   Shura se levantó y le tendió la mano a Mu con una sonrisa en la boca. Este se puso colorado, pero las luces no lo delataron por completo. Aceptó tembloroso la mano del español y se levantó de su silla. Shura lo condujo tranquilamente hacia la pista de baile y allí le indicó más o menos cómo podrían bailar. Mu apoyó su cabeza en el pecho de Shura y este le rodeó los hombros con un brazo y la cintura con el otro.

   -Vaya, pues harían muy buena pareja, ¿no os parece? -Preguntó Camus mientras los miraba bebiendo la poca bebida que quedaba en su vaso.

   -A mí lo que me parece es que ya has bebido bastante -le recriminó Afrodita quitándole el vaso de las manos.

   -Eso también es verdad -dijo con una sonrisa.

 

 

   -¿La madriguera? -Preguntó Shaka arqueando una ceja.

   -Sí. Hacía tiempo que no venía por aquí -asintió Kanon.

   -Parece que hay buen ambiente -dijo el rubio no muy convencido.

   -¡Pues claro! ¡Es sábado! ¿Te esperabas un funeral?

   Shaka gruñó por lo bajo y siguió a Kanon que entraba por la puerta y se perdía entre las luces del antro.

 

 

   -¡Por fin he terminado con esto! -Exclamó Milo llevándose una mano a la frente -.Cómo me duele la cabeza.

   Se separó del armario y se echó en su cama. No se había cambiado de ropa, pero no le importaba. Ahora que estaban tan ardientes... y viene su madre a quitarle toda la ilusión. Desde luego no tenía muy buena suerte cuando se trataba de intimidad con su novio.

   Empotró su cara contra la almohada y sintió aún el perfume de Camus en ella. Inspiró hondo y se sintió flotar sobre las nubes. No había pasado ni una hora y ya le echaba de menos. Estar con él era como estar con los mismísimos ángeles. Siempre que le decía adiós se le rompía el alma, aunque fuera a verlo dentro de unos minutos.

   -Camus... -susurró antes de quedarse completamente dormiro.

 

 

   A Shaka se le aceleró el corazón al distinguir la figura de Camus en una de las mesas. Al menos Kanon no se había fijado en ellos para empezar a molestarle con sus típicos codazos.

   Se sentaron en una mesa al lado de una ventana a petición del rubio. El ambiente era tan desagradable como en El clan de la cerveza.

   -¿Qué quieres tomar, Shaka? -Preguntó Kanon.

   -Con una coca-cola me basta.

   -¡Qué soso eres!

   -La palabra es sano e inteligente -se defendió.

   -Está bien, está bien... Ahora te la traigo.

   Se levantó de la mesa y fue hasta la barra esquivando todo lo que pudo a las personas que estaban por ahí.

   -Esto no podría ser... mejor -susurró Shaka para sí.

 

 

   -¡Saga! ¿Qué haces aquí?

   -¡Kanon!

   -¿No decías que estabas demasiado enfermo para salir a ninguna parte? -Le reprochó.

   -Ya sabes que me recupero como nada, jaja -respondió Saga.

   -Cuando se trata de salir a beber, ¿no?

   -¿Estás solo? -Le preguntó sin prestar mucha atención al comentario.

   -No, he venido con Shaka. ¿Tú?

   -Yo estoy con Mu, Shura, Camus y Dita. Aunque Mu y Shura están bailando allí -le señaló con el dedo.

   -¿Cuánto llevan? -preguntó curioso.

   -Pues... no sé. Desde que salieron a bailar no han hecho más que poner baladas.

   -Me refiero a cuánto llevan juntos -se corrigió.

   -¿Eh? ¡Qué va! No están juntos, jaja.

   -Pues cualquiera lo diría. Bueno, me voy con Shaka que vine a pedir algo para mí y para él.

   -Vale. Si queréis agruparos con nosotros solo tienes que venir -le sugirió.

   -No, no te preocupes -le dio un codazo y se alejó de la barra.

 

 

   -¿Ese era tu hermano? -Le preguntó Camus cuando volvió a la mesa.

   -Sí, vino con Shaka.

   Afrodita miró fijamente a Camus para ver su reacción, y fue la que esperaba. Su amigo había abierto mucho los ojos y tenía la boca semiabierta.

   -¿Shaka? -Preguntó este.

   -Sí, sabes quién es, ¿no?

   -Sí, sí sé quién es.

   -Entonces, ¿por qué tanta sorpresa?

   -Déjalo, él también ha bebido demasiado -se apresuró a ayudarle Afrodita.

   -Bueno, todos hemos bebido más de la cuenta -concluyó Saga bebiendo un trago de la bebida que acababa de comprar.

 

 

   -Está tu querido Camus allí -le señaló sin disimulo Kanon y Shaka le dio una colleja en la cabeza.

   -No digas tonterías. Solo es mi amigo.

   -Sí, claro. ''Ay, Camus, es que no sé si me gusta o no, ay pero igual le quiero, o igual no, es que es taaaan guapo'' -se burló Kanon de él imitando tontamente la voz de su amigo.

   Shaka no tuvo reparos en darle otra colleja más fuerte que la anterior.

   -Cállate.

   -Solo era una broma. Siempre tomándotelo todo en serio... Ahora es cuando deberías sacar tu Shaka adorable -se calló de inmediato cuando vio que el rubio alzaba de nuevo la mano para darle otra colleja.

   -Así me gusta. Calladito -concluyó.

 

 

   -¿Por qué ahora ponen tantas baladas? -Preguntó Shura sin separarse de Mu.

   -No lo sé.

   Apenas habían cambiado la postura con la que empezaron. Los dos se sentían bien así como estaban. Y esa era la primera conversación que habían tenido después de empezar a bailar.

   Mu miró el reloj y se sobresaltó. Solo le quedaba media hora para llegar a su casa, y su madre era bastante estricta con los horarios.

   -Shura -lo llamó débilmente separándose un poco de él.

   -Dime, Mu -le apremió mirándole intensamente a los ojos, con las mejillas encendidas, no se sabe si por la bebida o por el contacto con su amigo.

   -Ya va siendo hora de que me vaya a casa -le anunció.

   -Oh, ¿en serio? -dijo con voz fastidiosa.

   -Sí, lo siento -se separó completamente de él.

   -Si quieres te acompaño para que no te pierdas por el camino -casi le pidió.

   -Vale. Estoy seguro de que si voy solo me perderé...

   Shura se rio y lo cogió de la mano para llevarlo a la mesa donde estaban los demás y despedirse.

   -¿Os vais los dos? -Preguntó Saga.

   -Sí, voy a acompañarle para que no se pierda.

   -Yo en un rato me iré también -anunció Afrodita.

   -Oh, vamos, pero si tú no tienes hora -le reprochó Saga.

   -Pero sí sueño -se defendió.

   -Bueno, hasta el lunes, chicos -se despidió Mu.

   Shura se despidió con el brazo y los demás se lo devolvieron. Salieron de allí sin percatarse de la presencia de Shaka y de Kanon, que estaban algo ocultos por las paredes del local.

   -Voy al baño, ahora vengo -dijo Camus mientras se levantaba.

 

 

   -Vaya pelos que tienes, Shaka.

   -¿Qué dices?

   -Te mojaste entero, jaja. Yo que tú me iba a peinar -se burlaba Kanon.

   -Tampoco estaré tan mal -dijo mientras se tocaba el pelo con la palma de las manos.

   -Créeme que sí -estalló en carcajadas el peliazul

   -Estás borracho -lo fulminó con la mirada.

   -Y tú despeinado, jajaja.

   -Cállate. Si tanto insistes voy a verme al espejo.

   -Sí, mejor, jajaja.

   Cuando Shaka se levantó y se dirigió al baño del pub Kanon pensó en su victoria. Había visto cómo Camus se iba también allí, y quiso gastarle aquella broma a su amigo para que se encontrasen.

 

 

   Camus se estaba lavando las manos cuando sintió la puerta abrirse tras de él. Se apartó un poco para dejar pasar a quien quisiera usar el baño y se sobresaltó cuando vio a Shaka entrar por la puerta.

   -¡Shaka! -Exclamó casi sin darse cuenta.

   -¡Camus! Qué casualidad -cerró la puerta detrás de sí y se posicionó al lado del frances, soltando una maldición por lo bajo mientras veía en el espejo que su cabello estaba tan impecable como siempre.

   -¿Qué ocurre? -Preguntó Camus mientras se enjabonaba las manos.

   -Que Kanon me ha tomado el pelo -dijo sin apartar la mirada de su reflejo.

   -Pensé que no te gustaba salir de fiesta.

   -Y no me gusta, pero también él me convenció -dijo con un suspiro.

   -Muy persuasivo tiene que ser -dijo con una sonrisa.

   -No sabes cuánto.

   -¿Cuándo te vas? -le preguntó Camus después de un silencio.

   -Supongo que en unos minutos. No aguanto nada este ambiente. ¿Tú?

   -Yo también me iré dentro de poco. Milo se fue antes y no me apetece quedarme ya.

   Esas últimas palabras sonaron en el interior de Shaka como una maza aplastando un peluche.

   -Si quieres puedo acompañarte -dijo Camus sobresaltándolo.

   -¿Acompañarme? -preguntó con el ceño fruncido.

   -Sí. Kanon no parece ser muy dispuesto a abandonar un ambiente como este -le dijo sonriendo y mirando a ambos lados del baño.

   -En eso tienes razón. Como quieras, a mí me da igual -se puso nervioso -.Voy fuera. Te esperaré.

   -Vale, me despido y ahora me reúno contigo.

 

 

   -¡¿Pero tú estás bien?! -Exclamó por lo bajo Afrodita agarrando a Camus por la camiseta.

   -Solo es mi amigo, Dita -intentó tranquilizarlo.

   -Como pase algo con todo este asunto, yo no pienso tomar cartas -le advirtió.

   -No te preocupes -dijo Camus liberándose de su amigo.

   -¿Qué os pasa? -Preguntó Saga.

   -No es nada -se apresuró a decir Camus-. Bueno, yo me voy ya. Nos vemos.

   -Hasta luego, franchute -se despidió Saga.

   -Buenas noches -dijo Afrodita.

 

 

   -¿Seguro que no preferirías haberte quedado con los demás? -Le preguntó Mu.

   Ya casi habían llegado al portal en el que vivía, y la lluvia les había dejado algo de tregua mientras caminaba, pero amenazaba con caer más violenta que antes.

   -No te preocupes. Además, tenían cara de de aburriento -con este comentario hizo reir a su amigo.

   Cuando llegaron a la puerta del portal Mu se despidió de él con trsiteza. Le iba a echar de menos aquella noche, lo sabía, lo tenía muy claro.

   -¿Qué te ocurre? -Le preguntó Shura.

   -No es nada. Bueno, es que hoy me lo estaba pasando muy bien, y el horario no me ha dejado continuar con ello.

   -Qué tontería. Seguramente el fin de semana que viene será mucho mejor, ya verás.

   -Bueno...

   -Oh, ahora que me acuerdo, tengo algo para ti -dijo mientras sacaba algo de su bolsillo.

   -¿Para mí? -Mu lo miró entre sorprendido y maravillado.

   -Si es que lo encuentro, claro -se rio-. Aquí está -se lo enseñó y a Mu casi le da un ataque de risa. Se trataba de un mini peluche rojo con forma de chuleta con ojitos tiernos y boca sacando la lengua-. ¿Qué pasa? ¿No te gusta? -Le preguntó alarmado.

   -¡Al contrario! ¡Me encanta Shura! -Sin pensárselo dos veces le dio un abrazo al español que casi lo deja sin aliento, pero este acabó por abrazarle también, cómodo por el contacto entre los dos.

   -Me alegra que te haya gustado -le dijo sonriendo al oído.

   -Eres el mejor, Shura -casi le susurró Mu.

   -Sube ya a casa, no vaya a ser que se enfade tu madre -le dijo mientras se separaba de él y le dejaba en la mano el mini peluche.

   Mu asintió levemente con la cabeza y abrió la puerta. Shura se quedó allí unos segundos antes de poner rumbo a su casa.

 

 

   Shaka y Camus caminaban en silencio bajo la lluvia que empezaba a caer fuerte de nuevo. Apenas se veían las estrellas por culpa de las nubes que tapaban el cielo amenazantes, y el frío calaba hasta los huesos, pero aún así, para ellos estaba siendo una noche agradable.

   -¿Por dónde vives? -Le preguntó Camus.

   -En una casa yendo por aquella calle -le señaló.

   -Vaya, ¿tienes jardín? -preguntó asombrado.

   -Sí, pero es pequeño. Nada del otro mundo -se encogió de hombros.

   -Seguro que es más grande que mi piso -dijo algo sombrío.

   Caminaron un rato más en silencio hasta que la luz de un rayo cayó del cielo seguida del estruendo del trueno, y empezó a llover todo lo fuerte que podía. Corrieron hasta atecharse en una esquina de una calle, y quedaron mirando hacia el cielo como si así fuera a parar.

   -Creo que vamos a tener que estar aquí durante un buen tiempo -dijo Camus.

   -Puedo llamar a mi padre para que nos lleve a casa -comentó mirándolo a los ojos.

   -¿En serio? -lo miró esperanzado.

   -Sí, no creo que sea un problema -sacó su móvil, tecleó un mensaje y le dio a enviar.

   Camus caminó un poco más hacia dentro y se sentó en las baldosas a las que no había alcanzado la lluvia. Shaka dudó antes de imitarle, sentándose a su lado. Cayó otro rayo y Camus notó cómo el rubio se estremecía. Pasó temeroso un brazo por los hombros de este e hizo que Shaka apoyase la cabeza en él. No dijeron nada más hasta que el coche de su padre apareció entre la lluvia.

   -Subid, chicos -los llamó desde dentro abriendo la puerta.

   Shaka se negaba a separarse del contacto con Camus, pero tuvo que hacerlo sin más remedio. Por una vez en mucho tiempo, se había enamorado del calor de otro ser humano.

Notas finales:

Muchas gracias por leer y espero enormemente que les haya gustado!! :D

Un beso para todos :3


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