En la noche auroreada,
bajo estrellas de platino,
con ternura remarcada,
con sabor en boca a vino.
En las manos una lira,
en corazón un tesoro,
de mis labios una rima
con amor dulce y sonoro.
Cuán tu boca yo deseo,
también llorar en tus brazos.
Cuánto anhelo mi Romeo,
cuánto quiero tus abrazos.
De tus cabellos verdosos,
de tu alma que derrite,
esmeraldas de tus ojos,
¿alguna vez me quisiste?
Mi cabeza mareada,
pensar me es agotador.
Pero recordar tu mirada
es dulce reforzador.
El momento en que te vi,
esperando a mis rivales,
tú te acercaste a mí
y perdonaste mis males.
Encerrado me encontraba
en mi cárcel de cristal,
yo cegado recordaba
un pasado desleal.
Pero tú viniste, ángel,
me llenaste de tu luz,
cediendo al dolor el márgen
descargándome esa cruz.
Existe algo todavía
que no me deja dormir.
Es una pregunta tardía:
¿Por mí querrías morir?
Yo orgulloso me pondría
delante del enemigo,
en escudo yo me haría
evitando tu castigo.
Aunque mi cuerpo muera,
seguiré estando contigo.
Si mi dios hace que llueva
con mi piel te haré un abrigo.
Por ti cortaba los rubios
mechones de mi cabello.
Por ti movía derrubios
del paisaje más bello.
Tus cadenas me rodean,
mi corazón hacen preso,
mis sueños me bloquean,
me hacen querer darte un beso.
Pero no uno de esos besos
que se dan y se olvidan.
Uno de esos traviesos
que se dan y consolidan.
La noche me envuelve todo,
me acaricia sin cesar.
Mas yo me quedo y acomodo,
en ti prefiero pensar.
¿Cuántas tardes han pasado
desde que te vi marchar?
Una, dos, tres, no he contado
el tiempo sin ti estar.
Cada cuerda que yo toco
de mi lira de azabache,
mi viril se vuelve loco,
de tu talle yo me empache.
Mis rosados ojos lloran
al saber que no eres mío.
Parece que de ellos corran
cataratas, lagos, ríos.
Una vez hasta he soñado
que te tenía cautivo.
Tus cadenas hube usado
y dejádote inactivo.
Como no soy hombre tramposo
me desperté algo culpable,
pues yo quiero meloso
tu apetito insaciable.
Dejarme hacer te concedo,
una noche, dos ó tres,
unas cuantas más te cedo
para besarme otra vez.
Pero habría un problema,
y es que somos parecidos.
Tú querrías de mi lema,
yo querría tus zumbidos.
Así prefiero soñar
que estás siempre a mi lado,
tú me abrazas sin parar,
me quitas el aire helado.
Una brisa me retorna
a la triste realidad.
Tus besos no me moran,
solo existe la frialdad.
En mis manos una lira,
deseosa de tocar.
En mis puños he la ira
por no poderte rozar.
Imagina que algún día
aparezco en tu hogar,
y te toco melodías
que hasta te harían llorar.
Imagina que una noche
a tu casa me dirijo
con una flor y algún broche
a contarte un acertijo:
Más bello que estas flores,
esmeraldas en sus ojos.
Los cabellos, mil amores,
sin maldad y sin enojos.
Dime tú, ángel de mi vida
si sabes de quién hablo.
Deja también que te pida
que alejes de mí al diablo.
No es cuestión de bien,
pero tampoco de mal.
Dime tú, si sabes quién
me ha dejado sin final.
No te pediré la luna,
no te pediré llorar.
Solo te pido la cuna,
que me mezas sin cesar.
Nunca pensé que podría
de alguien así enamorarme.
Nunca pensé que querría
de tu corazón amarme.
Siento mis ojos estar
irritados por los tuyos.
Siento mis ojos llorar,
envuélveme con tus puyos.
Algún día, te prometo,
te besaré sin piedad,
si me pides me someto
también a tu voluntad.
En la noche auroreada,
bajo estrellas de platino,
con ternura remarcada,
con sabor en boca a vino.
En las manos una lira,
en corazón un tesoro,
de mis labios una rima,
te deseo más que al oro.