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Hazme Justicia por LadyHenry

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Notas del fanfic:

Esta historia es sobre Bobby un personaje secundario del one shot Hot Cofee 

Lo había puesto como un segundo capítulo de éste, pero por lo visto no deberían ponerse dos resúmenes juntos.

 

 

 

 

 

 

Bobby estaba especialmente contento, acababan de ascenderles a Tyke y a él, ahora tenía un puesto mejor que el que Cameron le ofrecía. El mulato ya no tendría argumentos para tentarlo, y sabía que Tyke prefería no mezclar el trabajo con lo personal, así que seguirían formando equipo.

Para celebrarlo habían quedado para cenar, Bobby eligió su restaurante favorito, estaba a pie de playa y tenía una enorme terraza en la segunda planta, con unas vistas espléndidas. Pidió un Martini mientras esperaba a que Cameron y Tyke llegaran, cuando los vio aparcar levantó su copa a modo de saludo.

-Qué puntual –se extrañó Tyke.

-Quería disfrutar del atardecer –explicó Bobby sonriente.

-¿Qué os apetece comer? –preguntó Cameron.

-¡Marisco! –exclamaron Tyke y Bobby al unísono.

-Vale –sonrió Cameron ante la entusiasta respuesta.

Después de ordenar los platos, Cameron y Tyke se unieron a Bobby tomando un Martini.

-Bueno Cameron, después de tres meses confiaba en que Tyke atinara a redefinir vuestra relación, pero insiste en darme largas, y ya sabes lo protector que soy, no quiero que sólo lo utilices para desahogar tus instintos de macho en edad de merecer –dijo Bobby adoptando un papel de padre severo que no le pegaba nada, haciendo que Tyke escupiera parte del Martini y Cameron riera con ganas.

-Pero qué coño dices –protestó Tyke algo sonrojado.

-Tú lo has querido, he tratado de ser “fino”, pero si quieres que te lo aclare, lo haré. Que pasaras un mes evadiendo el tema puedo aceptarlo, tenías que asimilar lo rematadamente torpe que eres para temas amorosos, pero ya no hay forma humana de esconderlo. No es que espere que estés preparado para bromear sobre ello, sabes que eso me da igual, pienso seguir vacilándote, pero madre de Dios Tyke, teniendo en cuenta que soy tu mejor amigo deberías ahorrarte molestias absurdas y reconocer que Cam es tu fulana.

Ahora fue el turno de Tyke para reír y el de Cameron para fulminarlo con la mirada.

-Bobby, nunca me cansaré de tu sutileza y savoir faire –suspiró Cameron.

-Oh Cam, vas a hacer que me ruborice –sonrió Bobby.

-Para eso tendrías que tener algo llamado vergüenza –replicó Tyke en tono socarrón.

-Me temo que nunca le he visto utilidad a tener de eso.

-Te evita poner en aprietos a los demás, incluso hacer el ridículo, y como tú mismo dices  no se pierde nada por probar –aseguró Tyke.

-Yo suelo referirme a cosas más interesantes y placenteras, sigue sin convencerme –replicó Bobby.

-Capullo –resopló Tyke.

-Volviendo al tema que nos ocupaba antes de que sacaras a relucir la mojigata que llevas dentro, podrías decirme en qué punto de la relación están –preguntó Bobby fingiendo indignación.

-Nos va bien –dijo Cameron con naturalidad.

-Tu fulana tiene una preocupante tendencia a simplificar las cosas –protestó Bobby mirando con fastidio a Tyke.

-¿Qué demonios quieres? ¿Un planning con las veces que quedamos, cuándo echamos un polvo y los planes de futuro? –preguntó Tyke con ironía.

-Sería un buen detalle por vuestra parte, y si lo acompañan de material gráfico mejor –contestó Bobby guiñándoles el ojo con picardía.

-Por cierto cómo es eso de que eres el mejor amigo de Tyke, creía que el título lo tenía yo.

-Creía que Tyke era el único obtuso, ahora son pareja, búscate otro mejor amigo, ¿cuando pelees con Tyke a quién vas a acudir? ¿Vas a llamar a tu madre?

-Pues no había pensado en eso, lo tendré en cuenta –respondió Cameron suspirando.

-Son un jodido desastre, menos mal que me tienen a mí para reconducirlos por la senda de mal camino.

-Es un alivio, sin duda –ironizó Tyke.

-Hacen buena pareja, sólo falta que se organicen un poco, dos chicarrones de vuestra edad tienen que comportarse con algo de madurez –afirmó Bobby rotundo.

-Viniendo de ti lo tomaré como un cumplido –decidió Cameron mientras negaba con la cabeza.

-¡Joder, joder, joder! –exclamó Tyke mientras señalaba hacia los aparcamientos.

Bobby y Cameron se giraron automáticamente alarmados por el tono alterado que había empleado Tyke.

-Pero qué coño…- Bobby dejó la frase a medias al ver a dos tipos vestidos de azul marino con bragas en el cuello que les tapaban la mitad de la cara, y chalecos antibalas que no tenían el nombre de ningún cuerpo policial. Estaban persiguiendo a otro tipo vestido con ropa informal que también iba armado.

Lo que más le preocupaba a Bobby era que tuvieran mala puntería y que su coche, detrás del que se había refugiado el tipo al que perseguían, acabara jodido.

-Mierda, por qué coño tenía que ponerse detrás de mi pobre coche –se lamentó Bobby.

-Creo que está forzando la cerradura –observó Tyke.

-Oh no, ni se te ocurra –protestó Bobby al verlo maniobrar en su coche mientras los otros dos se aproximaban.

-Ese cabrón está haciendo un puente –exclamó Tyke.

Y justo después escucharon cómo arrancaba el coche. No pudo llegar mucho más lejos de la entrada porque le dispararon a las ruedas, él respondió disparando a sus perseguidores y uno de ellos le disparó, en lo que más tarde sabrían que era el brazo.

Después de ver cómo lo sacaban del coche y lo detenían, Bobby salió corriendo del restaurante yendo a su encuentro.

-Buenas noches –saludó-. Soy el propietario del coche que acaban de… tirotear.

-E intentar robar –puntualizó uno de los agentes.

-Cierto –concordó Bobby.

-Podría darnos su identificación –pidió el mismo agente.

-Claro –dijo Bobby extendiéndosela.

-Debemos llevarnos su vehículo –le informó.

-De hecho creo que también tendremos que llevarnos al Señor Hayes –dijo el otro agente mirando la identificación que su compañero le había dado.

-¿Para…?

-Ha sido testigo de la detención, tendrá que hacer una declaración.

-Yo ya me he identificado, tendrían la amabilidad de hacerlo ustedes –pidió Bobby.

-No somos el tipo de agentes que se identifican, es una cuestión de seguridad laboral.

-Así que tengo que irme  a prestar declaración sobre un tiroteo con unos individuos que no pueden identificarse. Creo que llamaré a mi abogado.

-Le prometo que si colabora agilizaremos los trámites para que su seguro se ocupe de devolverle su coche arreglado lo antes posible –dijo el agente más alto quitándose la braga del cuello, mostrando una sonrisa gentil.

Bobby se sorprendió de no haberle prestado la atención que merecía, en una situación más normal estaba seguro de que eso habría cambiado, pero después de un tiroteo estaba a la defensiva, y que no se identificaran no ayudaba demasiado.

-Está bien, déjeme hacer una llamada y seré todo suyo –aseguró Bobby en un tono dejado.

-Le esperamos en la furgoneta negra que está en la calle de atrás.

-Vale.

Cuando los perdió de vista Bobby sacó su móvil y marcó el número de Tyke.

-¿Qué ha pasado? –preguntó Tyke al descolgar.

-Que tengo que ir a que me tomen declaración como testigo del tiroteo, no te preocupes, he tenido cuidado de no mencionaros.

-Oh vale, ¿quieres que vayamos?

-No hace falta, ya pringo yo solo, no tiene sentido que tres personas vayan a contar lo mismo –resopló Bobby.

-Pero qué pasa con tu coche, no tienes en qué volver.

-Llamaré un taxi.

-Vale, pero llama cuando llegues a casa.

-Sí mamá.

-Bobby…

-Lo prometo, a cambio quiero que me prometas tú a mí que terminarás el postre y te divertirás el resto de la noche.

-Vale.

-Hasta mañana.

-De eso nada, hasta que me llames en unas horas -lo corrigió Tyke.

-Hasta después.

-Eso está mejor.

Bobby suspiró mientras se encaminaba al coche, esperaba que por lo menos le tomará declaración el agente cañón, ya que le habían fastidiado la celebración, qué menos que regalarle la vista.

Afortunadamente la furgoneta era lo suficientemente grande como para no tener que ir al lado del detenido, que estaba detrás con cara de pocos amigos. Nadie abrió la boca los veinte minutos que duró el viaje, cuyo destino era lo que aparentaba ser un edificio de oficinas. Al bajarse una ambulancia esperaba al detenido.

El resto subió en el ascensor a la cuarta planta.

-Sígame Señor Hayes, iremos a la sala de interrogatorios y le tomaré declaración.

Bobby soltó una risita divertida y asintió.

-¿Puedo saber qué le hace gracia?

-Esa frase, en este contexto tan “secreto” ha sonado un poco porno…

El agente sonrió malicioso mientras alzaba las cejas, pero no dijo nada, se limitó a abrirle la puerta a Bobby instándole a pasar.

Bobby tomó asiento mientras el agente sacaba unos impresos en los que iba a tomar nota.

-Bien Señor Hayes, cuénteme con detalle lo que presenció en el muelle –pidió el agente.

-Estaba en el restaurante a pie de playa.

-¿Solo?

-Había quedado para cenar, cuando de pronto apareció un tipo corriendo seguido de otros dos.

-Descríbalos por favor.

-El que huía iba vestido con vaqueros claros, camisa blanca y una gorra beige. Y los que lo perseguían eran usted y su compañero.

-Descríbanos, ya sé qué aspecto tenemos, pero se trata de demostrar que usted lo sabe.

-Los que lo perseguían iban vestidos de azul marino, llevaban chaleco antibalas y bragas que cubrían la mitad de su rostro. ¿Suficiente o necesita una descripción más detallada? –sonrió Bobby socarrón.

-Puede seguir.

-El tipo que huía se metió en mi coche, hizo un puente y arrancó, entonces los que le seguían dispararon a las ruedas, el tipo contraatacó disparándoles y ellos dispararon a su vez, le hirieron en el hombro, y fin de la persecución.

-Gracias, lea el documento, piense en si quiere añadir algo más y fírmelo si está de acuerdo.

Bobby tomó el documento y lo leyó.

-¿Podría darme un bolígrafo? Por favor.

-Tenga –dijo el agente extendiéndole uno.

Bobby firmó y le devolvió el papel.

-¿Para cuándo tendré arreglado el coche?

-Eso dependerá del taller que elija –respondió el agente sonriendo.

-Tres días entonces.

-Conozco uno donde lo podría tener listo en día y medio.

-¿Y hacerlo de forma competente? –cuestionó Bobby.

-Por supuesto, si espera unos minutos le daré la tarjeta.

-Vale.

-Puede esperar en el vestíbulo.

Bobby aprovechó para sacarse un café de la máquina mientras esperaba. No le gustaba el lugar, era demasiado silencioso, hablaban lo justo, todo el mundo iba de un lado para otro absorto en su trabajo sin prestar atención a nada más, eran lo más parecido a un autómata que hubiera visto.

-¿Café de máquina? –preguntó el agente al ver la expresión regañada de Bobby.

-A falta de otras opciones…

-Esta es la tarjeta dijo mientras se la extendía.

-Gracias.

-¿Quiere que le llame un taxi?

-Ya lo llamé yo antes de sacarme el café.

-Veo que tiene prisa, ¿le están esperando?

-Mi mejor amigo y su novio esperan con ansias que les explique el motivo de que los dejara plantados.

-Tiene un buen motivo.

-Claro, les diré que dos hombres me llevaron a un lugar para que declarase que los vi dispararle a un tercero que había intentado huir en mi coche, y como soy un chico confiado los acompañé.

-Eso me recuerda que puede que lo llamen para testificar en el juicio –dijo el agente ignorando por completo el tono sarcástico de Bobby.

-Eso suena jodidamente divertido.

-Le darán el día libre, y en el juzgado también hay máquina de café.

-Qué afortunado soy, sólo falta que el alguacil sea un chulazo.

-Eso va estar más difícil, no he visto ninguno que cumpla esa condición en la ciudad.

-¿Los tienes a todos fichados?

-Tengo  una tía que trabaja en el juzgado y quiere buscarle novio a su hija…

-Pues dile que me pase una lista de candidatos a los que encuentre  demasiado gais para liarse con su hija.

-Eso le encantaría, tiene complejo de celestina.

-Supongo que no tendrás problemas para localizarme, mándamela por fax. Bueno señor agente desconocido tengo que irme, mi taxi debe estar al llegar.

-Buenas noches Señor Hayes.

-A no ser que quiera que lo azote con un látigo o una fusta, llámeme Bobby, lo de Señor Hayes lo reservo para mis esclavos sexuales.

El agente rompió a reír mientras Bobby se marchaba, era agradable que el silencio del lugar fuera sustituido por una musical risa.

-Y por cierto deberían usar un uniforme con pantalones más ceñidos, esas botas merecen algo más estilizado que complementar. Lo dejaría en sugerencias, pero no tienen pinta de tener buzón para tales menesteres.

-Tomo nota Bobby.

-Eso está mejor – afirmó agitando la mano después de voltearse para salir.

El taxi llegó poco después, tardó media hora en llegar a su apartamento. Lo único que le apetecía era darse un baño y fumar, pero sabía que si postergaba el llamar a Tyke, éste lo interrumpiría en el momento en que más relajado estuviera. Así que mientras preparaba el baño se armó de paciencia, puso el manos libres y lo llamó.

-Por fin –exclamó Tyke al descolgar.

-Hola honey, ya estoy en casa, sano y salvo.

-¿Cómo fue?

-Un coñazo. Yo había fantaseado con que el agente cañón me empotrara en la sala de interrogatorios y me hiciera confesar de una manera salvaje. Pero se limitó a pedirme que le contara lo que vi y lo firmara.

-¿El agente cañón?

-Uno de los tipos que perseguían al tarado que intentó robar mi coche. El otro no se quitó la braga en mi presencia, menudo estrecho, sólo sé que tiene los ojos verdes.

-¿Y cómo es el agente cañón?

-Debe medir alrededor de 1´90 m., tiene el pelo negro, los ojos azules, es guapo y tiene un sentido del humor de lo más cabronazo.

-Lamentable lo del sentido del humor –dijo Tyke a modo de indirecta.

-Ni que lo digas –concordó Bobby pasándolo por alto.

-¿Y qué pasará con tu coche?

-Se supone que dando parte al seguro lo podré arreglar la semana que viene.

-Menos mal, pensé que podría retrasarse bastante. Si quieres te llevo al trabajo.

-Gracias.

-¿A qué taller lo vas a llevar?

-El agente cañón me recomendó uno en el que dice que me lo darían en día  medio.

-Qué detalle.

-Hubiera preferido que tuviera otro tipo de detalles, pero bueno…

-Cam dice que a lo mejor fue porque estaba de servicio, que no pierdas la esperanza.

-Vete a vengar mi honor Tyke, busca a Cam y ponlo a…

La llamada se cortó justo antes de que Bobby pudiera terminar la frase. Tyke había sido muy grosero, tendría que refrescarle la memoria en lo referente a modales, pensó sonriente.

La siguiente semana Bobby fue incordiando a Tyke todas las mañanas con quejas sobre la lamentable conducta que tenía al teléfono, o comentarios subidos de tono que hacían enrojecer a su compañero. Afortunadamente para Tyke, el miércoles lo llamaron del seguro para pedirle los datos del taller a donde iba a llevar el coche, mandarían que lo llevaran allí directamente del depósito de la policía.

Tenía que firmar los papeles de entrega, así que pidió un taxi que lo llevara al taller. Tuvo ganas de asesinar al taxista por hacerle soportar una colonia tan horrible, se bajó del coche algo mareado maldiciendo que quedara tan lejos de su casa.

-Buenas tardes –saludó Bobby al entrar.

-Hola –respondió un hombre de unos cincuenta años-. ¿En qué puedo ayudarle?

-Van a traer mi coche, quedó hecho un colador por estar en medio de un tiroteo.

-Oh…vaya faena, Yale no me dijo que hubiera quedado tan mal.

-¿Yale?

-Mi hijo.

-No conozco a ningún Yale…

-Bobby deja de bromear –dijo el poli cañón apareciendo con un mono azul de mecánico, con algunas manchas negras en las manos y la cara, haciendo que Bobby parpadeara perplejo.

-Santo Dios Yale, es que no puedes buscarte amigos más normalitos.

-Ya sabes que esos me aburren, papá.

-Centrémonos en el arreglo, podrías tenerlo para pasado mañana a esta hora.

-Gracias.

-Bobby está interesado en comprar otro y vender el suyo.

-¿Entonces no le corre prisa?

-No, ahora pensaba enseñarle los que están a la venta.

-Estupendo, ya me cuentas qué decide.

-Tengo que cambiarme así que espérame aquí y en quince minutos estoy listo –le dijo Yale a Bobby.

A Tyke le hubiera encantado haberlo visto en esos momentos, era la primera vez que lo dejaban literalmente sin habla. La culpa en su mayoría se debía a la totalmente inesperada sorpresa, no se hubiera imaginado ni por asomo que Yale fuera a recomendarle el taller de su padre, ni lo condenadamente bien que le quedaba el look mecánico. Ni siquiera pensó que le descubriría su identidad tan fácilmente. Estaba claro que era un cúmulo de sorpresas, donde la más desconcertante era esa de vender su coche.

Bobby aprovechó para fumar un cigarro, mientras esperaba poder parar por un rato todas esas dudas que se agolpaban en su cabeza. Una de ellas se resolvió al ver el cartel del taller, Lodge, ese debía ser el apellido del agente cañón, Yale Lodge.

-Bobby –lo llamó Yale al regresar.

-Yale.

-Sí, Yale Lodge.

-¿Por qué tengo que vender mi coche?

-Ahora vamos a ir al depósito, tienes que firmar unos papeles. El coche va a tener que quedarse unos días más.

-¿Por qué?

-Hay que registrarlo a fondo.

-Puedo esperar.

-En cuanto te enseñe algunos de los coches que están a la venta en el taller estarás encantado de cambiar.

-¿Tienes comisión?

-Desgraciadamente no –sonrió Yale.

-¿Ése es tu coche? –preguntó Bobby mirando un flamante deportivo.

-Sí.

-Interesante.

-Sube, hay que darse prisa, quiero tener tiempo para que mires con tranquilidad.

Tardaron quince minutos en llegar al depósito donde estaba el malogrado coche de Bobby.

-Hola Todd, dame los papeles de Hayes –pidió Yale.

-Aquí tienes –dijo Todd extendiéndoselos.

-Gracias.

-Es mi trabajo –dijo Todd dándose la vuelta para seguir tecleando en el ordenador.

-¿Servirá de algo que los lea o voy a tener que firmarlos de todos modos? –preguntó Bobby hastiado.

-Fírmalos, si pasa algo ya sabes dónde encontrarme –sonrió Yale.

-Buen punto pero…

La frase de Bobby quedó interrumpida por una serie de ruidos que pusieron en alerta a Yale y Todd.

-No son de  personal –dijo Todd en tono bajo.

-Deja que lleguen a lo que van buscando antes de dar la alarma –pidió Yale.

-Vale, creo que van al del chico –dijo señalando con la cabeza a Bobby.

-Cojonudo –bufó Bobby.

-Bobby entra en la oficina con Todd.

-Vale.

-Da la alarma, voy a asegurarme de que no se llevan nada –informó Yale.

-Hecho.

Yale avanzó entre los coches, dando tiempo a que los dos tipos alcanzaran el coche de Bobby. Una vez llegaron dio un rápido rodeo para evitar al que vigilaba, quería ver en qué parte buscaban, eso ahorraría tiempo y destrozos.

-Sospecho que tendré que comprarme otro coche –comentó Bobby mientras Todd vigilaba con los prismáticos.

-Dile al agente que te recomiende algún lugar.

-Claro –sonrió Bobby.

-¿Esa gente es muy peligrosa?

-No te preocupes, él se las apaña bien.

Yale había conseguido posicionarse a pocos metros. Mientras el que vigilaba mantenía en el punto de mira la oficina de Todd, el otro desmontaba la guantera, casi había llegado donde quería cuando el vigilante se dio la vuelta  topándose con Yale, que le apuntaba con un arma. Después de decirle algo en ruso a su compañero disparó, haciendo que Yale se pusiera a cubierto.

El que buscaba en el coche se apresuró mientras su compañero buscaba a Yale, que se había metido bajo uno de los coches, dejó que lo buscara un poco más, su prioridad era que sacaran lo que buscaban. Pero no podía esperar demasiado, el tipo estaba mirando la furgoneta que estaba al lado, el próximo era el coche bajo el que estaba. Así que decidió adelantarse, sacó las piernas fuera y le propinó una patada que lo hizo caer, cosa que le dio tiempo para salir e intentar llegar al coche de Bobby.

El tipo del coche disparó dándole a la furgoneta que le había servido de refugio a Yale, que se puso a cubierto vigilando por el retrovisor.

El del coche vociferó algo en ruso y su compañero dejó de buscarlo y volvió, parecía que por fin habían encontrado lo que buscaban. Justo mientras bajaban del coche Yale disparó y echó a correr haciendo que se giraran a perseguirle, cuando llegaron a las rejas Yale saltó impulsándose para llegar hasta la parte exterior del muro por la que podía avanzar a cubierto gracias al vallado metálico.

Corrió mientras daban algunos disparos infructuosos, uno volvió atrás para trepar por el muro y atraparle, pero Yale tenía otros planes, al llegar a la mitad del muro había un acceso en la parte baja, así que saltó y volvió al interior tomando por sorpresa al que había estado hurgando en el coche, le disparó a la mano rozándolo, haciendo que tirara la pistola, lo que le sirvió para poder reducirlo, y registrarlo. Dio con una tarjeta de memoria en el bolsillo interior del pantalón y tuvo que abandonar la búsqueda porque el otro entró disparando hacia donde estaban.

La persecución acabó cuando vieron aparecer los refuerzos. Yale intentó detenerlos con algunos disparos pero consiguieron evitarlos, huyendo entre los coches hasta llegar al exterior donde una furgoneta los esperaba.

Bobby había pasado los minutos más tensos de su vida, viendo como Yale aparecía y se esfumaba entre los coches, mientras esos bastardos husmeaban en su coche acabando de destrozarlo. Y en medio disparos, caídas y saltos.  Afortunadamente la cosa había terminado medianamente bien, Yale estaba en buen estado salvando algún que otro rasguño, y consiguió quitarles algo que esperaba les diera información. Aunque los tipos habían conseguido huir, y su coche estaba muy jodido. Cuando creyó que ya podía relajarse, Yale apareció dejándole helado.

-Bobby acércate –pidió con tono firme.

Bobby salió de la oficina de Todd, pensando que le pediría que le alcanzara el botiquín o le prestara el móvil.

-Escúchame bien, necesito que guardes esto –dijo dándole la pequeña tarjeta de memoria-. Tengo que mantenerlo fuera del alcance de un compañero del que sospecho. Te la llevarás y esta noche quedaremos para que me la devuelvas. Ahora tengo que irme a la central, me pondré en contacto contigo cuando salga ¿de acuerdo?

-Pero…

-Por favor, actúa con naturalidad.

Bobby tenía demasiado que objetar, pero cedió ante la determinación de Yale.

-Vale.

-Gracias –sonrió Yale.

-Ya puedes buscarme un cochazo…

-Bueno, eso tendremos que dejarlo para otro día.

-Y vas a tener que encargarte de lidiar con los del seguro.

-Vale…

Bobby tuvo que prestar declaración de nuevo. Empezaba a hartarse de que tirotearan su coche. Salió dos horas antes que Yale, que lo llamó a las ocho para quedar.

-Buenas noches –saludó Bobby al descolgar.

-Hola, ¿qué tal fue la declaración?

-La nuestra fue mucho más especial, esta solo fue algo rutinario y frío –ironizó Bobby haciéndolo reír.

-Me alegra saberlo, no podría soportar que lo hicieras con otro –le siguió el juego.

-Oh querido, estamos al principio, sólo tengo ojos para ti.

-Entonces quedamos en tu casa, ¿te viene bien en media hora?

-Tampoco hace falta que vayas tan deprisa, vas a matar el romanticismo –se quejó Bobby.

-No te hagas de rogar, lo estás deseando.

-Me temo que ya acuso una edad y no tengo energía para fiestas después de la tardecita tan movida que compartimos.

-Prometo ser gentil, tú sólo relájate y disfruta.

-Está bien, pero trae la cena.

-¿Qué tipo de comida te gusta?

-Soy bueno de boca, sorpréndeme.

-Estupendo, estaré ahí en una hora.

-¿Dónde piensas ir a buscar la comida?

-Deja que te sorprenda.

-Como quieras. Por cierto ¿podrías prestarme tu pistola para silenciar a la mascota de mi vecina?

-¿No hay otra manera más discreta de hacerlo?

-Preferiría que fuera de dominio público, así serviría de mensaje para el resto del vecindario.

-Deberías dejar de ver pelis de mafiosos…

-Está bien, pero cuando vaya a comprarme una katana no quiero escuchar quejas.

-Deberías hacer deporte, eso relaja.

-Me da pereza ir al gimnasio, y no quiero rebanarle el pescuezo a ese bicho exótico porque esté estresado, es porque ese ruido infernal que emite hace que me den ganas de arrancarme el tímpano.

-Siempre puedes mudarte…

-Ahora el que exagera eres tú. En fin, no te olvides de traer postre –pidió Bobby.

-Dame tu dirección.

-¿No la miraste?

-Prefiero no tomarme esas libertades…

-Vivo el nº 23 del paseo Marítimo.

-Buena zona, lo retiro, ni se te ocurra mudarte.

-Tranquilo, ya se me ocurrirá algo para que ese bicho se calle.

-Hasta dentro de un rato –se despidió Yale.

Bobby estaba viendo la tele con su labrador cuando Yale tocó el timbre, haciendo que Hammer se levantara y fuese hacia la puerta.  Yale se sorprendió al verlo, le dio las bolsas con comida a Bobby y se agachó a saludar.

-¿Cómo se llama?

-Hammer.

-Hola Hammer –dijo acariciándole la cabeza.

-Huele que alimenta –dijo Bobby dirigiéndose hacia la cocina.

-Es comida casera.

-Vamos chicos –animó Bobby haciendo que Hammer le siguiera.

Bobby le dio unos platos a Yale para que sirviera la comida mientras ponía la mesa, una vez sentados comenzó su interrogatorio.

-¿No había otra manera de evitar a ese compañero sospechoso que dándole pruebas a un civil?

-Tenía que arriesgarme, han desaparecido otras pruebas de este caso, todo apunta a que hay un topo, y como la persecución fue algo inesperado no pude coordinarme con nadie, lo siento –se disculpó Yale.

-¿No hay posibilidad de que me devuelvan mi coche?

-Dudo que tenga arreglo…

-Cierto, lo dejaron como un puto colador.

-Algo así.

-¿El topo es el que iba contigo el sábado?

-No. ¿Qué te parece si hablamos de cosas más triviales?

-Vale.

-¿Qué estudiaste? –comenzó Yale.

-Informática.

El móvil de Yale sonó haciendo que éste pusiera los ojos en blanco y resoplara.

-Lo siento, tengo que cogerlo –se disculpó antes de descolgarlo.

Yale se fue a la sala de estar, Bobby siguió comiendo bajo la atenta mirada de Hammer, de vez en cuando escuchaba alguna palabra suelta exasperándose por saber qué ocurría. Cuando Yale volvió no tenía buena cara, pero Bobby decidió no preguntar.

-La comida está deliciosa, ¿de qué restaurante es?

-Mi tía tiene un negocio de comida para llevar.

-¿Con servicio a domicilio?

-Sí, reparten de las once de la mañana hasta las ocho de la tarde.

-Estupendo, déjame la tarjeta antes de marcharte.

-Claro… Bobby.

-¿Si?

-Dijiste que eres informático…

-Y…

-Me vendría bien tu ayuda con la tarjeta que te di.

-¿Quieres que manipule una prueba?

-Acaban de confirmar mis sospechas de que el topo es uno de los técnicos del laboratorio, tienen acceso directo a todo tipo de pruebas, si no quiero tener que esperar a que se las arreglen para pillarlo, la mejor opción eres tú.

-No sé si sentirme halagado o…

-Lo haremos sin que se den cuenta, no te preocupes.

-Siempre puedo alegar que me obligaste con tu pistola.

-Es una opción, pero no hará falta.

-Espero que el postre sea bueno.

-Tiramisú.

-Me vale –dijo Bobby tomando un trozo mientras asentía.

Yale se ofreció a recoger la cocina mientras Bobby averiguaba qué había en la tarjeta. Cuando acabó de limpiar se reunió con él en su despacho, Bobby estaba totalmente concentrado tecleando sin dejar de mirar la pantalla.

-¿Cómo va?

-El cabrón que hizo esto se encargó de encriptar los datos a cal y canto.

-Era de esperarse, si no puedes hacerlo no hace falta que…

-Dame algo de tiempo, si conseguí hackear la página de… -Bobby cortó la frase consciente de que Yale era policía.

-¿De?

-Sí, claro, a ti te lo voy a contar. El punto es que lograré leer la información, sólo necesito algo de tiempo. Vete a pasear a Hammer, le gusta ir al parque del final de la calle, llévate su pelota.

Yale sonrió ante la tenacidad de Bobby y su indirecta de que no le gustaba que le metieran prisa mientras trabajaba.

-Vale, vamos a hacer ejercicio Hammer –dijo dando una palmada.

Hammer fue hacia el recibidor moviendo la cola.

-¿Dónde está la correa?

-Hammer es un perro inteligente, no le hace falta mientras sepan llevarlo.

-Vale, ¿cuánto quieres que paseemos?

-Como mínimo una hora.

-Hasta luego –se despidió Yale.

Mientras Bobby indagaba para desencriptar los datos de la tarjeta, Yale se divertía jugando con Hammer en el parque. No había tenido problemas por no usar correa, estaba bien entrenado y le encantaba jugar con la pelota. Pasaron dos horas antes de que regresaran agotados.

Bobby les recibió con una sonrisa triunfal mientras saboreaba un café.

-¿Qué tal en el parque?

-Muy bien, es un perro muy educado –sonrió mirando a Hammer que se había echado-. Por tu cara deduzco que lo lograste.

-Sí, hace un buen rato.

-Gracias, ¿qué tipo de información hay?

-Debo confesar que me sorprendió. Se trata de varias listas de locales comerciales en activo, una es local y las otras son de varias ciudades.

-¿Nada más?

-No.

-Tendré que investigar los locales.

-Te he hecho una lista con los datos del último año, ubicación, propietarios, balance…

-Madre mía, eres de lo más eficiente.

-Lo sé, tenlo en cuenta cuando vayas a buscarme un coche.

-Por supuesto, espero poder acompañarte el fin de semana. Mañana iré a husmear en algunos locales, espero poder dar con algo que me lleve a descubrir el nexo en común.

-Suerte con eso, y si vuelves a molestarme de noche, más te vale que sea para algo más constructivo y motivador –se despidió Bobby haciendo que Yale le dedicara una sonrisa desafiante.

-Buenas noches Bobby.

Yale pensó que no vería a Bobby hasta el fin de semana, con suerte, pero dos días después se lo encontró desayunando al lado de uno de los locales que estaba inspeccionando. Estaba parloteando mientras el chico que lo acompañaba se sonrojaba y lo fulminaba con la mirada. Decidió acercarse a saludar.

-Buenos días –dijo al llegar a la mesa.

Bobby guardó silencio y se giró, sorprendiéndose al encontrar a Yale allí.

-Hola, ¿qué te trae por aquí?

-Vengo a mirar presupuestos para una reforma aquí al lado.

-Oh, ¿qué piensas reformar? –preguntó Bobby sonriente y ansioso por ver qué se inventaba.

-Depende de lo bien que acomoden el presupuesto –respondió escueto-. ¿Y tú qué tal?

-Desayunando con mi compañero Tyke.

-Encantado, soy Yale –dijo acercándose para estrecharle la mano a Tyke.

-Oh el poli cañón, un placer –sonrió Tyke contento de poder incordiar a Bobby.

-Lamento no poder tener algún dato tuyo tan revelador –sonrió Yale.

-No te emociones, Tyke está liado con un mulato, era su mejor amigo –dijo Bobby con calma.

-¿Ya no lo es? –preguntó Yale extrañado.

-Claro que no, ahora yo soy su mejor amigo y él es su fulana. Presta un poco de atención cuando te hablan, chico.

Yale parpadeó intentando contener una sonrisa.

-Descuida –dijo Tyke restándole importancia al comentario-. Ya tuvo la desfachatez de explicárselo a Cameron, alias el mulato.

-¿Qué tal se lo tomó? –preguntó Yale divertido.

-Bien, Cameron se lo toma todo con mucha calma –respondió Bobby con fastidio.

-Me alegro por Tyke. Bueno tengo que ir a mirar ese presupuesto, hasta otra se despidió Yale.

En cuanto Yale entró Tyke juntó su silla con la de Bobby y sonrió con descaro.

-¿No tienes nada que contarme?

-Concreta un poco.

-¿Te has ligado al poli cañón?

-Desafortunadamente no.

-¿Entonces?

-Debe ser que es un estrecho…

-No lo parece.

-¿Te gusta?

-Sí, está bueno, es educado y parece inteligente. Llamaré a tu madre para contárselo, seguro que le alegra que estés pensando en sentar la cabeza, aunque hayas elegido el bando no fértil.

-No sé de dónde sacas eso. Yo no estoy planeando seducir a nadie, y sus espermatozoides seguro que están muy saludables.

-Bobby tú nunca planeas nada, te dejas llevar, y para tu información estás mandándole señales de “quiero criar a Hammer contigo” a Yale.

Bobby sonrió al recordar que había mandado a Yale a pasear a su perro, y se lo había pasado bien, a pesar de que Hammer podía agotar al ochenta por ciento de la población.

-Además es mutuo, esas sonrisitas que te dedica son un claro indicio de disponibilidad sexual.

-¿Me estás citando?

-Que mejor que tus hipótesis para ayudar a que te aclares.

-No sabía que necesitara aclararme…

-Bueno, estoy seguro de que cuando te lo tires vendrás corriendo a contármelo.

-Me tienes por un romántico incurable ¿eh?

-Cómo no…

-Bueno será mejor que volvamos antes de que se nos pase la hora.

Cuando salieron del trabajo Bobby y Tyke se llevaron una sorpresa al encontrarse a Cameron charlando con Yale.

-¿Crees que estará sonsacándole a Cam información? –preguntó Yale.

-Teniendo en cuenta que puede acceder a mis datos no sé qué podría querer sonsacarle a tu fulana.

-Cosas como si te medicas o este es tu estado natural, con cuánta gente te has liado, si tu familia está igual de perturbada que tú…

-Como si Cam lo supiera.

-Tyke –lo llamó Cameron.

-Hola, veo que estás en buena compañía.

-Sí, estábamos hablando de coches mientras esperábamos.

-Qué machotes –sonrió Bobby dándole un codazo a Tyke.

-Bueno, tenemos prisa, hemos quedado con la hermana de Cam.

-Salúdala de mi parte –dijo Bobby mientras sacaba un cigarrillo.

-¿Cuántos fumas al día? –preguntó Yale una vez se quedaron a solas.

-Depende del día, ¿por qué me estabas esperando?

-En realidad estoy esperando a que Ted, el dueño del negocio al que fui, se largue de su local, vi algunas cosas sospechosas.

-Pues le queda media hora.

-¿Lo conoces?

-Sí, hizo la reforma del apartamento de Cameron.

-¿Podrías entretenerle mientras busco algunos datos?

-¿No ibas a esperar a que se marchara?

-Sí, pero sería más útil si puedo hacerlo mientras “no ha recogido”.

-Vas a tener que empezar a pagarme –exigió Bobby.

-Anótalo en mi cuenta y ya te lo pagaré al final –sonrió mientras empezaba a caminar hacia el local de Ted.

Cuando Ted vio aparecer a Bobby sonrió de oreja a oreja.

-No me digas que por fin te has decidido a reformar la terraza –exclamó Ted.

-No pienso cerrar mi terraza, lo que quería reformar era el baño –contradijo Bobby.

-Pero es una pérdida de espacio.

-Me gusta salir a tomar el aire, y mi perro necesita espacio también.

-Cómprate uno de esos chuchos que son pequeños, puedes ponerlos en cualquier parte.

-¿Quién te crees que soy el presidente del club de fans de la Hilton?

-Creo que eres un cabezota que no sabe sacarle partido a su casa.

-¿No tienes nada que ofrecerme para el baño?

-Ya te he ofrecido buenas opciones.

-No pienso poner mármol rosa.

-Es una gran oferta.

-Me da igual, si no lo han vendido por algo será, los ochenta no fueron una buena época para la decoración, era todo demasiado kitsch.

 

-Quejica, mira los nuevos catálogos –se rindió Ted.

Los veinte minutos siguientes Bobby los pasó haciéndole todo tipo de preguntas a Ted sobre los materiales y el precio, incluso le encargó un presupuesto. Al final a Yale le sobró tiempo y tuvo que esperar unos minutos a que Bobby acabara. Decidió hacerlo en la cafetería donde lo había saludado por la mañana.

-Madre de Dios, no puedo con ese hombre, es una maruja encerrada en el cuerpo de un garrulo –se quejó Bobby antes de pedirle un expreso al camarero.

-Pues la maruja está metida en un buen lío.

-Si te digo la verdad puede que eso mejore mi opinión sobre él.

-Tienes una escala de valores un poco curiosa.

-Puede que sí. ¿Puedo saber qué ha hecho?

-Detectamos irregularidades en común en los locales de la lista. Están distribuyendo dinero falso. Esa tarjeta iba destinada a una nueva mafia emergente que pugna con la establecida para tomar el control. Con los datos que hemos obtenido hoy, yo y dos compañeros más, podremos presionar a los dueños para que colaboren.

-¿Van a usarlos como testigos?

-No, vamos a hacer que sustituyan el dinero que les mandan por otro que está marcado, así podremos rastrearlo.

-Me alegra que hayan avanzado, así podrás buscarme un coche y pelearte con las harpías del seguro.

-¿Quedamos el sábado?

-Vale, paso a recogerte a las ocho.

-No voy a levantarme a las seis para sacar a pasear a Hammer.

-Puedes llevarlo si quieres.

-No creo que le haga ilusión ir a ver coches.

-Donde vamos hay un jardín enorme, podrá salir, y el vigilante le echará un ojo.

-Vale, pero si se mea dentro tú te haces responsable.

-Sí, ¿te pediste un expreso a estas horas?

-Tengo una extraordinaria tolerancia a la cafeína.

-No me habías contado que tuvieras súper poderes –sonrió Yale socarrón.

-Y este no es el único –replicó Bobby guiñándole el ojo-. Por cierto, ¿cómo entablaste conversación con Cameron?

-Estaba huyendo de una compañera vuestra que no paraba de cotorrear para que le contara qué tal le iba a Tyke después de romper con Carrie. Yo me apiadé de él y le pregunté si trabajabas aquí.

-Qué detalle… Veo que al final hablaron de algo más que de coches.

-No te creas, decidimos pasar por alto el bochornoso interrogatorio al que lo estaban sometiendo.

-Y qué conclusión sacaron con lo de los coches.

-Que no debo dejar que te acerques a un deportivo.

-Tonterías.

-¿Te dejo en tu casa?

-Si eres tan amable, estoy un poco harto de tener que aguantarle la charla a los taxistas.

Se pasaron el trayecto escuchando música, al llegar Bobby intentó negociar el horario en el que habían quedado, pero Yale se negó, alegando que necesitarían toda la mañana si quería ver todos los coches disponibles.

El resto de la semana transcurrió con tranquilidad, exceptuando los momentos en que el móvil de Bobby sonaba frente a Tyke, que  se dedicaba a cachondearse, preguntándole si el poli cañón lo reclamaba.

El sábado Bobby estaba en pie a la hora acordada, mientras bebía café para intentar espabilarse. Tenía mucho sueño, se había quedado hasta tarde viendo unas películas que le habían prestado. Para colmo estaba lloviendo, había empezado en la madrugada y ahora hacía frío, y Bobby sólo quería enrollarse en la manta y dormir de nuevo. Se extrañó de que  pasados diez minutos de las ocho Yale no hubiera llegado, se imaginaba que al ser policía tendría disciplina, aunque hasta ese momento no tuviera datos fiables de su puntualidad, ya que sus encuentros habían sido casuales o improvisados con escasa antelación.

Estaba echado en el sillón con Hammer cuando sonó el timbre, miró el reloj y eran las ocho y media, después de todo puede que la puntualidad no fuera uno de los fuertes  de Yale. Hammer le siguió hasta la puerta y cuando abrió Bobby se quedó petrificado. El aspecto de Yale era lamentable. Estaba totalmente empapado, llevaba el uniforme azul marino que tenía la primera vez que lo vio, pero con algunos desgarrones en los pantalones y una de las mangas, tenía rasguños en las rodillas  y una pequeña rozadura en la mejilla izquierda.

-Buenos días –saludó Yale haciendo reaccionar a un petrificado Bobby.

-¿En serio? ¿Buenos días? ¿Qué coño te ha pasado? –hilvanó Bobby mientras se apartaba para dejarlo pasar.

-¿Te importa si me doy una ducha y me prestas algo de ropa antes de responderte? –preguntó Yale con un tono que delataba cansancio y frustración.

-El baño está al fondo a la derecha, iré a buscar toallas y un chándal, es lo único que va a servirte.

-Gracias –dijo Yale encaminándose hacia al baño.

-Media hora después Yale salía del baño con el chándal que le quedaba algo ajustado, mientras Bobby le ofrecía una taza de café y tostadas.

-Gracias, estoy famélico.

Bobby se tomó su tercer café  esa mañana, mientras esperaba a que Yale terminara de desayunar para ponerle al día. No se esperaba que lo primero que dijese al terminar fuera sobre coches.

-¿Te importa si dejamos lo de mirar coches para otro día?

-Por mí no hay problema, siempre que sea por la tarde, no pienso volver a madrugar un fin de semana para hacerlo –aclaró Bobby.

-Vale –accedió Yale volviendo a servirse café.

-¿Estás bien? –preguntó Bobby con seriedad mientras examinaba cuidadosamente a Yale.

-Sí, sólo son unos rasguños, cansancio y falta de sueño –respondió Yale suspirando.

-¿Qué pasó para dejarte tan… divino?

-Una persecución, en coche.

-¿Conducías?

-No, yo era el que iba asomado a la ventanilla…

-¿Acabó bien?

-Sí, no hubo heridos graves, y pudimos hacernos con las pruebas.

-Me alegro.

-La lluvia no afloja –bufó Yale cambiando de tema.

-Está empezando un temporal, va a ponerse peor –le informó Bobby.

-Genial, la puta guinda del pastel.

-Hammer piensa lo mismo –dijo Bobby mientras miraba cómo su perro observaba la lluvia sentado delante de las puertas que daban a la terraza.

-Pobrecillo.

-No te creas, le encanta tumbarse conmigo en el sillón cuando llueve, le apasiona la manta que tengo para ver la tele los días de lluvia.

-Bueno, será mejor que me vaya antes de que se ponga peor –dijo Yale justo antes de que un trueno retumbara por toda la casa.

-Qué dices, casi te quedas dormido en la silla, y yo no pienso ir a llevarte. Duerme un poco, puedes montar el sofá cama o ir al dormitorio.

-Una vez me acueste es más que probable que duerma todo el día.

-Te tendré preparada la cena cuando te levantes –dijo Bobby tajante, dándole  a entender que no iba a dejar que se marchara en ese estado-. La única opción que tienes es llamar a alguien de confianza para que venga a buscarte.

-No quiero preocuparlos, tienden a exagerar cuando se trata de mi trabajo.

-Es comprensible…

-Si me caigo de un árbol  en casa de mis padres y me quejo, soy un llorica, si me pasara en el trabajo montarían un drama.

-El contexto juega un gran papel –sonrió Bobby.

-¿Estás seguro de que no te importa que me quede?

-Bueno, siempre creí que si un poli empapado tocaba a mi puerta sería para menesteres más salvajes, pero podré soportarlo –sonrió Bobby.

-Dame tiempo a que me recupere –sonrió Yale antes de que Bobby le tirase una manta encima y le señalara la puerta del dormitorio.

Yale se acostó en la enorme cama dejando caer un suspiro de satisfacción, era glorioso caer en blandito y poder arroparse, Bobby bajó los estores dejándolo todo a oscuras. No tardó diez minutos en caer rendido.

Mientras Yale dormía Bobby se dedicó a ver la tele, dormir un poco, pedir comida china y ducharse. A las ocho se planteó a qué restaurante pedir la cena. Y se acordó del de la tía de Yale. Justo cuando ojeaba el folleto de publicidad escuchó un fuerte ruido en el dormitorio, Bobby se levantó de un salto apresurándose a ver qué había ocurrido. Al llegar se encontró a Yale sobándose el adolorido trasero, se había caído de la cama.

-¿Estás bien? –preguntó Bobby intentando divisar el desastre a oscuras.

-Me sobresalté por unas sirenas y me caí de la cama.

-Estás alerta hasta durmiendo, lástima que acabaras con el culo en el suelo.

-¿Qué hora es?

-Las siete y cinco de la tarde.

-Sí que he dormido –se sorprendió Yale.

-¿Te extraña? Si no recuerdo mal te habías autoproclamado lirón…

-Sí, pero no en casa de desconocidos.

-Cierto, además yo podría ser un peligro.

-No creo que sea tu estilo ir a ultrajar a gente dormida.

-Eso nunca se sabe…

-¿Te importaría venir y ayudarme a levantarme?, y ni se te ocurra encender la luz.

-Vaya despertar que tenemos, yo había pensado en descorrer las cortinas.

-Buena idea.

Bobby fue hasta las ventanas y descorrió las cortinas, dejando que se filtrara la luz entre azul y gris del anochecer, la brisa fría hizo que Yale se despejara, para cuando Bobby fue a ayudarle a incorporarse ya estaba en pie, cuando se giró quedaron a escasos centímetros de distancia.

Bobby dio un respingo sorprendido y entonces, en respuesta, Yale le mostró la sonrisa más retorcidamente sexy que hubiera visto.

-Así que el agente cañón es un jodido cabronazo –siseó Bobby acercándose aún más.

-Esa lengua Bobby…

Lejos de tomarlo como un reproche a Bobby le pareció toda una provocación para romper la fuerte tensión que se había instalado entre ambos. Desde el primer instante en que se vieron habían estado conteniéndola con sutileza, ignorándola deliberadamente porque tenían cosas más importantes que hacer, y eso los entorpecería. Además querían conocerse un poco más antes de dejarse llevar, no es que planearan un largo noviazgo, pero cuando la atracción era tan fuerte, era mejor asegurarse de que las hormonas no estaban siendo unas pésimas consejeras.

El resultado había sido satisfactorio, podían tolerarse y en situaciones límite mantenían la calma. Yale sabía que Bobby no sería un plasta con el tema de su arriesgado trabajo, y Bobby sabía que Yale era maduro e independiente, y podía llevar bien su peculiar sentido del humor.

Ahora llegaba la parte divertida, podían dar rienda suelta a la seducción, pero como eso de contenerse había resultado tortuoso, prefirieron pasar a la acción. Y ahí estaban, apoyados en la pared. Yale había acorralado a Bobby después de que se hubiera colgado de su cuello para dejarlo sin aliento con un beso exigente, en el que sus labios se deslizaban con fluidez sobre la anhelante boca de Yale, que disfrutaba de la mezcla de calidez e intensidad.

La ropa fue desapareciendo poco a poco a medida que se acercaban a la cama sin quitarse las manos de encima. A Bobby le sorprendió lo suave que era la piel de Yale, le encantaba sentir ese tacto terso bajo sus ávidas manos. Por su parte Yale estaba encantado con la fuerza que destilaba Bobby, tanto a través de su mirada como de su cuerpo.

Hacía años que ninguno tenía la necesidad de acelerarse de esa manera, sentían una urgencia un tanto vergonzosa por avanzar. Bobby parecía un pulpo, intentando acaparar a Yale con todo su cuerpo, y se excitaba al ver que éste respondía con la misma vehemencia.

Yale disfrutaba al sentir cómo Bobby se estremecía cuando besaba su cuello y sus  pequeñas orejas, que se le antojaban apetitosas. Le perdía mordisquear, y lo hacía a la mínima oportunidad, capturar los carnosos labios de Bobby y tironear suavemente con sus dientes lo encendía.

-Lubricante, con… dones… dónde mmm- atinó a preguntar Yale mientras Bobby le masajeaba el excitado miembro con firmeza.

-Espera –dijo Bobby retirándose, haciendo que Yale sintiera frío y quisiera arrastrarlo de nuevo encima suyo.

Bobby abrió el segundo cajón de la mesita de noche, rebuscó antes de sacar lo que Yale demandaba. Se echó un poco de lubricante en las manos y retomó las caricias en la entrepierna de Yale, ahora con mayor fluidez y precisión, haciendo errática la respiración de éste hasta tornarla en suaves jadeos.

-¿Qué prefieres?, o mejor dicho, ¿qué rol se te hace más fácil adoptar?, no sé si me explico… estoy en el límite y quiero algo contundente que haga que la cama y yo temblemos –explicó Bobby con una mirada cargada de lujuria enfocándose en la desnudez de Yale.

-Respondiendo a tu segunda pregunta, el activo, pero si tienes en cuenta lo magullado y cansado que estoy…

-Llevas todo el día durmiendo, y se te ve bastante participativo, pero si prefieres relajarte y disfrutar… -dijo Bobby avanzando a gatas sobre Yale.

-No quiero levantarme más adolorido así que tomaré ambas opciones, yo me quedaré aquí observando cómo me montas –sonrió desafiante.

-Muy bien abuelete, procure no sobreexcitarse –ironizó Bobby haciendo sonreír a Yale después de darle un suave empujón para que se tumbara del todo.

Yale obedeció gustoso, sin perder detalle de cómo Bobby le colocaba el condón para a continuación lubricarse y deslizarse despacio por su miembro, empalándose por completo. En ese momento fue su turno de observar a Yale, disfrutando de la torturada expresión de su rostro, sentir el calor y la opresión que Bobby ejercía sobre él, apretando y aflojando, sin más movimientos lo volvía loco, quería moverse, pero sabía con absoluta certeza que Bobby se lo impediría, y aumentaría su placentero suplicio.

Pasaron unos minutos antes de que Bobby comenzara a contonearse con movimientos cortos e intensos, haciendo que a Yale le flaqueara la fuerza de voluntad. Lo obligó a incorporarse para frenar sus intenciones de tomar el control, iniciando un tórrido beso que los dejó sin respiración, momento que Bobby aprovechó para desafiarlo.

-Muy bien Yale -dijo alargando las sílabas del nombre-. Ya es hora de pasar al postre, veamos qué tal andan de fuerza y resistencia esas bonitas piernas.

Cuando se separó, obsequió a Yale con una sonrisa que rozaba lo siniestro sin dejar de ser condenadamente sensual.

Ante tal estímulo ambos comenzaron a moverse, al principio con embestidas cortas y certeras, acoplándose poco a poco el uno al otro en el ritmo, que fue tornándose más intenso. A Bobby le encantaba sentir cómo esa dureza iba incendiando su interior, presionando donde debía para hacerle desear más.

Por su parte Yale estaba deseando perder el control del todo.

-De… de la…doo mmm –intentó indicarle a Bobby mientras empezaba a girarse.

Pero el movimiento fue más brusco de lo que pretendía y acabó encima de Bobby, invirtiendo posiciones. No contento con el cambio, se separó yendo hacia el borde de la cama y arrastrando a Bobby. Al llegar se puso en pie, acercó a Bobby hasta dejarle con el trasero al borde con las piernas bien separadas. Una vez que tuvo total libertad de movimiento se dejó llevar. Las embestidas fueron más rápidas y fuertes, haciendo que Bobby se estremeciera más seguido, arrancándole intensos jadeos que se encadenaban haciendo que Yale estuviera a punto de explotar, acabó agachándose en un frenético vaivén que los llevó al clímax.

Les llevó unos minutos recuperarse, estaban sudorosos, cansados, y satisfechos. Combinación que les llevaba a tener mucha hambre.

-Estoy muerto de hambre –dijo Bobby rompiendo el silencio.

-Qué romántico…

-Oh perdóname por no igualar tu manera de seducir –dijo Bobby con sarcasmo.

-¿Te apetece comida asiática?

- Iba a pedir algo al local de tu tía, pero con el polvo se habrá pasado la hora.

-Supongo.

-Pide tú donde quieras, yo voy a darme una ducha.

-¿Te da igual lo que pida?

-Soy bueno de boca –respondió mientras le guiñaba un ojo y desaparecía camino al baño.

Media hora después Bobby le abría al repartidor, dejándole una buena propina por venir en un día de lluvia. Abrió los envases, y se decantó por unos tallarines tres delicias sin esperar a que Yale saliera de la ducha.

-Ya te vale, podrías haber esperado un poco –se quejó Yale.

-Come y calla.

-Bobby…

-¿Si?

-La próxima semana ponen un ciclo de la Hammer en los cines de las afueras, ¿te apetece ir?

-Vaya, Tyke te va a adorar.

-¿Por?

-Suelo obligarlo a venir conmigo a ver ese tipo de películas.

-Si quieres que venga…

-No, si viene no podría meterte mano.

-Eres un capullo.

-Claro que no, soy una ricura, y en cuanto acabemos la cena voy a hacer que te retractes y me hagas justicia…

 

 


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