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Oficina por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es un fic dedicado a Sephi, quien sugirió a la pareja, espero que te guste y lamento la tardanza.

Es un fic corto, me gustó la idea de hacer algo con la pareja, pensaba en otro tipo de trama pero al final me decidí por algo sencillo, espero que les guste. 

Notas del capitulo:

Solo es el inicio de una serie de sugerencias que tenía ya hechas pero apenas las subo.

 

Era un nuevo día en la oficina, eso no estaba tan mal, al menos una parte de su vida aún funcionaba como debía, todo bajo su mando y en control, en cuanto a lo demás, lo mejor era no pensar en eso por el momento.

—     Buenos días señor—lo saludaron al ir entrando a su oficina.

—     Buenos días Shaina ¿Hay llamadas?

—     Solo las usuales, confirmé sus citas y tiene que verse con el representativo de los Solo a las cuatro.

—     Muy bien ¿Otros mensajes?

—     Su esposo llamó.

Esas palabras lo pusieron algo decaído pero prefirió pretender que nada sucedía, necesitaba que fuera así.

—     ¿Qué dijo?

—     Que se quedaría con su familia unos días más—le informaba la joven ante él.

—     Gracias Shaina, puedes retirarte.

La joven de cabellos verdes salió suavemente, al verla partir Saga se dijo que era una suerte tener a una chica tan eficiente como ella bajo su cargo, trabajadora e inteligente, pero también sabía que era una chica joven y con una vida fuera de esa oficina, tenía novio y muchas veces parecía que solo respiraba cuando se iba. No la culpaba, él no era sencillo y en los meses anteriores todo se había complicado más. Serio y sin gustarle acercamientos ni concesiones, Saga de Géminis sabía que no era agradable trabajar para él.

Se quedó mirando algunos de sus informes, estaban apilándose sobre su escritorio, no había tenido tiempo de atenderlos, desde que las cosas fueran mal en casa todo su mundo había sufrido. Tenía treinta y cinco años, poseía unos bellos ojos verdes y cabellos azules que llamaban la atención, siempre con el tipo atlético y varonil no dejaba de ser un hombre atractivo pero a pesar de gustarle a la gente él nunca había sido muy sociable ni de parejas, que fuera homosexual tampoco había facilitado las cosas. Por mucho tiempo pensó que se quedaría solo, sin hacer una vida personal pues la gente a su lado no parecía quedarse, no le interesaba que fuera así.

O al menos fue de esa manera hasta que conoció al que sería su esposo.

Claro que su matrimonio había levantado comentarios y dudas desde el principio, se podría decir que desde su primera salida pero a él nada de eso le importó, solo se enamoró y ante eso nadie pudo convencerlo de esperar o darse tiempo o pensarlo y todas esas cosas que le dijeron con la mejor de las intenciones, mirando hacia atrás él mismo se preguntaba como era posible que no se detuviera a mirar las cosas con calma pero no lo había hecho. Hasta su hermano le había advertido de la situación.

—     No digo que no te cases—le decía Kanon—Solo digo que te tomes un tiempo, que se conozcan bien.

—     Ya sé que lo amo y es la persona de mi vida ¿Por qué debo esperar?—le preguntó convencido de su dicha en el matrimonio.

—     Es que parece tan pronto, solo se conocen hace tres meses.

—     Lo amo y me ama, no necesitamos nada más.

Pero las preocupaciones de su hermano habían ido más allá de la velocidad de la relación, le preocupaba también que su gemelo estaba involucrándose con alguien de una familia tan importante en el país y que se sabía de él solo por revistas de sociedad, alguien que vivía una vida muy libre y estaba aparentemente acostumbrado a ser mimado por los suyos, alguien mucho más joven que él. No estaba seguro que alguien así pudiera amoldarse a su hermano, ya un hombre hecho y derecho con treinta años, acostumbrado a una forma de vida, de hacer las cosas y su esposo no era así. Ni siquiera era una persona modosa dispuesta a aceptar las cosas.

Pero Saga no había escuchado nada ni a nadie. Pidió la mano de su pareja y se comprometieron, se habían casado y empezaron una vida común que al menos en sus inicios lo habían hecho increíblemente feliz, pero algo de tiempo empezó a mostrar brechas en la relación. Su esposo y él no terminaban de comprenderse, sus gustos podían ser desiguales y la intervención de la familia de su compañero lo complicaba todo aún más.

—     Solo lo hacen por ayudarnos—solía decir su compañero.

Pero él no estaba tan de acuerdo en eso.

La casa en la que vivían, una buena y bien puesta, era la suya y le costó imponerse para no irse a vivir con su familia política como lo deseaban, cuando llegaba a su casa siempre había alguien de la familia de su esposo allí contándole de su último viaje y llenándolo de regalos, no era que eso lo molestara al principio pero con el tiempo le daba la impresión que hacían eso como si se aseguraran que su pareja siguiera teniendo el mismo estilo de vida con el que había nacido y que aparentemente creían él no podía darle. Y no era que Saga fuera pobre, nada de eso, pero definitivamente no estaba al nivel de los otros. Era aún peor cuando llegaba a su hogar y su compañero no estaba ahí, siempre porque había salido con alguien más, de su familia, que invitaba a sus amigos para que “disfrutara” de unas horas libres.

Todas esas actitudes lo fueron cansando y cuando reclamó solo obtuvo un:

—     Es mi familia, me conociste con ellos, no soy huérfano.

Seguido de eso un portazo en la recámara terminó con la charla.

Y ahora su esposo se había ido con su familia porque según él estaba cansado de su mal humor y de que no entendiera que tenía una vida, de verdad que Saga no lo comprendía, estaba seguro que se amaban pero la familia de su esposo intervenía a cada momento y dificultaba las cosas entre los dos.

Volvió a ver la pila de informes. Lo mejor era intentar trabajar un poco, no tenía sentido no hacer nada en esas horas de oficina.

 

**********

 

Saga había pasado las últimas cuatro horas leyendo informes completos pero sin tener la menor idea de lo que terminaba de leer, no podía concentrarse, no dormía bien e incluso se estaba quedando en la oficina porque estar en la casa solitaria lo deprimía ¿Qué era lo que iba a hacer?

—     ¿Señor?—se escuchó por el teléfono.

—     ¿Qué sucede Shaina?—pregunto oprimiendo el botón del aparato sin ganas.

—     Lo llama su hermano.

—     Comunícalo.

Aguardó unos segundos y tomó la segunda línea.

—     Hola Kanon ¿Cómo estás?—saludaba intentando sonar un poco animado.

—     Yo estoy bien pero me preocupa más cómo estás tú—se dejaba escuchar.

—     Estoy bien Kanon.

—     Ya sé que tú esposo se largó con su familia así que no me vengas con que estás bien.

—     Kanon…

—     Lo leí en los diarios, salió en sociales, parece que su familia se está divirtiendo mucho en la costa del Mediterráneo y él debe estar con ellos ¿O me equivoco?

—     Eso no significa nada.

—     ¿No?—preguntaba algo indignado—Parece que no está en su hogar, contigo, como debería.

—     Si me llamaste para hacer reproches de verdad no tengo humor.

—     Más bien te llamaba para decirte que nos veamos esta noche.

—     Lo siento pero no puedo.

—     Saga, quiero verte, quiero ver que estás bien, y no es una petición.

El que estaba en su oficina lo sabía, su hermano no iba a aceptar evasivas, era mejor darle una respuesta.

—     Está bien Kanon, tengo un compromiso con unos clientes potenciales pero creo que me dará tiempo para cenar.

—     De acuerdo ¿Qué te parece que nos veamos en el mismo lugar de siempre? Sabes que me encanta su cerdo con pistaches.

—     Está bien, nos vemos a las ocho.

—     A las ocho entonces.

—     Adiós.

—     Adiós.

Con eso se terminó la llamada.

Saga se recargó en su silla cerrando los ojos, ahora tendría que pensar en una buena excusa para no presentarse. Eso y que de nuevo pensó en su esposo, así que estaba con su familia en el Mediterráneo, sin haberle dicho nada a él. Sabía que a veces su familia política no se medía para entrometerse en sus vidas “¿Por qué no vienes con nosotros? Son las vacaciones de la familia”, “Es tu nuevo automóvil, es del año, lo mereces.”, “Pero es el nuevo club que abrieron, tenemos que ir, será el mejor de la ciudad”. Su esposo no siempre estaba de acuerdo pero los seguía porque después de todo eran familia pero causaba conflictos entre ellos. Se amaban pero de seguir así las cosas tal vez era mejor contemplar una separación.

Hizo a un lado los informes y fijó su atención a unos archivos que necesitaban ir a su lugar, ya todo era por computadora pero la empresa aún guardaba un registro en papel cuando se trataba de casos antiguos, lo más sencillo era decirle a su secretaría pero le pareció mejor entretener su mente con algo más que con problemas de su matrimonio. Siendo así se quitó el saco y se decidió por salir de la oficina unos momentos.

—     ¿Necesita algo señor?—preguntó de inmediato la muchacha de cabellos verdes.

—     No Shaina, solo iré a la sección de archivos.

—     Muy bien señor—dijo ella como resignada.

El de cabellos azules tomó el camino que necesitaba y fue saludado por algunos otros de la compañía, no estaba mal, se trataba de un buen negocio y él había tenido mucho que ver con su crecimiento, no podía decir que en la rama laboral no hubiera triunfado pero comparado con la familia de su esposo con dinero antiguo de generaciones, definitivamente su situación resultaría modesta ya que su fortuna venía de apenas unos años y no era tan grande ni con tantas ramificaciones. Y de nuevo estaba con eso.

Tal vez hubiera seguido de no ser porque un  movimiento en el lugar le llamó la atención. Parecía que estaban entregando un paquete o algo, lo llevaba uno de los numerosos jóvenes que trabajan en una conocida empresa de entregas, siempre eran más de los que podían contarse, él ni siquiera se molestaba en intentar saber sus nombres, cambiaban demasiado y muy aprisa. Pero tuvo que mirarlo una segunda vez, ese chico que parecía preguntar por algo no era como los demás.

Fue necesario que Saga recordara cerrar la boca mientras sus ojos verdes se fijaban en esa linda criatura castaña que había llegado al lugar.

Era joven definitivamente, parecía que apenas tenía edad para trabajar, se veía fuera de lugar en ese uniforme de pantalones oscuros y playera roja que requería su trabajo. Los ojos verdes se fijaban en las esbeltas piernas, los hombros redondos y amplios, las caderas masculinas y ese cabello castaño con su piel bronceada, los brillantes ojos pardos y ese rostro que parecía de menor edad. Pero fue la boca del muchacho lo que lo cautivó, llena, de labios sensuales que parecían perfectos para besar y otras cosas…

Saga no tardó en encontrarse excitado por esa imagen ante él, ese chico parecía una fantasía entre inocencia y sensualidad, pero era mejor que se controlara pues justo en ese instante volteó a mirarlo y caminaba hacia él.

 

**********

 

El joven castaño había preguntado a la primera persona que vio por un nombre en especial.

—     Hola, busco a Saga de Géminis ¿Dónde está?

Le dieron las señales de la oficina primero pero justo en ese instante reconocieron al de cabellos azules y le indicaron que era la persona por la que preguntaba.

—     Gracias—dijo el morocho sonriendo.

Con eso dirigió su atención al de cabellos azules y fue hacia él directamente y sin dejar de sonreír.

—     Hola señor—dijo el muchacho sin dejar de sonreír—Soy Seiya de Pegaso y soy nuevo aquí, esperan que sea el nuevo chico de las entregas.

—     ¿Qué?—preguntó un poco turbado el de cabello azul.

—     Me dijeron que necesitaba reportarme ante usted y entregarle esto, son mis referencias—le entregó un sobre amarillo sin más.

El de Géminis lo abrió y revisó el contenido, tuvo que arquear una ceja y lo miró un tanto sorprendido.

—     Son buenas ¿verdad?—preguntaba Seiya muy sonriente.

Al de mirada parda le parecía que se perdía ante esos ojos verdes, su dueño era un alto, elegante y apuesto hombre que parecía la perfección andando, dejaba que sus ojos viajaran por ese cuerpo bien trabajado y marcado a pesar de la ropa formal, definitivamente estaba fascinado por él.

—     Es un placer conocerlo—continuaba el muchacho como si nada extendiendo su mano.

El otro la tomó y la estrechó un poco más de lo que hubiera sido un saludo normal, ambos se miraban y al encontrarse sus pupilas destellaron, haciendo que un estremecimiento los recorriera.

—     Aún no conozco el lugar, parece un poco confuso este sitio—seguía el de ojos pardos.

—     Es que nunca has estado aquí—decía Saga con suavidad.

—     Lo sé pero quiero aprender—decía con la sonrisa más inocente que se pudiera haber encontrado— ¿Puedo ayudarlo en algo?

—     Iba a la sección del viejo archivo.

—     ¿Podría ayudarlo con eso? Sería una manera de aprender y estaría cerca de usted.

La verdad era que el de Pegaso esperaba que ese sexy hombre estuviera comprendiendo los mensajes que él estaba enviando y a la inversa.

—     Bueno Seiya, creo que estaría bien si vas conociendo algo del lugar. Me agradará ser quien te muestre una parte al menos.

—     Puede enseñarme lo que quiera—decía el castaño agitando las pestañas.

—     Vamos.

—     Muy bien señor de Géminis.

—     Por favor Seiya, dime Saga.

—     Muy bien…Saga.

Hasta como decía su nombre se escuchaba bien.

Empezaron a caminar y como todos tenían algo que hacer nadie les prestó mucha atención, pudieron pasar por el lugar siguiendo diferentes caminos hasta que fueran a la parte baja, casi nadie iba ahí pues estaba el material que no se utilizaba, se trataba de un sitio alejado y solitario; mientras llegaban a su destino el de ojos pardos se dedicó a hacer unas preguntas más a su guía.

—     Este sitio es bastante grande Saga.

—     Es una empresa privada, nos dedicamos a la instalación de sistemas solares para sustituir a la energía eléctrica y los derivados del petróleo.

—     Se escucha bien, muy altruista ¿Cómo te decidiste por esto?

—     Hice una tesis en la universidad y la idea era aplicable a nivel comercial, utilicé la herencia de mis padres y fundé este sitio de la nada prácticamente, ahora somos la empresa líder en el país.

—     ¿Por qué no te dedicas a disfrutar de tu dinero? ¿No sería más sencillo?

—     No soy ese tipo de persona Seiya, me gusta sentirme útil.

—     Comprendo—decía sonriendo y mirándolo con admiración.

Llegaron ante una puerta cerrada pero el de ojos verdes sabía los códigos de memoria así que no le costó abrir y entraron a una habitación llena de documentos clasificados y dos fotocopiadoras que tenían paneles recargables solares.

—     ¿Sabes Saga? Este es mi primer trabajo, creo que debo independizarme un poco, mi familia puede mantenerme pero es mejor hacer algo por mi mismo ¿No crees?

—     Eres joven Seiya, solo eso.

—     No tanto, ya tengo dieciocho, aunque dicen que me veo más niño—y buscando esos verdes ojos agregó—Soy perfectamente legal…para lo que quiera.

Saga casi dio un gemido ante esas palabras, esa mirada, todo ese chico que de pie ante él parecía actuar muy inocente y sin embargo indicaba algo más, que estaban solos y que le gustaba, sentía que debía tenerlo y que no le importaban las consecuencias de nada. No lo comprendía mal todo, tenía sentido perfectamente, incluso que se sintiera más excitado.

Lo suyo no podía esperar, tenía que dar un paso para asegurarse.

 

**********

 

Seiya no era de los que perdían el tiempo, estaba más que claro cuando subrepticiamente dirigió su mirada a los pantalones hechos a la medida del hombre de ojos verdes, los cuales mostraban la ya erguida necesidad del otro que ni siquiera intentaba ocultar. El castaño sonrió y antes de que el otro pudiera decirle algo más, como intentar hablar acerca del motivo por el que estaba ahí, ya una mano lo acariciaba de abajo hacia arriba provocándole que gimiera de manera abierta y necesitada.

—     De verdad aprecio que te hagas tiempo en tu apretada agenda de trabajo para mostrarme este sitio Saga.

Y lo decía acercándose, quedando apenas a un paso de él.

—     Puedo mostrarte tantas cosas Seiya.

Sin aguardar acarició esos labios llenos que lo habían cautivado desde el principio.

—     Me gustaría que me mostraras tantas cosas—decía el castaño.

No aguardo y frotó su propia erección contra el cuerpo del de ojos verdes que ya no dudaba de nada de lo que en verdad quería.

—     Tengo algo por los hombres apuestos que visten traje—decía Seiya—Por eso quería este trabajo, no necesito el dinero, solo quiero estar cerca de ti.

—     Seiya…

—     Estoy dispuesto a lo que sea por esto, quiero perder mi virginidad este mismo año.

—     Seiya…

—     Con seguridad me puedes ayudar ¿verdad?

Saga no terminaba de creer lo que estaba sucediendo pero como ya estaba ahí no pensaba dejar pasar la oportunidad, así que dejó que su mano se deslizara y sin más tocaba ese juvenil trasero para apretarlo y gimió de nuevo de manera abierta, sabía que estaba corriendo un riesgo al quedarse ahí cuando eran horas de oficina pero…pero…las manos del castaño ya estaban en su cuello jugando con su corbata de seda, acariciaba sus pezones a través de la camisa y el de mirada verde sabía que estaba perdido. Sabía que ese castaño no era tan inocente como parecía pero si que notaba que cualquier riesgo lo valía, por supuesto que si.

Fue el turno de Seiya de gemir cuando sintió al mayor de los dos sujetarlo para estrecharlo contra su cuerpo, así era, eso era lo que quería. Lentamente sus labios se unieron con suavidad al principio pero el beso se hacía profundo y no tardó mucho el de cabello rojizo en usar su lengua e invadir esa cálida boca para explorarla y reclamarla como suya. Ese chico sabía a dulzura y pureza. Pero el castaño no pensaba solo en ese beso, sino que hacía a un lado la ropa del más alto y en poco tiempo se deslizaban las telas desnudando al de Géminis con toda la velocidad que era posible.

Finalmente Saga estaba usando solamente su bóxer de seda color azul y se distanciaba del morocho lo suficiente para llegar a la puerta y cerrarla por dentro, no era probable que alguien llegara en ese momento pero prefería prevenir cualquier escena bochornosa para un tercero. En cuanto lo hizo se giró hacia el morocho que aún estaba vestido por completo.

—     Tu turno.

Se quedó justo donde estaba, como si esperara que empezara una especie de variedad, de hecho el castaño lo adivinó de esa manera y empezó a desabrochar la playera que usaba, lentamente abrió los botones para después sacarla de sus pantalones, empezó a elevarla lentamente, dejando ver su abdomen, un poco más y era el pecho, levantó los brazos y quedaba fuera de su cuerpo pero la hizo girar en su mano como si fuera un pañuelo para después darle de vueltas sobre su cabeza y arrojarla por último a las manos del de cabellos azules, quien la atrapó sonriendo y esperando por más.

Entonces las manos siguieron hacia los pantalones, los abrieron al mismo tiempo que se despojaba de sus zapatillas y las medias, se sentía excitado por estar desnudándose ante esos ojos verdes pero deseaba hacerlo tomándose su tiempo, sabía que el otro también estaba excitado, bastaba una mirada para saberlo. Los bajó lentamente por su cadera girando al mismo tiempo, llegaron a sus rodillas, las pantorrillas, los tobillos y cuidándose de no caer los hizo a un lado de un movimiento. Quería estar desnudo ante ese hombre y dejarlo hacer lo que deseara, por eso no creía que fuera a molestarle que no llevara ropa interior.

El de cabellos azules miraba intensamente como ese erótico muchachito quedaba ante sus ojos, Seiya era perfecto, su juvenil cuerpo estaba marcado por el ejercicio mostrando músculos fuertes y flexibles, las suaves caderas, el trasero firme y ese erguido sexo que se elevaba con fuerza. Entonces el de Pegaso caminó hacia él mientras hacía lo mejor que podía para no babear por ese premio que estaba ante él ofreciéndose por completo. El de ojos pardos sonreía y lentamente descendió hasta quedar de rodillas frente al de ojos verdes, mirándolo de manera seductora.

—     Nunca he hecho esto antes Saga—decía como en un suspiro el de cabellos castaños.

Sus manos acariciaban los muslos del de Géminis.

El de mirada azulada casi gemía, ese dulce chico seguía con su argumento de ser virgen y él no estaba para discutirlo, solo deseaba continuar y si así era como lo quería el Pegaso así sería.

—     Hasta ahora lo estás haciendo muy bien Seiya.

Entonces el castaño empezó a bajar su bóxer, entre los dos fue una tarea sencilla que quedara a un lado. Seiya se lamió los labios al mismo tiempo que la rígida erección quedaba al descubierto, no dejaba de mirarlo al rostro con sus ojos pardos conforme se acercaba sus labios a la corona; Saga tuvo que respirar con profundidad al ver lo que ese castaño iba a hacer.

El de Pegaso quería probar a ese hombre ante él, la elevada virilidad parecía prominente ante sus ojos, la punta brillaba con las primeras gotas de la esencia masculina, así que no esperó más y se acercó para pasar su lengua por el lugar, una caricia húmeda y decidida que hizo al otro temblar un poco, probaba ese néctar que ansiaba saborear. El de ojos verdes se arqueaba ante las caricias pero se controló lo suficiente para apreciar mientras esa boca lo tomaba, quería verlo y sentirlo, esa dulce boca envolver y complacer su turgente sexo.

Aunque tenía que bajar su cabeza, el castaño levantaba la mirada, miraba el apuesto rostro del otro hombre mientras tomaba la punta de su miembro con los labios, le gustaba, así que tomó un poco más, lentamente, lo llevaba a su interior sin dejar de humedecerlo con su lengua y acariciando la base con sus dedos, llevando a su interior todo lo que podía sin sentirse presionado. Le gustaba el sabor, su forma, sentirlo en su interior y poder observar cuanto le gustaba al otro que lo hiciera, entonces empezó a bombear su cabeza hacia arriba y hacia abajo.

El de cabellos azules casi gritaba cuando el de ojos castaños lo llevó al interior de su maravillosa y complaciente boca, le tomó la suma de toda su fuerza de voluntad no embestir con rudeza y tomar ese cálido sitio aunque su cuerpo le gritara por hacerlo. Logró sujetarse contra uno de los firmes estantes y esa sensual boca pudo continuar, era tan buena como se veía. Miraba hacia abajo para no perder de vista su erguido miembro que desaparecía gracias a la habilidad de ese chico que era la cosa más sexy que hubiera tenido en su vida.

Lo cierto era que Seiya también lo estaba disfrutando, le gustaba sentirse en el control de la situación, los sonidos que el de ojos verdes estaba haciendo, eróticos y sensuales, todo eso parecía dirigirse a su propia erección que a cada momento deseaba ser atendida de manera demandante. Le parecía que no podía esperar por ese hombre en su interior, haciéndolo suyo, poseyéndolo por completo, embistiendo contra su cuerpo, pero una sorpresa se dio cuando algo más llegó a sus oídos.

—     Detente…detente…por favor…detente…—le pedían con ansiedad.

Se detuvo y se apartó un poco para saber lo que estaba ocurriendo, se sentía desconcertado.

—     ¿No lo hago bien? ¿No te gusta?—preguntaba confundido el de mirada castaña.

—     Lo estás haciendo bien Seiya—le decía el otro respirando pesadamente y con la mirada brillante—Pero quiero que sea diferente, quiero sentirte.

El de cabellos castaños solo pudo sonreír, entendía lo que estaba pidiéndole y sinceramente no pensaba negárselo, él mismo lo quería.

—     Lo quiero todo Saga—decía con voz aterciopelada—Solo dime lo que quieres que haga para ti.

Por un momento el de ojos verdes pensó que estaba dentro de un sueño salvaje pero no pensaba perder el tiempo en esas consideraciones, lo que ocurría era real, muy real, lo sabía por el calor de sus cuerpos y la agitación de su sexo, solo un compañero real podía provocar algo semejante y lo iba a disfrutar.

 

**********

 

Saga hizo que el de mirada parda se incorporara y sujetándolo por la cintura lo llevó hacia una de las fotocopiadoras, una que quedaba a un nivel bastante conveniente para los dos, miraba alrededor buscando algo que fuera de ayuda y se encontró con un tipo de gel que usaban para higienizarse las manos en ese sitio, era hipoalergénico y sin alcohol, así que sin duda podría servirles para sus propósitos.

—     Abre tus piernas—decía como una petición el de mirada azulada.

—     Que atrevido—respondió el castaño haciendo un gesto como si se negara.

—     Ahora—y en ese momento fue una orden.

Por alguna razón eso excitó aún más a su compañero que obedientemente hizo lo que le decía, separó sus muslos colocando sus tobillos sobre la máquina en la que estaba sentado, quedando abierto y completamente expuesto a esos ojos verdes que no parecían poder dejar de mirarlo.

—     ¿Así está bien?

Lo preguntaba con cierta ternura, mirando con una inocencia imposible de creer en medio de la escena que estaban protagonizando. El de Géminis tuvo que respirar antes de responder.

—     Estás perfecto Seiya.

Diciendo eso pasaba sus manos por los suaves muslos, dibujaba círculos, espirales por encima y alrededor de la masculina entrada, provocando que su dueño gimiera y separara aún más sus piernas. Entonces un dedo completamente lubricado empezó a abrirse paso con determinación. La combinación de su vulnerable posición y esa hábiles y varoniles manos casi lo llevaban al clímax pero aún no era el momento. Otro dígito entró en su cuerpo, dilatando su pasaje aún más, gemía de forma abierta, con su sexo temblando levemente.

Saga miraba el hermoso rostro de Seiya mientras lo preparaba, ese muchacho era increíble, cada sensación dejaba su huella, levantaba reacciones y los hacía ansiar más. Siguió utilizando sus dedos, tocaba las tiernas paredes que empezaban a estremecerse, estaba listo, lo sabía, y ya no podía esperar más. Se colocó entre sus piernas y no tardó en ser estrechado, lo tocaba y rogaba con su cuerpo porque lo tomara.

—     Recuéstate—le dijo el de cabello azul.

El castaño lo hizo, apoyó su espalda sobre la máquina de fotocopiado mientras el de ojos verdes sujetaba sus muslos, hacía que los enredara por su cintura y se aplicaba más gel cubriendo su excitado sexo. Miraba al joven morocho frente a él, saboreaba la anticipación, y ya no podía aguardar aún más; presionó la cabeza de su turgente miembro contra la dilatada entrada del de ojos pardos, presionó con gentileza, no entraba, pero sabía que eso enloquecería al muchachito. Y eso era lo que más anhelaba.

—     Por favor, Saga, no puedo más…—le pedía el de mirada castaña tratando de hacer que entrara en él.

El de cabellera azulada lo sujetó por las estrechas caderas y solo entonces empujó, abriéndose pasó por la delicada entrada lentamente, escuchaba como el jovencito empezaba a gemir, se iban haciendo más elevados sus ahogados grititos, mientras era poseído por ese decidido hombre más y más. Llegaba a lo más íntimo, presionaba con más fuerza, se deslizaba en su interior llenando cada espacio. El muchachito era tan estrecho, a momentos parecía que no había manera de que su sexo entrara en él, pero el chico estaba deseoso y quería hacerlo, por eso se relajaba hasta que estrujó en su interior al de ojos verdes por completo. El mayor de los dos cerró los ojos, necesitaba darle unos momentos a su amante para que se acostumbrara pero no serían muchos, ahora solo deseaba poseerlo por completo.

Seiya de verdad estaba encantado por sentir como su amante entraba en él, la manera en que se adueñaba de su cuerpo, era tan bueno como lo había esperado, ese turgente sexo en su interior, tocando los puntos más sensibles causando un poco de dolor pero no se quejaba, al mismo tiempo se formaba algo más, se convertía en algo placentero, especial, solo necesitaba acostumbrarse y permitirse ajustarse a las sensaciones.

—     Mmmmm—gemía dulcemente—Saga…

Los eróticos llamados del joven hacían que el de ojos verdes gimiera a su vez con necesidad por penetrarlo, así que se retiró un poco y empujó de nuevo a su interior, el castaño contenía el aliento, al volverlo a sentir embestir en su intimidad no pudo contenerlo, él mismo buscó estrujarlo en su interior y lo sintió empalarlo con su grueso miembro al grado que dio un quejido. Casi gritaba pero no pensaba detenerse, así era, así lo había querido y estaba dispuesto a suplicar por ello.

—     Más, más, más, no te detengas.

Por su parte Saga casi gruñía como animal en celo pues esa estrechez envolviéndolo era para enloquecer, el castaño le pedía que siguiera, entonces él le daría lo que estaba pidiendo. Además él también lo deseaba de esa manera. El de ojos verdes se permitía entrar y salir, embestir a ese chico, bombear de manera rítmica y un tanto fiera, hundiéndose en lo profundo de su intimidad, llegando a las zonas más sensibles e íntimas, estancándose hasta la base por completo.

Seguían con su fervorosa entrega, sabiendo que estaban en un sitio en el que si bien no podían entrar nada impedía que se dieran cuenta de lo que hacían, había un sentimiento como de algo ilícito pero aún eso los excitaba más. Resultaba un acoplamiento animal, de instinto, salvaje; Saga no podía dejar de poseer a su castaño, sin más, los dos lo necesitaban y encontraban mutua satisfacción por hacerlo. El deseo estaba ahí y querían llevarlo a la culminación, se dejaban llevar por esas sensaciones intensas que los llenaban más y más, con velocidad, la máquina de fotocopias empezó a tambalearse un poco por la fuerza de sus embates mientras el castaño gemía por el éxtasis y el de cabellos azules se sentía perdido en esa estrecha intimidad.

No podían evitarlo, el final estaba cerca, así que Saga alcanzó con habilidad el elevado sexo de Seiya, comenzó a frotarlo al mismo ritmo de sus embestidas; el castaño no podía creer que fuera aún mejor, ser masturbado de esa manera lo completaba todo, los espasmos en su vientre aumentaban mientras su estrecho pasaje y su sexo parecían palpitar y a cada estímulo se contraían con mayor fuerza y a cada momento era más rápido. Se arqueó sobre su espalda dando unos guturales sonidos de placer liberando su esencia por el éxtasis contra el abdomen de su amante. El de Géminis sintió ese cuerpo estremecerse por el orgasmo, la estrechez que lo cobijaba lo estrujó con fuerza y él se dejó ir, hundiéndose por completo en ese jovencito y llenándolo con su simiente. Se entregaron al más increíble clímax de su existencia.

Se quedaron juntos un largo rato más, temblaban un poco con las reminiscencias de lo compartido.

—     ¿Estás bien?—le preguntó dulcemente el de ojos verdes a su amante.

—     No te preocupes, estoy bien—decía el castaño besándolo en el rostro—Creo que es mejor salir de aquí.

—     Está bien.

Lograron limpiarse un poco y se vistieron, Saga abrió la puerta y sintió que era mejor charlar sobre lo que estaba sucediendo pero antes de poder decir nada el castaño lo miró, se fijaba en su mano para ser exactos.

—     ¿Qué pasa entre tu esposo y tú?

Saga vio su mano, ahí estaba su sortija de matrimonio, brillando en su dedo.

—     Lo amo—fue la respuesta de Saga—Pero las cosas se han complicado entre los dos, mi trabajo y su familia lo complican todo.

—     No debería ser así—dijo el morocho—Estoy seguro que él también te ama pero deben hablarlo.

—     Es una buena idea.

—     Si.

Se miraron pero el de ojos pardos solo sonrió, le lanzó un beso y se fue con velocidad, dejando a Saga pensando en lo que había sucedido. Tenía razón, lo mejor era que hablara con honestidad con su esposo.

 

**********

 

Saga no pensó mucho en su trabajo, de hecho al volver a su oficina procuró que no lo vieran, le dijo a Shaina que cancelara todos sus compromisos por teléfono y él se quedó recostado en el amplio sofá pensando, necesitaba descansar un poco y sabía que tendría que enfrentarlas cosas en su matrimonio como eran, con la verdad, quería continuar con esa parte de su vida, amaba a su compañero, pero necesitaba que la familia dejara de estar entre los dos, sus vidas debían ser de ellos, no estar bajo la disposición y deseos de los demás.

Debido a lo ocurrido terminó por adormilarse y finalmente se quedó profundamente dormido.

Para cuando Saga despertó no sabía que hora era, abrió los ojos y notó que no había ruido alguno, se fijo en su reloj de pulsera, las siete con cincuenta, era tarde. Se incorporó y se dirigió a su baño para refrescarse un poco, después de eso llamó a su hermano, no le iba a gustar lo que pasaba.

—     Lo lamento Kanon, pero no podré llegar a tiempo—decía por teléfono.

—     Acordamos que nos veríamos Saga—decía con enfado.

—     Lo sé, pero algo surgió, debo estar en casa.

—     Pero…

—     Lo lamento.

Ya que no podía dar mejores explicaciones terminó la llamada, cuando se vieran de nuevo iba a ser difícil para él pero en esos momentos le urgía más irse a su casa.

Salió de la oficina, llegó hasta el estacionamiento y subió a su vehículo, era mejor no perder más tiempo. Condujo por la ciudad en medio de la noche, no prestaba mayor atención a lo que sucedía alrededor y sin incidentes de ningún tipo llegó al sitio en el que vivía. La elegante propiedad estaba bien dispuesta en una parte acomodada de la capital, activo la entrada que era un enrejado automático, este se abrió y pudo entrar, apenas pasaba el vehículo se cerraba de nuevo, estacionó al frente sin preocuparse por poner el automóvil en el garaje y se dio cuenta que el coche de su esposo estaba ahí también.

Descendió y entró a la casa, se dio cuenta de inmediato que no estaban los sirvientes y eso parecía inusual, lo más inusual fue que lo recibieron casi de inmediato.

—     Ya estás en casa Saga.

—     ¿Cómo está tu familia?—preguntaba el de ojos verdes—Supe que estaban de vacaciones en el Mediterráneo.

—     Así es, pero no fui con ellos, preferí quedarme—explicaba su esposo.

—     Llamaste a la oficina, dijiste que tardarías unos días más en volver aquí.

—     Lo lamento, necesita un poco de tiempo lejos para pensar.

—     ¿Pensar en qué?—preguntaba Saga—Eres mi esposo y sigues actuando como hijo de tu familia antes que nada.

—     Cuando nos casamos pensaba que nuestra vida iba a ser diferente Saga.

—     Yo también.

Guardaron silencio, se miraban fijamente, en sus ojos brillaba el amor, eso no lo dudaban pero también había incomprensión, no era sencillo, sabían que eran muy diferentes.

—     Saga—decía tiernamente su esposo—No quiero que lo nuestro se termine, te amo, quiero hacer mi vida contigo a mi lado.

—     Y yo quiero que tu familia no esté a cada paso entre los dos.

—     Lo sé. Es por eso que no me fui con ellos.

—     ¿De verdad?

—     Pero quiero pedirte algo Saga y quiero que lo cumplas.

—     ¿Qué es?

—     Menos horas trabajando, no sé como pero quiero verte más, quiero sentir que no soy el chiquillo con el que te casaste porque era divertido.

—     No es de esa manera y lo sabes—le aseguraba el de ojos verdes.

—     Sin embargo así me siento a veces—decía el joven ante él—Esta casa es tan grande pero no tengo con quien compartirla.

Saga cerró los ojos, era verdad aunque no le gustara reconocerlo, se quejaba de la intervención de la familia de su esposo en sus vidas pero él trabajaba mucho, no estaba en casa muchas veces, lo dejaba solo y era natural que se refugiara en su vida anterior.

—     Lo lamento amor—le dijo con ternura el de cabello azul acercándose y tomándolo por los hombros—Ambos tenemos mucho por delante en esta relación pero sé que si nos comprometemos con ella lo lograremos.

—     ¿Si?—preguntaba el otro esperanzado.

—     Estoy seguro.

—     Saga—lo llamaba sonriendo.

Se acercaron para besarse y al volver a mirarse supieron que las cosas estarían bien, sería así porque ambos iban a esforzarse para lograrlo. Estaban solos en el lugar pues su compañero había dado la noche libre a los sirvientes, podían hacer lo que desearan y lo que quisieron fue quedarse juntos en su habitación.

—     ¿Podrías decirme algo?—preguntaba Saga.

—     Claro—decía su compañero.

Los dos estaban recostados en la cama, estrechamente abrazados.

—     ¿Qué fue lo del día de hoy?

—     ¿A qué te refieres?

—     Lo sabes, lo de ir a buscarme.

—     Eso…—y soltó una risita al pensar en ello.

—     Por favor Seiya, dime.

El castaño podía ser muy poco convencional y definitivamente lo de llegar ante él como si fuera un chico que hacía entregas, coquetearle y sonsacarlo para terminar haciendo el amor de la manera en que lo hicieron era más de lo que hubiera esperado o imaginado siquiera.

—     Es que no habíamos hecho el amor en semanas Saga—confesaba el de ojos castaños—Quería estar contigo y pensé en darte algo que no se te fuera a olvidar—lo puntualizaba acariciando su barbilla.

—     Al principio no entendía de lo que se trataba y cuando me mostraste lo de ese sobre…

Lo que contenía ese sobre que el castaño dijo eran sus referencias en realidad se trataba de fotografías, digamos que fotografías picantes con poca ropa o nada de ropa.

—     Quería verme bien como el chico de las entregas Saga—decía sonriendo Seiya—Y por como salieron las cosas no me parece que te molestara.

—     Por supuesto que no, eres encantador…mi chico de las entregas.

Y volvieron a besarse con ternura.

—     ¿Sabes? Creo que me agradó tu empresa—decía el castaño—Tal vez te visite más seguido o puedes darme un empleo—mencionaba sin dejar de sonreír y lo decía completamente en serio.

—     Podría tener un asistente personal—declaraba Saga.

—     Asistente Personal del jefe, se escucha bien.

—     Muy bien.

—     ¿Y estaría siempre cerca de ti en tu trabajo?

—     Y fuera también.

—     Te apoyaría y te ayudaría, en todo—decía emocionado el castaño.

—     No habría nada mejor para mí, tenerse cerca todo el tiempo mi lindo Seiya, siempre juntos.

Los besos estaban presentes de nuevo, no había porque no disfrutarlos, se amaban y lucharían por mantener su amor vivo, ya fuera en la oficina o fuera de ella.

 

FIN

 

 

Notas finales:

Si nada sucede la próxima semana tal vez suba algo con los espectros, los jueces y Hades más bien.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara

 


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