¿Por qué a él?

Pero… esas cosas pasan ¿No? Digo, suele pasar que te acuestas con tu peor enemigo, siendo tu mismo el pasivo y eres el único que sufres por ello. Por que eso suele pasar ¿Verdad?

Claro...

Louis Daguerre, fracaso andante, acude a su novena entrevista de trabajo a un hotel de lujo, sin tener la más remota idea de a lo que va a enfrentarse. Lo que no sabe es que el contrato indefinido que está a punto de firmar lo encadenará irremediablemente al más exclusivo prostíbulo de toda Europa. 

"Cualquiera que pudiera verme en este momento, seguramente diría que estaba loco. Más que loco, dirían que estaba pirado, más allá de la realidad; pensarían que tenía ciertos problemas mentales que debería arreglar.

Mi madre, me mandaría al psicólogo. Mi hermana, gritaría frenética. Y mi padre, bueno, mi padre, probablemente me dejaría de reconocer como su hijo.

Pero este era yo. Y cuando me encontraba a solas, era imposible evitarlo."

Fernando es un chico comun y corriente. Tiene 17 años, disfruta de la prepratoria en compañia de sus amigos, y de vez en cuando sale a fiestas.

O al menos eso es lo que aparenta.

Y no es que el ser gay sea un gran secreto para él, no, en realidad, eso no le importa en lo absoluto.

Al menos no comparado con el gran misterio que esconde en su cuarto.

A lo largo de la historia, Fernando no solo tendrá que lidiar con su extraño fetiche y con la enorme carga de ocultarlo, si no que también se enfrentara a compañeros molestos, a fiestas vomitivas, y en especial, a un chico rubio que lo hara perder la cabeza.

Cuando Adrien  tenía 5 años visitó el pueblo de sus abuelos en las montañas. Todo indicaba que serían unas vacaciones invernales tranquilas, sin embargo, el pequeño Adrien ávido de aventuras, salió muy temprano en la mañana a explorar los alrededores. En su búsqueda, escuchó unos gemidos parecidos a los de un cachorro. Para su sorpresa, no fue un cachorro de perro, sino un pequeño lobezno blanco como la nieve lo que encontró bajo un arbusto.

Lo que Adrien no sabía era que aquel ser no era realmente un animal, sino un príncipe encantado y que el llevarlo consigo implicaría dar un vuelco a su destino futuro.

De eso hacía ya 12 años y tanto como Adrien, el lobezno creció para convertirse en un hermoso lobo de ojos ámbar brillante. Ambos se necesitaban, y lo que al principio parecía un amor entre amo y mascota, se convertiría en algo mucho más complejo y profundo. Pronto el lobo revelaría su verdadera forma y con ello, sus aventuras comenzarían. 

O de porqué San Valentín debería ser, como mínimo, ilegal.

JeanMarco