Minho tenía que escapar de su propio Clan, pero el último heredero del enemigo, se cruzó en su camino.

Él y sus cautivantes ojos gatunos lo llevarían a su “desgracia” y no podía permitirlo.

Pero a medida que pasaba el tiempo era más difícil ignorarlo; y los cambios que sufría su cuerpo, a medida que iba creciendo, se hacían cada vez más difíciles de ignorar.

Ojalá alguien lo aleje de su enemigo: el pequeño Kibum. Si eso ocurriese, ¿cómo se sentiría? Seguro que bien…

¿O quizás no?

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