—Hyung—cabello extravagante—ha pasado un tiempo—al mirar esos ojos café que el chico poseía, era como sí estuviera viendo galaxias a través de sus pupilas.

—¿J-jimin?—Y YoongMin se quedo sin habla.

—Taehyung-hyunim—murmuro sin apartar esa brillante sonrisa—usted será mio.

Odiaba muchas cosas. Pero, entre las más relevantes entraban las mentiras. A diestra y siniestra, jamás había mentido en sus ventiocho años de vida no porque no pudiera sino porque no quería. Mentir estaba mal, y las personas que metían solo eran atraídas a la boca del diablo. Eso pensaba Min Yoongi, viviendo el cliche más cliche de su existencia al estar involucrado en esta farsa de cuarta. Ya no era un adolescente y hacerse pasar por su mejor amigo, bah, no sonaba bien (you got no jams) menos el hecho de tener que contraer nupcias al final del año con aquel tal Park, Park Jimeno o algo así.