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Velar tu sueño por maxi anime

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Notas del capitulo:

Se los dije, se los advertí, muajaja, con ustedes el segundo cap, con todo lo que me gusta escribir J espero les guste. Perdonen la demora, siempre algo me demora, pero las próximas dos semanas ¿adivinen qué? Estaré de vacaciones, así que habrá una avalancha de actualizaciones…espero. Gracias a todos por sus Reviews, que decidieron, si, queremos actualización. Aquí esta su pedido. 

Una tarde fresca y con el sol ya oculto, la única luz era el sol que aun emanaba pequeños rayos que apenas se dejaban ver tras la cordillera montañosa y solo unos pocos momentos más oscurecería finalmente para dejar paso a la luz de la luna y las estrellas. Milo subía rápidamente a su templo, antes que la luz se del día acabara por terminarse, cumpliendo la promesa que le hacía al santo de Acuario todos los días y esta vez, iba bastante tarde.

-Ya llego, ya llego- corría por las escaleras que separaban el octavo y noveno templo.

-Milo…hola- saludo Aioros mirando con una sonrisa, pero el de escorpio ni se inmuto en saludar.

-Con permiso, voy tarde, nos vemos mañana Aioros.

-Pasa, pasa, apúrate- exclamo entre risas viéndolo alejarse- Aioria otra vez lo entretuvo, ese muchacho no cambia más.

Continuo corriendo a toda prisa, por el hecho de que Athena les prohibía usar la velocidad de la luz en periodos de paz, entre medio de las escaleras que separaban la novena y décima casa se encontró con Shura, quien venía bajando con ropa informal las escaleras y totalmente calmado. El santo de capricornio apenas pudo saludarlo con la mano, ya que Milo lo paso de largo, se encogió de hombros y siguió su camino. Milo agradeció su fortuna de que Shura justamente bajara, no tendría que pedirle permiso para pasar, pero grande fue su sorpresa cuando vio que si había alguien, con la armadura de dragón.

-No puedes pasar- exclamo el pelinegro-

-¿Por qué?- pregunto molesto el heleno.

-Tengo orden de no dejar pasar a nadie.

-¿Y Shura donde va?-pregunto recuperando el aire- él es el guardián, no tú, deberías estar en la séptima casa.

-Shura tiene que hacer algunas diligencias y me dejo a cargo- exclamo sereno- tu hiciste lo mismo contra los titanes…él me dijo que te lo dijera.

-Por favor, Shiryu, déjame pasar…tengo que llegar al onceavo templo...es una cuestión de vida o muerte.

-¿Quién va a morir?

-Yo.

-¿Y quién será tu asesino entonces? No entiendo.

-Camus… vamos Shiryu, déjame pasar, seremos futuros compañeros- exclamo impaciente.

-No puedo dejarte pasar, lo siento…debes preguntarle a Shura…pero ¿Por qué Camus te va a matar?

-Debo darle a Athena el informe de mi vigilancia de hoy, supongo que Saga, Shaka y Shura ya lo hicieron, después debo bajar a Acuario, si me retraso, Camus se enfadara conmigo.

-Sí, hace un rato Shura regreso de dar su informe…Saga y  Shaka también… ¿Por qué vas tarde?

-Aioria- señalo a la quinta casa

-Está bien, le voy a ir a preguntar… quédate aquí- dijo inducido y camino hasta la salida.

Milo espero hasta no verlo, cuando se perdió en el horizonte y comenzó a correr directo hasta la onceava casa. Escaleras antes se arregló un poco, no podía estar sudado, mucho menos desprolijo para entrar a aquel templo, se arregló la armadura y a paso calmo entro, buscando con la mirada a Camus.

-He, Camus- lo llamo tranquilamente- Estoy aquí… ¿puedo pasar?

-Mi maestro esta en cama, no se siente bien- interrumpió Hyoga saliendo de detrás de un pilar- lo siento, pero Milo hasta aquí llegaste.

-Hyoga, voy a dejar el informe a Athena de la vigilancia de hoy y regreso- se excusó calmo-no me tardo nada, dile a Camus que le  traeré una rica sopa, de esas que hago yo y con las que se siente mejor.

-Si es la de ayer, mi maestro no la quiere- exclamo molesto- dice que tiene sabor a basura.

-Dile de parte mía que se la voy a hacer beber, quiera o no.

-No te lo voy a permitir.

-¿Quieres que tu maestro se ponga bien?

-SI-

-Entonces me vas a ayudar a que tome la sopa, ahora, con tu permiso, voy hasta el templo de Athena y regreso.

-Dale mis saludos a Saori.

-Athena, es la diosa Athena.

-Se llama Saori.

-Muchacho irrespetuoso- exclamo finalmente antes de volver a su camino, cuando salió del onceavo templo volvió a correr hasta el templo de piscis, dando gracias al santo de Cáncer por llevarse horas antes hasta el templo del cangrejo al santo más bello de los doce y sin más demora llego hasta el templo de la mandataria de la orden,  antes de entrar volvió a arreglarse, era una falta de respeto entrar con una apariencia desprolija, una vez listo entro calmadamente, saludando a los guardias y, por esas casualidades, la diosa no estaba en el trono.

-Athena- comenzó a buscarla, calmadamente- Athena.

Milo la busco con la mirada, quizás estaba en alguna habitación y comenzó a buscarla, hasta llegar a la recamara de la diosa, donde pudo escuchar voces, claramente las identifico, una era de la pelimorada y la otra era del patriarca Shion. Hablaban en un tono serio, como si algo hubiera pasado en las últimas horas, por lo que decidió escuchar con atención, antes de entregar el informe.

-¿Esta segura?- pregunto el patriarca en un tono serio.

-Minos lo dijo en el juicio, lo confeso, Camus comió, sin saberlo, antes de la violación una fruta del inframundo…aunque fuimos rápidos con todo el juicio, el tiempo paso, Hyoga me ha informado de los malestares de Camus, es posible que…

-Diosa, pero hablamos de un hombre ¿Un embarazo en un hombre es posible?

-Para los dioses si, Shion.

-¿No podemos practicarle un Aborto?

-Me temo que no, ni en este momento, ni en un futuro, hablamos de una vida y para los dioses las vidas son sagradas, de practicársele a Camus un aborto, tanto ahora como después, pondríamos en riesgo su vida y los dioses eso no aprueban el aborto, es un asesinato a una vida que no puede defenderse.

-¿Entonces deberemos de dejar pasar el tiempo? ¿Permitir que Camus reviva día a día la violación sabiendo que dentro de él lleva al hijo de aquel que lo violo?

-Me temo que sí, no hay nada que hacer.

Milo retrocedió algunos pasos, para luego quedarse y recostarse contra la pared ¿sería cierto eso? Debía serlo, era la diosa quien lo dijo,  ella estuvo presente mientras se juzgó a Minos en el olimpo, según ella Minos estaba destinado al tártaro y sus funcionen quedaban delegadas al espectro Lune de Balrog. Comenzó a divagar ¿Qué debía hacer él? Era pareja actual de Camus y el santo de los hielos no tomaría bien el saber que esperaba un hijo de Minos, le había costado tanto formar una pareja con Camus y ahora todo se estaba regresando a la nada.

-Dioses ¿Qué debo hacer?- se preguntó consternado- Minos lo lastimo tanto…en nueve meses el fruto de aquello ha de nacer…Camus no se merece sufrir, no más…- Milo pensó, tenía que encontrar cuanto antes una solución y no debía ser tomada a la ligera, debía pensar bien y fue cuando una idea surco su mente- ¿Y si es mi hijo?- exclamo en vos alta- Si Camus piensa que es nuestro hijo…no solo tendría al bebé…complaciendo a los dioses…su vida no correría riesgos con un aborto- Milo se golpeó la cabeza  con la palma de la mano y luego salió corriendo, dejando el informe tirado en el suelo.

Camino a casa de Acuario pensó bien en aquel plan, Camus llevaba dentro de él una criatura de poco más de tres semanas de gestación, por lo que debería de tener relaciones con Camus esa misma semana, de ser posible esa misma noche para poder él encargarse de la paternidad del niño, nueve meses después este nacería y nada cambiaria, la vida de Camus no correría riesgos, Camus no sabría nunca la verdad de quien era el padre de su hijo, con Minos en el tártaro todos felices. El plan parecía tener grandes huecos, si el niño se parecía a Minos, Camus debería saber la verdad,  y en un futuro, si el niño alguna vez preguntaba por qué tenía facciones diferente a su padre, o quizás Camus no lo querría por ser engendro de su violador, fuera cual fuere la reacción, todas no daban una sola pisca de esperanza al santo de escorpión, por lo que rezo a los dioses que su decisión fuera la correcta y que en realidad todo funcionara.

Ya en casa de Acuario, el santo de la octava casa no tardo en ponerse a cocinar, ahora que sabía la razón de malestar de Camus debía ser muy cuidadoso con la comida que le preparaba y más aun con la comida que este debería ingerir, ya no podía comer cualquier cosa, debía ahora alimentarse sanamente, pero a su vez la comida de esa noche debía poder ayudarlo con su plan, debía poder permitirle esa misma noche tener relaciones con el santo de cabellos turquesa.

-¿Qué preparas Milo?- pregunto Hyoga.

-Oh, Hyoga, eres tu- exclamo tranquilo, mientras revisaba la nevera- Camus no quiere sopa, mi sopa especial para curarse…así que preparare algo con los mismos ingredientes que si le pueda gustar, preferiblemente que este en platos separados, para que coma todo.

-¿Necesitas ayuda?- pregunto el rubio sonriendo.

-Bueno…un poco… me faltan ingredientes para el postre, que tengo en mi templo ¿Podrías ir a traerlos?

-Sí, claro… ¿Qué necesitas Milo?

-Hay un frasco con Almendras, fresas, chocolate y en la nevera tengo helado.

-¿Qué vas a hacer con todo eso?

-Helado de crema con almendras, fresas y chocolate- contesto sonriendo con picardía.

-Si eso lo hace sentir bien a mi maestro, no hay problema- exclamo sereno el santo de Cisne y  luego salió tranquilo a buscar lo que Milo le pidió.

Milo volvió a la cocina, tenía una idea de que cocinar para Camus, no necesariamente tenía que ser comida francesa, al santo de Acuario le gustaba todo tipo de comidas, pero extrañamente su sopa, llamada la levanta muertos, no le gustaba, por más que siempre al día siguiente lo hacía sentir mejor.  Hyoga regreso momentos después con lo que le pidió, solo para que Milo comenzara  a servir el postre y momentos después llevo una gran bandeja a la cama del santo de Acuario.

-Temps pour le dîner, bon appétit- exclamo tranquilo dejándole sobre la cama la fuente.

-Milo ¿Cómo sabes francés?- pregunto el caballero de cisne.

-Cuando Camus llego al santuario, hace ya varios años, él hablaba en francés para que nadie lo entendiera, lo molestara y así el estaría en paz, yo aprendí francés para poder hablar con él, luego tuve que aprender a hablar en ruso…luego en sordomudo.

-¿Por qué sordomudo?

-Ma mère était sourd- explico el francés sereno.

-¿Qué dijo?

-Que mejor vallas a Capricornio que Shiryu  que está solo- exclamo Milo sonriendo.

-¿Seguro? Creo que dijo otra cosa.

-¿Quién sabe francés? ¿Tú o yo?

-Tú…creo.

Hyoga se fue no muy seguro de que esas palabras fueran las que su maestro dijo, no objeto, no tenía como, no sabía francés y si mal interpretaba las palabras de su maestro quizás este le reprendería y como prefería estar más tranquilo, con su maestro mejor de salud. Milo se quedó tranquilo mientras ponía delante del francés la comida, el cual se interrogo con la mirada y luego volvió a mirar que tenía tres platos en frente.

-Sopa y dos platos ¿Por qué tanto?- pregunto alzando una ceja.

-A cierto hombre, orgulloso, galante e indiferente no le gusta mi sopa, ¿Qué hacer para que él se cure rápido si mi sopa no le gusta?  Nada mejor que separarla en tres platos…y si comes todo hay  postre, son platos ligeros pero cumplirán la misma función que mi sopa levanta muertos.

-Mientras no sea esa cosa gris, acepto todo- exclamo tranquilo y comenzó a comer, primero se encargó de terminar la sopa, luego un plato que al parecer tenia pollo relleno y el ultimo plato ya era algo más fuerte, aros de cebolla, por lo que pudo sentir con mariscos o eso esperaba que fueran, cuando termino Milo trajo el postre, una copa de helado al que enfrió un poco más para luego comenzar a comer.

-¿Te gusto?- pregunto sonriendo.

-¿Qué quieres?- pregunto dejando la cuchara sobre la copa que antes tuvo el helado- estas demasiado atento hoy, algo quieres.

-No tengo malas intenciones, si eso crees, recuerda que decidí ser paciente contigo, hasta que realmente pudiéramos hacer lo que todas las parejas hacen…

-Lo siento…siento no poder darte lo que quieres en una pareja, Milo…muchas noches soñé con dártelo- confeso sonriendo- pero…Minos…

-El ahora sufre su castigo por lastimarte, por atreverse  a hacerte daño y nunca más podrá volver a tocarte, cuando nos llamen a pagar nuestras culpas, dentro de muchos años, será Lune quien nos juzgue…quería hablar contigo sobre un tema.

-¿Un tema?- pregunto absorto- ¿Qué tema?

Milo pensó su jugada, no podía pedirle que tuvieran relaciones en ese momento, debía hacerlo de una manera que el creyera que eso no pasaría, sonrió con picardía, como siempre lo hacía y peinando sus cabellos continuo- Juguemos a algo…siempre pensamos, cuando niños, que tú eras el gran Ganimedes, el ser más bello entre los mortales, escogido por Zeus para ser su amante y copero de los dioses, y yo, el fuerte y valiente Jacinto, el amante de Apolo, que al morir, al igual que Ganimedes, fue elevado al firmamento.

-Si lo recuerdo…cuando niños corrías desnudo por casa de escorpio diciendo que eras Jacinto.

-Mi idea es que…juguemos que somos Ganimedes y Jacinto, somos amantes, traicionando a los dioses.

-Milo…eso está mal-

-¿Sabes que no los engañamos realmente?

-Si pero, eso que quieres hacer está mal, engañar a una persona que te ama.

-Tengo otra idea- repensó- Nosotros, Jacinto y Ganimedes, estamos en la tierra, antes que esos dioses libidinosos aparezcan en nuestras vidas, somos amantes, nadie lo sabe, libres de todo compromiso… ¿te gusta más?

-Es una mejor idea- sonrió abrazándolo- me gusta…dime más…por favor.

-¿Te tengo que inventar una historia?- se preguntó, pero al ver la sonrisa del francés solo asintió- Muy bien, Jacinto conoció a Ganimedes…Jacinto fue flechado por la belleza del ser más hermoso, denominado por Zeus, y no tardo en presentarse ante él y así se conocieron, primero entre charlas, luego viéndose en secreto, finalmente comenzó su romance- exclamo besándolo- Una noche, mientras la luna acababa de reflejarse en lo alto, las estrellas copaban el cielo, los dos seres más hermosos sobre la faz de la tierra, estaban solos…besándose.

-¿Y qué más?

-Disfrutando de su compañía- exclamó tranquilo, mientras continuaba besándolo- cierra los ojos.

-¿Por qué?- pregunto un poco nervioso.

-Jacinto gustaba de estar desnudo, no quiero que me veas- le giño el ojo- Ganimedes.

-Me gustaría verte- exclamo un poco intranquilo-gran atleta.

Milo sonrió, se quitó la ropa, quedando totalmente desnudo y volvió a besar a Camus, mientras lentamente le quitaba la ropa, sin dejar que el francés desviara su vista a otro lado. Beso los labios, el cuello, el pecho hasta que llego a la entrepierna del galo, la cual estaba despertando de un largo letargo de actividad. El heleno sonrió, volvió a besar los labios de su compañero, su gran amor, mientras sus manos hábilmente comenzaban a masturbarlo, primero lentamente y luego con más intensidad hasta que al fin logro su cometido, de prepararlo el primer momento de intimidad de ambos, se detuvo un momento  contemplo el cuerpo de aquel que tanto amaba, el cual estaba sonrojado, desnudo y nervioso.

-No temas- le susurro y volvió a besarlo- No voy a hacer algo que tú no quieras, Ganimedes.

-Milo…yo…

-No…no soy Milo, no se quien sea Milo, mi nombre es Jacinto.

-Jacinto…yo no…estoy seguro de esto- dijo nervioso, mientras pequeñas lagrimas comenzaban a formarse, transformándose en cristales pequeños- yo…no estoy listo…Milo, ha pasado poco tiempo…yo no.

-Déjame entonces, permíteme entonces, ser quien te de placer y no al revés- continuo besándolo y luego lo sentó en la cama, abrió las piernas del galo de lado a lado y se dedicó solamente a lamer aquel órgano viril, primero lentamente, con pequeñas lamidas, metiéndose a la boca, jugando con su lengua, lamiendo y besando como si este fuera un helado, acompañado de los débiles, casi inaudibles gemidos de placer de Camus, el cual solo miraba la escena, como Milo hacia todo, se tapaba la boca pero aquello no era suficiente para acallar lo que sentía, la extinción del momento. Finalmente, después de un largo tiempo,  el heleno llego a aquel punto exacto, sintiendo pequeñas gotas brotar, bebió el líquido hasta que dejo de salir.

Milo volvió a besar aquellos labios que tanto adoraba mientras acomodaba a Camus entre sus piernas, poniéndolas de lado a lado. Emprendió entonces a prepararlo muy lentamente, primero lamio uno de sus dedos y lo introdujo en la que para él era una virgen entrada, no lo movió, solo permitió que Camus se acostumbrara a él para recién moverlo, y cuando lo hizo, cuando el onceavo guardián estuvo más calmado introdujo el segundo. Cada paso tardaba demasiado, Milo sabía que debía ser paciente, debía solo centrarse en que Camus no sufriera y no le importaba si pasaba horas preparándolo, el fin lo justificaba. Cuando los tres dedos estuvieron dentro de Camus y este acostumbrado a ellos, saco su mano y se introdujo lentamente.

-Milo- gimió sacando lágrimas de dolor- detente…detente.

-Sí, si…tranquilo- susurro besándolo, secando aquellas lagrimas que odiaba ver.

-Sácalo…sácalo…es muy grande…Milo.

-No…no…no llores- le susurro mientras se acomodaba en una posición que para Camus fuera más que cómoda, para que lo viera fijamente- mírame, mírame a los ojos- le pidió- no te lastimare, nunca jamás…solo mírame, mírame con tus hermosos ojos.

Camus accedió, lo miro lentamente, aun llorando ante el dolor, el recuerdo de Minos presente, pero al ver aquella mirada tranquila, serena, la mirada de alguien que lo amaba más allá de toda prueba, la mirada típica de Milo, su sonrisa, su mirada cariñosa, la imagen de Minos desapareció, dando paso Milo, a aquel caballero de largos cabellos que siempre lo acompaño, que durante las noches lo cuido y que estaba allí, para cuidarlo, amarlo y evitarle todo dolor.  Camus en un principio lloro amargamente mientras aun sentía el erecto miembro del escorpión dentro de sí, recordando aquel mal momento pasado con el espectro de Hades, pero Milo era diferente, muy diferente, no comenzó con las estocadas, ni siquiera se movió, estaba allí, esperando pacientemente, besándolo, tranquilizando hasta poder seguir.

Los minutos  que pasaron parecen no querer avanzar más, como si una larga hora  hubiera pasado en la que Milo espero que Camus dejara de llorar, aunque apenas pasaron algunos minutos, dejara de sentir vergüenza o aun peor, temor de que él lo lastimara.  Agradecía internamente a los dioses por permitirlo continuar con todo a pasar del tiempo y fue entonces que el llanto de Camus seso, para darle la aprobación de que continuara y así lo hizo, con pequeños, pausados y sobre todos lentos movimientos comenzó a penetrarlo, arriba y abajo, tomando todo el tiempo del mundo, tenía que ser suave y cariñoso, así lo fue hasta que pudo aumentar el ritmo y ante sus ojos los minutos pasaron rápido hasta que junto al galo llegaron a ese punto exacto, al mismo tiempo, al éxtasis, Milo dentro de Camus y Camus en el vientre de ambos.

-Gracias Milo…gracias.

-¿Por qué?- pregunto agitado.

-Por no obligarme…por ser paciente…por todo.

-Te amo, nunca te lastimaría, nunca te obligaría a nada, solo te complacería, es mi deber- exclamo sonriente- te amo Camus.

- y yo a ti Milo.

Poco después se fueron a bañar, Milo ayudo en todo al onceavo guardián y cuando estuvieron ya listos se recostaron a dormir, esperando la mañana siguiente. Milo aquella noche no durmió, tenía que pensar la manera de que todas las noches intimaran, para asegurar que ese niño que vendría era de él y no de Minos, que Camus así lo creyera.   Esa misma mañana, Camus entro a la ducha y Milo tras de él, y entre besos, caricias y hasta toques pervertidos el escorpión logro su cometido, que volvieran a fundirse, aunque Camus se veía con temor, temor a lo que pasaría después de eso.

Tres meses después llego la noticia menos esperada en el santuario, incluso para Camus, quien pensaba que sus mal estar es eran por alguna comida mala que había probado,  y muy esperada por Milo, Camus estaba embarazado, todos se sorprendieron con la noticia, y la pregunta del como llego, la respuesta fue que Minos, el mismo día que violo a Camus le había hecho comer, este sin saber, una fruta del inframundo, para atarlo a él y su cometido habría sido logrado de no haber interferido Milo. Tanto Camus como el resto de los santos estaban confundidos, pero los cálculos que Milo presentaban sobre el embarazo eran la prueba de que aquel niño por nacer era hijo suyo, y nadie objeto,  Athena y Shion para evitar una crisis en el santo de acuario optaron por darle la razón a pesar de saber la verdad.

Meses después, con siete meses de gestación según Camus y ocho según los Milo, nació el pequeño Henry, de ojos claros, muy parecidos a los de Milo y cabellos turquesa, como Camus. Milo, ayudado por los médicos y Athena lograron convencer a Camus que nació prematuro y que podría haber fallecido dada la delicadeza con la que nació, aunque fue todo lo contrario, si bien a Henry le falto peso era un bebé dentro de lo establecido normal. De cabellos turquesa, aunque algunos dirían agua marina, ojos de un celeste que fácilmente podía confundirse con el color del cielo, tez blanca y un poquito gordito, según Milo, era la descripción de aquel pequeño que apenas nació logro algo que nadie más vio, salvo Milo, que Camus sonriera feliz.

Henry no sería el único niño del santuario, meses después llegaría a las doce casas el pequeño Leonardo, hijo de Aioria de Leo y Marín de Águila, Mu de Aries llevo desde Jamir a dos niños que habían sido abandonado a merecer de las montañas, al igual que como encontró a Kiki, a los que llamo Sage y Aspros. Aunque las doce casas no estuvieron completamente repletas de vida nuevamente como cuando los santos dorados eran pequeños. Mientras Henry había nacido con ojos celeste y cabellos turquesa, quienes eran sus amigos eran todo lo contrario, Leonardo era la copia de su padre, de cabellos castaños y ojos claros, mientras los gemelos Sage y Aspros tenían cabellos violeras y ojos oscuros, siendo la copia de Mu de Aries.

Henry se convirtió rápidamente en la adoración de sus padres, Camus adoraba a su niño, abrazarlo, demostrarle afecto y hasta hacer figurillas de hielo para él, con el objeto que permitirle que se llevara algo a la boca cuando le salían los dientes y así calmar aquellas ansias de morder que tenía, en cambio  Milo no perdía momento para malcriarlo comprándole juguetes y dulces. Al poco tiempo que Henry nació al santuario llegaron los abuelos del pequeño, los padres de Camus y en ese momento Hyoga comprendió porque su maestro sabia sordomudo, la madre de su maestro era sordomuda y aunque el santo de cisne estaba realmente molesto con Milo por la mentira que este le dio, comprendía por que le mintió, de haber estado en la casa de acuario aquella noche el pequeño adorado por todos no habría nacido.

Finalmente la paz reino en el santuario en los que se denominaron los años felices, mientras Henry y sus amigos crecían, sin guerras de por medio, aunque muchos santos no perdieron la costumbre de entrenar, solo para seccionarse de que en verdad había paz. De Minos no se volvió a saber, solo que había sido condenado al tártaro, no conocería a su hijo, mucho menos volvería a mencionársele en el inframundo tras lo que protagonizo, el robo de una fruta prohibida y la violación, los dioses, aunque en desacuerdo con lo que hacía Milo, bendijeron aquello, Henry no tenía por qué conocer a su padre o preguntar por él, ya era imposible que lo conociera al estar Minos en el tártaro y Milo seria su padre hasta el fin de sus días.

Fin

Notas finales:

Gracias a todos por leer ¿Les gusto? ¿Esperaban más? ¿Quieren más? Bueno, otro cap a este fic no lo pondré, creo que cerré todos los cavos sueltos, esta que  le paso a Minos, Camus recuperándose, el pequeño Henry…si es todo.

Si les gusto el fic, espero sus comentarios, abajo a su derecha, debajo de los links de Agregar Fanfic a Favorito y Agregar Autor a Favorito (creo que eso está para los que tienen cuenta en amor-yaoi) se tardan pocos momentos en escribir un breve Me gusto y enviarlo, eso me anima a seguir escribiendo y a mejorar si ven errores y me los señalan.

No lo tomen como propaganda mía a mí, maxi anime quiere su opinión   y para ello necesito que quienes leen hoy mis fics den su opinión de aquellos que están hace tiempo inconclusos, no es necesario que dejen Review en los fic, con que lo dejen aquí y me lo hagan saber, mejor. Quiero poder terminarlos y solo los podre terminar, avanzar en ellos y no sé por cual empezar.

1-      Locuras en la Mansión Kido:

Los Santos de bronce cuidan de los dioses guerreros de Asgard, quienes se han convertido en pequeños niños, y los santos de oro están ayudándolos.

2-      Locuras en la Mansion Kido (cuenta Maxianime)

Los santos de bronce cuidan de los dioses guerreros de Asgard, quienes se han convertido en pequeños niños (no hay intervención de los dorados)

3-     Horoscopo:

Los santos dorados se toman muy en serio lo que dice el horóscopo de cada día.

4-    Abuso Policial:

Ambientado en una ciudad donde reina el caos, la corrupción…etc, un grupo de policías que realmente cumplen su deber al pie de la letra con un grupo de estudiantes universitarios que han sufrido los abusos de la policía, quieren cambiar el lado para donde apunta la balanza.

5-      World Of Darkness

Existe un mundo donde hay solo oscuridad y gracias a los seres humanos aún existe, por la oscuridad que todos expresan ya sea en actos o con solo pensar,  habitado por seres que causan temor de solo mirarlos, un mundo donde la luz parece no existir realmente, más que una estrella que brilla en el cielo, que sale y se pone, la energía oscura es la fuente de poder de todos los inframundos y para que este mundo funcione necesita de seres humanos que mantengan el orden, la era del emperador anterior esta al terminar de 8 príncipes uno será el siguiente emperador. Saga, Bud, Camus y Aioria compiten entre sí, junto a otros príncipes por quien reinara. 


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