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Capítulo II. Inesperado
- ¿Por qué me haces esto? – habló para sí mismo. Su voz rebotó en las paredes de la gran casa provocando un eco estremecedor que invadió cada rincón del lugar, la tristeza se notaba claramente en su voz, ya no quería que lo vieran como aquel niño pequeño que no podía defenderse por si solo. Quería que de verdad lo amaran como él era capaz de hacerlo ¿de que serviría tener una familia sin amor de por medio?
La indiferencia de su esposo para con él no le gustaba en lo absoluto, nunca le había gustado que lo dejaran de lado como si no importara nada y no estaba dispuesto a sufrirlo de nuevo porque no volvería a ser ese cero a la izquierda ya no sería de nuevo esa persona a quién no tomaban en cuenta.
¡Él también tenía sentimientos! Y si nadie lo tomaba en cuenta, él se iría para ponerle fin a su sufrimiento no sin antes intentar reparar aquel caos llamado matrimonio.
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- Itachi!… Itachi! – gritó al ver la oficina de su hermano vacía, se suponía que hoy debía de trabajar y no se encontraba en su oficina, se suponía que hoy debía de trabajar y no se encontraba en su oficina , ¿qué se creía su hermano?
A pesar de que Itachi se negara a recibir el puesto de la presidencia de la empresa familiar para pasar más tiempo con su esposo Deidara, no tenía excusa para faltar siendo el vicepresidente.
Suspiró enojado. Cuando viera a ese incumplido le patearía el trasero el culo porque bien merecido lo tenía. Caminó hasta llegar a la puerta de la que era su oficina, no vio a su secretaria quien siempre lo esperaba en la puerta para decirle lo que haría de acuerdo a su agenda. Abrió la puerta de la oficina presidencial y tras su escritorio se encontró con Itachi, quién se encontraba sentado en el sillón de piel y a un lado de él se encontraba su secretaria diciéndole lo que tenía agendado.
- Itachi ¡Qué es lo que haces aquí! Deberías de estar en tu oficina como debe ser o tu trabajo se acumulará.
- No te preocupes, le dije a Kakashi que se encargara de eso – habló mientras mostraba una de sus tantas sonrisas de superioridad.
- ¿Pero porque hiciste eso? ¡Y porque estás aquí!
- Jumm… es curioso, porque yo también me pregunto que es lo que haces aquí, estúpido hermano menor.
- De que hablas – exclamó un tanto molesto.
- Debí suponerlo, tu no lo recordarías a pesar de que era tan importante.
- El que – cogió una silla y se sentó.
- ¿De verdad no sabes que día era y que pasaba ayer?
- No, aunque Naruto estaba sospechoso incluso preparó una cena romántica…
- Eres un verdadero estúpido… - soltó un suspiro de frustración – ayer era tu primer mes de casado con Naruto, por lo que pensé que no vendrías hoy, incluso te mandé unas reservaciones para un restaurante. Me preguntó que tanto haces acá en el trabajo todos los días cuando puedes salir mucho más temprano que nosotros y dejas a Naruto solo ¿realmente lo amas?
- ¡Y no pudiste marcarme diciéndome eso en vez de hacerme perder el tiempo! – grito mientras cogía sus cosas rápidamente – y acerca de tú pregunta, claro que lo amo, mucho más que a mi propia vida – habló por última vez mientras corría rumbo a la salida. Al llegar al estacionamiento, se subió de inmediato a su auto negro y pisando el acelerador para llegar más rápido desapareció, aún sin poder creer que había olvidado por completo un día tan importante y olvidar a Naruto.
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Naruto se encontraba en el coche, regalo de su esposo cuando se casaron, manejaba rumbo a casa de su mejor amiga Sakura, una chica de cabello rosa, ojos de un extraño color jade, de una buena familia y a pesar de todo eso no tenía el cuerpo que muchas envidiarían por lo que podía considerarse de bajos atributos.
¿Por qué iba a casa de ella en vez de ir a ver a sus padres adoptivos? La respuesta era sencilla, ellos se encontraban en un viaje para festejar tantos años de casados por lo que no los vería hasta la siguiente semana, además de que ya no quería ser una carga para ellos diciéndoles sus penas así que necesitaba desahogarse con alguien aunque fuera un poco.
Salió 20 minutos después de que Sasuke se había marchado y ahora se encontraba frente a la puerta del departamento de su mejor amiga. Tocó tres veces la puerta y esperó a que le abrieran. Pronto se encontró frente a frente de su amiga. No sabía cómo empezar por lo que solo la abrazó y comenzó a llorar lentamente. Mientras que la de ojos jade trataba de consolarlo, cosa que no sería fácil después de que otra tragedia pasara. Minutos después, se encontraba en el sofá de ella mientras bebía un té de canela y al mismo tiempo le contaba las desdichas que últimamente lo abrumaban.
- Sakura-chan – gimoteó – Sasuke… ¡Sasuke ya no es el mismo de antes! Solo un mes a pasado… y… - lloró desconsoladamente – creo que ya no le importó para nada y solo soy un estorbo para él.
- Naruto – suspiró – Sasuke-kun jamás dejaría de quererte… tal vez el trabajo de la empresa es mucho y…
- ¡No trates de justificarlo! – gritó triste, al mismo tiempo que secaba sus lágrimas y se limpiaba los mocos – el me ignoró en la mañana y creo que vio la cena que había preparado pero ni siquiera me dijo nada.
- El estrés podría ser…
- ¡Yo sé que ya no me quiere!
- Si de verdad eso fuese cierto, no tienes por qué estar triste.
- ¡Pero yo lo amo!
- Ya, pero aún existen muchos hombres que morirían por tener una sola cita contigo…
- …
- Que te parece si salimos a divertirnos mientras tú te despejas, olvida un rato tus problemas y vamos a divertirnos – habló entusiasmada.
- Creo que eso es lo que aré – habló resignado – pero primero le diré a Sasuke a donde voy.
- Puedes decírselo cuando lleguemos allá, para no perder tiempo.
- Cl-claro Sakura-chan
Ambos se subieron al auto de la pelirrosa mientras iban rumbo al nuevo antro que se inauguraba esa noche, a él no le gustaban ese tipo de cosas, pero no podía dejar a su amiga, solo tomaría agua y vería a las personas bailar. Ese era su plan. Un plan que se iría directo al caño y arruinaría por completo lo que quedaba de su matrimonio.
Tenía 20 años así que podía entrar fácilmente a ese tipo de lugares, lamentablemente no los aparentaba, aún se veía como a un joven de 17 años. Caminaba a paso lento detrás de Sakura, estuvo a punto de entrar cuando el de seguridad le impidió pasar, un tipo alto y fornido quiso reclamar cuando sintió una mano que se posaba en su hombro.
- El vine conmigo – un voz varonil llegó directo a su oídos.
- Lo lamento, no lo sabía – el de seguridad estaba claramente nervioso.
Y así sin más pasó, volteó para dar las gracias pero tras él ya no había nadie. Caminó buscando a la pelirrosa.
- ¡Sakura-chan! – gritó cuando vio a lo lejos ese cabello rosa, inconfundible.
- Naruto ¿Dónde estabas? Te busque al entrar y ya no estabas – su voz sonaba molesta.
- Perdón, me perdí jeje - murmuró, jamás le diría que lo habían detenido en la entrada por no aparentar la edad.
- Te presento a un amigo mío
- Emm… claro
- Él es Sasori
- Hola – habló cuando vio ante él a un chico alto, fornido y para él un poco atractivo. Sintió algo de miedo al verlo y unas inmensas ganas de huir se apoderaron de él antes de que algo malo le pasase, pero no quería dejar a su amiga sola porque no se perdonaría si algo malo le pasaba si se iba por lo que no se fue. Se sentó cerca de la barra con el chico a un lado de él. Pidió simplemente agua porque no aguantaba el alcohol y se emborrachaba fácilmente. Comenzó con una plática algo tímida con Sasori.
Los segundos pasaban rápidamente, la vista comenzó a tornarse borrosa, no escuchaba lo que decían a su alrededor, todo el mundo desaparecía lentamente de su vista, trato de pararse pero cuando lo hizo sus piernas se doblaron, alcanzó a sujetarse con los brazos e instintivamente cubrió su vientre como protegiéndolo del golpe, dos segundos después sus fuerzas lo abandonaron y cayó desmayado.
Solo había tomado un vaso de agua.
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Despertó en la cama de un hotel, le dolía la cabeza que parecía que en cualquier momento explotaría por el dolor, solo tenía un bóxer puesto. Y pensó que Sakura era tan buena amiga que incluso lo había llevado a un lugar para descansar poniéndolo cómodo ¿Pero que clase de amiga lo lleva a un hotel en vez de dejarlo en su casa? Que ingenuos pensamientos. Que ingenuidad la suya. Que puro corazón al no ver la maldad de las situaciones. Si tan solo se diera cuenta de la magnitud de las cosas, se levantó desperezándose. Tomó sus cosas y se marchó.
Llegó a lo que era su casa y subió a su habitación, se sentía pegajoso por el sudor por lo que tomo una ducha rápida, al salir se percató de que estaba solo de nuevo, solo en esa inmensa casa, salió al patio y lloró desconsoladamente. Sasuke ni siquiera se había dado cuenta de que no estuvo en todo el día y que la noche la había pasado fuera. Su matrimonio realmente era un asco.
Si realmente quería a Sasuke, debía de hacer algo por él. Así que con mucho esmero preparó una comida deliciosa, subió a su habitación y se cambió de ropa. Unos pantalones negros ajustados, una playera gris, una sudadera anaranjada y unos tenis. Salió decidido y con una sonrisa que demostraba su felicidad, estaba seguro de que al azabache le gustaría su visita.
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Llegó a un edificio enorme con el símbolo de los Uchiha’s, y sin titubear se adentró obteniendo las miradas de todos los empleados varones quienes ya sabían que el doncel estaba casado y con nada menos que con el presidente de la empresa por lo que nadie se atrevía siquiera a insinuársele por el temor a su jefe pero lo que nadie sabía era porque el presidente prefería pasar más tiempo en el trabajo que con ese pecado andante.
- Hola a todos dattebayo – exclamó. Todos, absolutamente todos habían dejado de hacer su trabajo solo para verlo. El doncel se dirigió con la secretaria del lugar – ¿do-donde puedo ver a mi esposo? – un sonrojo se apoderó de su acanelado rostro y para los trabajadores fue inevitable no pensar en cosas pervertidas con el pequeño doncel.
- En el último piso, le avisaré que llegó a visitarlo
- No por favor… quiero que sea una sorpresa – murmuró bajito.
- Ya veo puede ir.
El doncel iba feliz, subía por los escalones porque no le gustaban los elevadores pero por lo que gracias a eso tenía un buen cuerpo. Después de 20 minutos subiendo llegó a lo que al parecer era el último piso, una gran puerta sobresalía a una gran distancia del elevador por lo que caminó un poco más. Se encontraba nervioso y no podía negarlo. Era la primera vez que visitaba a Sasuke en su trabajo, apretó levemente el toper con la comida que llevaba entre sus manos y a paso decidido camino hasta llegar al frente de la puerta de madera.
Abrió sin tocar la puerta para que le dieran permiso de pasar porque él no lo necesitaba, la secretaria le había dicho que estaba solo y era más que obvio que no interrumpiría nada. Ese fue el gran error que cometió, si al menos hubiese tocado nada de lo que pasaba del otro lado de la puerta le afectaría de sobremanera como lo que estaba presenciando justo en eso momentos.
Esa fue la primera vez que deseo con todas sus fuerzas no haber nacido.
Y también no haberse casado jamás con Sasuke porque aunque
Odiara admitirlo, su esposo no lo amaba y lo que veían
Sus ojos se lo confirmaban completamente.
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Continuará…
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